30 marzo, 2013

De funerales


Hoy asistí al entierro de un amigo mío. Me divertí poco, pues el panegirista estuvo muy torpe. Hasta parecía emocionado. Es inquietante el rumbo que lleva la oratoria fúnebre. En nuestros días se adereza un panegírico con lugares comunes sobre la muerte y ¡cosa increíble y absurda! con alabanzas para el difunto. El orador es casi siempre el mejor amigo del muerto, es decir, un sujeto compungido y tembloroso que nos mueve a risa con sus expresiones sinceras y sus afectos incomprensibles. Lo menos importante en un funeral es el pobre hombre que va en el ataúd. Y mientras las gentes no acepten estas ideas, continuaremos yendo a los entierros con tan pocas probabilidades de divertirnos como a un teatro.

Julio Torri, "De fusilamientos"

28 marzo, 2013

La grandeza artística


Oí que un guía turístico en la National Gallery le preguntaba a un grupo qué cosa hacía que Rothko fuera tan grandioso como artista. Alguien dijo: "Los colores son hermosos". Otro mencionó cuántos libros y artículos se habían escrito acerca de él. Una tercera persona recordó cuánto dinero había pagado alguna gente por sus pinturas. El guía dijo: "Rothko es grandioso porque forzó a los artistas que vinieron tras él a cambiar el modo en el que piensan sobre la pintura". Esta es la definición más útil que jamás me encontré sobre la grandeza artística.

"Reality Hunger", David Shields

27 marzo, 2013

El inmortal Pinocho




La editorial Galerna, de Buenos Aires, ha publicado una nueva traducción del inmortal Pinocho, de Carlo Collodi, a cargo de Guillermo Piro, también autor de un extenso y muy buen prólogo. Dice allí, por ejemplo:


Desde su nacimiento, metamórfico y teatral al mismo tiempo, Pinocho es capaz de ser todo lo que se le pide, pero, gracias a esa extrema ambivalencia de devoción y de fuga, hay algo en él que lo lleva a la fidelidad y a la obediencia. Personaje complejo, lo gobierna un oculto y multiforme futuro. En parte pertenece al mundo vegetal, pero habla con los animales (el único «humano» que parece entender la lengua de los borricos es el hombrecito hidrópico); es bien recibido en el mundo del Hada, pero tiene una casa en el mundo de los hombres. Él es continuamente llevado a la deslealtad, a la traición hacia uno y otro de estos lugares morales. La degradación forma parte de su estructura y es, al mismo tiempo, su virtud irrenunciable. No fue a la escuela, pero sabe multiplicar y leer lápidas

Piro también cita una iluminadora analogía entre Pinocho y la historia de Cristo:

 
Para Sergio Martella, autor de Pinocchio, eroe anticristiano, las desventuras de Pinocho reflejan en sentido inverso el calvario del hijo. Las analogías son innumerables, Pinocho nace del amor de su padre, es plasmado en un pedazo de madera (la historia de Pinocho nace donde termina la de Cristo: en la madera) y después de una serie de tribulaciones llega a convertirse en un ser humano. Sólo después de la muerte Cristo accede a la identificación paterna; Pinocho, en cambio, es la directa creación del padre. Uno se llama José –Giusseppe–; el otro, G(ius)eppetto. Ambos son carpinteros. El Espíritu Santo estaría presente en la voz de la conciencia representada por el Grillo parlante. Pero, en este caso, es él quien termina «crucificado», aplastado contra una pared por un martillo que, por una especie de Némesis de la materia, es de madera.
Para seguir leyendo acerca de Pinocho, recomiendo también un breve ensayo de Alberto Manguel ("Cómo Pinocho aprendió a leer"), publicado originalmente en la revista Letras Libres: aquí.

26 marzo, 2013

Elmyr y el Proyecto Fake


Ya he hablado en este mismo blog de Elmyr de Hory, el famoso falsario que inspiró la no menos famosa película "F for Fake", de Orson Welles (ver aquí). El caso es que desde el pasado 6 de febrero hasta el próximo 12 de mayo, el Círculo de Bellas Artes de Madrid organiza una muestra titulada "Proyecto Fake" y dedicada por completo a Elmyr, con la comisaría de Dolores Durán.

Nacido en Hungría, Elmyr adoptó a lo largo de su vida numerosos seudónimos (Dory Boutin, Elmyr von Houry, L.E. Raynal, Louis Nassau), tantos como estilos pictóricos fue capaz de imitar. La muestra nos muestra a Elmyr pintando "a la manera de", desde Matisse hasta Picasso, pasando por Modigliani, Léger, Signac, Vlaminck, Van Dongen, Derain o Dufy. Los cuadros que se exponen llevan la prudente firma de Elmyr y no la de los autores cuyo estilo es tan bien imitado.

Proyecto Fake reúne por primera vez óleos, acuarelas, dibujos y litografías junto con numerosas documentaciones y hasta recortes de prensa de Hory, quien llegó a vivir más de una década en Ibiza. La muestra, desde luego,  plantea una reflexión sobre el concepto de autoría y sobre el carácter de lo verdadero y lo falso en el arte.



Entre el 16 y el 17 de abril habrá un mini congreso en torno al Proyecto Fake. El 16, a las 19:00, Juan Calatrava hablará sobre imitación, autenticidad y copia en la arquitectura, mientras que César Rendueles hablará sobre "Identidad, repetición y analogía". Un día después, también a las 19:00, Fernando Castro contará "La verdadera historia de Pierre Menard" y Delfín Rodríguez hablará sobre "Falsificaciones de artefactos extraviados entre relatos y fábulas en la Granada del siglo XVIII".


25 marzo, 2013

Cinco libros: Santiago Gamboa


Estoy pidiéndole a diversos escritores y artistas que recomienden cinco libros de ficción a los lectores de este blog y por qué no, de paso, al autor del mismo. No se trata, para nada, de un ránking ni mucho menos de una lista canónica. Se trata, más bien, de cinco libros que repentinamente ellos quieran proponer y compartir con los demás.

El voto de Santiago Gamboa:
 
 
1-Joseph Anton, de Salman Rushdie.
 
2-Cuentos (Diario de un loco), N. Gogol.
 
3-Los sordos, Rodrigo Rey Rosa.
 
4-Hormigón / Extinción, Thomas Bernhard.
 
5-El dictador y otras crónicas, Jon Lee Anderson.
 
 
Santiago Gamboa estudió literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá. Luego emigró a Europa y vivió en Madrid, donde se licenció en Filología Hispánica por la Universidad Complutense, y en París, donde estudió Literatura Cubana en la Universidad de La Sorbona. Es autor de Páginas de vuelta (1995), Perder es cuestión de método (1997; llevada al cine en 2005 por el director Sergio Cabrera), Tragedia del hombre que amaba en los aeropuertos (1999), Vida feliz de un joven llamado Esteban (2000), Los impostores (2001), Octubre en Pekín (2002), El cerco de Bogotá (2004), El síndrome de Ulises (2005; finalista del premio Rómulo Gallegos 2007, finalista del premio Medicis 2007 a la mejor novela extranjera en Francia y premio Casino de Povoa 2008 en Portugal), Hotel Pekín (2008) y Necrópolis (premio La Otra Orilla, 2009). Sus libros han sido traducidos a 16 idiomas. Actualmente vive en Roma. Su último libro es Plegarias nocturnas (2012)

22 marzo, 2013

La biblioteca de Coetzee

El sello editorial argentino El hilo de Ariadna acaba de anunciar el próximo lanzamiento de la Biblioteca Personal de John Maxwell Coetzee, que será uno de los invitados especiales de la 39° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.


El Premio Nobel de Literatura 2003 hará algo parecido a lo que hiciera Borges, décadas atrás, en su también llamada Biblioteca Personal. La de Coetzee constará de doce clásicos de la literatura universal cuidadosamente seleccionados por el escritor. Cada libro traerá, asimismo, un prólogo inédito. 

"Será una especial aventura volver a explorar aquellos libros que han sido de enorme importancia en el transcurso de mi vida y poder formular mis ideas acerca de ellos a través de una introducción. También estoy muy entusiasmado porque esta biblioteca aparecerá primero en el mundo de habla hispana", dijo Coetzee.

Los primeros cuatro títulos serán editados este año. La editorial El hilo de Ariadna, dirigida por Leandro Pinkler y María Soledad Costantini, se había consagrado hasta ahora a publicar sobre todo libros de ensayo: desde Jung hasta Martin Heidegger, entre otros.

21 marzo, 2013

La eterna juventud de Djavan


¿Cómo hace Djavan para estar tan joven? En las fotos más recientes, el cantante y compositor brasileño no parece tener 64 años, sino dos décadas menos. Pero esto resulta anécdotico comparado con su música, que también parece dotada de una eterna juventud.

Su flamante CD Rua dos amores es sencillamente magnífico. Para grabarlo, en un confeso rapto de "saudade", convocó a muchos de los músicos que habían tocado en su banda hace unos veinte años. El resultado, no obstante, no huele en ningún momento a naftalina, sino a frescura.

Aquí, unas imágenes de la grabación del disco:


Y una especie de clip de uno de los mejores temas del disco: "Ya no somos dos"

20 marzo, 2013

Escribir según Ernst Jünger


Muchas novelas dejan tras sí esta impresión: aquí se ha malogrado un buen cuento largo. Es difñicil rehacerlas apelando a las tachaduras, como es difícil sacarse de encima despidiéndose a un visitante aburrido. La falla está en el desarrollo, no en el motivo.

Siempre habrá quienes opinen, cuando no pueden hacer otra cosa, que el lenguaje está agotado.

El efecto más intenso de la crítica, aunque generalmente no se lo busca: que el autor delibere con su demonio personal.

En las épocas en que impera un buen estilo de pensamiento, también se habla bien; desde las cortes y los parlamentos hasta los artesanos y taberneros. Al echar una ojeada retrospectiva, surge el recuerdo de la escena clásica en la que todos los personajes, desde el príncipe a su asesino, aparecían hablando en verso.

Sólo ocasionalmente se logra la coincidencia de contenido y forma. Por ello, libros mal escritos pueden ser interesantes, y otros, bien escritos, aburridos. En ambos está oculto un defecto. El tiempo termina por mostrarlo.

Ernst Jünger, "El autor y la escritura" (Gedisa)

19 marzo, 2013

Aprender a terminar


Te deseo mucha felicidad, le había dicho yo a la novia y fue sin ironía, me acuerdo, mi voz diciendo esas palabras como si yo hubiera deseado, no sé, obsequiarle el don de aquello que yo había perdido, como si la felicidad flotase en el aire  y uno pudiera prestársela, robársela, arrancársela o, incluso, librarse alegremente de ella para no volver a meter allí nunca más los pies.

Laurent Mauvigner, "Apprendre à finir" (Aprender a terminar)



La traducción al castellano de esta notable novela de Mauvigner (publicada originalmente a fines del año 2000 en Les éditions de Minuit) ha sido lanzada hace algunos meses por la editorial Pasos Perdidos, que en su página web (acá) resume así el contenido del libro:  "Aprender a terminar es el monólogo de una mujer que cuida de su marido después de un grave accidente de automóvil y espera que durante esta larga convalecencia pueda renacer su amor. Prepara la casa para cuando llegue del hospital, le cuida, llega a tomar a veces su abandono y su silencio por complicidad, y transforma los meses en que se va recuperando del accidente en una ilusoria luna de miel. Aprender a terminar es la voz de una mujer, de los recuerdos del tiempo en que ambos eran uno solo, de la esperanza de que volverá a ser todo igual y que su regreso a casa es una nueva oportunidad. Aunque él no lo quiera y ella sepa que se engaña. Porque en su memoria también van apareciendo el desmoronamiento cotidiano de su vida anterior, la incomprensión y el rencor en que se había refugiado". Ya sabemos que no siempre son justos o pertinentes los resúmenes de la editoriales; en este caso, está muy bien.

17 marzo, 2013

La poesía en tiempos de Facebook


Tomado del blog (o "casa rodante") del escritor Fabián Vique: "De las aves que vuelan me gusta el chancho" (o sea, de aquí)

16 marzo, 2013

Los sueños de Natsume Soseki


Ya he hablado en este blog, hace algún tiempo, del escritor japonés Natsume Soseki (ver aquí), y hoy vuelvo a hacerlo porque la editorial José J. de Olañeta, desde Mallorca, acaba de lanzar en su colección Centellas (es maravilloso el catálogo de Olañeta) un pequeño y muy sugerente libro que hasta hoy permanecía, si no me equivoco, sin traducir al castellano: me refiero a Los sueños de diez noches.



Soseki (1867-1916) escribió estos sueños en el año 1908 y los fue publicando, entre los meses de julio y agosto, en las páginas del diario Asahi. Hacía cinco años que había vuelto de una estadía de casi dos años en Londres, y por entonces abandonaba la docencia, tras haber sido profesor de literatura inglesa en la Universidad Imperial de Tokio.

Famoso por novelas como Soy un gato, Botchan o Kokoro, Soseki también cultivó formas breves (haikus, relatos), pintó acuarelas (como las que ilustran la tapa y la contratapa de la edición de Olañeta) y escribió ensayos.  Estos diez sueños, que pueden leerse como cuentos oníricos, ofrecen distintos escenarios o épocas y tocan variadas emociones que abarcan desde el misterio hasta la angustia.

En el sueño de la primera noche, una mujer moribunda le pide al hombre que está a su lado que la espere cien años al pie de su tumba. En la segunda noche, un samurai no logra alcanzar la contemplación. En la tercera, un hombre viejo carga a un niño ciego  de seis años; pronto advertimos que el niño guía al anciano hasta un sitio donde hace cien años (de nuevo los cien años) ocurrió un hecho terrible.  En la octava noche, un hombre observa el mundo desde el espejo un tanto mágico de una peluquería. En la novena noche, una madre y sus hijos esperan el regreso del padre. En la décima noche, un hombre pasa el tiempo a las puertas de una frutería, con un sombrero de panamá en la cabeza, contemplando a las mujeres, hasta que una de las mujeres le pide que lo ayude con el cesto de la compra y...

Mis sueños favoritos son el cuarto, el quinto y el séptimo: un anciano que les promete a unos niños hacer que de una cuerda nazca una serpiente; un prisionero a quien el jefe enemigo le pregunta si quiere vivir o morir y él responde que quiere morir pero antes ver a su esposa (el jefe le dice que la verá solamente si su esposa llega antes de que cante el gallo, por la mañana); y, por último, un inquietante viaje en barco de un pasajero que ignora todo, desde el destino hasta el momento de llegada. La traductora Ángela Pérez (también autora de un muy buen prólogo) se pregunta si ese sueño no presenta al propio Soseki viajando a Inglaterra, años atrás.


BILLETE DE MIL YENS CON EL RETRATO DE SOSEKI


Como se trata de relatos oníricos, las cosas aquí "son y no son" al mismo tiempo, se invierte a menudo la lógica de causa y efecto, e incluso Soseki echa mano (en los dos últimos textos) al recurso de un personaje que aparece en el sueño contándole una historia al soñador.

El sexto sueño está gobernado por el goce estético (el gran maestro Unkei está tallando las figuras de dos guardianes de un templo) y por un pasmoso anacronismo: "podría haber sido la época Kamakura", se nos dice, "sin embargo, los que estábamos mirando, incluido yo, éramos todos de la era Meiji".

Superada, al menos en parte, esta segunda sorpresa, el narrador contempla arrobado al genial escultor  Unkei, quien maneja el cincel con una habilidad asombrosa. ¿Cómo logra hacer que las cejas y la nariz adopten la forma que quiere?,  pregunta en voz alta.

Un joven que está a su lado le responde: "No lo hace con el cincel. Él se limita a sacar las cejas y la nariz enterradas en la madera. Es lo mismo que sacar piedras de la tierra. Él no puede cometer un error".

15 marzo, 2013

Qué se gana con aprender

Cuando cierto joven, que había comenzado a estudiar geometría con Euclides, hubo aprendido la primera proposición, preguntó: "¿Qué gano yo con aprender estas cosas?". Euclides llamó a un esclavo y le dijo: "Dale tres dracmas, pues debe obtener una ganancia de lo que aprende."

Citado por Stobeo en sus Extractos.
Más datos sobre Estobeo (o Stobaeus) y su florilegio de cultura antigua:
http://es.wikipedia.org/wiki/Estobeo

14 marzo, 2013

El otro Papa argentino



 "Muere en Roma el Papa. El colegio cardenalicio, dividido profundamente entre conservadores y progresistas, no se pone de acuerdo a la hora de elegir al nuevo Pontífice. Finalmente, coinciden en votar una candidatura de compromiso en la persona de monseñor Mendoza, primado de la Iglesia argentina.

La elección papal impacta brutalmente en el ánimo del cardenal Mendoza ya que tenía decidido abandonar su condición eclesiástica al finalizar el cónclave. Una determinación motivada por una grave crisis de fe, agudizada al haberse enamorado de una galerista de arte italiana. El purpurado argentino ve la mano de Dios en la decisión de los cardenales y acepta el Papado adoptando el nombre de Adriano VII.

Durante la misa inaugural de su Pontificado, pronuncia una homilía que supone una refundación del catolicismo. En ella expresa su decisión de democratizar la Iglesia, vender sus riquezas para erradicar el hambre del mundo, despenalizar los anticonceptivos, aceptar el divorcio católico y el matrimonio homosexual, así como abolir el celibato obligatorio de los sacerdotes. Y en un discurso posterior, se alinea abiertamente con Estados Unidos en contra del fundamentalismo islámico y del radicalismo marxista del eje bolivariano, los cuales amenazan a la civilización occidental ante la pasividad de las democracias europeas.

Las decisiones morales y políticas de Adriano VII generan un auténtico terremoto, no sólo en la Iglesia, sino también en el terreno de la política internacional. Su firmeza le crea numerosos enemigos e, irremediablemente, surgen varias conspiraciones para matarlo. Planes de asesinato que intentarán abortar el escritor español Dan Foster, monseñor Palmer, ex-agente de la CIA, y Claudia Patricia Montini, la mujer que está enamorada del Papa"

Resumen argumental de la novela La púrpura negra, del español Luis Murillo, publicada originalmente en 2008. ¿La habrá leído Bergoglio?

Más información:

http://www.luis-murillo.com/
http://literaturascomlibros.es/2012/05/23/la-purpura-negra./

13 marzo, 2013

Grinberg recuerda a Gombrowicz


El argentino Miguel Grinberg (poeta, periodista, pensador) viajó a Polonia para rendir tributo a su amigo, el famoso escritor Witold Gombrowicz (1904–1969), en el marco del 75º aniversario de la publicación de la novela "Ferdydurke".

Grinberg tenía 25 años cuando conoció a Gombrowicz en Argentina, a comienzos de los años 1960, y ese encuentro resolvió fundamental para su vida, como lo ha escrito en Evocando a Gombrowicz. (Galerna, Buenos Aires)

Invitado en Polonia, Grinberg brindó numerosas conferencias, como puede verse en estos videos:


10:22 Grinberg recuerda que conoció a Grombrowicz hace 50 años y dice que su visita a Polonia "cierra un círculo de 50 años".
12:00 "Cómo llegué yo a Gombrowicz y cuál era mi contexto en ese momento"


 5:00 Su identificación con Gombrowicz y los paralelos con "The Outsiders" de Colin Wilson.
13:00 La famosa frase "Destruyan a Borges y a Kafka".

0:00 Los paralelos que Gombrowicz entabla entre Polonia y Argentina



8:50 Lee el final del prólogo argentino a Ferdydurke

12 marzo, 2013

La vida de hotel, según Montes



Crítico de hoteles a cargo de una rúbrica semanal en un diario, el narrador de la novela La vida de hotel (Anagrama, 2012), del español Javier Montes, comprende un día que se ha pasado "media vida de hotel en hotel", pero que nunca durmió en uno de su propia ciudad. Así que toma un taxi (pese a que debe hacer un viaje de apenas novecientos noventa y dos metros, según el ticket electrónico que le entrega el conductor) y se baja en el así llamado Hotel Imperial. El crítico, puntilloso, tiene sus reglas. No escribe acerca de hoteles en los que no haya dormido ("sería como hacer la crítica gastronómica de un restaurant después de oler los platos"), no acepta invitaciones a cambio de reseñas, no roba objeto alguno y, a la hora de reservar su habitación, jamás emplea el seudónimo con el que firma en el diario. El apellido verdadero "despista al gerente y al recepcionista" y le permite ser "un cliente más, una especie de espía o de doble agente".

"Dormir en un hotel es volver a la infancia. Cuando las sábanas se cambiaban solas y un embozo protector guardaba las cuatro esquinas de nuestra cama durante la noche", le hace decir Montes a su narrador, que odia los hoteles "de encanto" y que en su errancia hotelera llega a sentirse "en casa" en esos lugares de paso.

"El otro día volví a mi cuarto tras el desayuno y me encontré a una de las limpiadoras, de uniforme, tarareando mientras limpiaba mis sábanas. Sonreímos los dos, confusos, y como en los vodeviles iniciamos al tiempo un gesto de retirada. Tras una pantomima de interjecciones inarticuladas y de buena voluntad recíproaca, acabé yo dejándola a solas en mi cuarto. No sé muy bien, la verdad, quién se había entrometido en la intimidad de quién."

10 marzo, 2013

Nuevo Museo del Chisme


"El papa Inocencio X Pamphili (que ocupó el trono entre 1644 y 1655) fue menos importante por sus hechos que por su nepotismo y por las intrigas que sus parientes desplegaron entre sí y unos contra otros. Su cuñada, la notoria Olimpia Maidalchini, tenía dominado al débil y bondadoso anciano.
A la hora de la muerte, este papa que tanto se había desvelado por encumbrar a su insaciable familia, había de recoger el merecido tributo de gratitud por sus desvelos. Después de los tres días durante los cuales su cadáver estuvo expuesto en la basílica de San Pedro, no apareció nadie que se ocupase de darle sepultura. Se llamó a doña Olimpia para que se encargase de suministrar un ataúd, pero contestó que no podía hacerlo, que no era más que una pobre viuda. De los demás parientes y nepotes no se presentó nadie y el cadáver fue a parar a un lugar destinado a depósito de materiales por los albañiles. Uno de estos, movido por la caridad, colocó una vela en la cabecera del catafalco, otro pagó de su bolsillo a un guardián para que velara el cadáver y evitase que se lo comieran las ratas que rondaban por allí".

Fuente: Ferdinand Gregorovius, Die Grabdenkmäler der Päpste, 1881.

Lord Berners (né Gerald Tyrwhitt-Wilson, decimocuarto Baron Berners of Faringdon) no limitó su excentricidad a haber escrito una novela impar -El camello- o a componer música de cine para Nicholas Nickleby, una adaptación de Dickens producida en 1946 por los estudios Ealing y dirigida por Cavalcanti.
Para poder viajar solo en el compartimento de primera clase del tren, apenas lo ocupaba solía cubrirse la cabeza con una máscara elástica que reproducía un cráneo humano marfileño, desprovisto de toda carne. Si algún pasajero se animaba a entrar, lo miraba fijamente hasta disuadirlo de su intrepidez. Sin quitársela, retomaba la lectura del libro que lo acompañaría durante todo el viaje.

Fuente: oral, Feliks Topolski a E. C., Londres, 1971.


 Dos perlas de la nueva (y ampliada) edición del "Museo del chisme", de Edgardo Cozarinsky, que publica esta vez La Bestia Equilátera, Buenos Aires, Argentina. La última entrega de la revista cultural ADN del diario La Nación trae un extenso adelanto del libro. Enlace original: http://www.lanacion.com.ar/1560798-nuevo-museo-del-chisme
 

09 marzo, 2013

Fernando Cabrera, dúo de dúos


Fernando Cabrera, uno de los más originales y talentosos cantantes y compositores uruguayos de las últimas décadas, en dos dúos.

Una hermosa versión del hiptónico "Tunguelé" de Eduardo Mateo (maestro de Cabrera, Jaime Roos y muchos más), a "ritmo rengo" junto con el argentino Kevin Johansen. Y el delicado "Te abracé en la noche" con el siempre vigente Rubén "Negro" Rada.





08 marzo, 2013

Las miniaturas de Deszo Kosztolányi



La una de la mañana, en Buda. Un anciano que carga con sumo esfuerzo un paquete, que dejará en algún lado. De repente se detiene, saca unas monedas del bolsillo y, a la vista de todo el mundo, se sube paquete en mano a una balanza automática, para pesarse. ¿Por qué actúa así? ¿Es su propio peso el que desea conocer? ¿O ya lo sabe y, por lo tanto, desea averiguar el peso del paquete? ¿Adelgazó mucho en estos últimos tiempos y quiere engañarse a sí mismo con este ardid caritativo? ¿O piensa, acaso, que el fardo es parte integrante de él, como la joroba del camello o los colmillos de los elefantes? El asunto es serio y, aunque reflexiono, ignoro qué responder.


"El peso de un hombre" es uno de los microtextos que el húngaro Deszo Kosztolányi (1885–1936) escribió durante sus últimos quince años. Autor de cuentos formidables como "El traductor cleptómano" (historia de un traductor literario que no puede refrenar su impulso de robar y, en consecuencia, si la escena original presenta un palacio con veinte o treinta arañas de luces, en su traducción aparecen solamente dos...), Kostolányi también publicó novelas (Alondra o Irma la dulce,  publicadas en castellano por Ediciones B) y fue traductor al húngaro de Rilke, Baudelaire o Shakespeare. Las miniaturas de Kosztolányi acaban de ser traducidas al francés por Maurice Regnaut y Péter Ádam (de ahí he tomado yo el breve texto, para volcarlo al castellano) y publicadas por Cambourakis, una editorial que está haciendo un notable trabajo, sobre todo en lo que atañe a autores húngaros: Milan Füst, Gyula Krudy, Frugyes Karinthy e István Örkëny, entre otros. El libro se llama Cinéma Muet avec battements de coeur (Cine mudo con latidos de corazón) y trae diversas formas breves: microrrelatos, reflexiones sobre la escritura, viñetas, poemas en prosa. "Su punto de partida es, casi siempre, algún hecho cotidiano, anodino, insignificante", apunta Ádam en el prólogo, y ese inicio suele sufrir una especie de "cortocircuito" entre "lo banal y lo insólito, lo usual y lo extraordinario, lo singular y lo universal". Como en los relatos protagonizados por Kornél Esti (suerte de alter-ego de Kosztolányi), donde se narra –por ejemplo– la muerte de un sombrero, aquí se nos presenta la muerte de la pluma estilográfica de un escritor, se cuenta otra historia singular con un traductor como actor central (esta vez no literario) o se reflexiona sobre la aventura de dormir a bordo de un tren.

07 marzo, 2013

Cirugía estética para perros


Un criador de mastines intentó, en China, mejorar el aspecto de su perro a fin de poder utilizarlo para el apareamiento con y lo sometió a una operación de cirugía plástica. El perro murió en la mesa de operaciones y, ahora, el dueño ha denunciado a la clínica. China es uno de los mercados más rentables para criar mastines tibetanos, puesto que estos animales, extremadamente inteligentes y feroces son considerados el nuevo símbolo de poder y riqueza.
Mastín tibetano

Según los documentos de una demanda presentada ante un juez local, el señor Yu criaba mastines y luego los vendía a cambio de enormes beneficios. Pensó que un perro en particular podía “mejorar” estéticamente, por lo que decidió someterlo a una cirugía plástica, según The Telegraph.

Lamentablemente, el perro falleció sobre la mesa de operaciones, por lo que ahora su criador pide una indemnización de unos 880.000 yuanes (unos 105.600 euros aproximadamente) al médico y la clínica que aceptó operar al perro, aunque la operación sólo costaba 1 400 yuanes (unos 162 euros). El dueño reclama el dinero que ha dejado de ganar por la muerte del perro.

“Pensé que si mi perro tendría mejor aspecto, los dueños de hembras mastines pagarían un precio más alto para aparearlas con mi perro”, explicó Yu en los documentos de la corte.

05 marzo, 2013

Monterroso y el cuento

Por Juan Villoro

En el 2001, con motivo de los ochenta años de Augusto Monterroso, el Periódico La Jornada me pidió un texto sobre mi maestro. Recordé que veinte años antes había descrito mi estancia en su taller sin precisar del todo el contenido de sus enseñanzas. ¿Era posible volver sin pérdida a los consejos de alguien que descreía de los métodos?

Un saludable escepticismo protegió a Monterroso de las tesis definitivas. Sólo de manera irónica hubiera aceptado escribir un decálogo del perfecto cuentista. En cambio, los alumnos de su taller no hemos dejado de repetir las lecciones que recibimos, seguramente modificadas por el azar, las necesidades individuales, los quiebres de una vida, los ardides de la memoria.

Un cuarto de siglo después de haberlas escuchado, recuerdo o invento que recuerdo (no otra cosa son las influencias) las tesis sobre el cuento de Augusto Monterroso.

1. Los sueños no interesan como tales. El desorden de una mente que encuentra hormigas y orejas fuera de sitio carece de relevancia literaria. Aprende de Kafka: sus sueños parecían realidad.

2. Si no sabes adónde vas, detente, mira el techo, cuenta hasta diez, bebe un whisky. Las historias avanzan del final al principio. Si ya conoces el final, también detente. Las historias no tienen prisa; no escribas como si ya te hubieras leído o, peor aún, no escribas como si otros te leyeran.

3. Corrige mucho; luego agrega un defecto: una coma rara, una mayúscula caprichosa, una palabra repetida. En nada hay que trabaja tanto como en la apariencia de naturalidad.

4. No te canses de oír hablar a la gente. Los diálogos escritos surgen de traicionar esas voces.

5. Un estilo logrado no parece un estilo. Borges no maquilla cadáveres, los revive.

6. Los símbolos, como las moscas, están en todas partes, pero sólo deben ser vistos de repente, por un cazador de moscas.

7. Has visto demasiadas películas. Las historias llegan sin escenografía. No des por sentado que el lector “ve” lo que cuentas. Aprende a revelar imágenes.

8. No te guíes por la emoción mientras escribes ni califiques las reacciones de tus personajes. Un héroe triste no da tristeza. Deja que la emoción sea efecto de la lectura.

9. Lee el QUIJOTE. Luego, relee el QUIJOTE. Luego escribe un cuento en el que nadie conoce el QUIJOTE.

10. No elogies la brevedad: practícala. No importa que te tome más tiempo. Pascal vuelve a tener razón: se escriben textos largos por falta de tiempo para reducirlos.

11. Los novelistas son aprendices de cuentistas, pero no al revés. El cuento no es la preparación para otro género.

12. Desconfía de los decálogos de diez puntos. Más aún: desconfía de los decálogos.~

Tomado de Safari accidental, de Juan Villoro

02 marzo, 2013

Un sueño de Bertrand Russell


Recuerdo a Bertrand Russell contándome un terrible sueño. Estaba en el último piso de la biblioteca de la universidad y corría el año 2100. Un asistente de la biblioteca iba recorriendo los estantes llevando un enorme cubo de basura, iba sacando libro tras libro, les echaba un vistazo y, o bien los devolvía a su sitio o bien los arrojaba al cubo. Finalmente llegó a tres grandes volúmenes que Russell pudo reconocer como la última copia existente de los Principia Mathematica. Sacó uno de los volúmenes, pasó unas cuantas páginas, por un momento pareció sorprendido por los curiosos símbolos, cerró el volumen, lo sopesó en su mano, titubeó...

"Apología de un matemático", de G.H. Hardy