29 abril, 2011

La forma

George ELIOT


La forma no es sino el límite de ese respeto mediante el cual discriminamos a un objeto de otro: un límite determinado en parte por las intrínsicas relaciones o por la composición del objeto y, en parte, por la extrínsica acción de otros cuerpos sobre él. Esto ocurre sin importar si el objeto es una roca o un hombre…

George Eliot, Notes on Forms in Art


28 abril, 2011

Aproximaçao


El sitio PNETliteratura, más precisamente su sección "Literatura Num Minuto" publica una traducción al portugués de mi cuento "Por aproximación" (incluido en La vida imposible). La traducción ha estado a cargo (todo un lujo para mí) de la escritora Patrícia Melo:

Por Aproximaçao

Antes de cruzar com algum conhecido que não vejo há anos, nos dias anteriores, começo a encontrá-lo por aproximação. Isto significa que dois dias antes encontro por acaso com um estranho que me lembra vagamente este conhecido, e horas mais tarde, ou um dia depois, volto a cruzar com outro estranho ainda mais parecido com este amigo que anuncia assim a sua reaparição. Às vezes, a aproximação é breve: uma ou duas caras semelhantes e finalmente o sujeito original. Mas outras vezes, a corrente se prolonga a tal ponto que os elos finais, me refiro aos últimos transeuntes desconhecidos, na prática resultam quase idênticos àquele amigo querido. Várias vezes cheguei a cumprimentar um desses sósias. Outras, entendi na verdade que de fato se trata de quem eu penso, só que já me esquecera, ou fingia não me reconhecer.

Do livro "La vida imposible" (editado por Emecé España y Emecé Argentina en 2002); Eduardo Berti.
Tradução de Patrícia Melo

Más allá de mi cuento en particular, el sitio es sumamente interesante ya que cuenta con colaboradores como Gonçalo M. Tavares, Daniel de Sá, Antonio Manuel Pacheco, Adriana Lisboa y Almeida Faria.

Enlaces originales:
http://www.pnetliteratura.pt/oquee.asp
http://www.pnetliteratura.pt/cronica.asp?id=3270

Ver también un microcuento de Daniel de Sá:

http://www.pnetliteratura.pt/cronica.asp?id=3265

27 abril, 2011

270 uppercuts


"Jacques Sternberg y sus 270 uppercuts de impacto directo"
Por Alejandro Frías para "El Sol" de Mendoza, Argentina.

Escribir una novela de 250 páginas es una tarea que cualquiera puede realizar con disciplina, pero escribir 270 cuentos, ya no es tan simple. "No se trata de un asunto de ritmo, sino de inspiración: hacen falta 270 ideas", se ufana, y con toda razón, Jacques Sternberg en la introducción de Cuentos glaciales (editorial La Compañía), la primera edición en español de esta obra que el belga publicó en 1974 y que, ahora, por primera vez, aparece en el idioma de Cervantes, en una muy buena traducción de Eduardo Berti.

Estos casi tres centenares de cuentos breves reunidos en un mismo volumen se agrupan temáticamente (en subtítulos como Los objetos, Los otros, Los animales y Los seres humanos, entre otros), constituyendo una demostración de la incansable capacidad de Sternberg para recrear la realidad y para darles un giro fantástico a los hechos cotidianos y a los espacios comunes.

Lejos de la novela que nos vence por puntos y del cuento que nos gana por nocaut, según la conocida sentencia cortazariana, cada uno de estos relatos de Sternberg es un uppercut demoledor en el primer round. Porque, salvo un par de excepciones, la mayoría de los cuentos no requieren más de un minuto para ser leídos, tiempo suficiente como para que, con un estilo impecable, el autor nos tire a la lona.

Echando mano a todos los recursos del cuento breve y hasta del hiperbreve, Sternberg nos sorprende con su estilo, que aglutina aspectos de las literaturas fantástica, policial, de terror, y con el que elabora, a partir de la ficción extrema (si se nos permite el uso de este adjetivo), una clara crítica a los principios de la sociedad del siglo XX.

Cuentos glaciales es una gran obra compuesta de microscópicas bellezas.

Enlace original:

http://www.elsolonline.com/noticias/view/95577/novelas--cuentos-cortos-y-un-ensayo

26 abril, 2011

Digital Beatles



Desde la página Littlefivers nos proponen nuevas versiones de las canciones de los Beatles, adaptadas a estos tiempos de internet.

Algunos títulos son desopilantes:

With a Little Help from My Facebook Friends

Lucy in the Skype with Diamonds

I Am the Virus

Blackberry Fields Forever

Got to Get You Into iLife

The Long and Winding Download

.com Together


Más en:

http://www.littlefivers.com/music/beatles-songs-re-made-for-the-digital-age-part-i/

25 abril, 2011

El diccionario de la tontería

Cuatro entradas del "Diccionarrio de la tontería" (Dictionnaire de la bêtise -et des erreurs de jugement) compliado por Guy Bechtel y Jean-Claude Carrière y publicado por primera vez en 1965.


Evangelio (y nosotros que creíamos haberlo escrito en griego...):
Tolstoi estudió hebreo para poder leer los Evangelios en su idioma original.
Henriette Roland-Horst, "Monde", 1 de septiembre de 1923.

Monosílabos (más o menos largos):
M. P. Morgan respondía a mis preguntas tan sólo con monosílabos: "Sí, no, absolutamente".
"Le Matin", 1 abril de 1913.

Peritonitis (es un órgano):
Como Jacques no pudo digerir el alfiler de la mariposa sufrió una perforación del peritonitis.
Alejandro Dumas padre, "El Capitán Pánfilo", resumen del capítulo XIV, 1839.

Sangre (multicolor):
Los blancos son sistemáticamente hostiles a cualquier individuo con sangre negra o amarilla en sus venas. "Le Siècle", 3 de diciembre de 1907.


Más sobre este diccionario en el blog de Pablo Peusner:
http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=1425

24 abril, 2011

Esta noche


Se cuenta que a la gran actriz francesa Sarah Bernhardt la detuvo una mañana un señor por la calle para preguntarle si era la ilustre Sarah Bernhardt.

-Sí, lo seré esta noche -dijo ella.

Enrique Vila-Matas en "El País" de hoy.
El texto completo, aquí.

23 abril, 2011

Argentina


"Argentina parece vivir desde hace más de 30 años en un estado de crisis permanente".

Documental web escrito y realizado por David Gormezano para ARTE Reportage.

http://argentina.arte.tv/es/#/introduction

www.argentina.arte.tv


22 abril, 2011

Habla el libro


Anne-Marie me hizo sentar frente a ella, en mi sillita; se inclinó, bajó los párpados, se durmió. De esa cara de estatua salió una voz de yeso. Yo perdí la cabeza: ¿quién contaba, qué y a quién? Mi madre se había ido: ni una sonrisa, ni un signo de connivencia, yo estaba exiliado. Y además no reconocía su lenguaje. ¿De dónde sacaba esa seguridad? Al cabo de un instante había entendido: el que hablaba era el libro. Salían de él una frases que me asustaban; eran verdaderos ciempiés, hormigueaban de sílabas y de letras, estiraban los diptongos, hacían vibrar a las consonantes dobles; cantarinas, nasales, cortadas por pausas y por suspiros; ricas de palabras desconocidas, se hechizaban con ellas y con sus meandros sin preocuparse por mí. (…) Cuando acabó de leer, le quité rápidamente los libros y me los llevé debajo del brazo, sin darle las gracias.


Jean-Paul Sartre, “Las palabras” (editorial Losada)
Traducción de Manuel Lamana

18 abril, 2011

Lo inolvidable en "El Mundo"

Ernesto Calabuig reseña Lo inolvidable en El Cultural de El Mundo, España:



Lo inolvidable es el último trabajo de Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964), narrador que lleva una impecable e hiperactiva trayectoria como autor de relato, novelista, antólogo y traductor. Que de una colección de relato de once piezas, pueda decirse que al menos 5 ó 6 brillan a gran altura y las restantes mantienen un nivel interesante y digno, habla ya del valor de un libro en el que Berti da sobradas muestras de una escritura limpia, elegante, que sabe mostrar ahorrándonos moralinas y sermones. Quizá los seis relatos más poderosos sean: “El inicio”, “La carta vendida”, “La mentira o la verdad”, “Retrospectiva de Bernabé Lofeudo”, “Volver” y el breve “Fantasmas”. En el primero de ellos acompañamos a un padre y a un hijo de camino a su primer día de clases (“sus pasos son tan iguales que uno parece el reflejo joven del otro”) sin sospechar que la estampa cotidiana, naif, nos reserva al final un hermoso giro inesperado.

De ahí pasaremos a la ruda convivencia de dos hombres aislados durante meses en una cantera (“Nadie les había explicado con qué fin juntaban las piedras”) y a su locura creciente en torno a una carta codiciada. Misterio que, al desvelarse, explota ante el lector con la medida potencia de los relatos con pegada. A veces la inverosimilitud se estira tanto como en la amnesia musical de “Formas de olvido”, la culta dentadura parlante de “Lo inolvidable” o los mendigos mutantes de “Salvar a la Gioconda”, pero siguen siendo historias fecundas y de buena atmósfera. El enigma de un collar falso en “La mentira o la verdad” deviene metáfora del juego en que consisten las ficciones. Una mención especial habría que hacer a “Retrospectiva de Bernabé Lofeudo”, donde, al hilo de las cintas de este director argentino de cine mudo de los años 20, experto en el “melodrama erótico”, se va desgranando la relación que el cineasta mantuvo con su actriz favorita y, de paso, con la culpa y las aristas de la moral de su tiempo. “Volver” es, finalmente, otro relato destacado, con ese viaje en avión de regreso al país natal. Las dificultades del retorno del protagonista hacen recordar ese otro fantasmal “regreso” de A. Manguel. Aquí Berti apuesta por el rápido flash de una novela contenida, sin desplegar. Hay intensidad en ese personaje enfermo en un baño de aeropuerto, “una rodilla en tierra como si le rezase a medias a ese país reencontrado”.


Enlace original

16 abril, 2011

Ramonerías


Una editorial "cartonera" de Córdoba (Argentina), una de las pequeñísimas editoriales artesanalas surgidas en la última década, acaba de publicar un libro de "greguerías" que tuve la osadía de escribir y cuya salida coincide con la flamante publicación, en Argentina, de mi nuevo libro de cuentos: "Lo inolvidable".

"Ramonerías", por Eduardo Berti
Editorial Textos de Cartón, Córdoba, Argentina
38 páginas
Tirada total: 50 ejemplares


Ramón GOMEZ de la SERNA



(El breve prólogo)

¿Ramonerías?

Los textos que conforman este libro son un homenaje a Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) y ante todo a sus famosas greguerías, pequeñas revelaciones literarias (“burbujas”, dijo alguien) que según su autor eran el resultado de una mezcla de humor y metáfora poética.

De la Serna fue un escritor de lo breve. Publicó novelas hechas de fragmentos. Publicó libros de cuentos, como El doctor inverosímil, que no son sino una suma de textos breves en torno a un mismo personaje. Y escribió miles de greguerías como:

La ametralladora suena a máquina de escribir de la muerte.

La medialuna pone la noche entre paréntesis.

Los perros nos enseñan la lengua como si nos hubiesen tomado por el médico.

En el río pasan ahogados todos los espejos del mundo.

A cada disparo recula el cañón como asustado por lo que acaba de hacer.


Lo que hace Gómez de la Serna con sus greguerías es despojar al aforismo de todo afán didáctico o moralizante (afán que, por ejemplo, hallamos en los pensamientos de Pascal) para echar una mirada perpleja y singular sobre las cosas, algo que los formalistas rusos no habrían vacilado en denominar “extrañamiento”. No se trata de lo que algunos entienden por “mirada adánica” (la mirada virgen de un Adán que ve las cosas por primera vez), sino más bien de una óptica que va más allá de las percepciones cristalizadas y que encuentra sobre todo correspondencias o analogías asombrosas entre objetos que eran a priori independientes o entre un objeto y determinada actividad humana. De allí que muchas veces en las greguerías las cosas adquieran vida: el cañón está como asustado por lo que acaba de hacer.

Ramón, como se llamaba a sí mismo y como le decían los españoles al mismo tiempo que estaba Juan Ramón (Jiménez), se reivindicó como el inventor de la “greguería”, aunque es innegable que tuvo por lo menos dos claros antecedentes, el francés Jules Renard y el alemán George C. Lichtenberg, y que si uno se pone a indagar termina hallando “ramonismos” tanto en los haikus japoneses como incluso en las viejas cartas de Cyrano de Bergerac donde se lee, por citar un caso, que “la hierba es el pelo de la tierra”.

Tampoco le faltaron discípulos y compañeros de ruta: desde los “areolitos” de Carlos Edmundo de Ory (“El viento es Dios que pasa bailando”) hasta los “ambages” de César Fernández Moreno (“Las orejas ponen a la nariz entre paréntesis”), por citar apenas dos nombres.

Este libro aspira, con ambiciosa modestia, a ser parte de esa familia. Fue escrito lentamente, a lo largo de muchos años, y no parece terminar aquí porque estas “ramonerías” pertenecen a una serie mayor. Una selección semejante había sido ya publicada en Francia (“Les Petits Miroirs”, versión bilingüe de Meet Editions), pero esta es su primera edición argentina y me gusta que sea a través de Textos de Cartón, proyecto al que le deseo lo mejor en estos tiempos en que “ser de cartón” equivale cada vez menos a la noción de rigidez y cada vez más al sano dinamismo de lo reciclable.


Algunas "Ramonerías"


1
El barómetro es un termómetro con título de nobleza.


2

Los que no van al médico son impacientes.



3

La espuma es la cerveza emborrachada de sí misma.


4
Un sonámbulo: un paseador de sueños.


5
Los carozos creen en la reencarnación.


6

Las cabezas de los fósforos sí que tienen ideas fogosas.

7
Los garabatos que hacemos mientras hablamos por teléfono son la taquigrafía de lo que no decimos.


8

Un molino es un reloj donde el tiempo pasa volando.


9

Los bizcos sólo miran a los ojos a quienes tienen entre ceja y ceja.


10
El moño es una corbata envuelta para regalo.


Más acerca de "Textos de Cartón": http://textosdecarton.blogspot.com/

14 abril, 2011

Los errores

Qian ZHONGSHU


Todas las informaciones aparecidas en los diarios habían sido, como de costumbre, redactadas y enviadas por él mismo. Llegaba a intercalar ciertos errores dentro de estos artículos, en primer lugar para hacer creer que provenían de la pluma de otra persona, pero también para tener derecho a publicar seguidamente una rectificación. Un "error" insignificante permitía que su firma prestigiosa apareciera dos veces seguidas en el mismo periódico.

Qian Zhongshu (1910-1998), "Inspiración" (fragmento de este cuento, incluido en el libro Hombres, bestias y demonios). Traducción del francés de Eduardo Berti.

El gran clásico de Zhongshu, La Fortaleza Asediada (围城 / 圍城), fue editado en español por Editorial Anagrama, en 1992.

13 abril, 2011

Cinco libros: Hernán Ronsino

Estoy pidiéndole a diversos escritores y artistas que recomienden cinco libros de ficción a los lectores de este blog y por qué no, de paso, al autor del mismo. No se trata, para nada, de un ránking ni mucho menos de una lista canónica. Se trata, más bien, de cinco libros que repentinamente ellos quieran proponer y compartir con los demás.

El voto de Hernán Ronsino:

1.La lectura de Verano de Coetzee significó un refresco y una renovación para mi estado de lector. Hacía rato que no encontraba un libro que me inquietara tanto. La manera en la que Coetzee construye la voz de los otros y, desde la voz de los otros, modela un mito, una identidad, es deslumbrante. Especialmente la primera parte, la voz de la amante del Coetzee escritor que ha muerto.

2.Primero leí El amante y después Escribir. Dos libros que me resuenan todo el tiempo. Como ritmo, como respiración. Pero cuando leí Un dique contra el Pacifico de Marguerite Duras me sucedieron algunas cosas más intensas. Primero que ese ritmo y esa respiración perduraban en el texto con un largo aliento. Y después la idea general de la novela. La lucha constante de esa mujer, la madre, por salir de la pobreza, la estrategia para ganarle espacio al mar. La fragilidad de ese desafío. Hay una escena, en especial, que, en medio de tanta desesperación, me provocó algo que, pocas veces me ocurre, y es la risa. Reírme en la lectura de una novela. Reírme con la risa y la burla de los personajes que se ríen de sí mismos, de sus propias frustraciones frente al muchachito rico que desea a la hija de la madre. Y está dispuesto a dar todo por amor.

3.Recorriendo librerías, el año pasado, en Buenos Aires, descubrí un libro y un autor español que desconocía. En especial, me interesó mucho un pequeño relato que le da nombre al libro, El caballo y el hombre de Antonio Ferres. La intensidad de ese relato – que en algún sentido dialoga con Caballo en el salitral de Antonio Di Benedetto – me pareció fascinante. Si en el relato de Di Benedetto el caballo, solo, queda devorado por la nada. Ferres narra el momento final en el que un caballo y un hombre, que pertenecieron a ejércitos distintos, es decir un caballo enemigo y un soldado, esperan la muerte.

4.De Bruno Schulz elijo el relato El sanatorio de la clepsidra, traducido en español, según la edición, también como El sanatorio del sepulturero. La presencia paterna aparece, en Schultz, no solo en este relato, en su obra, de un modo fantasmagórico. Pero la irrupción, la amenaza de los perros que el personaje ve por la ventana – como los perros que rodean la iglesia en el cuento La inundación de Martínez Estrada – perturba. No se sabe si están ahí para intimidar o si esperan el momento oportuno para atacar. Lo inquietante es, además de ese clima extraño y enrarecido de la prosa de Schultz, pesadillesca, es esa presencia inquietante de los perros.

5. La editorial Entropía acaba de publicar la primera novela de Roque Larraquy, La comemadre. Una novela estructurada en dos partes, la primera sucede a principios del siglo XX y la segunda en el año 2009. Finalmente se encontraran las líneas de cada parte, dándole así una unidad a la novela. Me interesó de esta novela la solidez narrativa y el trabajo cuidado con el lenguaje. Y la manera en la que pone al cuerpo en el centro de la escena. Cuando el cuerpo parecería estar desplazado por las literaturas paródicas, técnicas o de la supuesta literatura del yo, Larraquy pone, con violencia, en el centro de la narración el problema del cuerpo y su relación con la técnica.


Hernán Ronsino nació en Chivilcoy en 1975. Desde 1994 vive en Buenos Aires. Es sociólogo y docente de la Universidad de Buenos Aires. Participó de la antología La erótica del relato (Adriana Hidalgo, 2009). Tiene publicado un libro de relatos, en 2003, y dos novelas: La descomposición (Interzona, 2007) y Glaxo (Eterna Cadencia, 2009) traducida al francés en 2010.

12 abril, 2011

Los gatos de Sternberg



Breve fragmento de la película Je t'aime, je t'aime, de Alain Resnais (1968) con guión de Jacques Sternberg.

El diálogo se parece claramente a uno de los textos incluidos en Cuentos glaciales:

En el comienzo, Dios creó al gato a su imagen y semejanza. Y, desde luego, pensó que eso estaba bien. Porque, de hecho, estaba bien. Salvo que el gato era holgazán y no deseaba hacer nada. Entonces, más adelante, después de algunos milenios, Dios creó al hombre. Únicamente con el objeto de servir al gato, de darle al gato un esclavo para siempre. Al gato, Dios le había dado la indolencia y la lucidez; al hombre, le dio la neurosis, la habilidad manual y el amor por el trabajo. El hombre se dedicó de lleno a eso. Durante siglos construyó toda una civilización basada en la inventiva, la producción y el consumo intenso. Una civilización que, en suma, escondía un único propósito secreto: darle al gato cobijo y bienestar.

Es decir que el hombre inventó millones de objetos inútiles, y por lo general absurdos, sólo para producir los contados objetos indispensables para la comodidad del gato: el radiador, el almohadón, el tazón para la leche, el tacho con aserrín, el tapiz, la alfombra, la cesta para dormir y puede que incluso la radio, porque a los gatos les gusta mucho la música.

Sin embargo, los hombres ignoran esto. Porque lo desean así. Porque creen ser los bendecidos, los privilegiados. Tan perfectas son las cosas en el mundo de los gatos.

11 abril, 2011

Definir el mundo


La increíble y épica historia del diccionario de Samuel Johnson es contada, con lujo de detalles, por Henry Hitchings en su fascinante libro Defining the World (Farrar, Strauss & Giroux, New York, 2005).

La primera edición del diccionario (que totalizaba más de 42 mil entradas) fue publicada en abril de 1755 y de inmediato pasó a ser durante un siglo y medio, hasta la aparición del Oxford English Dictionary, la referencia obligada en su lengua.

Fue Robert Dodsley, un editor, quien le propuso a Johnson la idea de compilar un diccionario. Esto ocurrió a comienzos de 1746 y Johnson al principio dudó. A la postre consiguió media docena de amanuenses y estimó de manera errónea y optimista que el proyecto le llevaría no una década, como finalmente ocurrió, sino tan sólo tres años.

Los primeros diccionarios de lengua inglesa habían sido publicados en el siglo XVI, pero no aportaban siempre referencias muy precisas, como indica Hitchings. En el Universal Etymological English Dictionary, compilado por Nathan Bailey, un gato era "una criatura bien conocida" y negro era "un color".

Lo colosal de la tarea de Johnson es que hizo, casi a solas, lo mismo que en otros países corrió por un cuenta de un grupo numeroso nucleado en torno a una Academia. Tal el caso, por ejemplo, de Francia donde cuarenta miembros tardaron alrededor de cincuenta años hasta dejar listo un diccionario oficial.

Johnson se ocupó no sólo de ofrecer definiciones, sino también (en lo posible) etimologías y, sobre todo, ejemplos de uso literario. Esto último fue acaso lo más placentero de su trabajo ya que Johnson, como se sabe, era un lector muy voraz. "Estaba menos interesado en el lenguaje que en el uso que hacían de él los escritores", piensa Hitchings para quien toda la empresa fue, primero y principal, un enorme "acto de lectura" y una suerte de "antología".

Muchas definiciones se basan casi por completo en la experiencia (plausible) del lector. Rojo es "el color de la sangre" y los vermichellis se comparan con los gusanos. Pero en otros casos Johnson se empeña en conseguir definiciones más "autónomas", si vale el término.

Ciertas definiciones resultan más subjetivas que otras. Una pesadilla es "una mórbida opresión nocturna que se parece a cuando algo nos oprime el pecho".

Ciertas definiciones son de una cautivante poesía. Una marioneta es "un actor de madera". Un trance es "la ausencia momentánea del alma".

Ciertas definiciones, por el contrario, resultan demasiado simples (una sonata es "a tune") o algo reductoras (un pez es "todo animal que vive en el agua", sin tomar en cuenta a las focas o a las esponjas, como bien apunta Hitchings) o incluso crédulamente supersticiosas: la tarántula es "un insecto cuya mordedura sólo se cura con música".

En cuanto a la palabra "trolmydames", Johnson no tiene empacho alguno en indicar en una inusual primer persona: "de esta palabra ignoro su significado".

Tras unas cinco ediciones que sumaron alrededor de 6 mil ejemplares, en 1756 se editó la primera versión "reducida" del diccionario del doctor Johnson y esto marcó el inicio de la canonización del libro, como también la de su autor que no tardó en convertirse en una celebridad cultural.

Libro único y fundamental, el diccionario de Johnson fue un instrumento imperial, una ayuda o inspiración para cientos de escritores, una "autobiografía" (cree Hitchings) más o menos involuntaria y (algo que no puede decirse por lo común de los diccionarios tal como los conconemos) una auténtica "obra literaria".

07 abril, 2011

Este Perec

Georges PEREC


Por Pablo Moiño Sánchez

«Je cherche en même temps l’éternel et l’éphémère». Con esta cita se abre el último capítulo de La Vie mode d’emploi. Una cita tomada de otra novela perequiana: Les Revenentes, monovocalismo en e de 172 páginas —con ciertas licencias: el grupo qu- se simplifica a q (qe, qelqe); se toleran las relativamente raras apariciones de la y (New Jersey, yes); ciertas distorsiones que aprovechan la fonética del inglés (éveedement) se van admitiendo progresivamente— y cara o cruz de La Disparition, esa novela de más de 300 donde no aparece ni una sola vez la letra e. Una cita que el traductor de la versión española, La vida instrucciones de uso, convierte en «Busco a un tiempo lo eterno y lo efímero», solución completamente literal y sin embargo (o por eso mismo) alejadísima del texto de Perec, al que tal vez podríamos acercarnos un poco más con el apresurado endecasílabo «Pretenderé ser breve, ser perenne» u otra opción similar, acaso con la socorrida fórmula haber de más infinitivo en primera persona.

¿Es traducible Les Revenentes? ¿Existe algo que lo sea (o que no lo sea)? ¿Verter este Perec es excederse? Para empezar, conviene tener en cuenta que desde hace casi quince años hay una versión en lengua inglesa, realizada por el también oulipiano Ian Monk: The Exeter Text: Jewels, secrets, sex (en Three by Perec, London: The Harvill Press, 1996). Y que ahí se acaba todo; antes y después de Monk, eso sí, escritores y estudiosos de la obra de Perec han aprovechado lo espectacular del artificio monovocálico para ensayar trabajos o al menos títulos eruditos y laudatorios. Los dos más conocidos salen de las tripas del Oulipo: el primero es el palíndromo monovocálico de Luc Étienne «Ce repère, Perec», del que ya hablé aquí una vez; el segundo es un largo artículo en e firmado por Jacques Jouet en 1990, ampliado después en dos ocasiones, y se llama «Les sept règles de Perec».

Pero hay otros. De Bernard Magné, el mayor especialista en la obra de Perec, es el trabajo con título monovocálico y licencioso «Les Revenentes: de l’effervescence entre lengge et texte» (en Perecollages 1981-1988). Precisamente Magné recibió en 2005 un homenaje de sus colegas titulado De Perec, etc., derechef. Textes, lettres, règles & sens; allí el prólogo de Eric Beaumatin se llama «Trente-sept espèces de révérentes exégèses déféremment présentées ensemble en règlement de dette expresse ès étrennes de réserve, per B. M.». Etcétera.

Bajo el título «Perec es excelente», el escritor Eduardo Berti incluye en su blog, el 24 de agosto de 2007, la traducción de los primeros párrafos de Les Revenentes, licencias incluidas. Me consta que Berti no ha continuado traduciendo esta novela, «inédita en castellano por razones bastante comprensibles», como dice allí, y tampoco sé de nadie que se haya atrevido todavía a emprender la gesta.

Pero la cuestión es: si La Disparition y Les Revenentes —dos novelas que no tienen una sola palabra en común— están tan indisolublemente ligadas, si una comple(men)ta a la otra, si está claro (y está claro) que son el haz y el envés de la misma hoja, entonces, ¿en qué medida afecta a una eventual traducción de la segunda el hecho de que la primera haya sido volcada al español sin la letra a? Es decir: si Les Revenentes se tradujera con la e, como parece que debería hacerse, ¿no chirriaría algo en el conjunto? ¿Perec, primero autor de un lipograma en a y después de un monovocalismo en e? ¿Por qué?

La pregunta es si debe importarle eso al hipotético (y tal vez nonato) traductor hispano de Les Revenentes; y si, llegados a tal punto, le afectará tanto como para ensayar el monovocalismo en a, o bien mantener la e y luego lanzarse a por una nueva traducción de La Disparition, esta vez sin la segunda de nuestras vocales…

Este artículo fue originalmente publicado por Pablo Moiño Sánchez, el pasado miércoles 6 de abril, en "El Trujamán", la revista diario de traducción del Centro Virtual Cervantes.

(Agradezco a Pablo y al CVC el permiso para reproducir este texto y la mención que hacen a mi blog)

Enlace original:
http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/abril_11/06042011.htm

06 abril, 2011

Blackadder y el Doctor Johnson





La serie Blackadder ("sitcom histórica", si vale definirla así) fue una de las grandes cumbres en la historia de la BBC y de la televisión mundial. Se la conoce en castellano como "La víbora negra" (para más datos ver Wikipedia) y sus capítulos narran la historia de Gran Bretaña (entre el siglo XV y comienzos del siglo XX) bajo la mirada de sucesivos Blackadder, todos ellos encarnados por Rowan Atkinson.

Este episodio de la serie se emitió en septiembre de 1987; tuvo como uno de sus temas centrales el diccionario de Samuel Johnson y su título fue "Ink and Incapacity". Como se verá, los títulos de los capítulos de la serie son todos una clara parodia al Sense and Sensibility de Jane Austen: "Dish and Dishonisty", "Nob and Nobility".

Más aquí:
http://www.bbc.co.uk/comedy/blackadder/

05 abril, 2011

The Rambler


El más importante y más famoso crítico literario de todos los tiempos (al menos en lengua inglesa) fue, sin lugar a demasiadas dudas, el doctor Samuel Johnson (1709-1784), cuya biografía para la posteridad fue escrita por su amigo escocés James Boswell y puede leerse en una algo reciente traducción al castellano publicada por Acantilado: Vida de Samuel Johnson (edición española de 2007).

Poeta, ensayista, dramaturgo y autor de uno de los primeros diccionarios de la lengua inglesa, Johnson fue un perfecto prototipo del hombre de letras y su incansable producción no excluyó una novela filosófica como Raselas, el príncipe de Abisinia o el diario de viajes A Journey to the Western Islands of Scotland.

Buena parte de los ensayos (y de las reflexiones morales y religiosas) más relevantes de Johnson aparecieron en su momento en la revista The Rambler, que se empezó a publicar el 20 de marzo de 1750 y de la cual él fue (prácticamente) el único redactor. Con un formato propio de un panfleto, la revista tenía apenas seis páginas unidas por un alfiler. Apareció a lo largo de dos años a un ritmo de dos ediciones semanales (los martes y los sábados) y llegó a totalizar 208 ejemplares.

La gente de la Universidad de Virginia ha tenido la excelente idea de poner a disposición de los lectores (vía Internet) el archivo completo de The Rambler, al que puede accederse fácilmente, siguiendo estos tres enlaces:

The Rambler (número 1 a 54)


The Rambler (número 55 a 170)

The Rambler (171 a 208)

En próximas entregas de este blog seguiré hablando de Johnson, sobre todo de su titánico diccionario.

04 abril, 2011

La función del crítico


La función del crítico consiste en distinguir, analizar y separar de sus accesorios la virtud por la cual un cuadro, un paisaje, una interesante o bella personalidad, ya en la vida o en un libro, producen esta especial sensación de belleza o placer, e indicar dónde está la fuente de esta sensación y bajo qué condiciones especiales se ha experimentado (...) Lo importante, entonces, para el entendimiento, no es que el crítico llegue a poseer una correcta definición abstracta de la belleza, pero sí cierta cualidad del temperamento que estriba en la facultad de ser profundamente sacudido por la presencia de objetos hermosos. Debe recordar eternamente que la belleza existe bajo muchas formas. Para él, todas las épocas, tipos, escuelas, son en sí mismas iguales. En todas las edades han existido algunos excelentes artistas y se han llevado a cabo algunas obras maestras. La pregunta que se hace es siempre: ¿En dónde coinciden el genio, la inspiración y el sentimiento de la época? ¿Cuál fue el receptáculo de su refinamiento, de su elevación, de su gusto? "Las épocas son todas iguales", dice William Blake, "pero el genio está siempre por sobre su época".

Walter Pater, prólogo a "El renacimiento" (1873)

03 abril, 2011

Tres tiros


Lo que más se parece a las fases monótonas del amor son las repeticiones infatigables o sublimes de los cuartetos de Beethoven.

El peligro saca a la luz lo peor del alma humana, pero también lo mejor. Como en el alma humana generalmente hay más malo que bueno, la atmósfera de la guerra es, a fin de cuentas, la más asquerosa que existe.

El que pretende recordar palabra por palabra una conversación siempre me pareció un mentiroso o un mitómano. A mí nunca me quedan sino briznas, un texto lleno de agujeros, como un documento comido por los gusanos. Mis propias palabras, incluso en el instante en que las pronuncio, no las oigo. En cuanto a las de mi interlocutor, se me escapan y sólo recuerdo el movimiento de una boca al alcance de mis labios. Todo lo demás no es sino reconstitución arbitraria y falseada, y esto vale igualmente para las demás palabras que trato de recordar aquí.

Marguerite Yourcenar, "El tiro de gracia" (Le Coup de Grâce)