Dos cuentos hiperbreves de "El imitador de voces", de Thomas Bernhard (traducción de Miguel Sáenz).
CORREO
Años aún después de haber muerto nuestra madre, el correo nos traía cartas dirigidas a ella. El correo no se había enterado de su muerte.
GIGANTE
En el cementerio de Elixhausen, unos obreros, que tenían el encargo de construir una sepultura para el propietario de una quesería que había muerto, desenterraron, a una profundidad de sólo setenta y cinco centímetros, el esqueleto de un hombre que debió de medir dos metros sesenta y cuatro y que, probablemente, fue enterrado ciento cincuenta años antes. En Elixhausen, al parecer, por lo que se recuerda, sólo han vivido siempre personas muy pequeñas.
Pintor, cineasta y teórico del cine, el berlinés Hans Richter adhirió al movimiento dadaísta (fue uno de los fundadores de la Asociación de Artistas Revolucionarios, de Zurich) y dirigió a comienzos del siglo XX, entre los años 20 y los 30, una serie de cortometrajes experimentales como Rhythmus.21 (presentado como "el primer film abstracto" de la historia, lo cual no era totalmente cierto), Rhythmus.23, Rhythmus.25, Inflation ("contrapunto de gente menguante y ceros crecientes") y, ante todo,Vormittagsspuk o Ghost Before Breakfast ("Fantasma antes del amanecer"), un film de originales técnicas de animación que parece marcar un corte con sus experimentos previos (un cine geométrico y rítmico) y que resulta maravillosamente lúdico y onírico, como podrán ver:
Años después de este film, que se realizó entre 1927 y 1928, y cuya banda sonora (a cargo de Paul Hindemith) fue destrozada por los nazis, Richter se radicó en los Estados Unidos, donde dirigió, escribió y produjo el largometraje Dreams That Money Can Buy (1947) con la colaboración, entre otros, de Max Ernst, Marcel Duchamp, Man Ray, Alexander Calder, Darius Milhaud y Fernand Léger. La versión completa de Dreams... puede verse aquí: http://video.google.com/videoplay?docid=-6885641304025620481#
Los libros estaban guardados en un arcón, bajo llave, en una casa de veraneo a orillas del mar. Los libros subversivos, como se decía. Al cumplirse los siete años, el arcón se volvió a abrir y los libros reaparecieron cansados, con ese olor a humedad propio de los sótanos. Con un excesivo celo, entre los libros "peligrosos" se habían guardado otros no tanto. Recuerdo dos en especial: una novela de Enrique Medina llamada Striptease (pocas retratan de manera tan directa el submundo sexual porteño) y La ribera, de Enrique Wernicke, Por entonces yo no sabía nada de este autor. Me llamó la atención el soldado en la tapa: edición de 1967, del Centro Editor. Leí La ribera en estado de embeleso. Por la historia, claro está. Por esa estrategia de vivir en el Tigre; de estar y no estar, a la vez, en la ciudad. ¿Porque el protagonista se llamaba como yo? Quizás. Pero ante todo por la prosa exquisitamente simple. Años después leí otros libros de Wernicke, como El agua. Pero La ribera es, para mí, un caso especial. Una de las grandes novelas argentinas, me arriesgaría a decir. Con alegría vi que Abelardo Castillo propició su reedición. Tal vez ocurra, salvando todas las diferencias estéticas, un acto de justicia comparable a cuando Piglia sacó de nuevo a la luz la alucinante (y alucinada) Eisejuaz, de Sara Gallardo.
Un fragmento de "La ribera":
Desperté bruscamente, totalmente lúcido.
Era imposible demorarse en la inconsciencia: la mañana estallaba en la ventana de la piecita y me había penetrado el cuerpo cuando apenas entreabrí los párpados.
Me senté en la cama apoyando la espalda en los duros barrotes. La luz invadía la reducida habitación y su impertinente desenfado señalaba los más graves defectos de mi vida: soledad, desorden, pobreza. Sábanas arrugadas y sucias. Ropa en el suelo. Una botella de vino, vacía. Un libro abierto y manchado. Puchos de cigarrillos.
Estigmas de una noche como tantas.
Pero la ventana me ofrecía un nuevo día y resultaba grato recomenzar a vivir.
Me vestí distraídamente. Miraba las ramas del sauce recién brotado que se interponía entre mi casa y la calle. Cuando di unos pasos buscando mis alpargatas, el piso cedió bajo mi peso con esa blandura que suele tener la tierra fresca. Sonreí. No siempre soy capaz de sentir las cosas.
Di otros pasos por sentir nuevamente la elasticidad de la madera. Y recordé la sensación que se experimenta al subir a un bote y la liviandad de la marcha sobre un muelle de madera.
Recordé un mar lejano. Y de pronto me sentí feliz.
Al fin de cuentas, una vez más vivía en una ribera, y el río, si no el mar, estaba a unos metros de mi casa.
La soledad concede despertares puros. Cuando se vive solo, se es mucho más virgen y al levantarse de la cama es común azorarse de sí mismo. Se es más auténtico, más sincero.
Soledad Quereilhac comentó el sábado pasado mi antología "Historias encontradas" en ADN La Nación, Argentina. La reseña se titula "La breve felicidad de la lectura".
Historias encontradas Por Eduardo Berti (Comp.) Eterna cadencia 200 Páginas
Historias encontradas es una atractiva compilación de breves relatos que nunca antes habían circulado de manera autónoma, dado que originalmente fueron "encontrados" en textos mayores como novelas y relatos, y en menor medida, ensayos y libros de misceláneas. Es una antología que, siguiendo el mismo gusto por el microrrelato de un antecedente como Cuentos breves y extraordinarios (1955), de Borges y Bioy Casares, logra ofrecer al mismo tiempo tanto un puñado de narraciones sintéticas y fugaces como el testimonio de una lectura que, en medio de su largo recorrido por el texto mayor, vio nítidamente cómo se trazaban los límites de un cuento interesante e independiente. Este efecto de lectura es reconocible para cualquier lector de novelas que, en más de una oportunidad, debió apartar apenas unos segundos sus ojos de la página para disfrutar del efecto unitario de una anécdota, o de una pequeña historia acontecida a un personaje, o incluso de un breve rodeo por una digresión, un sueño, acaso una somera impresión. La antología, elaborada por el escritor y traductor Eduardo Berti, es un compendio de esos momentos de lectura, representados por un centenar de historias "semiocultas o sembradas por sus autores en el agitado mar de un texto más amplio".
Algo de este efecto de lectura es mencionado, también, en el prólogo del compilador: "Los narradores saben o presienten que, como decía Bioy Casares, por las digresiones penetra la vida. No es de extrañar, en consecuencia, que de ciertos monumentos literarios nos quede, pasado un tiempo, la memoria de tal o cual relato digresivo, más que un recuerdo integral. La jerarquía de ciertos libros, de ciertas novelas, puede detectarse no sólo por el brillo innegable de su historia central, sino también por el atractivo de sus ´materiales de segundo plano´, de sus ´historias menores´". Así, fragmentos pertenecientes literaturas y épocas muy diversas, escritos por autores de la talla de Miguel de Unamuno, Charles Dickens, Italo Svevo, Voltaire, Honoré de Balzac, A. Conan Doyle, Thomas Mann, Rudyard Kipling, entre muchos otros, se van sucediendo como últimos vestigios de una lectura del pasado, en cuya economía y síntesis radica su vigencia.
Al sin duda prolífico hábito de lectura de Berti (textos clásicos y modernos, autores europeos, estadounidenses, argentinos), la antología suma otra virtud: la posibilidad de escudriñar, página a página, la técnica del relato brevísimo, tan necesaria en la narración escrita como en la más improvisada anécdota oral. Transcurrir por la historia y atender a la justa combinación de palabras, omisiones y remates es todo uno. En algunos casos, el relato -cercano a la fábula- persigue un fin moralizante; en otros, la crítica humorística; en algunos otros, el efecto inesperado de una estructura circular o paradójica. Pero en todos ellos se destaca el contraste entre la reducida extensión de la narración y la amplitud de lo narrado. Contraste cuyo cabal y mejor ejemplo lo constituye el fragmento "Vivir a solas" de Katherine Mansfield: "Incluso si por una espantosa casualidad yo encontrara un cabello en mi rebanada de pan con miel, sería cabello mío"
Evgen Bavcar no ve porque es ciego pero mira porque es fotógrafo. Lo curioso es que su ceguera llegó antes que la fotografía. Luego de dos percances sucesivos --la pérdida del ojo izquierdo, culpa de la rama de un árbol; la pérdida del otro debido a la explosión de una mina abandonada-- Bavcar perdió completamente la visión. Tenía once años y su despedida de la luz fue gradual.
El pueblo donde Bavcar nació, en 1946, se llama Lokavec y queda en Eslovenia, muy cerca de Trieste, casi frontera con Italia. A los habitantes de Lokavec les tocó pertencer a la monarquía austro-húngara, luego ser italianos y después yugoslavos. El padre de Bavcar, paisano, murió cuando Evgen tenía siete años..
Bavcar empezó a sacar fotos a la edad de dieciséis. Sus compañeros de escuela retrataban a sus novias; como a él también le gustaba una chica, no quiso ser menos y le pidió prestada la cámara a su hermana. Tras el bachillerato, estudió filosofía e historia en la Universidad de Ljubljana. Durante un año ejerció como profesor: el primer profesor ciego en la historia de su país.
En 1972 viajó a París decidido a estudiar en la Sorbona. Permaneció en la ciudad, ingresó como investigador en el C.N.R.S. (Centre Nationale de la Recherche Scientifique), publicó un trabajo sobre el expresionismo alemán y se naturalizó francés.
Para estudiar filosofía del arte, debió contar en muchos casos con la ayuda de lazarillos. Solicitaba que le describieran las obras, y esto le daba "una idea intelectual, un sentimiento estético indirecto"; pero debía andar con prudencia y recurrir a más de un asistente ("relator de imágenes") porque "las descripciones expresan en primer lugar los fantasmas de quien observa el cuadro".
Por el carácter de sus estudios, Bavcar fue el primero en teorizar sobre su ocupación a primera vista paradójica y sobre los desafíos que proponen sus fotos a los modelos establecidos de percepción. "Mi mirada existe gracias al simulacro de la foto que ha sido vista por el otro. La ausencia del ojo del fotógrafo acentúa la precariedad de ese instante irreversible que es la toma fotográfica. Las personas retratadas no pueden mostrarse de la forma habitual porque falta esa complicidad con el fotógrafo que les confirma su narcisismo".
Dos mercaderes italianos que viajaban de Piemonte a Francia encontraron a un hombre de altura mucho mayor que la normal, quien los llamó y les dijo: “Regresen, vayan a ver a mi hermano Ludovico y dénle estas cartas que yo le envío”. Asombrados, preguntaron: “¿Quién es usted?”. “Soy Galeas Sforza”, les respondió y de súbito desapareció. Los dos mercaderes regresaron a Milán y de ahí fueron a Vigevano, donde se hallaba por entonces el duque Ludovico. Allá pidieron una entrevista con el duque, argumentando que debían entregarle unas cartas de su hermano. Los cortesanos se burlaron de ellos; pero al verlos insistir, ordenaron que los mercaderes fueran encarcelados. Como, al interrogarlos, repetían siempre lo mismo, los consejeros del duque discutieron qué hacer con esas cartas. Uno de ellos, el vizconde Galeas, decidió husmear las cartas, cuyo papel estaba plegado y atado con delgados alambres, y cuyo texto decía: “Ludovico, Ludovico, ten mucho cuidado; los venecianos y los franceses van a aliarse para vencerte y perdjudicarte. Pero si tu me das tres mil escudos, haré que sus corazones de reblandezcan y alejaré el mal que te amenaza. Debes creerme”. Y, más abajo, una firma: “El fantasma de tu hermano Galeas”. Unos quedaron boquiabiertos al leer este mensaje, otro rieron, pero en definitiva muchos aconsejaron que se le ofrendaran a Galeas los tres mil escudos que solicitaba. El duque estimó que se mofaban de él. Se negó a desembolsar el dinero y mandó de regreso a su hogar a los dos mercaderes. Sin embargo, al cabo de un tiempo, el duque fue vencido, capturado y hecho prisionero.
Simón Goulart, “Tesoro de historias admirables”
Simón Goulart (Senlis, 1543-Ginebra, 1628) fue un teólogo y humanista francés que hizo sus estudios en París, que tradujo a Plutarco y Jenofonte, y a quien se recuerda principalmente como autor de un frondoso volumen publicado en Suiza, en 1620, bajo el título de “Trésor d’histoires admirables”. Este libro, que en castellano podría denominarse algo así como “Tesoro de historias admirables”, es un florilegio de casos extraños o sobrenaturales, algo habitual en su tiempo.
Goulart fue un compilador inquieto que recurrió, en muchas ocasiones, a autores más antiguos: desde Claudio Elianohasta Aulo Gelio. Podría decirse que echó mano, sin pruritos, a sus precursores en el terreno de la así llamada “paradoxografía” (recopilación de hechos curiosos o inhabituales). Este breve relato integra mi antología "Fantasmas", publicada hace un par de meses por Adriana Hidalgo (Argentina).
El papel carbónico significa que las noches se repiten.
El paraíso es un anexo del infierno.
El insomne se arroja sobre la noche pero atrapa el alba.
Las orejas ponen a la nariz entre paréntesis
Sólo el presente es inolvidable.
El limpiador de los urinarios orina más temprano que todos.
Los hombres inventaron las armaduras, las mujeres la desnudez.
"Ambages", César Fernández Moreno (1919-1985)
"Miraba las cosas y a la gente con una curiosidad divertida y movediza. Donde otros no veían nada, él veía mucho" (César F. M. según su hija Inés Fernández Moreno)
I lit my purest candle close to my Window, hoping it would catch the eye Of any vagabond who passed it by, And I waited in my fleeting house Before he came I felt him drawing near; As he neared I felt the ancient fear That he had come to wound my door and jeer, And I waited in my fleeting house Tell me stories, I called to the Hobo; Stories of cold, I smiled at the Hobo; Stories of old, I knelt to the Hobo; And he stood before my fleeting house No, said the Hobo, No more tales of time; Don't ask me now to wash away the grime; I can't come in 'cause it's too high a climb, And he walked away from my fleeting house Then you be damned! I screamed to the Hobo; Leave me alone, I wept to the Hobo; Turn into stone, I knelt to the Hobo; And he walked away from my fleeting house
Todos los veranos regreso al lugar que un día ocupó mi pueblo, sumergido desde hace treinta años bajo las aguas del pantano. Me siento en la orilla, o en un roquedo, y cada mañana, a las diez en punto, escucho un sonido que sube desde las profundidades, un tintineo sordo, conmovedor, helado como una pena. No, no es el tañido de las campanadas de la iglesia, me digo siempre, se parece más al timbre de la bicicleta del cartero.
Está muy bien el sitio "Diccionario Etimológico" que, como lo indica su nombre, indaga el origen de ciertas palabras. La mirada aquí combina lo académico con ciertas leyendas propias de la etimología popular. Y como hay miembros que aportan su opinión, no faltan en ocasiones los debates en torno a tal o cual vocablo. Copio un par de ejemplos de las explicaciones que aportan.
En el pueblo de Yzeures, en los confines del territorio de Tours, hay una iglesia donde a menudo ocurren milagros.Posee, como es costumbre, ventanas cerradas y vitraux con marcos de madera, por donde la luz del mundo penetra más brillantemente en el interior del sagrado edificio. Un audaz ladrón nocturno decidió pillar esta iglesia y se introdujo en su penumbra, pero al ver que nada podía llevarse del mobiliario, muy bien sujeto por los guardianes, pensó: “Ya que no puedo robar otra cosa, me llevaré al menos los vitraux, los fundiré y ganaré así algo de dinero”. Destrozó entonces los vidrios, separó el metal que había en ellos y se marchó a Bourges. Una vez allí metió en el horno, durante tres horas, lo que había robado, pero fue en vano. Nada pudo obtener. Flaqueando bajo el peso de su delito, reconociendo que lo castigaba el juicio divino, volvió insistir hasta retirar del crisol algo que se había convertido en unos glóbulos pequeños . Vendió esto a dos mercaderes que pasaban por ahí, y a cambio obtuvo, además del dinero, una lepra incurable. En efecto, al año exacto de haber cometido este robo, se le hincharon la cabeza y los ojos. El mismo mal se manifiesta en él cada nuevo aniversario de su robo y el desgraciado llora porque es imposible devolver los vitraux.
Consignado por San Gregorio de Tours en sus relatos de milagros
La página TED.com está llena de estimulantes experiencias artísticas relacionadas con la tecnología, el espectáculo o el diseño (la sigla TED, por cierto, se refiere a "technology, entertainment & design").
El caso de Jonathan Harris es uno de los mejores ejemplos. Su tarea pasa por "coleccionar historias", que luego vuelca en formatos innovadores: desde sitios web como "Nos Sentimos Bien" (We Feel Fine) hasta otras formas que aquí se ocupa de presentar.
"Colecciono historias personales a muy, muy pequeña escala. Algunas veces las historias tienen apenas dos o tres palabras. Esto realmente desafía la noción de lo que se puede considerar una historia", dice Harris en esta conferencia de diciembre de 2007.
En el video hay, disponibles, subitítulos en castellano.
Me gusta el blog “Neorrabioso” (www.neorrabioso.blogspot.com), especialmente sus rúbricas “Anecdotario de poetas” y “Anecdotario de escritores”. De esta última sección proviene la siguiente cita, que corresponde a su vez a “Vidas escritas” de Javier Marías:
Es indudable que Robert Louis Stevenson era caballeroso, pero no a ultranza, o digamos que lo era de la manera justa: no hay auténtico caballero que no se haya comportado como un rufián al menos una vez en la vida. La vez de Stevenson pudo tener lugar en las cercanías de Monterrey, California, cuando sin querer prendió fuego a un bosque. Se había declarado ya un incendio en otra zona, y se extendía tan rápidamente que Stevenson, con curiosidad científica, se preguntó si la causa sería el musgo que adorna y cubre los bosques californianos. Para averiguarlo, no se le ocurrió otra cosa que aplicar una cerilla a un trozo, pero sin tener la precaución de arrancar antes del árbol el trozo de su experimento. En un instante el árbol se convirtió en una tea, con lo que sin duda Stevenson dio por concluida la prueba, y además satisfactoriamente. Pero su comportamiento poco caballeroso vino después: no muy lejos oyó los gritos de los hombres que combatían el fuego original, y comprendió que no le cabía hacer sino una cosa, a saber: huir del lugar antes de ser descubierto. Al parecer corrió como nunca lo había hecho en la vida y como sólo corren los hombres sabios y los cobardes.
Javier Marías, Vidas escritas, Suma de letras SL, Madrid, 2002, págs. 99 y 100
España festeja este año el centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández y, en el marco de estas celebraciones, Joan Manuel Serrat lanzará el próximo 23 de febrero un nuevo CD, Hijo de la luz y de la sombra, en el que casi cuatro décadas después de su ya célebre disco de 1972, aquel que traía “Para la libertad”, “Elegía” y “Nanas de la cebolla”, ha vuelto a musicalizar otros trece poemas de Hernández, desde textos de juventud como “La palmera levantina” hasta otros más famosos como “Tus cartas son un vino” o “Canción del esposo soldado”.
Serrat define el nuevo álbum como “una prolongación y también un complemento” del anterior, y en una carta abierta publicada en su sitio oficial (www.jmserrat.com) reconoció que su idea original era “apenas refrescar el viejo repertorio con un par de nuevas canciones (…), pero a medida que los viejos versos me devolvían nuevas emociones y las ideas se iban materializando en canciones fue creciendo mi entusiasmo”.
El nuevo tributo de Serrat a uno de sus poetas favoritos, si no “el” favorito (otros que musicalizó a lo largo de su carrera, iniciada en 1964/65, fueron Antonio Machado, Joan Salvat-Papasseit, Luis Cernuda, Joan Barril, Eduardo Galeano o Mario Benedetti), llega en un momento en que es Serrat el encargado de recibir andanadas de homenajes: se lo ha nombrado Doctor Honoris Causa en varias universidades (desde la Complutense de Madrid hasta la de Córdoba, en la Argentina), es Caballero de la Legión de Honor (Francia) y “profesor honorario” de la UBA; y en diciembre del año pasado vio la luz el CD Señora: Ellas cantan a Serrat, donde 18 mujeres (como Tania Libertad, Omara Portuondo, Andrea Echeverri, Dulce Pontes, Martirio o Maria de Medeiros) interpretan algunas de sus canciones. Con Señora… se ha completado, por cierto, una trilogía reciente de álbumes-homenaje iniciada con Cuba le canta a Serrat y Per al meu amic.
Grabado a mediados del año pasado, Hijo de la luz y de la sombra iba a editarse en principio entre noviembre y diciembre de 2009, sin embargo, el lanzamiento se vio demorado “por problemas surgidos durante el proceso de producción”.
La nueva fecha de salida es “azarosa”, asegura el cantante, pero parece de todo menos inocente: el 23 de febrero se cumplen 29 años de lo que Serrat denomina “el día en que el franquismo perdió su última batalla”, es decir: el “Tejerazo” o cuando un teniente coronel de grotescos bigotes llamado Antonio Tejero encabezó un fallido intento de golpe de Estado contra la incipiente democracia española y tomó el Congreso al mando de unos 200 hombres.
Al lanzamiento del nuevo disco de Serrat se sumará una gira cuyo inicio está previsto en marzo próximo, en Elche, y cuyo cierre será en Orihuela, ciudad natal del poeta homenajeado, el 30 de octubre. Otra vez, se trata de una fecha especial: ese día se conmemoran los cien años del nacimiento de Hernández, quien falleció en la cárcel antes de cumplir 32 años de edad, como preso político de la dictadura del general Francisco Franco.
En su corta vida, Hernández, de origen pobre, autodidacta, se convirtió en una de las voces más destacadas de una excepcional horneada de poetas: desde García Lorca y Gerardo Diego a Pedro Salinas y Rafael Alberti --por citar algunos nombres de la famosa generación del 27--, hasta Luis Rosales, Leopoldo Panero y otros miembros, como él, de la camada del 36. También llegó a escribir diversas obras de teatro (El torero más valiente, El labrador de más aire) y fue amigo de Vicente Aleixandre, José Bergamín o Pablo Neruda.
Hijo de la luz y de la sombra lleva el título del que, según Serrat, es el “más hondo y ambicioso” de todos los poemas hernandianos. “Probablemente su obra maestra, cuya lectura recomiendo de manera especial”, afirma. El extenso tríptico (“Los muertos, con un fuego congelado que abrasa, laten junto a los vivos de una manera terca”) fue publicado de forma póstuma, tras la muerte del poeta alicantino, en Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), y en él hay versos tan extraordinarios como en otros de los poemas que escogió Serrat para esta nueva aventura: “El silbo del dale” (“Dale al aspa, molino, hasta nevar el trigo/ Dale a la piedra, agua, hasta ponerla mansa/ Dale al molino, aire, hasta lo inacabable”); “Las abarcas desiertas” (la llegada de los Reyes Magos a casa de quien nunca tuvo zapatos); “El hambre y canción” (dedicada “a las Brigadas internacionales”) o “Ay del ay por el ay” :
El mundo me duele: ¡ay! Me duele el vicio, y me paso las horas de la virtud con un ay entre los labios.
En la edición mexicana de su álbum de 1972, Serrat escribía: “Que el destino mantenga fresca la memoria y nos libre de aquellos que asesinan a los poetas y a la poesía”. Recogiendo su propia iniciativa, Serrat regresa al admirado Hernández, convencido de la “intemporalidad” de unos versos que “siguen sonando tan sólidos y frescos como si hubieran sido escritos ayer y aquí”. Como un rayo que no cesa, precisamente.
Versión resumida de mi texto publicado el pasado domingo 7 de febrero en el diario Crítica de Argentina.
Estoy pidiéndole a diversos escritores y artistas que recomienden cinco libros de ficción a los lectores de este blog y por qué no, de paso, al autor del mismo. No se trata, para nada, de un ránking ni mucho menos de una lista canónica. Se trata, más bien, de cinco libros que repentinamente ellos quieran proponer y compartir con los demás.
El voto de María Teresa Andruetto:
Cinco novelas
Retrato de grupo con señora. Heinrich Böll
Eisejuaz. Sara Gallardo
Río de congojas. Libertad Demitropulos
La luna y las fogatas. Cesare Pavese
Las palabras de la noche. Natalia Ginzburg.
Cinco libros de cuentos
Tan triste como ella y otros cuentos. Juan Carlos Onetti
Las dulzuras del hogar. Flannery O´Connors
Cuentos claros. Antonio Di Benedetto
El aliento del cielo. Carson McCullers
El rescate y otros cuentos. Daniel Moyano
Cinco libros otros/ensayos o inclasificables
El manjar de los dioses. Jan Kott
Sangre, pan y poesía. Adrianne Rich
Carta a un religioso. Simone Weil
Cartas del verano de 1926.Tsvietaieva/Pasternak/Rilke
Carta a D. Historia de un amor. André Gorz.
Ma. Teresa Andruetto(A. Cabral,1954). Publicó novelas, cuentos, libros informativos, literatura destinada a niños y jóvenes y libros de poesía. Entre ellos las novelas La mujer en Cuestión (DeBolsillo,2009), Lengua Madre (Mondadori, 2010), el libro de cuentos Todo movimiento es cacería (Alción, 2002), los poemarios Pavese/Kodak (Del dock, 2008) y Sueño Americano (Caballo negro, 2009) y los libros para jóvenes Stefano (Sudamericana, 1998), Veladuras (Norma, 2005) y El incendio (Del Eclipse, 2008). Recientemente le fue otorgado el Premio Iberoamericano a la trayectoria en literatura infantil. Modera el blog http://narradorasargentinas.blogspot.com
Es una propuesta típica de los talleres de escritura: decir a los alumnos que (a) inventen palabras y les adjudiquen un significado, (b) tomen palabras ya existentes (apellidos de personas famosas, nombres de lugares, etcétera) y les atribuyan nuevos significados.
"Fighting Words" es un centro de escritura creativa fundado en Irlanda por Roddy Doyle (recomiendo sus libros) y Sean Love, inspirado a su vez en otro espacio similar: 826 Valencia (San Francisco, Estados Unidos).
En su página me encontré hace algunas semanas (tras la vergonzosa eliminación de Irlanda del próximo mundial de fútbol) con la siguente falsa entrada de diccionario:
Joseph Blatter es, claro, el presidente de la FIFA. El que no movió un solo dedo luego de que cinco dedos de Thierry Henry dejaran eliminada a Irlanda.
Su apellido suena, en inglés, a verbo. Una simple traducción sería:
Cierto rey tenía un narrador que solía contar cada noche cinco historias. Una noche, el rey no podía dormirse y pidió escuchar algunos cuentos más. El le contó tres cuentos más, pero breves. El rey pidió otros, pero el narrador se negó: le parecía, en realidad, que ya había contado muchos.
-Me has contado muchos cuentos, pero todos ellos muy breves –dijo el rey-. Quiero uno que tenga muchas palabras y entonces te dejaré ir a dormir.
El narrador aceptó y comenzó así:
-Un paisano, que poseía mil monedas, fue a una feria donde compró dos mil ovejas, a seis denarios cada una. Mientras volvía, se produjo una gran inundación. Muy preocupado porque no había puente ni podía vadear el río desbordado, el paisano se puso a buscar un modo de cruzar a la otra orilla con sus ovejas. Encontró finalmente un pequeñobarcoen el que, aparte de él, tan sólo cabían dos ovejas. Obligado por la necesidad, cargo allí dos ovejas y cruzó con ellas.
Al llegar a este punto, el narrador se durmió. Sin embargo, el rey lo despertó y le ordenó que terminara el cuento.
-Se trata de un río muy ancho, de una embarcación muy pequeña y de un rebaño innumerable –argumentó el narrador-. Deja que el paisano cruce todas las ovejas. Cuando él termine, proseguiré esta historia que he comenzado.
Petrus Alfonsi:
Su verdadero nombre era Moses Sefardí. Nació en Huesca en 1062 y murió alrededor de 1110. Fue escritor y astrónomo. Trabajó a las órdenes del rey Alfonso VI de Castilla. Adaptó en su “Disciplina clericalis” diversas fábulas de origen oriental, además de escribir un libro sobre su conversión al catolicismo: “Dialogus contra iudaeos”.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido. Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico. Las casas rumian sus paces de buey. Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría. Límpiate de entusiasmos los ojos. Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza. Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena. Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina. El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.
Martín Adán, fragmento de "Poemas underwood", incluido en su novela "La casa de cartón" (1928)
Así como desaparecen lenguas, también desaparecen palabras que caen en desuso. Algunas vuelven con el tiempo (como la moda, que se pisa cada tanto los talones), otras se olvidan para siempre.
Desde su blog "La nave de los locos", Fernando Valls empezó una campaña contra la muerte de la palabra "acercanza", que no es otra que el contrario de "lontananza". Su campaña no es solitaria: muchos han enviado relatos a su sitio y algunos académicos (como José María Merino) ven con sumo agrado la iniciativa.
Cuenta Valls que leyó en una entrevista a José María Merino que, en una de sus comisiones, los académicos habían decidido desechar "acercanza" porque había dejado de usarse. "Pero, al darse cuenta de que era una palabra hermosa, varios de ellos se juramentaron para emplearla en sus ficciones y artículos, a ver si conseguían volverla a poner en circulación". ( http://nalocos.blogspot.com/2009/08/en-favor-de-acercanza.html)
Algo por el estilo hace el sitio "Reserva de palabras" (fundado por la Escuela de Escritores de Madrid y la Escola d'Escriptura del Ateneo Barcelonés), que invita a apadrinar un vocablo "en extinción" (http://www.reservadepalabras.org) y se autodefine así:
Reserva de palabras nace de la participación de 21.632 personas de 69 países diferentes que desde el 30 de marzo hasta el 21 de abril apadrinaron más de diez mil palabras (7.120 en español y 3.896 en catalán).
La palabra que en esta página ha conquistado el favor de los internautas es "bochinche", con 155 votos, a la que siguen:
Algunos "famosos" han propuesto o defendido ciertas palabras en especial: Luis Eduardo Aute, por ejemplo, milita por "empero"; Juan Marsé por "damajuana", y Enrique Vila-Matas apadrina zarandaja arguyendo: "Creo que suena muy bien; indica algo que es más bien insignificativo, como empieza a ser, por cierto. alarmantemente insignificativa esa palabra misma".