Hoy
sé que te dejé con el alma tiritando.
Es
un otoño dorado y melancólico
pero
no podemos esperar que sea eterno.
Vivimos
con la certeza que llegará el invierno,
Espada
de Damocles sobre nuestras cabezas.
Hoy
he cerrado una puerta;
se
cuela el frío por las rendijas.
No quiero ser cruel,
no quiero hacer daño.
Evité
decir simplemente Me Marcho.
Pero
sé que te quité el suelo de los pies
por
la forma de afianzarte sobre los codos
en la mesa de caoba donde cada martes
despachábamos
nuestros asuntos:
unas
veces banales y otras, no tanto.
Sé
que te dejo triste
por
este estado de gracia en que ahora vivo
que
me hace ver las cosas de otra manera,
con
las riendas en la mano.
Con
las riendas de mí misma.
Te
expliqué torpemente
por
qué me estorbas en mi vida.
Y tú
hiciste dos o tres preguntas
encaminadas
a asegurarte que aún te estaba agradecida
Si
que lo estoy.
Me
has curado las miserias tantas veces.
Pero
no quiero echarte de menos.
como tampoco Lázaro añoraría sus parihuelas.
como tampoco Lázaro añoraría sus parihuelas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario