(Desde el tranvía de Oporto)
31/3/12
62.
No sé si el valor de las palabras reside en sí mismas o en su procedencia. Si un anuncio publicitario me dice sonoramente: sé feliz, lo más probable es que yo salte con una grosería. Si me lo suelta un clérigo, no me cabe duda de que le devolveré una ilustrativa blasfemia; prefiero que me tenga por irreverente y equivocado a por imbécil. Cuando me lo ha soltado un político profesional del sistema, le he espetado, no obstante con un cierto riesgo por mi parte: vaya, ya veo que vuestra corrupción os hace felices, qué mediocre os lo fiáis. Si me lo dice un amigo por la calle, lo común es que le responda: y ¿qué es para ti la felicidad? Pero cuando me lo dijo sin alharacas ni mandato un nonagenario a punto de morirse, me faltó la palabra y mi mirada se puso turbia. No sé qué tiene la orilla de la vida que hace brillar la sinceridad por encima de las apariencias. Miremos siempre, por favor, cuanto hay detrás de las palabras y de quienes las pronuncian. Y no nos importe plantar cara a la falsedad y soltar a bocajarro una adecuada maldición. Oxigena tanto la boca del estómago.
30/3/12
61.
Hay días en que pasear por la ciudad te resulta nuevo e incluso extraño. Otros días emergen dentro de ti sentimientos encontrados. A veces el tedio se impone y no quieres mirar. Y sin embargo, la ciudad, tu entorno y lo que te acoge, es y no es siempre lo mismo. Aquellos días en que percibes más los contrastes y lo diverso sientes que te recreas. Una ciudad no es nada homogéneo ni reducido. Vas entendiendo aquella expresión de Aristóteles en su Política: Una ciudad está compuesta por diferentes clases de hombres; personas similiares no pueden crear una ciudad. A ese pensamiento axiomático le pones matices, sin quitarle por ello razón. Crear una ciudad puede hacerse por un ente endogámico. Hacerla crecer y fructificar ya es otra cosa, piensas. Y ahí lo único está condenado al fracaso.
60.
Ayer me pareció sentir que muchas partículas pretendían alterar el peso de la masa. Y también paralizar o al menos desviar la dinámica que la propia masa negra ha engendrado. Los efectos que el posicionamiento de las partículas puedan desarrollar no suelen verse de inmediato. En materia de psicología social, si bien nada se para, se dan unos ritmos desiguales y harto ralentizados. La física sabe mucho de pulsos entre materias. La naturaleza humana los reproduce.En ese sentido no suelen ir descaminados los hombres. Siempre que no pierdan de vista que forman parte de la naturaleza.
28/3/12
59.
Los matices de la escritura. Las luces, las penumbras, los colores, los movimientos, la quietud, el silencio, el griterío, las geometrías, las transparencias, las opacidades, la intensidad, la tibieza, la abstracción, la precisión, las sensaciones, la austeridad, la extensión, el recogimiento...
- Pero ¿no son esos los matices de la pintura, más bien?
- Ah, ¿es que hay alguna diferencia?
58.
A Heráclito se le llama una y otra vez el oscuro. Si todos sus fragmentos fueran como éste: "Pero a los demás hombres les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de cuanto hacen dormidos", habría que llamar al filósofo de Éfeso el luminoso. O tal vez el hombre de Perogrullo, pues la cita establece una conclusión empírica sobre la propia experiencia de los humanos en sociedad. O podría decirse también: que los humanos obramos despiertos como si estuviéramos dormidos. Que tropezamos tanto no porque no veamos el obstáculo, sino porque no tenemos en cuenta lo que nos ha acontecido anteriormente. Sospecho que los hombres castigamos de modo recurrente nuestro propio don de la experiencia. Es más: somos muy ingratos con ella.
27/3/12
57.
Las vías del ferrocarril han sido siempre para mí algo más que trazados geométricos. La ilusión óptica de que los raíles se juntaban en la lejanía aportaba una ilusión añadida. Paisajes abiertos, destinos desconocidos, tránsito sin fin. Una invitación al sueño y a la aventura. Desde la estación de tren de mi ciudad de provincias mirar el horizonte angular de las vías, adivinar su vértice formando ángulo recto con el horizonte, suponía una manera elemental de entender el mundo de forma amplia y llena de posibilidades. Metáfora y símil se instalaban en mi mente invitándome a pensar en ciudades fantásticas y en megalópolis de las que apenas había oído hablar. El paso abigarrado de un tren era la emoción. La desolación que permanecía tras su paso constituía el enigma. Cuando andando el tiempo descubrí que existían las estaciones término fue el desconsuelo. Llegar a una parada definitiva era algo así como renunciar a otras metas posibles y pendientes. O eso me parecía. Aun reconociendo la grandeza arquitectónica fastuosa de ciertas estaciones término, me siento frustrado con ellas. Lo intersante en la vida son las estaciones intermedias. Las que te indican que el trayecto sigue abierto.
26/3/12
56.
O dicho de manera más simple, cuando se escuchan expresiones tales como los españoles saben, o bien los españoles han elegido, o bien los españoles piden...¿Tanto les cuesta decir algunos o tantos españoles saben, eligen o piden? Ese hablar con propiedad, sentido común y como Dios manda del que presumen deberían aplicárselo ciertos personajes efímeros, ya que el lenguaje no es baladí ni inocente ni subsidirario. Arrogarse es de arrogantes. Así nos va a todos.
55.
Nunca he llevado bien que algunos miembros de la grey tengan que erigirse en representantes de la totalidad social o natural y encima hablar en su nombre. Como si la totalidad se tratara de un singular, de un elemento simple, de la mínima expresión. Por qué los políticos hablan en nombre de todos los ciudadanos. Por qué los fabricantes hablan en nombre de todos los consumidores. Por qué los sindicatos hablan en nombre de todos los trabajadores. Por qué los empresarios hablan en nombre de todos los trabajadores. Por qué la administración habla en nombre de todos los administrados. Por qué los medios de comunicación hablan en nombre de toda la opinión pública. Por qué los explotadores de recursos hablan en nombre de toda la naturaleza. Por qué los conservacionistas hablan en nombre de toda la naturaleza. Por qué los críticos hablan en nombre de todo el arte. Por qué los filósofos hablan en nombre de todas las representaciones ideales. Por qué los obispos y los curas hablan en nombre de todas las almas (eufemismo vil) Por qué los financieros hablan en nombre de todas las clases y estamentos sociales. Por qué las potencias hegemónicas del planeta hablan en nombre de todo el mundo, de todas las vidas y de todas las cosas. ¿No es un grado de apropiación no solo indebido sino además exagerado? ¿Cuándo se acostumbrarán a hablar exclusivamente en nombre de sus respectivas clientelas? Acaso ni en su nombre deberían, puesto que probablemente lo hicieran también en vano.
25/3/12
54.
Extrañas y recurrentes simetrías de la vida. No hagas que no se sabrá, solía decirme solemne e implacablemente mi madre en la adolescencia. Era una de sus citas favoritas que usaba como arma arrojadiza cuando consideraba que debía moralizarme ante los peligros. Podía tener sus razones, pero a mí me abrumaba por esa carga de prevención coercitiva que seguramente utilizaba al saber de mis desatinos y de los riesgos en que iba uno incurriendo. Tal vez por considerarla una injerencia en mis tanteos extrafamiliares o porque me resultara castrante para el libre pensamiento en ciernes que iba formándose dentro de mí, me parecía una frase de escasa fortuna. Cosas de madres que no había que tener en cuenta. Tienen que haber pasado décadas de aquel proteccionismo matriarcal para hallar un texto simétrico nada menos que en uno de los Pensamientos de Giacomo Leopardi: "...recuerda firmemente esta regla: las cosas que no quieras que se sepan que tú has hecho, no solo no las digas, sino procura no hacerlas", escribe el poeta de las Marcas. Me resulta difícil todavía admitir toda su dimensión. ¿Es que no estaría mi madre tan errada?, me pregunto inquieto. Pero como prevención contra los secretos mal guardados que los hombres tendemos a confiar el consejo viene de perlas. No contar es un paso prudente. No hacer resultaría una garantía casi absoluta. Pero, ¿cómo permanecer al margen de ciertas cuestiones que nos afectan y en las que hay que dar la cara?
53.
Hay ocasiones en que pienso que debería rebelarme contra mí mismo. Por qué tengo que escribir como si sentenciara, me pregunto. Como si llegara a alguna conclusión definitiva o hubiera que aplicarla a otros mortales. Escribir es explorar solamente. Una indagación particular. Cada paso es un mero destello. También personal. Si concibiéramos el ejercicio de escritura -y tal otros desarrollos de la vida- en el sentido de un continuo recomenzar acaso naufragaríamos menos.
24/3/12
52.
Inteligencia del cuerpo. Siempre me ha producido admiración el despliegue sabio de la boca cuando detecta una espina o un huesecillo al comer. Un aprendizaje exitoso, donde no se sabe qué hay de los consejos paternos en la infancia o del reflejo del mismo cuerpo que desaloja lo inconveniente. Inteligencia al optar por decidir qué le va bien y qué no. Cierto que también traicionamos esa inteligencia y la malgastamos al adquirir hábitos contra natura. ¿O tal vez se trata de una pugna entre naturalezas diferentes? La austera y prudente por una parte, la placentera y adictiva por otra. El cuerpo es un campo de batalla que no cesa. Ni siquiera cada individuo conoce bien a los contendientes que aloja.
51.
Esos parrafitos que de pronto te paralizan cuando lees un texto. En Geishas rivales, de Nagai Kafu, dice el narrador refiriéndose a la protagonista: "...siente un profundo agradecimiento por todos los sinsabores y desgracias que hasta ahora le han sobrevenido, y le parece que en el mundo no hay nada más misterioso que el destino de cada persona". Yo creo que sí, que hay más cosas misteriosas. Pero que acaso eso que llamamos destino, término genérico que lo complementamos con conceptos no menos ambiguos como futuro o finalidad o perspectiva o providencia o azar, es lo más recóndito, inesperado o indescifrable. Del pasado, por muy enigmático y oculto que se nos muestre, siempre podemos hallar pistas. Pero lo que no ha sido todavía, aquello que vamos a ser o nos va a pasar, impredecible gran parte de las veces, es nuestro verdadero misterio. Simplemente porque no sabemos si vamos a vivir al día siguiente.
23/3/12
50.
Tras la estampida del vuelo helicoidal de los murciélagos, que nos parece caótica a los humanos, se encuentra el orden más estricto. A ellos les funciona como engranaje de su salida y retorno al hábitat. Nada se produce al azar, ni nunca veréis chocar dos seres. No subestimemos los mecanismos que han desarrollado las demás especies. La ciencia de los hombres trata de aprender de ellas, no por el mero placer de conocer, sino por disponer de más recursos para endiosar al ente humano. Los recursos podrían mejorar al Hombre, pero con frecuencia se canalizan para la potencia de ciertas fuerzas destructivas humanas. Debe ser eso lo que hace que no acabe de comprender cómo con tanta observación exterior y tanta aplicación de medios no resolvemos nuestras miserias. ¿Será ese endiosamiento el que nos impide superarlas?
22/3/12
49.
Subir a un promontorio (cuántos nombres contundentes, con sus matices correspondientes, para definirlo: cerro, teso, alcor, páramo, cabezo, altillo, altozano, loma, collado, otero...) y permanecer allí. ¿De verdad que podemos llamar paisaje desolado a aquella complejidad de formas, perspectivas y colores que nos pasman? ¿Solo porque no hay individuos de la especie humana? Cuántas veces nuestra propia soledad nos ha conducido a subir allí. Donde nos parece estar más cerca del cielo. Pero sobre todo donde se nos antoja que nos situamos por encima de la tierra. Simples efectos ópticos. Y lo que es más chocante: vulgares y vanidosos. La literatura crea imágenes injustas, no me cabe duda.
48.
La noticia se instala entre nosotros en cuanto suceso reelaborado. Lo que ha acontecido apenas nos llega en su verdad. Porque no hay verdad sin interpretación. No basta comprobar parte de los hechos para concluir en que una información es verídica. Para el periodismo, que es tanto como decir hoy para sus fabricantes-empresarios de prensa o televisión, basta un relativo o aproximado grado de verosimilitud (muchas veces no pasa de la calidad de rumor) para que se nos sirva el producto final. Que mañana puede haber cambiado. Se persigue nuestro consumo, lo cual nos obliga a una digestión (o indigestión) y a que forme parte de nuestro sustrato mental supuestamente informado. Pero la noticia no es lo que nos da conocimiento. En sí misma solamente es sucedáneo y en sí misma apenas nos habla. Eso sí, pone a prueba nuestro metabolismo racionalizador, la capacidad de discernimiento que, al fin y al cabo, decidirá la insuficiencia o la necedad de lo que nos han contado.
21/3/12
47.
Nombrada primavera: cuánta apariencia en tu ensalzado nombre. De qué tu existencia sin la preparación anterior de la tierra. De qué la evocación simbólica de los hombres. Y de pronto, nos esquivas. Y te muestras retráctil.
20/3/12
46.
Todo lo que estimaba de aportador en el hecho de leer la prensa durante su juventud le parece ahora engorroso. De la avidez ha pasado al descreimiento. De la expectación a la desconfianza. De la revelación a la apatía. De lo que consideraba un elemento que rezumaba cierta ética (o eso creía él) a lo que percibe como una guía de publicidad (abierta o encubierta) Nunca fue tan efímero el contenido de la prensa ni tan poco efectiva ésta en proporcionar criterio al ciudadano. Y, sin embargo, él sigue rastreando huellas, buscando claves, conformándose con separar el grano de la paja. Da por válida esta actitud heredada y agradecida de su antiguo aprendizaje.
19/3/12
45.
Mientras acariciaba su nuca peluda contemplaba a mi perro. ¿Quién de los dos será?, me preguntaba. ¿Cipión o Berganza? Pues tal era la sabiduría de estos dos y tanta la agudeza que muestra mi perro, que he lamentado siempre no haber leído a Cervantes antes de escoger el nombre de mi can. Tarde es para andar cambiándoselo, pero nunca demasiado para releer los coloquios que se traen aquellos dos animales inteligentes. Pon un perro en tu vida si quieres que se enteren de lo que haces, pero con la seguridad de que no irán a contárselo a otro humano. Me queda la duda de si su fidelidad permanecerá tan intachable como al principio, una vez conozcan tus andanzas. Si bien ya se sabe que ellos son muy domésticos. Y no se juegan su discreción contigo así como así. Les va el modus vivendi en el intento.
44.
Si hay una palabra displicente y absurda que leo u oigo frecuentemente es letraherido. Herido, ¿por qué? ¿Por las letras escritas o por las leídas? ¿Que escoge letras que hieren? ¿Hiere su superficie o el contenido, es decir, las ideas que lleva detrás? Vocablo con cierto aire de romanticismo trasnochado y residual, que solo encuentro reconocido en el Diccionario del español actual, de Seco-Andrés-Ramos, tanto en su acepción de adjetivo como de nombre. Reconozco que tiene cierta acogida y busca transmitir una íntima sensación, cuyo objetivo puede ser sorprender al auditorio. Mas no puedo evitar que halle en esa palabra un alto grado de afectación. Quien la pronuncia o la escribe -uno, que es un letraherido, suele decir o escribir con aires suficientes el autor o el aficionado a leer-parece que soltara al final un ¡ay! largo, como suspiro prolongado. Como si esperase una acogida briosa y entregada de los lectores o de los oyentes. No me parece una palabra, mucho menos un fonema, más bien me suena a onomatopeya de un mártir de la escritura adolescente. ¡Con lo que le queda a cada cual por delante! (En esto de leer o escribir, o que parece que se escribe)
18/3/12
43.
Me dormí procurando que la noche en vela no me hiriera con toda su alevosía. El desvelo pasajero y prudente puede ser útil como un puente entre pesadillas. Si dura más la pesadilla es entonces tu propia consciencia. Sobre todo desde que me aprendí aquello de vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan, que decía Federico.
42.
Levantarse a una hora imprecisa de la noche. No porque esté desvelado, sino porque no puede desalojar los pensamientos imprecisos. Justo aquellos que se debaten entre los clarividentes y los funestos.
17/3/12
41.
Avanzar lateralmente por la obra de un autor que te atrae. Lo cual permite descubrir las coincidencias y también afrontar las disidencias. Tentadora apuesta de la que no es fácil saber si sales más sabio o simplemente más cautivo del deseo de saber.
40.
Lo define Cioran. Vivir: especializarse en el error. Me embarga entonces un acceso de comprensión profunda de mí por mí mismo. He tenido que escuchárselo decir a ese filósofo para sentirme menos acomplejado, ya que hasta la fecha mi existencia ha consistido precisamente en habitar esa cátedra, sin visos de corregir. El error: esa disposición de amargos sinsabores alternándose con dulces satisfacciones. En absoluto he vivido el error como fracaso. Simplemente debe haberse tratado de un estado de indecisión cuyas posibilidades se amplían en relación inversamente proporcional a los años que me quedan de vida.
16/3/12
39.
Me deslumbra la oscura existencia de los espíritus puros. Obviamente, no utilizo este término en sentido moral, al menos no en principio. Seres que se comportan de modo natural, hijos vívidos de la materia, que no ceden ni a las seducciones, ni a las imposiciones, ni a las reglas. Individuos que no se muestran en público afectados ni hacen ostentación de debilidades ni de fuerzas aparentes. Otros los llaman insociables o indomables, porque no se avienen ni a un convenio ni a un precio. Seres que convierten su impulso natural en virtud, aunque no les sea reconocida, porque la virtud pudiera no ser el concepto ético admitido y devaluado, sino una fuerza interior que no tiene que dar explicaciones a nadie de su rostro ni de su manifestación.
38.
Si te fijas solamente en la vida aparente de los humanos que te rodean te confundirías sobre las prioridades que estos otorgan. Los calores de los últimos días han sacado en masa a la gente a la calle. Las terrazas, las avenidas o los parques se han vestido de primavera avanzada. Objetivo: consumir. Se dirá que es una manifestación de la biología social, que lleva consigo disfrutar. Sin embargo, la sequía que se arrastra se cierne como espada damocliana sobre las necesidades del país. Qué impotencia. Casi nadie la nombra, no pasa de comentario de ascensor. No parece constituir conciencia de riesgo. Los magos de la tribu, desprestigiados desde hace mucho por mérito propio, ya no concitan la lástima del dios de la lluvia. Algunos seres temerosos invocarán con sana pero supersticiosa intención a través de sus preces. Incluso en los corazones más impíos, como el mío, hay un punto de anhelo. La necesidad, tan ambivalente, puede dotarnos de buenos deseos o de rabias amargas. Mientras, miro el cielo con ojos implorantes. Los que envían satélites por encima de nuestras cabezas lo anuncian cambiante. Ojala.
15/3/12
37.
¿De qué ha servido que los profetas hayan avisado de tantas calamidades? ¿De qué que advirtieran sobre tanto derramamiento de sangre? Difícil saber si pusieron en guardia al pueblo contra la sevicia de las autoridades o a las autoridades para que se aprovecharan de la ceguera del pueblo.
14/3/12
36.
Es como poco curioso observar una diferencia técnica entre los profetas del mundo judío, o bíblico en general, y los del mundo griego. Los primeros ejercitaban un verdadero nomadismo. Predicaban sus admoniciones de lugar en lugar, de territorio en territorio. Los del oráculo griego -sibilas y pitonisas- permanecían en sus cuevas-templo, esperando la llegada de los que precisaban consultar. Sería digno de preguntarse si los primeros se desplazaban por misión elegida o porque no eran bien vistos en sus lugares de procedencia. Voltaire dice algo al respecto en su Diccionario filosófico: que muchos profetas hebreos eran herejes samaritanos. También habría que saber si los oráculos del mundo griego estaban más estabilizados como complemento a su compleja y reglamentada sociedad. En uno u otro caso los profetas rezumaban bastante aire teatral, cuyo pretendido guión sobre el futuro estaba en función de los miedos que tenían acerca de su presente.
35.
Que no se engañen. Quienes siguen a un profeta no van tras el profeta que fue, sino tras aquel que le han contado que fue. Es imposible tener una comprobación de su existencia en gran parte de los casos. Hay demasiados intermediarios como para sospechar que incluso el mismo profeta fue un intermediario. Con frecuencia, los intermediarios son los que se llevan el beneficio redondo. Así que si los seguidores se engañan, ya saben a qué se exponen.
13/3/12
34.
Los seguidores de aquel profeta, ¿habrán sabido alguna vez que han seguido a un profeta fabricado? Deberían admitir que un profeta es siempre lo que en términos modernos se denomina un producto.
12/3/12
11/3/12
31.
Me asomo desde el mirador de un pueblo antiguo que da a su río histórico. Al borde del pronunciado desnivel de la fortaleza veo allá abajo el paso de las legiones romanas o tal vez las mesnadas de un señor feudal. Solo un rato después caigo en la cuenta de que se abren a mis pies unas vegas fértiles y extensas. La amplitud del paisaje me desborda y no acierto a fijar la mirada en lo concreto, pues todo me parece estar y no estar. Un poco más tarde un pensamiento reflejo me sugiere imaginar los cambios que aquel espacio ha podido tener a lo largo del tiempo. No sé por qué recuerdo entonces un comentario leído a Gaston Bachelard, algo así como que se sueña antes de contemplar. Mi alborozo no cesa y doy saltos. Me acaba de pasar lo que dice Bachelard, solo que dos veces, una al principio y otra al final. Extraño proceso circular en que la primera visión onírica me había conducido a esta última no menos soñadora. En medio, como el largo puente romano que cruza el río, había ocupado mi tiempo la parte insignificante de la realidad.
30.
Dicen que es más fácil amarrar los vientos -Ulises, que era precavido, supo atarlos- que sujetar los sueños. Eso explicaría que me despierte cada mañana con las magulladuras de una pelea desigual y con la resaca de una suerte incierta.
10/3/12
29.
En la comedia El sueño de una noche de verano, William S. hace decir al duende Puck -¿se trata también de un loco o de un bufón?- esta aparente perogrullada: aquel que no tiene meta fija, no puede perder nunca su camino. Interpretación dual y hasta contradictoria, al libre criterio de cada cual. En una época como la que vivimos, a salto de mata cotidiano, o tiempos líquidos y vaporosos, que dicen otros, ¿no podría sonar a propuesta sensata para no perecer en el esfuerzo efímero que no sabemos a dónde nos conduce? Claro que la moral calvinista al uso, absolutamente dominante, ya se encargó de invertir los términos: quien no se propone una meta, no llega a ninguna parte. Lo cual nos conduce inmediatamente a una pregunta incrédula y sagaz: pero, ¿quién decide qué meta debemos proponernos y quién se quedará con el beneficio de lo que obtengamos? No hace falta ir a Salamanca para saberlo, que decía mi abuelo.
9/3/12
28.
Cuentan que un modesto orfebre de una pequeña aldea de la Laguna Veneta había efectuado un viaje con Marco Polo y había pasado algún tiempo en las estepas del Asia Central. Ya de vuelta instaló un taller que recibía encargos de otras repúblicas y ciudades estado, no demasiado numerosos porque no aceptaba ni premura de tiempo ni especiales exigencias, sino que solo pedía que le dejaran hacer. No obstante el reducido volumen de sus trabajos nunca le faltaron pedidos, puesto que las grandes fortunas se le disputaban. Le preguntaron en cierta ocasión cómo lograba aquel dominio de sus obras. ¿Por genio, por inspiración o por maestría revelada?, le inquirían. Y como si no entendiera la pregunta respondía que él se ponía a la tarea, sencillamente. Pero tiene que haber algo más, hay muchos otros orfebres que también se dedican sin parar y no alcanzan la calidad de tus obras, le insistían. No, no, yo me pongo y, lo único, eso sí, es que mientras cincelo o repujo o caso los engarces es como si regresara a aquella pequeña ciudad que administraba el Gran Khan. Siento que con cada obra inicio de nuevo el aprendizaje.
8/3/12
27.
Aquel insecto humano tuvo tanto éxito que su hazaña descarnada ha llegado a ser de las más recordadas. Yo diría que bien por su cercanía en el tiempo o bien por su simplicidad a la hora de ejemplificar las alteraciones del ser humano la imagen que representa ha obrado como carta de creencia por encima de otras. Borró de un plumazo la referencia que había supuesto la obra de Publio Ovidio Nasón o la de Apuleyo, y nunca singularizar un título multiplicó tanto las posibilidades.Una simple cucaracha encarna más la condición humana de nuestros días que todas las imágenes de animales, seres mitológicos o dioses del pasado. Lejos de ser una catástrofe supone un logro para huir de nuestras vanidades metafísicas. Más allá de un aparente reduccionismo nos permite ver la claridad de nuestra situación. El tuberculoso de Praga nos acerca alevosamente a la esencia de la bestia esclava que llevamos dentro.
26.
Si aquel pasante de Seguros de Praga no hubiera comenzado su novela diciendo: al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto, ¿habríamos seguido leyendo la novela toda la inmensa legión que la hemos leído? Desde ese instante lo único que nos ha interesado a los lectores es saber cómo se ve el mundo humano desde la perspectiva infrahumana de un insecto.
7/3/12
25.
Qué curiosa me suena esta línea de Paul Eluard: "Hoy, la soledad de los poetas se derrumba. Ahora son hombres entre los hombres. Ahora tienen hermanos." Me pregunto si volverá a estar de actualidad. La poesía es un refugio de supervivencia. ¿Solamente? Pero si acaso fuera también un camino de luz, ¿no acabaría con la soledad de los que malviven, muy a su pesar, dentro de ella?
6/3/12
24.
Entre la necedad y la locura, ¿habrá otra posición que nos haga sentirnos salvados? A veces, por rechazo y huída de la primera, uno tiene la sensación de habitar en la segunda. ¿Representarán ambas acaso las dos caras de la misma moneda? Si al menos fuéramos tan audaces de pensar en otra manera de efectuar el trueque de nuestra vida. Si es que, después de todo, eso, la vida, consiste únicamente en un trueque.
23.
Cuando el hombre pretende un fin, ¿piensa en los imponderables? La mayor parte de ellos permanecen ocultos. Pueden intentar barajarse las posibilidades, pero tomar la decisión acertada no se nos revela con anterioridad. El cálculo es siempre arriesgado, incluso cuando se conocen los factores en juego. Pero los mecanismos que mueven e interrelacionan estos no se sujetan siempre a una norma, desbordando al propio sujeto y alterando el objeto. ¿Cómo saber, por consiguiente, si una decisión acertada está motivada por los pasos dados y no por inhibirse del recorrido? Frecuentemente es el azar quien decide, no obstante nuestros esfuerzos. Mala suerte, se suele decir ante un resultado negativo o no deseado. Pero si la opción elegida sale bien, los seres humanos se cuelgan la medalla para demostrar su heroicidad y la controladora capacidad de su don de artífices. La pretenciosidad humana es ilimitada.
5/3/12
22.
Hay días que trascurren como si fueran prolongación de los sueños de la noche anterior. Nada los diferencia. Son tan ilógicos y se muestran tan turbios que se diría que los guía la misma confusa y ajena corporeidad.
4/3/12
21.
Si tuvieras que elegir un color para retratar lo que ha sido tu vida, ¿cuál elegirías? ¿El sepia? ¿El gris? ¿El blanco y negro? ¿Kodacolor? Cuidado, que las sombras no se advierten siempre con facilidad. Piensa en las que ha habido en tu vida antes de elegir un color.
3/3/12
20.
Ordenar o no ordenar las fotografías del pasado. Esa idea tan tentadora de que al tenerlas colocadas en álbumes facilitas el ejercicio de la memoria me abruma un poco. Con esa actitud se catapulta también la nostalgia y la pesadumbre por los días que no se pudieron retener. Por el contrario, al dejarlas desparramadas por cajitas o carpetas, sin recordar con claridad dónde las dejé, cuando las encuentro lo que me provoca es sorpresa. Dar de improviso con ellas, como si no las buscara, me conduce a una dulce y conmovedora impresión de que las veo por vez primera. Con ese gesto revivo sin mala conciencia el tiempo fugado y me deleito en perseguir nuevas claves de interpretación.
2/3/12
19.
Hablar con un niño de cinco años supone para un adulto una fase nueva y sorprendente de aprendizaje. No sé cómo fue, tal vez estimulándole para que comiera. Se le dijo lo típico: qué bien comes, aunque no lo estuviera haciendo bien. En respuesta, el niño proyectó su autoestima. Sé comer, sé hablar, sé soñar, sé tener pesadillas...respondió con una sorprendente conciencia temprana de sus iniciaciones en la vida. Eso me hizo pensar en que no basta con ejercitar, consciente o inconscientemente, los actos, sino en tener sentido de ese ejercicio desde la primera infancia. Es admirable cómo se asienta en el niño un orden de importancia sobre los comportamientos más profundos de su cerebro. Me di cuenta también de que, no obstante los años que nos van consumiendo a los mayores, no dejamos nunca de asombrarnos. Lo paradójico consiste en que un niño pequeño obre, sin pretenderlo, con un cierto oficio de maestro sobre nosotros. Claro, queda la posibilidad de que fuera solamente una boutade refleja de la criatura.
1/3/12
18.
Si la violencia no es nueva en el mundo, ¿por qué nos la siguen ofreciendo como noticia? Una contradicción late en la etimología tradicional de los términos nuevo y noticia, que los enfrenta, aunque el periodismo mercantil se obstine en hacernos creer lo contrario. Para entenderlo, ¿habrá que preguntar por el precio y el beneficio que suponen su venta?
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