(Editorial Punto Reklamo. Varios Autores)
Adentro, ella aprieta contra su pecho y convierte en coraza la bolsa de mano barata, en la que no lleva sus recuerdos, ni regalos de boda, ni fotos, ni siquiera su anillo.
Amanece un día triste, desencantado, la luz brumosa apenas ilumina la estación mientras el conductor se prepara para el viaje. Afuera un hombre grita y ella se tapa los oídos. No más súplicas, ni ruegos, ni amenazas. Cinco años de su vida para desandar, se lo ha prometido a sí misma, los eliminará poco a poco como se borra la tiza de un encerado.
El ruido del motor la sobresalta al tiempo que amortigua los gritos del exterior. Se le han acabado los juramentos y las promesas, ahora empieza con los insultos. Los últimos pasajeros suben al autobús extrañados, preguntándose la causa de aquel escándalo. ¿Debería bajar?