Los últimos momentos del año se derriten y se nos escapan en un suspiro. La noche se viste de fiesta para despedirlo, el cielo lo envuelve en papel de regalo rojo, la luna es azul (o así la dicen cuando hay dos llenas en un mes) y los gatos que nos cruzamos van de gala con lentejuelas en los ojos. La noche es nuestra, otros se afanan en llegar a la hora a la cena.
Se escapan los malos momentos en un fundido en negro, sólo queda lo bueno que brilla como el más puro de los diamantes y es lo que nos ilumina hacia lo que empieza. Si hasta ahora hemos sido capaces de llegar hasta aquí, tened por seguro que llegaremos aún más lejos al próximo intento.
Puede que haya dificultades, que la lluvia, la nieve o la oscuridad quieran que nos detengamos. Pero somos más fuertes, no seguimos más estrella que la de nuestra voluntad y si en algunos momentos flaquea, habrá un amigo que nos corte el viento y nos de un empujón.
Gracias a todos por vuestros comentarios, por acompañarme en este camino. A ti por darme un empujón y a ti por cuidarme todos los días, por alegrarte por verme feliz cuando los demás sólo ven un loco, tty+.
Dos kilómetros por cada mes que se despide. Este fin de año no corro sobre la nieve, que la ha habido. Pero sobre el lienzo en blanco os deseo lo mejor. Un abrazo, y el año que viene ¡más y mejor!