lunes, 26 de enero de 2009

SAN FRANCISCO; COMO EN LAS PELICULAS

Uno de los viajes de trabajo de los que más he disfrutado fue la primera vez que fui a San Francisco. Una de las grandes cadenas de TV españolas iba a remodelar tooooodas sus instalaciones. Estábamos hablando de palabras mayores. Había que ir a visitar al fabricante en California. Yo trabajaba como integrador de Sistemas en España, pero cuando se ataca un proyecto de esa envergadura, hay que discutir las perspectivas de desarrollo, las posibilidades, etc, algo que solo se sabe si vas a las fuentes...y no siempre.

De entrada, acompañaba a mi cliente. Mi cliente, para según qué viajes, no viajaba en Business, viajaba en First. La verdad, pagar por un viaje el equivalente a si fuese y volviese 6 veces, no es Santo de mi devoción, pero si he de decir que las comodidades fueron pocas, mentiría.

En aquel viaje descubrí que me estaba perdiendo algo. Mi cliente, y estoy hablando de hace unos 10 años, tenía una agenda electrónica, una PALM. La agenda echaba humo en el trayecto de Londres a San Francisco. Decidí que aquello debía de ser algo interesante y, nada más volver a Madrid me compré una, y nunca he dejado de tenerla.

San Francisco entonces me fascinó. No solo la bahía, Sillicon Valley, Sausalito, Napa Valley....tambien la ciudad.

Allí tuve contacto, 10 años antes de saber de Zapatero, de lo que era una comunidad homosexual tremendamente activa. Visité los Twin Peaks antes de que Laura Palmer apareciese muerta. Descubrí Americanos de tercera generación que no hablaban una sola palabra de inglés (Un montón de los habitantes de Chinatown) y vi una ciudad fascinante y cautivadora.

Los tranvías que se movían a tracción mecánica, por medio de cables de acero bajo el pavimento me llamaron muchísimo la atención. Como hace dos siglos.

La impresión que en mí produjo Alcatraz me hizo recordar más de una película y odiar el sadismo del ser humano.

Hubo una comida que me llamó muchísimo la atención. Era una sopa de pescado que se tomaba por la calle cuyo continente era un pan individual y redondo que se le había vaciado de miga, y era exquisito.
Los tendidos eléctricos caóticos. Las cuestas.
Recuerdo un taxista al que le pedí que me enseñase la ciudad. Me trató de maravilla y le dí una propina acorde con el servicio. Pocas veces alguien me ha agradecido más en menos tiempo.

Y la Fiebre del Oro.

El fabricante al que íbamos a visitar estaba en la Sierra Nevada (Sí, como en Granada). Uno de los centros más importantes de búsqueda en el Siglo XIX. En un pais con tan poca historia como los Estados Unidos (Bueno, poca historia conocida para el hombre blanco, porque los Pieles Rojas lo han poblado desde hace miles de años), visitar estos parajes es lo más parecido que te puedes encontrar a un centro histórico en la vieja Europa. El paisaje era arrebatador, pero, sobre todo, la gente tenía ese carisma de pionero, 150 años despues.

Por supuesto, en la patria del marketing, os podeis imaginar que allí donde mirases, aparecía la Fiebre del Oro. Desde nombres de hoteles, a platos de restaurante, pasando por cualquier cosa que podais pensar.

Estuve alojado en un auténtico pueblo "del Oeste, del Oeste" y fue una experiencia fabulosa. La arquitectura idéntica a la de las películas, y no se veia artificial.
Desde entonces, he vuelto más veces y siempre me ha seguido sorprendiendo.

sábado, 24 de enero de 2009

RADIO TELECO

No nos juntamos a menudo, pero de vez en cuando, dado que a Quintanone le han extraditado desde Huelva a Madrid, y vive de martes a Jueves solo en el Foro, nos vemos a tomar unas cañas en el Colegio. Ayer nos volvió a convocar.

Acudimos Quintanone, el único vestido de romano, con corbata, Yogui, sufridor como siempre, el Mono, recien llegado de cazar Jabalís en Rumanía, Le Penn (Así llamado porque las malas lenguas dicen que calza como 23, poco más o menos), el Marqués (Por cierto, 23, ya le pagué los 20 Napos), Paco Pascual, con pantalón de golf entallado, que parecía que venía del hoyo 15, y yo.

Cayeron demasiadas cañas, muchas raciones que, aun no siendo como las de Antonio, no estaban mal ni mucho menos, e historias...las de siempre...y otras.Yo tengo en la recámara tantísimas historias de nuestra época de estudiantes, que sería comenzar y no parar.

Ayer salieron algunas como aquel día que 23, muy serio, salió de su habitación con los libros dispuesto a ir a la Facultad (No sé qué pastilla habría tomado) y se encontró al hoy Senador y parte de su troupe asando chorizos en el pasillo. Al preguntarle si se quedaba, 23 muy digno contestó que no y salió. Todos le miraron pensando dónde coño iba a esa hora.Al cabo de unos minutos, suponemos despues de salir a la calle y ver la pinta de la gente, 23 vuelve y pregunta:

¿Qué hora es?

Las 8 le contestan

Sí, ¿pero de la mañana o de la tarde?

Los seguidores de este blog, por las horas de los comentarios os podeis dar cuenta de que los hábitos horarios de 23, no es que hayan cambiado con los años.Pero, en ese microcosmos que era el Cisneros hace 25 años, hijoputas no faltaban.

Ayer salieron muchas historias, pero una de las buenas nos hizo reir. Por supuesto, mi intervención en ella, como en el resto de las historias de este blog, meramente circunstancial. Me limito a escribir lo que me cuentan, sin saber muy bien si fue cierto o no....;-)

Le llamaremos Menendez ¿o ya habíamos llamado Menendez a alguno?Menendez era un Nuevo de Huelva, moreno, pequeñito, estudiante de Caminos (¿O deberíamos decir Matriculado en Caminos para ser más precisos?).

Debido a su estatura, a Menendez se le comenzó a llamar Micro al segundo día de que durmiese en una de las diminutas habitaciones del Mayor.A Micro le he perdido la pista. Supongo que, como casi todos nosotros, hoy será profesional de éxito, con estrella. En aquellos tiempos lo más que podríamos decir de su porvenir, en referencia al Cosmos, es que se iba a pegar una leche que se iba a estrellar.

A Micro se le veía el carrerón a la legua. De su Huelva natal, de buenas notas y presunta responsabilidad, cayó en todos los vicios que alguien así, sin padres cerca y con el primer exámen a 4 meses vista puede caer. Partidas de Pocha a todas horas, mareos indecentes, cerveza, risas...y, por supuesto, no solo poca asistencia a clase, sino que el estudio podía esperar unos meses.

Los exámenes de febrero no pasaron con más pena que gloria, sino con una pena absoluta. No había que dar publicidad en casa. Junio quedaba lejano y se podía remontar. Eso sí, aquel aspecto de que...."con algún esfuerzo por su parte" no lo llegó a interiorizar.

Y llegó Junio.

Suspenso, suspenso, suspenso, suspenso...Nos quedaba el Cálculo infinitesimal para poder presentarnos en casa dignamente, con un aprobado y la consabida explicación de que Caminos era una carrera durísima, que estaban los mejores, que el cambio del colegio a la Universidad era grande...en fín, ¿qué quereis que os diga que no hayais dicho vosotros en alguna ocasión? (A estas alturas del relato, algún lector presumo se siente identificado con el mismo)

Eso sí, aquello de hacer algún problema para preparar el examen tampoco, que todos éramos muy religiosos y la Virgen siempre nos podía echar una mano.

Y llegó el día del examen. Y llegó la hora. Y llegó la hora de recoger el examen. Y llegó la hora de aparecer en el Colegio con una apariencia de fracaso absoluto y la súbita sensación de que ya estaba todo el pescado vendido y que la bronca en casa era irremediable.

Se desplomó en la cama con una sensación de toda la angustia que no había sentido durante el año, de repente en su cabeza.

En cada pasillo del colegio vivíamos 11 personas. Cerca de Micro vivía un estudiante de Málaga, de Teleco, le llamaremos "el Sucio". No busqueis la razón, por algo sería...o no, que ya os digo que por allí el "hijodeputus vulgaris" abundaba.

Sucio disponía de un pequeño trasmisor de radio, con un alcance menor a los diez metros, suficiente para hecerle la putada suprema a nuestro derrotado protagonista. Sabiendo que se encontraba en la cama, que el bacarrá era irremediable (bacarrá, dícese de la obtención de todos suspensos en un curso lectivo) y que le gustaba la canción de Gabinete Caligari "Camino Soria", la pincharon en el transmisor.

Entraron todos en la habitación de Micro:

"Micro, Micro, pon la radio ¡Que están poniendo "Camino Soria!"

"No jodas, es verdad, qué de puta madre"

Al acabar la canción, un locutor comenzó un apaño de Boletín de Noticias Universitarias. Despues de unas cuantas de relleno, suelta la bomba "el locutor"

"Según ha podido saber Radio Teleco, el tribunal responsable del examen de Cálculo de primero de Caminos ha perdido todos los exámenes. Seguiremos informando"

¡De puta madre! Exclamó Micro, a ver si no los encuentran.

Para tenerle enganchado a la radio empezaron a ponerle toda la música que le gustaba, por ejemplo Dire Straits.

Al cabo de un rato, otro "boletín informativo"

"Las noticias llegadas a Radio Teleco acerca del extravío de todos los exámenes de Cálculo de primero de caminos, debido a que ya no hay fechas para repetir el examen, indican que el Tribunal va a dar aprobado general"

El bote del Micro en su cama, nada tuvo que envidiar a los saltos de Sergey Bubka con la pertiga (Supongo que los jóvenes sabrán quien es el mejor saltador de pértiga de todos los tiempos)

Micro se encontraba en la Gloria. Ya estaba organizando una ronda de cañas en el bar cuando le hacen volver a su habitación

"Micro, Micro, que hay otro boletín"

"Radio Teleco ha podido saber que solo se han encontrado 3 exámenes de Cálculo de primero de Caminos. Estos exámenes serán corregidos. El resto recibirá un aprobado general. Los exámenes encontrados corresponden a Fulanez, Zutanez y....(Pausa tensa)....¡Menéndez!"

Micro no se tiró por la ventana del segundo piso porque le pararon. Con el tiempo llegá a conocer que esto fue una broma, lo que no estoy tan seguro es si alguna vez le perdonó a Sucio, y el resto de hijoputas lo sucedido

Y es que líbrame de mis amigos, que de mis enemigos ya me libraré solo.

sábado, 17 de enero de 2009

Y ME CREIA QUE ESTO SOLO PASABA EN LAS PELICULAS

Me dedico a vender allí donde puedo, que siempre es menos de lo que debería. Mi familia come de esto y las consideraciones políticas de según qué bloqueos es algo que me suele traer al fresco. Nos suele traer, diría yo.

Dichos bloqueos suelen estar basados en decisiones político-económicas, y los primeros que suelen atentar contra las normas del libre mercado son los Liberales a ultranza.

Cuando el Gobierno de Francia se oponía a la Guerra de Irak, no le era ajeno el volumen de negocio que hacía con el Régimen de Sadam Hussein, justo el que sus "amigos" americanos no hacían. (Ahora es al revés, por cierto)

La tecnología que intento vender, ni sirve para montar centrales nucleares, con sus bombas adosadas, ni hace que el "Imperio" pueda sentirse en súbito peligro. Esto me recuerda aquellos barcos que España intentó vender a Venezuela y cómo "nuestros aliados" nos prohibieron venderles la tecnología, al tiempo que ellos les compran miles de barriles de petroleo todos los días.

Estábamos intentando vender unos equipos para que los periodistas deportivos de un País de los que en la empresa llamamos "el eje del mal", pudiesen retransmitir los partidos de futbol dominicales. Dada la cantidad de equipos a suministrar tuvimos que invitar a 3 personas a que visitaran nuestra empresa, pudiesen realizar pruebas en fábrica, etc, debido a las trabas que, incluso con Embajada allí, hay que hacer frente en cualquier operación con ellos debido al bloqueo económico impuesto por cuatro listos que deciden que ya que ellos lo tienen complicado, se lo joden a todos y así cuando ellos puedan vender, habrá más a suministrar.

Si no se realizan esos trámites en fábrica y luego hay algún malentendido, solucionarlo puede ser eterno debido a trabas burocráticas internacionales. Y a mi empresa en general, y a mí en particular, los negocios me gustan a largo plazo. Los pelotazos están bien para los malos futbolistas. Me gusta que me compren una vez, se queden satisfechos y me compren muchas más.

Les atendimos como solemos. Estuvimos una semana con ellos, enseñándoles la fábrica y el proceso de producción, solventando dudas y comprobando la fiabilidad de los equipos. Por la tarde noche les sacábamos a pasear y a cenar, lo normal. Debido al País del qué venían, tampoco les hicimos una demostración completa del Madrid "la nuit", no sea que les gustase y se quedasen ;-) (A ver quién compraba luego)

Marcharon satisfechos y, al cabo de un par de meses, nos llegó el pedido el cual, nos llevó un trabajo logístico suplementario para que el sobrino aburrido del "Tío Sam" no se entretuviese demasiado con nosotros.

Insisto, es acojonante que tengamos que tener estas precauciones con un país con el que el nuestro mantiene relaciones diplomáticas plenas, a causa de las decisiones de dudosa soberanía universal que pueda llevar a cabo otro Gobierno.

Al cabo de medio año recibo una llamada de un responsable de un Ministerio (Perdonad que no sea más explícito, joder, blanco y en botella). Dado que tambien somos proveedores suyos, le atiendo. Me comenta que quiere realizar una encuesta interna de comercio y tecnología y que si puedo colaborar. Acepto. Dado que ese País en concreto lo atendía un comercial recién llegado, le pido que se una a la reunión que tendría lugar a la semana siguiente.

Recien llegada la persona, donde digo digo, digo Diego y en vez de ser de un Ministerio es de otro y lo que quiere saber es que hemos hecho esa semanita de marras con nuestros invitados. Por supuesto, me comenta que nos podemos negar a colaborar.

Si yo fuese abogado me hubiese puesto muy digno y estirado, pero como soy un pobre ingeniero, y a estos pavos les habíamos enseñado unos equipos, les habíamos llevado a comer y a cenar y les habíamos dejado en la puerta de las habitaciones de su hotel (Arroparlos ya nos parecían demasiadas atenciones), decidí saber un poco más en manos de quién estamos...y me quedé acojonado.

Sabía absolutamente todo. Sus nombres, vuelos, hoteles, restaurantes a los que habían ido. Cuando nos preguntó si, durante los días que habían estado con nosotros, les habíamos perdido en algún momento de vista, me dió la risa. (No acostumbro a entrar a limpiar el culo a nadie que no sea yo, por muy invitado que sea)

Señores, eso del Gran Hermano yo creía que era un programa de Televisión en el que, por cierto, tuve algo que ver en tiempos.

A partir de ese día, a la hora de acostarme, miro debajo de la cama, no sea que haya alguien espiándome.

martes, 13 de enero de 2009

CUANDO UN CHINO QUIERE QUEDAR BIEN...TE INVITA A PATO LAQUEADO

Os había contado como, Carmen y yo, habíamos hecho un viaje relámpago a Xi'An, porque mis socios chinos querían agasajarnos al día siguiente. Los chinos son así. Cuando estaba de trabajo con ellos preparando alguna oferta o sin tener invitados, no hubo día que no comiésemos chino rápido en bandejas que nos traían a la oficina. Lo recuerdo, no con agrado.

Sin embargo venía Carmen. Ellos querían demostrarle que me apreciaban, y qué mejor, que organizar un auténtico despliegue.

El Propietario de la compañía china era un hombre un tanto misterioso. Habiendo nacido y pasado su infancia en San Francisco, era incapaz de hablar una palabra de inglés. Aunque lo entendía más de lo que hacía creer. Siempre hablaba conmigo a través de Jin Shin, cuyo inglés era excelente. No compartíamos muchas veladas. El se dedicaba a los acuerdos entre bastidores. Acuerdos de los que yo nunca estaba al corriente, ni falta que me hacía. Bastante tenía con mi trabajo.

Ojo, no os vayais a pensar nada raro (o más común de lo que pueda parecer ;-) ). Estos acuerdos tienen que ver con el "Guanxi", las relaciones personales que son imprescindibles para hacer negocios en China.

Entre nosotros las cosas estaban claras, pero ellos querían demostrar su aprecio halagando a mi mujer, y lo consiguieron.

Me comentaron que querían brindar a Carmen una noche tipicamente Pekinesa. Que nos mandarían un coche a recogernos. En cuanto apareció el carro, creí morirme. Un "haiga" de torero, de esos que, en el morro del coche debían de poner un cartel, "esperen un par de horas que ahora llega el conductor". Dentro, cualquier lujo que os podais imaginar.

El chófer, el Sr. Shu, el conductor que habitualmente me llevaba y traía nos dejó en el restaurante más famoso de Pekín. El Qianmen Quanjude Kaoya Dian, al sur de la Plaza de Tian'Anmen, fundado en el año 1864. Este es un restaurante estatal, especializado en Pato Laqueado.

No os he dicho que, el Pato Laqueado, es uno de mis platos preferidos. A mí me gusta más el Pato del Restaurante del Hotel Ziyu, sitio que no es muy conocido fuera de los ambientes chinos, pero el del Quanjude la verdad es que no está mal.

Cuando nos bajamos del coche, nos encontramos en lo que Carmen definió como "un bingo". Un local enooooorme, lleno de gente, de gritos, con luces de colores al igual que una verbena, superanimado.

Como cualquier restaurante Chino, tenía la parte común y los reservados. Carmen, todavía no había ido a una comida china con chinos. No sabía lo que se iba a encontrar. Nos comenzaron a meter por pasillos y escaleras arriba y abajo, un verdadero laberinto, hasta que llegamos a una puerta cerrada. (Nunca hubiéramos podido encontrar la salida de emergencia en un incendio ;-) )Al abrir ésta, como en una película de la mafia, ahí estaba, Yin Jiang, sentado al fondo de la sala, todo dignidad. Se levantó para saludarnos al vernos entrar. Carmen estaba alucinada del escenario. La sala ya era otra cosa, no un bingo.

Nos agasajaron de manera palpable. El menú fue enorme. Eramos 5 personas. Si la norma estandar indica que hay que pedir un plato por comensal y uno más, aquí parecía que fuésemos a comer el doble de personas. Con Yin Jiang estaban mis dos compañeros de andanzas, Li Peng y Jin Shi.

Ellos querían que notásemos su calor y lo consiguieron. Yo creo que no he vuelto a tener una comida como aquella con mis socios. Hay veces que, entre nosotros, no es necesario según qué demostraciones, nuestras referencias son otras, pero solo falta que venga alguien para que la amistad se demuestre haciéndote quedar bien.
Los del restaurante nos hicieron entrega de un diploma en el que se atestiguaba que nos acabábamos de comer el pato doscientos y pico millones desde que abrieron el restaurante, diploma que no sé por donde anda, pero que Carmen guardó con cariño (Con demasiado cariño, pienso yo, ya que no aparece por ningún sitio). (Sí Jevy, este es tambien un restaurante frecuentado por más de un turista, antes de que lo digas)

A Carmen ya le expliqué que este despliegue, con ellos solos que no con clientes, era totalmente inusual. No sé si se lo acabó de llegar a creer. A partir de entonces, ¿me veia igual cada vez que cogía el 747 de Lufthansa vía Frankfurt?

sábado, 10 de enero de 2009

UNA MISA EN LA BASILICA DE SAN PEDRO

Teníamos ganas de ir con los niños de viaje. Ellos están empeñados en ir a Nueva York. Sabiendo las palizas que te das allí (Y más viajando conmigo que, lo que realmente me gusta es caminar), decidimos que les teníamos que poner a prueba. Roma nos parecía un destino cercano y lo suficientemente atractivo como para pasar la prueba con éxito. Si a esto se le suma la comida...un destino ideal para los niños. (Los penne a l'arrabiata, con perdón, spaghetti pommodoro y tiramisús que han caido...)

La primera vez que fui a Roma fue en el Viaje de fin de estudios de COU, con mis compañeros de Marias de Vitoria. Me pareció una ciudad caótica y...fascinante. Recuerdo, sobre todo, los coches tomándose los semáforos como elementos decorativos del mobiliario urbano.

Posteriormente he ido unas cuantas veces más, siempre por motivos profesionales.

Preparamos el viaje en tres días. A los niños la idea les pareció estupenda. Tomamos un hotel cerca de la Estación Términi. Sabeis que Roma puede pasearse practicamente entera. Lo único, las Catacumbas, pero para 4 días Roma ya es bastante con lo que te ofrece en el casco urbano. La ventaja de un hotel allí es que llegas directamente en tren desde el Aeropuerto. Y no es solo que es el método más barato de llegar, sino el más rápido.

Nos levantamos a las 3 de la mañana. El avión salía a las 6, lo que daba practicamente todo el día para ver cosas. Había hecho un plan para los 4 días y lo cumplimos a la perfección, y eso que lo dudaba bastante.

La cola que nos metimos en el aeropuerto fue de las que se recuerdan. Menuda organización la de Vueling. Cuatro vuelos a las 6 de la mañana y 5 mostradores para atender los 4 vuelos. Sabiendo que uno era para Tenerife, otro para pasajeros sin equipaje, otro para dejar el equipaje para los que tenían la tarjeta de embarque de internet, quedaban 2 mostradores para 3 vuelos. ¡Menuda locura!

Logramos facturar, volar, y llegar. A las 10'30 de la mañana ya estábamos pateando Roma. Había diseñado un itinerario para el primer día viendo Santa María la Mayor, San Pietro in Vincoli (El Moisés), Coliseo y el Foro, y el Monumento a Victor Manuel II.

Lo primero que me di cuenta es que, a medida que pasan los años, los semáforos van tomando más utilidad. Ya solo son de adorno por la noche. Tambien es cierto aquello que llaman, "la socialización del turismo". Ojo, no me quejo, pero ya es difícil ir a cualquier sitio si no es aguantando larguísimas colas con lo que es preferible planificar los viajes y ver sitios de interés pero, a lo mejor, no tan masificados, o escoger horas con menos gente que, al final, es lo que tuvimos que hacer.

Cuando llegamos al Coliseo vimos una cola tal que aunque era hora de "comida alemana", decidimos buscar una trattoria y probar suerte luego. Con la comida, los niños han disfrutado lo que no está escrito.
A mí me gusta la costumbre italiana del vino en garrafa, ya perdida en España. He tomado unos vinos bastante decentes para el precio que he pagado, allí donde he comido.

Efectivamente, a las dos de la tarde, la cola del Coliseo era bastante menor, y en 15 minutos estábamos dentro. De todos modos, mucha, mucha gente.

A la salida, dimos un paseo por el Foro. Me gusta muchísimo este sitio y, aunque se puso a llover, disfruté del Paseo. Al llegar a la Plaza Venezzia, ya los niños no sabían si los pies eran suyos o se los habían prestado.

Desde el viaje de COU no había vuelto a subir en Bus en Roma. Recuerdo de entonces que si los semaforos eran de adorno, los cobradores del bus....Y no ha cambiado nada. Bueno, sí, ya que no servían para nada, les han quitado. Al intentar pagar en el primer bus al conductor me miró como si estuviese loco. Supongo que los políticos italianos, ya que se lo llevan crudo, dan este pan de tontos para que todo el mundo se crea que pilla algo.

Nos habíamos levantado pronto. Eran las 6 de la tarde y la paliza había sido apreciable. Nos fuimos al hotel. Había echado el ojo a una pizzería famosa por sus vinos, además de por las pizzas, muy cerquita del hotel. El sitio, con más de cien años de antiguedad, no nos defraudó.

A la salida, les convencí para ver la Fontana de Trevi de Noche. LLovía mucho, pero todos cumplimos con el rito de lanzar la moneda. Dicho rito, no es tan antiguo como os podeis creer. Surgió a partir de la Película de Jean Negulesco, "Tres monedas en la fuente", en el año 1954, en la que tres americanas, de trabajo en Roma, arrojan tres monedas pidiendo tres deseos. El primero regresar, que es el que permanece.

Al día siguiente nos tocaba el Vaticano, o eso creíamos. No nos levantamos pronto y, al llegar a la Plaza de San Pedro, eran las 11 de la mañana. La cola para entrar en la Basílica daba tres vueltas a la Plaza. Menuda locura. No sabíamos si era por ser sábado o porque nos habíamos vuelto locos todos. Esto no podía ser, así que cambié los planes sobre la marcha y, despues de ver el Castillo de San Angelo, cruzamos el Tiber otra vez y nos fuimos a la Piazza Navona.

La Piazza Navona es como nuestra Plaza Mayor. Llena de tenderetes de comida y adornos Navideños, estaba petada de gente, pero por lo menos te podías mover. Los alrededores de esta Plaza me parecen bellísimos. Mi hijo estaba empeñado desde el día anterior en ver el Panteon de Agripa, muy cerquita, con lo que cambiamos otra vez el plan. La cúpula de este monumento, el mejor conservado de la Roma Imperial, es impresionante.

Comimos en una trattoria deliciosa otra vez y, a la tarde, saqué otra enseñanza. A los sitios turísticos hay que ir despues de comer.

Propuse ir al Vaticano y, como en el Coliseo, hubo suerte. No diré que no había nadie, pero en otros 20 minutos estábamos dentro de la Basílica.

Como tantas otras personas yo creo que perdí definitivamente la Fé despues de visitar Roma, tal es la ostentación de riqueza que hace la Iglesia. Sí, ya sé que podemos hablar de que la Iglesia no es Dios, o de que había que demostrar el poder de la Iglesia durante la Contrareforma pero tal despliegue me parece obsceno.

Tambien sé que estas maravillas se han conservado en gran medida porque pertenecieron a la Iglesia pero no puedo entender como a más de uno no se le ha caido la cara de verguenza a lo largo de los siglos al hablar de humildad, pobreza, etc, etc.

Hablar de la Basílica de San Pedro sería no parar en un par de semanas. ¿Qué se puede destacar? Nada, todo es tan hermoso y superlativo.

Juan A. quería subir a la cúpula, y lo hicimos. Hasta el techo de la Basílica en ascensor y, los siguientes 320 escalones hasta lo alto de la cúpula andando. Y tanto él como María, se portaron como campeones. Ver el baldaquino de Bernini, tan majestuoso, desde el interior de la cúpula, que parece una miniatura, te hace ser consciente de las dimensiones. Dios, toda esa cúpula decorada con mosaicos. La cantidad de gente que habrá muerto trabajando allí.

Yo tenía ganas de observar la Cátedra de San Pedro, pero estaba acordonada. De repente la abrieron, solo para asistentes a la eucaristía. Si París bien vale una misa...el disfrutar durante media hora, sentado, y tranquilo, de la Cátedra de San Pedro...¿Qué vale? Aparte de que no todo el mundo pueda decir que ha escuchado misa allí, claro....

El Domingo nos tocaba Piazza di Espagna. La primera parada, al lado del Hotel, en Santa María de la Victoria. La escultura de Santa Teresa transida por el amor de Dios....bueno, sé que soy un poco irreverente. No me hagais hablar de la marihuana o las calenturas más mundanas, que me dan ganas....

Esa escalinata hasta la Plaza, desde la Trinidad del Monte, es una auténtica maravilla. ¿He de decir que seguía petado de gente? Colas y más colas en las tiendas de Via Condotti, Gucci, LV, Prada, ....para que luego hablen de la crisis.

Por la tarde yo quería ver la Iglesia del Gesú, donde está enterrado S. Ignacio. ¡Menuda maravilla! No os voy a hablar otra vez del voto de pobreza....que no de miseria. La estatua de S. Ignacio cubierta en pan de plata, encima de su tumba recubierta de lapislázuli, solo puede observarse de 5,30 a 6 de la tarde. Entonces el cuadro que la oculta baja, y se muestra en todo su esplendor. Es una experiencia bellísima, pero no hablo de religión, a estas alturas ya no...

Nos quedaba un día entero, y habíamos de ver los Museos Vaticanos, y quería, si nos daba tiempo, pasear por el Trastévere, ver la Boca de la Verdad y, ya si todo se daba, acabar en San Juan de Letran.

Nos levantamos pronto pero, al llegar a los Museos había una cola de casi una hora. Lo peor no era aguantar la cola, sino que dentro, íbamos a ir como las ovejas. Y así fue. Ver la Capilla Sixtina siempre impresiona, pero si en vez de estar los ciento y pico cardenales eligiendo Papa en el Cónclave (Con llave, que es lo que quiere decir cónclave, cerrados), estás con otras 5.000 personas a la vez, la experiencia baja un poquito. De todos modos Juan A. salió entusiasmado, sobre todo del museo egipcio. Sí que es cierto que la labor de restauración de la Capilla ha sido impresionante. No tengo el recuerdo nítido de cómo eran los colores hace 25 años pero, los restauradores, han dejado en las paredes, partes sin tocar para que se pueda observar como estaba la pared. Negra del humo de los cirios, a lo largo de cientos de años. ¿Es posible que viésemos algo entonces? Yo la recordaba bellísima....

Ibamos a tener tiempo de ver el Trastévere. Este es un barrio menos alcanzado por el turismo, aunque ya llega. Tiene un sabor más provinciano y se puede pasear tranquilamente por sus calles estrechas y parar en una de sus terrazas a tomar un vino. Te recuerda la Italia meridional, con la ropa tendida, atravesando las calles y el adoquinado, que hace que andar con tacones por allí sea una tortura. Estábamos justo enfrente de la Boca de la Verdad. Solo teníamos que cruzar otra vez el río.

La Boca de la Verdad es una antigua escultura, juez inflexible que según la tradición, se tragaba la mano de aquel que mentía. Juan A. estaba aterrado. No sabía qué hacer por si la boca se quedaba con su mano. Cuando le llegó el turno metió la mano por la nariz, no fuese que la leyenda fuese cierta. Prefería sacar la mano llena de mocos...que no sacarla ;-)

Nos quedaba una horita y sí, quería ver S. Juan de Letrán. Había que apresurarse. He de decir que los niños se portaron como auténticos colosos porque no solo llegamos, sino que estuvimos más de una hora admirándola. Qué despliegue de belleza. A Letrán no había ido y me encantó.

Metí la mano en la boca de la verdad y con la misma estoy escribiendo. Para que luego digais que miento más que hablo.

jueves, 8 de enero de 2009

Y PARIO LA ABUELA

Si yo fuera una mala persona, como alguno creeis que soy, podría decir que no he recibido "la chose", y lo que es más importante, los 40 € de 23.

Si fuera miserable, podría decir que "la chose" la recibí, pero no los 40 Napos.

Como soy buena persona, allá donde las hayan, no solo constato que he recibido este presente con gran satisfacción, sino que, a modo de fajín, venía envuelto en dos billetes de 20 €.

Marqués puede pedirme el dinero con impunidad, que no me quedará más remedio que acceder a pagarlo.

Eso sí, no me resisto a constatar que el tiempo en la España profunda no pasa.. ¡Qué labor de orfebrería el embalaje de este presente!

Abrí el paquete de los Imperiales correos españoles y me encontré con un paquetito muy bien envuelto. ¡Lo que has aprendido, 23, desde tus años mozos! Antes eras casi incapaz de empaquetarte a ti mismo, en tu albornoz, recien levantado a la prudente hora de las dos y media del mediodía.

Hay varios tipos de gente según como abren los regalos. Los que van despegando con cuidado el celo para poder disfrutar más de la espera o, los que como yo, arrancan el papel para poder observar cuanto antes el contenido.

En una caja de pañuelos Guasch (Joder, 23, debes de ser el único que todavía usa moqueros Guasch), aparecía "la chose" que Marino le dió a 23. ¡La auténtica! A modo de cinturón doble refulgían dos billetes, nuevos, de 20 €. Serigrafiada aparecía la Leyenda "La Chose de Marino"

Para que no se moviese, hacía tope, bien doblado, un papel de envolver de Mercería Vicente. Dicha Mercería está, o estaba, eso 23 lo aclarará, en la Plaza del Caudillo. Si no pasa el tiempo por nuestros corazones.

El número de teléfono de la citada Mercería Vicente tiene 6 dígitos, comenzando por 32.

Esta escena me ha hecho preguntarme unas cuantas cosas. O bien Vicente compró papel de envolver hace 40 años a buen precio (Y en cantidad apreciable se entiende), o Vicente vende menos que catecismos en China, y no es cosa de tirar ese rollo de papel de envolver que puede durar otros 30 años, ahí es nada.

Esta imágen costumbrista, paquete de pañuelos Guasch, una mercería, ahora que todo se compra en el Carrefour (Cagfug que dice con su acento francés Jevy), la Plaza del Caudillo, un teléfono comenzando por 32 (Y no +32, Bélgica) me hace adivinar que en Flandes estás fuera de sitio, 23. Que tu verdadero lugar es en Los Montes, jugando al dominó despues de comer y, sobre todo, mucho más cerca de casi todos los que te queremos.

¿La Chose? en el lugar de honor de mi despacho.
Así mi mujer estará contenta...y yo tranquilo
¡Ah! Y gracias por el regalo, 23