El libro fue a estrellarse contra el cristal de la ventana, que aguantó firme el impacto. Cuando el tintinar de vidrios rotos no fue más que un temor sin fundamento, el bibliotecario abandonó su sitio en el sillón y contempló satisfecho su obra.
—No siempre se tiene tan grande honor –levanta del piso el viejo libro a medio despastar-: ser un par de moscas haciendo el amor y morir aplastadas por William Shakespeare.
Imagen: William Shakespeare en el piso, J. M. Ortizs Soto.
—No siempre se tiene tan grande honor –levanta del piso el viejo libro a medio despastar-: ser un par de moscas haciendo el amor y morir aplastadas por William Shakespeare.
Imagen: William Shakespeare en el piso, J. M. Ortizs Soto.