Hay amores y amores. Hay amores fugaces como las estrellas. Otros crecen lento y tienen raíces profundas. Los hay como los juncos, flexibles para aguantar el vendaval. Hay amores testarudos y amores infantiles. Hay algunos que son atrevidos y otros tan tímidos que por no hablar no llegan ni a existir. Hay también amores a los que le gusta estrellarse en el firmamento como estrellas que dejan esquirlas en el cuerpo, y otros que navegan mansos y llegan a buen puerto. Hay tantos amores como personas, tantas formas de amar como segundos. Porque cada amor es un mundo diferente. Qué digo un mundo! Un universo. Cada amor tiene su propia historia, su propio atlas, sus volcanes y sus terremotos, sus primaveras y sus otoños.
Cada amor crece de una forma distinta y por eso, en el amor, nunca hay que pedir consejo. Porque cada uno habrá amado de una manera. ¿Y qué pasa si su amor era tortuga y el tuyo caballo de carreras? Que un consejo mal dado hará que nunca llegues a la meta. Así que en el amor, como en la vida, lo mejor es que cada uno escriba su libro de instrucciones. Al amor hay que cuidarlo y hacerlo crecer, y cada uno sabe con que herramientas, con que piezas.
A mi amor, por ejemplo, le encanta crecer a base de besos y palabras. Y a veces me pide, caprichoso, que le regale algún que otro sueño para jugar. Yo acepto el trato sólo con una condición.
"Por favor, amor, nunca dejes de soñar".
Inconclusa (@Inconclusa_)
(Des)ahogándome
Y llegó el momento de (des)ahogarse en las penas. Que si tú, que si yo, quizás, y sí…? Y tantas dudas juntas que no dejan avanzar. Qué hacer con tu vida, qué fallos has cometido…El miedo eterno a depender. Y el pánico insuperable a que te quieran, a ser necesario. Y los pequeños placeres. Y los odios. Y los temblores en el vientre cuando te acarician en el cuello, o en el alma, que para el caso viene siendo lo mismo. Tantas bocas y tan pocas voces. Y en un beso, a veces, el silencio.
jueves, 18 de julio de 2013
miércoles, 10 de octubre de 2012
Soy
Soy un poco esto y un poco aquello.Un poco nostálgica y un poco feliz.Soy bachata,tango,rap y Sabina.Soy a veces bizcocho de melocotón y nata y a veces arepa. Soy vestido y tacones o sudaderas XXL. Soy la tímida que no se calla y la reservada que hace teatro.Soy la calma del monte en silencio y el ruido de las olas al romper contra las rocas.Soy lo antiguo de la aldea y la velocidad de la ciudad.Soy
la nostálgica del futuro y la que sueña con el pasado.A veces recuerdo con banda sonora y dejo el presente en silencio.Soy tan contradictoria como mis pensamientos,tan cambiante como mis gusto musicales.Tan inestable como las barcas pequeñas en la tormenta.Es tan fácil quererme como odiarme,tan fácil que quede grabada como que me olviden...
la nostálgica del futuro y la que sueña con el pasado.A veces recuerdo con banda sonora y dejo el presente en silencio.Soy tan contradictoria como mis pensamientos,tan cambiante como mis gusto musicales.Tan inestable como las barcas pequeñas en la tormenta.Es tan fácil quererme como odiarme,tan fácil que quede grabada como que me olviden...
lunes, 17 de septiembre de 2012
Suavecito (A ti)
Ella tenía miedo al compromiso,
y él un pánico desmesurado a la soledad,
y un día, sin planearlo, se encontraron jugando a amar.
Quererte fue tan fácil como respirar.
Apareciste de la nada, entre recuerdos con olor a viejo y a
infancia, y quisiste formar parte de mi vida. Lo hiciste, como dice la canción,
“suavecito”, poco a poco, para que yo no me diera cuenta de esa intrusión en mi
universo privado. Dije desde un principio que me gustaba la soledad. O más
bien, que tenía miedo a vivir acompañada. En compañía las cosas son más
difíciles, siempre hay que contar con opiniones ajenas, actuar con el cuidado
del que no quiere herir a nadie. Intenté apartarte, como había hecho con otros
antes, para no cogerte cariño. Pero eras tan testarudo, tan obstinado…
Tú también me dijiste que no querías compañía. Muchos
desengaños te habían dejado el corazón roto y el alma cuarteada. Sin embargo,
necesitabas desesperadamente sentirte arropado. Rechazabas las cuerdas pero
ansiabas cariño. Me decías que aquello era sólo un pasatiempo pero luchabas
porque durase. Estuviste ahí, en cada crisis existencial de esas que me dan,
para decirme que no pensase, que me dejase llevar. Escuchaste todas mis dudas,
todos mis miedos, y cuando me mantuve en silencio me tiraste de la lengua, para
que soltara todos aquellos anhelos que tenía incrustados en el fondo del corazón.
“Suavecito” fuiste haciendo que me dejara llevar. Serviste de bálsamo para mis
heridas, pero fuiste lo suficientemente inteligente como para no hacerme la
vida fácil. Me hiciste dudar justo en los momentos oportunos, para que no diera
todo por hecho.
Un día, sin quererlo, nos encontramos jugando a amar. Y se
me dibujaron sonrisas permanentes en la cara, y tus caricias se hicieron más
suaves, más profundas. Intentamos resumir en “te quieros” sentimientos que
desbordaban el alma, y como no lo conseguíamos, cubrimos nuestra piel de besos.
Aún así, a veces no parece suficiente para expresarlo todo. Y es entonces
cuando me gustaría hacer algo lo suficientemente grande, lo suficientemente
insensato, para demostrarte en un instante lo gigante de este sentimiento.
A veces hablamos de ello, de cómo surgió todo, de cómo nos
hicimos necesarios el uno para el otro. Y me confiesas que nunca te habías
sentido así, y yo te digo que sigo teniendo miedo, por lo desconocido de todos
estos sentimientos. Te susurro que, antes de conocerte a ti, querer, para mí,
significaba dolor. Tú me cuentas que por mí estás dispuesto a cambiar cosas que
nunca antes te habías planteado. “¿Te he tocado la fibra, no?”. Me miras. “¿Y
aún te das cuenta ahora?”
Aprendí a quererte como un pez fuera del agua. Yo sólo sabía
respirar a bocanadas. Tú me enseñaste a hacerlo “suavecito”.
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