Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos de Ben Marcus.
La editorial Jekyll & Jill nos ofrece un 2x1 porque el texto de Marcus además viene "con unos pinitos en pedantería a cargo de Rubén Martín Giráldez". Les faltó añadir más abajo: "a caballo regalado no le mires el dentado".
La premisa es que Ben Marcus escribe desde el sillón (¿agujero?) de escritor difícil o, según sus detractores, elitista. Cree que todavía se pueden hacer cosas nuevas, aunque eso requiere esfuerzo por parte del lector. El villano es Franzen, porque echa mierda a la literatura difícil, ya que considera que la dificultad es algo innecesario.
Podría estar de acuerdo con los dos autores, pero sobrevuela un dualismo un tanto rancio en ambas visiones. Hay muchos matices que determinan cuándo la dificultad es innecesaria y cuándo no. No se puede usar el mismo nudo para los cordones de unas zapatillas que para las amarras de un barco.
Marcus podría haber hablado de profundidad en lugar de dificultad. Hay muchas obras (Hesse, Camus, Kafka...) que logran una gran profundidad con elementos relativamente sencillos y eso es una virtud. Supongo que no le interesa entrar en ese tema, porque él no transita tanto la profundidad como la innovación literaria y ahí sí que solemos hablar de dificultad.
No estoy de acuerdo con Marcus cuando separa entre racional y sentimental, no creo que esa división sea relevante a la hora de valorar un texto. Hay obras puramente racionales que son basura. También contrapone realistas y posmodernos (experimentales), siendo Franzen portavoz contemporáneo de los realistas. No sé si hay que categorizar tanto, personalmente me guío más por sensaciones que por categorías mentales. ¿Podría decir que las imágenes que pone Marcus en mi cabeza son posmodernas y las que pone Franzen son realistas?, en muchos casos sí, ¿y qué? Nada de eso determina el valor de la obra. Puedo disfrutar Las correcciones igual que The Age of Wire and String y cada una de ellas tiene sus puntos fuertes y sus debilidades.
Lo cierto es que esperaba más ideas jugosas y menos ensañamiento con Franzen. Todo esto huele a envidia, ya que Marcus es consciente de sus logros artísticos y la poca fama y dinero que le han dado y Franzen es famoso y rico gracias a su obra. Me habría gustado algo más de independencia respecto a lo que opina Franzen, pero entiendo que la pasión de Marcus por el lenguaje y la literatura son evidentes y se sentirá ofendido y se habrá visto obligado a hacer una corrección a lo Franzen o Bernhard*.
*Marcus asegura que Corrección es el libro más difícil que ha visto, teniendo en cuenta el índice Lexile de legibilidad (aquí saco pecho porque es una de mis obras favoritas).
Me interesa el Marcus que dice que si Franzen quiere abandonar la dificultad no debería escribir sino dedicarse a algo que no tenga que ver con el lenguaje, que ya de por sí requiere más esfuerzo que el cine o el paintball por ejemplo. El problema es que, una vez más, las ideas asoman pero no están trabajadas más allá del escupitajo venenoso.
Epílogo:
El texto de Martín Giráldez es un batiburrillo pretencioso que no va a ninguna parte. Está únicamente movido por el ego del autor y sus ganas de brillar en el papel. Aquí su labor debería ser otra: ampliar y expandir las ideas que expone Marcus, algo que apenas hace. Entiendo que quiere complicarlo todo para seguir la línea que marca Marcus, pero no aporta nada. No hay un orden claro en las ideas. Supongo que es pereza estructural y narrativa; es más fácil lanzar todo lo que se pueda a la pared y esperar que algo se quede pegado ("throw things at the wall and see what sticks").