Anduvo toda su vida Santayana
soñando con viajes: posibles e imposibles, físicos e intelectuales, en el
espacio y en el tiempo, hacia otros cuerpos y por mentes extrañas. Dice,
incluso, que si algún día alcanzara el cielo, enseguida saldría a buscar sus
límites y se pondría a pasear por las afueras.
Entre
el cuaderno de viajes, el libro de memorias y el ensayo filosófico, la tercera
y última parte de la autobiografía de George Santayana Personas y lugares, publicada póstumamente bajo el epígrafe «Mi
anfitrión el mundo», es un compendio ejemplar de su pensamiento, su vida y su
escritura, unas páginas inolvidables que, junto con los maravillosos Soliloquios de Inglaterra, dan probablemente
la medida literaria más alta de su autor.
[...] Materialista platónico, hombre de
porte elegante como su prosa, se imagina uno al anciano Santayana caminando a
paso lento por la Riva degli Schiavoni o por el entorno de San Pietro in
Montorio, junto a la fontana Aqua Paola, apoyado en un bastón, vestido con traje
y sombrero, contemplando el delicioso cuadro veneciano de San Giorgio Maggiore
o asomándose al espectacular crepúsculo romano desde el mirador del Gianicolo.
Abismado en la observación de lo inmediato, en el hecho súbito de la
experiencia, como algo no adulterado ni explicado: imágenes impresionistas,
esencias de la belleza que llegan a través del aire, que también es -como
él mismo afirmó- una
forma de arquitectura.
Personas y lugares, vistas instantáneas del mundo que cautivaron su mirada al pasar y quedaron fijadas en su memoria.
Personas y lugares, vistas instantáneas del mundo que cautivaron su mirada al pasar y quedaron fijadas en su memoria.
PD: Siete años después del comienzo, quizá sea buen momento para hacer un cambio de título en el blog.