-¡Pero qué preciosa que estás, cuánto tiempo hacía que no te veía!-exclamé, mientras venía hacia mí y nos fundíamos en un cálido y largo abrazo. Me llegó su dulce perfume y lo aspiré. La observé, maravillada: llevaba un vestido rojo oscuro de satén que se ajustaba a su cuerpo, una hermosa gargantilla negra y los ojos maravillosamente delineados, que brillaban con fulgor,y una cálida y seductora sonrisa, junto con sus sonrojadas mejillas, la hacían aún más bella.
Me sonrió más aún y me cogió la mano con cariño.
-Puede que hiciera mucho que no me personara, ante tus ojos, pero chica, llevas sintiéndome ya una buena temporada, que a mí no me puedes engañar.-Dijo, y esta vez sonrió más pícara.
Me ruboricé y sonreí, contagiada por su encanto, era lo que tenía...
-Qué me vas a contar, Amor.-Suspiré.-Pero es que a veces parece tan difícil, a pesar de que te sienta tan...
-...¿Tan fuerte?-Acabó por mí.
-Sí.-Musité.-Como hacía mucho que no sentía...
-Pero mírame, por favor, si soy uno de los sentimientos más bonitos que existen... -me dijo, mirándome con ternura.
-Es cierto-dije, mirándola con detenimiento,y le pregunté ilusionada:
¿Y te ves así de bonita porque así de bello es lo que siento?
-Pues claro, tontita. Así que yo que tú no me preocuparía... Y me sentiría dispuesta a disfrutarlo... Pero cuidado, no te dejes cegar por Pasión, suele confundir las cosas a veces...
Le acaricié la aterciopelada mejilla y suspiré.
-Aunque vais de la mano, generalmente...
-Así es-me dijo, y acto seguido se ruborizó.-Pero niña, controla la intensidad de tus pensamientos que como venga se va a liar y tú tienes que centrarte un poco.
-Es verdad-admití, serenándome.-Aunque me ha gustado mucho verte, ratifica lo que siento...
-Y a mí verte de nuevo. Bueno, te dejo con tu parte racional de nuevo...
Nos despedimos con otro abrazo y en lo que se desvanecía la estela de su agradable perfume, la imagen de un chico se coló en mis pensamientos. Sonreí, suspirando de nuevo, respiré hondo y volví a mis apuntes.