miércoles, 21 de diciembre de 2022

Amor

 -¡Pero qué preciosa que estás, cuánto tiempo hacía que no te veía!-exclamé, mientras venía hacia mí y nos fundíamos en un cálido y largo abrazo. Me llegó su dulce perfume y lo aspiré. La observé, maravillada: llevaba un vestido rojo oscuro de satén que se ajustaba a su cuerpo, una hermosa gargantilla negra y los ojos maravillosamente delineados, que brillaban con fulgor,y una cálida y seductora sonrisa, junto con sus sonrojadas mejillas, la hacían aún más bella.

Me sonrió más aún y me cogió la mano con cariño.

-Puede que hiciera mucho que no me personara, ante tus ojos, pero chica, llevas sintiéndome ya una buena temporada, que a mí no me puedes engañar.-Dijo, y esta vez sonrió más pícara.

Me ruboricé y sonreí, contagiada por su encanto, era lo que tenía...

-Qué me vas a contar, Amor.-Suspiré.-Pero es que a veces parece tan difícil, a pesar de que te sienta tan...

-...¿Tan fuerte?-Acabó por mí.

-Sí.-Musité.-Como hacía mucho que no sentía...

-Pero mírame, por favor, si soy uno de los sentimientos más bonitos que existen... -me dijo, mirándome con ternura.

-Es cierto-dije, mirándola con detenimiento,y le pregunté ilusionada:

¿Y te ves así de bonita porque así de bello es lo que siento?

-Pues claro, tontita. Así que yo que tú no me preocuparía... Y me sentiría dispuesta a disfrutarlo... Pero cuidado, no te dejes cegar por Pasión, suele confundir las cosas a veces...

Le acaricié la aterciopelada mejilla y suspiré.

-Aunque vais de la mano, generalmente...

-Así es-me dijo, y acto seguido se ruborizó.-Pero niña, controla la intensidad de tus pensamientos que como venga se va a liar y tú tienes que centrarte un poco.

-Es verdad-admití, serenándome.-Aunque me ha gustado mucho verte, ratifica lo que siento...

-Y a mí verte de nuevo. Bueno, te dejo con tu parte racional de nuevo... 

Nos despedimos con otro abrazo y en lo que se desvanecía la estela de su agradable perfume, la imagen de un chico se coló en mis pensamientos. Sonreí, suspirando de nuevo, respiré hondo y volví a mis apuntes.


jueves, 8 de diciembre de 2022


Esta vez vino a mí vestida de gris y azul, con su sempiterna comisura caída. Lo cierto es que ya llevaba tiempo sin verla...
-Vaya, en realidad hace ya que no nos vemos, Tristeza.-Le dije.-A ver, qué te trae a mí hoy, cuéntame.
Se colocó hecha un ovillo a los pies de mi cama y se rodeó las piernas con los brazos. Pobrecilla, se veía tan pequeña... Me acerqué a ella y la abracé, y noté cómo de inmediato sus lágrimas me mojaban la camiseta. La apreté más fuerte y sonreí levemente.
-Ya, ya... Vamos, suéltalo todo, si es que nunca aprendemos, ¿verdad?-la caída de sus lágrimas me indicaba el motivo de su llanto.
 -No, si es que...-continué.- Maldita naturaleza intrínseca de cuidadoras que tenemos, parece que es un defecto, cómo cuesta desaprender. Pero cuaaantas veces te he dicho que primero tú y después tú. O sea... Nosotras. Venga, venga, pequeña, suénate... Le acerqué unos pañuelos y me agradeció el gesto restregándome cariñosamente su cabeza. Se sonó bien la nariz y se secó las lágrimas. Le ofrecí un poco de chocolate caliente que bebió con gusto. Me quedé un buen rato abrazada a ella, meciéndola hasta que sus sollozos cesaron definitivamente y se quedó dormida. Le acaricié el pelo, y lentamente se desvaneció entre mis brazos y desapareció. Curiosa sensación, pues cuando la evitaba en algún momento explotaba, se apoderaba de mí y nos sentíamos fatal, o mutaba hacia Enfado o Ira, pero al final, en tibio abrazo hemos aprendido a convivir y escucharnos y vamos aprendiendo a no llevarnos mal... Hasta otra, Tristeza.