lunes, 28 de diciembre de 2015

El libro de Sombra (o como sentir un montón de emociones contrapuestas que se concentran en un libro genial)


Ante todo tengo que decir que: "si tú eres Sombra, yo seré Secuoya." :p

Generalmente no se me ocurriría hacer entradas en mi blog acerca de libros. Y me ha nacido la idea de escribir algo sobre este nada más terminarlo porque...porque me ha ganado.

En primer lugar porque su autor, aparte de escribir fenomenal  (es así y no lo digo porque sea tan afortunada de conocerlo) ha sabido juntar ciertos momentos del libro de cierta tensión y de todo lo contrario con unas canciones muy buenas que te hacen adentrarte aún más en la historia, en los momentos de los protagonistas, en sus recuerdos...

Y en segundo lugar y no menos importante por la historia en si. Porque es una manera sobresaliente de continuar con lo empezado en el libro anterior. El Ivo hierático, valioso y temerario da paso a un Sombra fascinante y sorprendente.

Para mi ha sido toda una experiencia, ha sido como tomar un plato que tuviera una explosiva mezcla de sabores... con sus amargos, sus dulces, sus ácidos... Este libro es una mezcla de todo eso. La agresividad, todo lo malo que el ser humano lleva dentro mezclados con ciertos momentos de más ternura, y con ese... mortal estupendo que da nombre al libro. Sombra me ha enamorado. Sin duda. Aquí comparto una preciosa canción que me emociona al recordar cierto pasaje del libro... Sombra, me has ganado. Y querido autor, me quito el sombrero: ABSOLUTAMENTE RECOMENDABLE.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Samba


Estaba sentada, mientras miraba a esas morenas y desmpapanantes chicas con minivestidos moverse al ritmo de lo que parecía ser samba... cómo no: samba, si estábamos en la caseta de Brasil, qué iba a sonar, qué iban a bailar... pero la caipirinha me había atontado un poco el cerebro.

Así pues, seguí bebiendo ensimismada sin prestar atención a la conversación que tenían las dos chicas con las que me había animado a salir al final, después de unos cuantos días encerrada. Me levanté, un poco mareada por el exceso de alcohol de aquella noche para echar un vistazo alrededor y vi a unos chicos llenos de tatuajes y muy depilados que estaban bailando en el centro de la caseta, pero que no paraban de sonreír. Habían atraído la atención de parte de la gente que había reunida que los observaba. No era raro:  la verdad es que lo hacían muy bien y desprendían mucha alegría y contagiaban ganas de bailar por más que no tuvieras ni idea. Bueno, eso era algo típico de las gentes de allí.

Me dirigí hacia la barra con intención de invitar a las chicas a una copa ya que sorprendentemente disponía de bastantes fondos aquella noche, cuando noté que me tocaban el hombro. Y justo en ese momento empezó a sonar un canción bastante conocida en portugués pero que ya tenía sus años. Me giré y me encontré con uno de los chicos que había estado bailando.

-¡Hola blanquita!-me dijo, muy amigable. Yo me reí: sí que era blanquita si me comparaba con él: tan reluciente, tan bronceado, tan tatuado. No me gustaba mucho físicamente, pero había que reconocer que era un chico muy simpático, así que le dije:

-¡Hola, morenito! Bailas muy bien.

-¿Tú sabes bailar samba?-me dijo, sin siquiera preguntarme mi nombre ni nada, lo cual me desconcertó un poco.

-La verdad es que no tengo mucha idea...

Me cogió de la mano sin cortarse un pelo.

-¡Venga bonita que te enseño!

Le miré divertida, la verdad es que estaba un poco aburrida... ¡qué más daba una clase de samba gratis! Total no tenía otra cosa mejor que hacer...

-¡Está bien!

El chico sonrió más aún y me arrastró a la pista de baile. Se acercó mucho a mí, agarrándome de la cintura, y me dijo:

-Esto es muy fácil, es sobre todo ritmo y mover los pies...

Intentaba copiar sus movimientos, pero él tenía demasiada gracia para mi torpeza en aquel momento.

-¡Ay, qué difícil es esto!-me lamenté, mientras me perdía tratando de seguir sus pasos.

-¡No mires mis pies!-me dijo, subiéndome la cara.-Mírame y déjate llevar.

Yo le miré a esa cara sonriente, de dientes perfectamente blancos y ojos oscuros y lo intenté. Noté la música fluir y me dejé llevar y todo fue mejor.

Como todo en esta vida, cuando te tranquilizas es cuando te desbloqueas, empiezas a soltarte y avanzas.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Ígnea envoltura que no quema, aliento abrasador que no derrite, fuerza increíblemente cálida, protección, mano que sostiene la mía, amor.








En resumen... Fénix :)

domingo, 1 de noviembre de 2015

Cosas que joden (entrada furiosa)



"El campesino cuidaba muy bien de la vid y esta creyó que la quería mucho, pues la apuntalaba con ramas.
Tendré que recompensarle con buenos racimos, pensó ella.
Y la vid trabajó con tesón y produjo mucha uva. Pero después de la vendimia el campesino le quitó de golpe todos los palos y puntales, y la pobre vid se desplomó. Luego, con su hacha, el campesino hizo pedazos la planta, la llevó a su casa y la arrojo al fuego.
Así premian los ingratos en ocasiones los servicios recibidos."

Y con este microcuento que leí en mi infancia que viene muy al caso, comienzo esta entrada para desahogarme.

Intenta hacer bien las cosas con una persona, preocuparte por ella, darle tu apoyo, apreciarla, quererla, estar ahí de la mejor manera posible a pesar de todo lo que ha pasado, de las circunstancias, porque lo más importante es lo que te ha aportado y lo mucho que significó para ti...

¿Y cómo te lo devolverá? Pues está claro... Pasando de ti olímpicamente y olvidando prácticamente que existes: así premian los ingratos lo servicios recibidos.

Ese tipo de personas cuando ya no te necesitan, te tiran a la papelera, no te quieren, pasan de ti. Qué maravilla, ¿verdad? Realmente maravilloso. Y las palabras siempre SIEMPRE se las acaba llevando el viento. Y lo peor no es eso, no... LO PEOR es que no tienen siquiera los huevos necesarios para encararte y decirte que quieren cortar todo vínculo contigo, que no quieren saber nada más de ti, dejando todo en una dolorosa e inquietante incertidumbre. Pues qué bien oye, de verdad, que se pare el mundo que yo me bajo, que ya estoy cansada de decepciones y sólo de pensar en lo mucho que me queda por tragar me deprimo. Tan joven y tan quemada que estoy ya en algunos aspectos, joder.



viernes, 30 de octubre de 2015

Cosas que pasan


Tenías que coger el autobús, tenías que irte, pero yo sabía que estabas si no enfadado al menos molesto o disgustado conmigo.

-¿Que no es así? Claro, y ahora voy a ser yo el que se inventa las cosas...-dijiste, mirando hacia otro lado.

Quedaban cuatro minutos para que cogieras tu autobús. No dejabas de mirar el móvil para comprobarlo.

-Me voy, que ya llega.-Intentaste darme un beso...un beso raro, casi carente de cualquier sentimiento.-Ya hablaremos.

-Eso espero, si tú quieres-o algo así te dije, enfadada.

Y acto seguido te marchaste, sin mirar atrás.

Quedaban diez minutos para que llegara mi autobús. Y a pesar de entender que tenías que irte me sentía fatal por dentro, porque te habías ido, porque no habíamos solucionado lo que pasaba y me encontraba... a mil jodidas millas de estar bien. Así que nada más irte lloré a moco tendido, te maldije por dejarme sola, y hasta te odié un poco...

Un muchacho negro se me acercó, y me dijo algo cuando quedaban cinco minutos para coger el autobús. Que si estaba bien o me pasaba algo, me preguntó en inglés. Tuve que quitarme los cascos para escucharle. Le agradecí su preocupación, le dije que había discutido con mi novio y que estaba triste porque no me gustaba estar mal con él, bueno, a grandes rasgos era eso, no dije ninguna mentira.

El autobús llegó. Por fin. Entré secándome las lágrimas, pasé la tarjeta por la máquina y me senté. Casi de inmediato saqué el móvil y te escribí unos whatsapps... pero nada, no obtuve respuesta. Luego llegué a casa, me cambié, me puse cómoda, bebí un poco de agua, me metí en la cama y miré el teléfono con la vaga esperanza de que me hubieras dicho algo... pero por desgracia no fue así.

Pasó un rato. Te escribí más, por facebook, porque te vi activo y pensé que lo mismo por ahí tenía más suerte.Y también más por whatsapp. Pero nada.

Empecé a sentirme muy mal conmigo misma, por mis sentimientos, por todo lo que había pasado, por ser como era, por mis reacciones, porque te fueras, por todo. La ansiedad estaba ahí, acechándome. De hecho después de decirte que me iba a dormir y darte las buenas noches (sin obtener respuesta tampoco) empecé a notar que me costaba trabajo respirar, y me vino otro torrente incontrolable de lágrimas. Tanto fue así, tanto me preocupé, tan asfixiante y horrible era la sensación dentro de mi pecho, que me tuve que tomar un calmante algo fuerte para serenarme... Y entre lágrimas me fui sosegando y conseguí dormir algo. Dormir para olvidar, dormir, simplemente dormir. Dormir suele ser la solución para ese tipo de problemas. Llegó el día siguiente, todo se resolvió. No te culpo porque pensaras que lo mejor era no decir nada por necesitar analizar tus sentimientos respecto a lo que sucedió...

Pero bien es cierto, que una virtud o un defecto que tengo, es no soportar estar mal con aquellos a lo que quiero. Con eso no puedo.

jueves, 22 de octubre de 2015

Réquiem por los recuerdos


Estoy componiendo un réquiem. Una pieza triste para hablar de algo triste. Una melodía agónica y frágil que describa con elegancia la tristeza inexplicable pero cierta de perder a quien amas, o amaste. Será tétrico, dramático, con sonido de lágrimas derramadas de fondo para ponerle la guinda.

Me alejo de la idea del réquiem.

Confusa, cavo un hueco en la tierra. Saco tierra, cada vez más tierra, palazos y más palazos que ven desaparecer y aparecer tierra húmeda. Tiene que ser un hueco profundo para que quepa un gran féretro. Abro el ataúd de mis sentimientos. Está vacío, aún no los he metido en él. Me inclino contemplando la pulida e impecable superficie de madera en la que me reflejo y una muchacha me devuelve la mirada asustada... ¿Seguro que quiero hacerlo? En realidad sí... Sé que es lo mejor para mí aunque sea un trago duro, difícil y amargo.

Prefiero recordarlos y llorarlos por cómo eran, vivir con ese dulce eco, antes de que se convirtieran en desconocidos, en personas distintas. Pero la gente cambia y no podemos evitarlo, es el curso natural. Por más que yo impidiera, o más bien tratara de impedir que el curso de los acontecimientos no alterara lo esencial, no soy tan poderosa, sólo soy una humana. Sólo puedo resignarme, pensar que lo intenté. Dejo pues que lenta y dolorosamente los sentimientos y los recuerdos vayan saliendo de mí. Las sonrisas más dulces y sinceras, las miradas de agradecimiento, los cálidos abrazos, lo besos apasionados, las reconciliaciones, los momentos maravillosos, los detalles, los gemidos de placer, los momentos eróticos que sonrojarían al más lascivo, las canciones, lo compartido y lo vivido. Hay tantas cosas hermosas ciertamente que casi no me caben dentro, hay demasiado.

Pero nosotros no podemos decidir el curso de las cosas, muchas veces lo único que podemos hacer es aceptarlo. No sabemos qué sucederá, ni lo que pasará en el futuro ciertamente. La vida da muchas vueltas, es todo lo que sé, un día estamos aquí y el otro pues a saber. Guardo con ternura los últimos recuerdos, los último abrazos y las últimas sonrisas con el deseo profundo y sincero de lo mejor para cada uno de ellos. No está dentro de mí el rencor, quién elige lo correcto o lo que no. Eso entra en la perspectiva y las decisiones de cada uno. Es totalmente personal.

Cierro la tapa del ataúd que cae con un ruido sordo y fuerte. Ya está hecho. Y ahora, que suene el réquiem por los recuerdos... la caída de una lágrima y la tierra golpeando el féretro.

domingo, 11 de octubre de 2015

Sáciame


Quisiera matarte y tener el poder de resucitarte para acabar contigo una y otra vez de las maneras mas crueles que se me ocurrieran y repetir el proceso todas las veces que quisiera. Ahogarme bebiendo tu sangre derramada con avidez hasta que se calme mi sed de venganza... Hasta que todos los litros de agua que he derramado por tu culpa se vean compensados por la sangre que beba de las heridas que haría en tu cuerpo, chupando todos tus cortes. Disfrutar tu agonía, tu último suspiro, el último golpe de calor de tus mejillas.
Resucitarte y volver a matarte. Resulta tan delicioso imaginarlo... tan simple, tan fácil... matarte.
Equilibra mi sufrimiento por ti dándome tu sangre.
Quid pro quo.
Lágrimas de dolor por sangre.


lunes, 14 de septiembre de 2015


Toda decisión y todo acto conllevan un resultado. Acción y reacción. Es el juego de la vida. Y no siempre te tocan las mejores manos. Las manos son los momentos que nos toca vivir. Unas mejores, otras peores. Es entonces cuando toca decidir ¿Sobreponerse y esperar a lo que vendrá, o abandonar? ¿Pasar o subir? Que te toquen malas manos no significa que vayas a perder todo necesariamente... Siempre puedes esperar algo mejor. Pero si te quedas estático y no arriesgas nunca no sabes lo que podrías ganar.

"Quien obra puede equivocarse pero quien no hace nada esta ya equivocado."

Sí. Así suele ser. ¡Y así es!
No quiero que la vida pase y observar. Quiero ser parte activa, quiero vivir. Actuar.

Así que lo veo. Y subo la apuesta.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Podría


Podría echarte en cara todas las veces que te he necesitado y no has estado ahí.

Podría echarte en cara todas las veces que me he sentido rechazada por ti, fuera o no tu intención de hacerlo.

Podría manifestar una indiferencia, frialdad y pasividad supremas hacia ti, tal como tú la sueles mostrar a menudo, y después recriminarte porque me reprocharas esa actitud.

Podría elegir odiarte y desecharte al cajón más oscuro, triste y lóbrego de mi memoria.

Podría expulsarte de mi cabeza por todos los recuerdos negativos, toda la tristeza, todo el daño que has causado en mí sin darte cuenta. Por todo el amor que volqué sobre ti y no sentí que se me correspondiera.

Podría, podría tantas cosas... tan negativas, tan destructivas que sólo permiten la tranquilidad de un desahogo momentáneo a costa de pagar el precio de sentirte mal durante mucho tiempo...

Pero no lo haré. Porque tú no me hiciste nada, excepto ser como eres. Y eso, créeme que lo tengo bien presente. Porque en tiempos oscuros cuesta demasiado poco girar la cabeza hacia lo negativo olvidando todo lo bueno, pero lo bueno es más brillante aun así. Lo bueno me hace sonreír aunque sea con cara de circunstancias ahora mismo. Miro hacia ese fuego pequeñito, me resigno y contengo una lágrima.

En fin, supongo que podría... pero no lo haré porque todo está en mi cabeza, porque esas emociones son solo mías. FUERON solo mías. Y aunque solo son una leve espinita comparadas con lo que fueron... pincha, y el pinchacito duele. Pero me recuerda que estoy viva, y lo agradezco.


lunes, 3 de agosto de 2015

Eras la música del alba, la lluvia cuando estalla...



Cuando me enteré quise morir. En pocos momentos en mi vida he deseado la muerte tanto como en ese. Era un deseo irracional pero sentir tanto dolor me había dejado sin capacidad de pensar y la muerte era la única alternativa viable que se me ocurría para acabar con tanto sufrimiento.

Jamás imagine que tu partida iba a doler tanto, a sentirse tanto, a provocar un vacío tan atroz dentro de mí que a veces me recuerda que no estás y llena mi corazón de tristeza.

Te veo en tantas cosas....veo un órgano y me acuerdo de ti porque mi madre dice que eras un genio tocándolo... veo el alfabeto griego y recuerdo esa clase que me diste una tarde de verano cuando viniste a vernos y me regalaste los diccionarios de latín y griego cuando te enteraste de que iba a hacer el bachillerato de humanidades. Estabas tan feliz por mi decisión... y querías ayudarme en todo lo posible.  Y además un manual de morfología griega, otro de morfología latina y un tratado de filosofía. Que están bien guardaditos y que a veces consulto.

Cuando tomo sopa recuerdo que siempre le echabas un poquito de vino para tomarla.

Pocas personas ha habido, hay y habrá tan generosas, entrañables, de tan buenos sentimientos y tan polivalentes y sabias como tú.

Espero que el amor que te seguimos teniendo te acompañe allá donde estés.

Te quiero.

jueves, 30 de julio de 2015

Saturación

En mi interior, me sentía saturada de él.
En realidad era por dentro y por fuera, algo tan placentero como cruelmente agonioso y torturante, todo mi cuerpo olía a él, el viento jugaba con mi cuerpo arrastrándome, empujándome al igual que él lo había hecho antes. Su fragancia estaba en cada centímetro de mi piel, de mi cabello…

Podía sentir en mi intimidad la sensación del sexo reciente, a pesar de que hacía sólo unas cuantas horas que había estado con él era como si lo reclamara, como si sintiera un vacío urgente que llenar, no paraba de lubricar y lubricar. Me venían constantes recuerdos a la cabeza: su cuerpo apretándome contra la pared y sus brazos dominándome de esa manera que me volvía loca. Su boca apresando la mía y diciendo justo lo que tenía que decir para que me derritiera de deseo y me entregara a él, con toda mi pasión y desnudez. 
La sensación de quitarme de encima todo aquello que me recordara a él era igual de insoportable que la de quedarme con su aroma pegado a mí, adherido a todo mi cuerpo. Mis ojos no podían parar de llorar, resultaba desquiciante, irritante, apabullante, angustioso, horroroso. Todo ello era una mezcla que me hacía perder la cordura, todo él era pérdida de cordura para mi dañada mente.

Lo deseaba y a la vez lo detestaba tanto en ese momento que quería torturarlo y a la vez follármelo hasta que perdiera el conocimiento, quería enjaular mi aroma dentro de su nariz para que se extasiara de él, se embriagara, le volviera loco y le abandonara, y después se torturara con la sensación de desear y no poder, como yo me siento ahora que escribo en pasado a pesar de que todo esto ha sucedido hoy por la mañana.

Una tras otra siento las puñaladas del mejor y más exquisito placer, que no por ello dejan de ser puñaladas y por ello duelen hasta perder la razón y enloquecer. Incluso el olor a nicotina de sus cigarros de liar está adherido a los dedos de mis manos… no lo puedo soportar. Que esté conmigo, o que se vaya para siempre desaparecer, porque no podré soportar de nuevo esta desquiciante sensación otra vez. Angustia, deseo, angustia, deseo… agonía en el vacío del centro de mi cuerpo, en mis ojos húmedos que no paran de llorar,  y en el corazón que late lento pero fuerte dentro de mi pecho…

jueves, 9 de julio de 2015

Hoguera

El momento se acercaba, se olía en el ambiente. Aspiré el aire mientras veía con una sonrisa cruel cómo se calcinaban lentamente sus cuerpos arrojados uno a uno en la enorme hoguera que serviría de ofrenda al Dios. Observé que mi compañero y ayudante se dirigía hacia mí limpiándose las manos con una toalla, el cuerpo desnudo de cintura para arriba chorreante de sudor, un brillo de maldad y satisfacción en sus ojos. Verlo así me excitó terriblemente, notaba las punzadas del deseo acudir a mi entrepierna con rapidez, pero me serené y le miré con determinación.

-¿Has acabado con todos ya? ¿Todos estos infieles han sido sacrificados y ofrecidos al Martillo?-le pregunté, mientras mis ojos barrían la playa y observaban que el sol, rojo como un rubí se hundía lentamente en el horizonte y hacía caso omiso de los alaridos de dolor procedentes de la hoguera mientras aquella veintena de personas ardía lentamente.

-Sí, esos idiotas pronto no serán más que un montón de cenizas… y tú y yo…-me dijo, acercándose peligrosamente.-Habremos cumplido más que sobradamente con el Martillo y podremos…-Noté como su poderosa mano me rodeaba la cintura y me apretaba contra su cuerpo.-Entregarnos a otros placeres-susurró, mientras buscaba apresuradamente mis pechos dentro de la túnica. Tomó uno y lo apretó. Inevitablemente gemí, porque nada me apetecía más. Pero aún faltaba una cosa más para completar nuestra misión.

-Espera-le dije, separándome de él haciendo un gran esfuerzo.-Tiene que ser consciente de que lo estamos haciendo bien.- Miré en dirección a la hoguera poniendo los ojos en blanco mientras notaba que los últimos gritos de dolor se extinguían…era una melodía de placer para mis oídos el escuchar cómo aquellos indignos ardían en el fuego purificador. Noté como mi cuerpo se cargaba de energía. Alcé los brazos notando como el poder del fuego me inundaba. Y la hoguera creció, adoptando unos tonos de color violeta.

Miré mi trabajo con satisfacción.

-Ahora sabrá que esta hoguera es la suya…

Apenas había terminado de decir eso cuando noté sus manos rodeándome por detrás y su aliento cálido en mi cuello poniéndome la carne de gallina.  Con un gran esfuerzo me escapé de su abrazo y dándome la vuelta lo encaré, agarrando su pelo. Sus ojos me miraban con el mismo deseo que me ardía en el fondo de las entrañas.

-Y ahora… nos toca a nosotros.-Susurré, introduciendo mi lengua en su oreja.


Su boca empezó a murmurar obscenidades que sabía que me volvían loca y ahí el escaso control que tenía de mí misma se desvaneció al mismo tiempo que mi túnica desaparecía arrancada de mi cuerpo, y dimos rienda suelta a nuestra propia hoguera de deseo sobre la arena, al lado de la hoguera crepuscular.

martes, 30 de junio de 2015

Es un lujo que existan personas con las que se pueda disfrutar del silencio, simple y llanamente. Porque cuando estás bien, cuando te sientes bien, tranquila, a salvo, sobran las palabras.

Solamente... Silencio.

sábado, 20 de junio de 2015

Los cactus playeros molan. Un día maravilloso. Un día que simplemente por SER merecía una entrada en mi blog. Porque definitivamente ha sido. Gracias.

jueves, 18 de junio de 2015

El espejo me devolvía una imagen que en realidad no existía

Cogí mi hacha que estaba colgada de la pared. Estaba fuera de mí y había llegado el turno de tomarme la justicia por mi mano. Ya no aguantaba más. Teñí mi cara con tizones negros. Afilé bien mi arma de guerra. Me calcé las botas. Y antes de salir para enfrentarme de la manera más cruenta posible con todo aquello que me tenía mal y a punto de reventar, me miré  para ver si el aspecto que ofrecía era tan temible como me sentía por dentro.

Así pues, el espejo me devolvía mi mirada con una crueldad desconocida. ¿Qué le había pasado a ese rostro tranquilo y dulce? Ya no existía. La dulzura se había ido, y me devolvía la mirada una mujer que no reconocía. Sus ojos no eran cálidos, más al contrario daban la impresión de que podían asesinar sin ningún asomo de piedad, sin pensarlo siquiera. El espejo me devolvía una imagen que en realidad no existía. Que no era yo. Sentí un escalofrío incómodo, presa de una inseguridad momentánea.

¿Y si ese no era el camino correcto? ¿Y si era una decisión errada tomada con el calor del momento y que acarrearía unas consecuencias terribles? El frío reflejo tenía una sombra de duda en su rostro ahora, y justo al lado del reflejo, unos ojos.  que antes no estaban ahí. Y la expresión de esa fría muchacha reflejó sorpresa. Era una mirada inteligente, pacífica, que conocía perfectamente. Escuchó una voz que resonaba en su cabeza. Era la voz del chamán.

«Pequeña Llama inflamada y colérica, ¿recuerdas el cuento de los dos lobos?»

Asentí, demasiado trastornada y avergonzada como para decir nada.

«Si en su día alimentaste con tanto amor y cariño al lobo blanco, al que está lleno de bondad, de esperanza, de humildad, de generosidad... ¿por qué dejas que ahora el lobo negro malo y cruel se apodere de ti en un momento de debilidad, llenándote de ira, de odio y de resentimiento? Mira todo lo bueno de tu vida pequeña. ¿Merece la pena estropearlo por un arrebato causado por circunstancias y personas que no merecen la pena? Al menos no obres a la ligera sin reflexionar.»

Alcé la cabeza. Y la voz desapareció de dentro de ella, y el reflejo de esos ojos sensatos e inteligentes se desvaneció. Solo estaba mi reflejo ante el espejo otra vez. La expresión fiera y despiadada ya no estaba y entonces volví a reconocerme. Y me sentí aliviada y un poco enfadada conmigo misma.

Me dirigí hacia el lugar donde dormía. Cogí la miniatura de madera de mi lobo blanco, aquel  al que me prometí a mí misma alimentar siempre desde el día en que el chamán me contó la historia. Lo miré con cariño y lo coloqué en un lugar aún más visible, para no olvidar nunca lo que yo era.

Salí fuera de la tienda y observé el hermoso paisaje, tan lleno de vegetación. Vivir en un lugar así era un regalo. El viento soplaba ligeramente, y aspiré ese aire limpio y maravilloso. Observé que el hacha seguía colgada de mi cinto. Tiré de ella, la miré frunciendo el ceño y la enterré lejos de allí. Ya no la necesitaba. Y después fui hacia el río, y me limpié la cara, desvaneciendo de mí tanto los trazos negros como los últimos restos de ira. Mi reflejo me devolvió la imagen de una niña con la cara sucia que parecía que había estado jugando revolviéndose entre la tierra. Y entonces, me eché a reír, y la niña que había en mi interior rió con ella.

A veces olvidamos lo que somos, por eso es tan genial y necesario tener personas que nos lo recuerden.

Esta entrada ha nacido gracias a un ser puro, un arrebato de inspiración y un bonito cuento cherokee que leí hace tiempo y me ha venido a la cabeza.

viernes, 12 de junio de 2015

El lamento de Sylvanas

¡Maldito seas! ¡Cuántas veces se supone que he de recordar esa triste historia que me desgarra el corazón! Ah… Lo llevo grabado a fuego dentro de mí y me quema terriblemente aún… mis hijos… mis niños… los hijos…del Sol…

Fue hace mucho tiempo, pero mi memoria aún lo recuerda a la perfección, como si hubiera ocurrido ayer y no hace muchas lunas. Eran…qué se yo, incontables. Hordas de asquerosos muertos, esqueletos, apestosos gordos con las entrañas colgantes, que no dejaban vida a su paso, eran como un reguero de destrucción que dejaban todo quemado, todo el precioso y verde territorio de Lunargenta fue asolado por donde pasaban, dejando esa zona que ahora se conoce como la Cicatriz Muerta, donde todavía pululan de vez en cuando bichos repugnantes. Yo trataba de alentar a mis tropas, todos luchaban con valentía pero aquellas aberraciones eran demasiadas…

Suerte que mi pericia para el combate igualaba las fuerzas, ¡modestia aparte, soy una excelente guerrera y mejor arquera aún! Parece que ese detalle no se le escapó a aquel que los comandaba… Cuando parecía que las cosas se nos ponían más favorables a nosotros, a los Hijos del Sol, lo vi, y en mi fuero interno no pude evitar estremecerme: enorme, increíblemente fuerte, rubio, con esa armadura que parecía impenetrable y esa espada de hielo que parecía capaz de atravesar a un hombre medianamente fornido por la mitad. Lo peor eran sus ojos: brillantes, azules, fríos como el hielo de su espada, que no conocían el significado de la piedad y no la habían sentido por nadie. Está claro que mi pueblo y yo no íbamos a ser una excepción para él… para Arthas, el ser más cruel y despiadado que podía existir. Avanzaba entre las filas, lentamente partiendo por la mitad sin apenas esfuerzo los delicados cuerpos de mis hermanos… mis hermanas… no eran rivales para él… eran un pasatiempo… Se acercaba cada vez más, era inevitable nuestro enfrentamiento.

¿Yo tendría alguna oportunidad? Lo que tenía claro es que de tener que morir no iba a hacerlo arrodillada pidiéndole clemencia… Así que le enfrenté mirándole a los ojos desafiante, pero antes de que me pudiera dar cuenta estaba siendo atravesada por su espada, experimenté un dolor inimaginable y luego desaparecí… Para volver a… reaparecer de algún modo. Experimenté dolor al sentir ese frio metal... y aun así no me dejo morir  y ese inimaginable sufrimiemto no fue nada comparado con la ardua sesión de magia oscura a la que el desgraciado me tuvo sometida durante horas y horas. Claro, ¿cómo iba arriesgarse a perder mis habilidades en el campo de batalla? Yo era demasiado valiosa como para dejarme escapar, estaba claro. Pero para ello tenía que estar bajo su control porque de propia voluntad antes decidiría morir mil veces  y entonces lo hizo, se atrevió… entonces me convirtió en una aberración, en una banshee, una marioneta a sus órdenes. Y me obligó a hacer las cosas más terribles.

Mucho tiempo después recuperé mi voluntad, volví a ser yo, encontré mi sitio, me convertí en la Reina de los Renegados y estoy muy orgullosa de esos fieles que me veneran y adoran pero aquello que pasé… que mataran a mi pueblo… que destrozaran mi tierra… todo lo que yo amaba… Eso jamás tendrá perdón… Jamás. No habrá castigo en todo Azeroth lo suficientemente grande como para que ese… se redima de semejante atrocidad. Nunca recuperaré lo que me arrebató, nunca volveré  a casa… Asi pues me tumbaré sobre los argénteos anhelando… soñando con aquellos días de sol antes de que me arrebataran mi vida…

Belore…

jueves, 26 de febrero de 2015


A pesar de los terribles hechos que sucedieron en su pasado produciéndole en el corazón punzadas increíblemente dolorosas a veces, él no deja que arruinen su presente. El dolor no hace mella en la serenidad de su semblante, en su mirar limpio y en su sonrisa de niño. Su manera de ser repele los malos pensamientos, afronta las circunstancias y no se contamina.

Otea el horizonte desde el acantilado observando el hermoso paisaje que se extiende hacia donde alcanza su vista de lince, sin pensar en nada en particular mientras el viento despeina su cabellera. Cierra los ojos y disfruta de esa fría caricia. Su cabeza vuela muy lejos, le transporta a tiernos momentos de su infancia: el sabor de la leche de cabra, del pan recién horneado, las nanas que su madre le cantaba antes de dormir, las peleas con su mejor amigo, la emoción que sintió cuando su padre le dijo que ya estaba listo para manejar la espada.

Abre los ojos, despierta a su presente, no tan bonito como los recuerdos que le embargaban hace un momento, pero que es suyo, porque todo lo que tenemos es el ahora. Y él está dispuesto a aprovecharlo a como dé lugar. Suspira, tomando aliento para lo que vendrá, que no es tarea fácil. Mira hacia el montículo de piedras que hay a su lado, la razón principal por la que subió tan alto. Recoge un pequeño ramo de flores, pues en ese abrupto terreno no es que abunden mucho, pero con un poco de paciencia consigue una cantidad aceptable, un montoncito medianamente digno y hermoso para la persona que reposa bajo esas piedras. Las coloca en la base del monumento, con cuidado, no quiere que se vuelen. Desenvaina su espada y clava ligeramente la punta en el suelo, teniéndola bien agarrada por la empuñadura. Se arrodilla, cierra los ojos y murmura una pequeña oración en latín. Una lágrima apenas percibida resbala por su mejilla, lágrima que es secada de inmediato por el fuerte viento que empieza a soplar de repente. Cuando termina, acaricia la inscripción que hay sobre la piedra con sus largos dedos. Mira hacia el cielo, ahora sonríe. Y como si su plegaria hubiera sido escuchada, un poco de sol asoma entre las nubes del cielo encapotado, y su luz lo baña. Disfruta de esa calidez momentánea.

-A rún mo chroí...!-susurra con dulzura. Y cuando el sol se oculta nuevamente, suspira de nuevo, envaina su espada y desciende rápidamente sin mirar atrás ni una sola vez. Su corazón está lleno de fuego y de emoción por una certeza que le otorga fuerza, y es que ella nunca lo ha abandonado.

martes, 20 de enero de 2015

Auf wiedersehen...


Lo recuerdo como si fuera ayer, para mi desgracia.
Me levanto en medio de un caos de papeles desordenados, botellas de alcohol vacías y ropa sucia. No sé cuanto tiempo llevo así pero es que ya no me importa. O si me importaba ya da igual, me arrastro cual esclavo de la rutina a la que me aferro para no caer en la locura, pues cuando tengo demasiado tiempo para pensar me asaltan recuerdos tan dolorosos como si tuviera ácido corriendo por mis venas. ¿Otra mañana despierto? Me despierto y quiero estar muerto, esta no es manera de vivir. Aunque ya estoy muerto en vida.

Ella era un ángel, era mi ángel. Joder, es que nunca fui tan feliz en toda mi vida, tantos años buscando la pieza que mejor encajara conmigo... y voilá, la encontré, donde menos la esperaba. Llenó mi mundo de luz, mi cara de sonrisas y mi corazón de ilusión. ¿Por qué recuerdo todo tan bien, joder? ¿Por qué hoy? Sentado frente a mi humeante taza de café vuelvo a recordar.
_____________________ooooo____________

-Te voy a hacer una pizza que te vas a chupar los dedos-me dijo aquel día, riendo por teléfono.

-Ten cuidado, verás como arda la casa por tu culpa como la última vez.

-¡No fue culpa mía lo juro! Se escapó el gato y tuvo que ir a buscarlo...-dijo, con el tono algo culpable de quien se siente mal por algo.

-No pasa nada tontita. Lo sé de sobra ¿Quieres que lleve algo especial?

-Tráete un vinito, ¿vale? Tengo muchas ganas de verte...-me dijo con esa dulzura que la caracterizaba.

-Y yo a ti. A ver si salgo antes del trabajo. Hasta luego mi pequeña musaraña.

Colgué, y fui a hablar con el jefe para que me dejara salir un poco antes porque (no le mentí) tenía una cena especial con mi mujer. Él estaba de muy buen humor, me palmeó la espalda y me dijo que por supuesto, que lo pasara bien. Sorprendido me dirigí a la mesa y seguí trabajando. ¡Qué bien iba todo! Dos horas después me dispuse a salir, cogí el paquete que tenía guardado en el cajón y coloqué bien el lazo que lo adornaba.

Justo cuando iba a abrir la puerta el teléfono sonó con más insistencia de lo habitual.

-Señor una llamada para usted, del hospital, es muy urgente...

-¿Hospital?

-Sí, dijeron algo de su esposa...

Como alma que lleva el diablo me abalancé sobre el auricular.

-¿Diga? Sí, soy yo...

-Mire, lo lamento mucho, hemos hecho lo que hemos podido pero...

________________oooooooooooooooo_______________

Basta, basta, astillas de dolor en mi cabeza y en mi corazón clavadas, dejadme respirar, dejad de atormentarme, me falta el aire... vivir de su recuerdo sin que ella esté es prolongar la agonía más terrible que pueda imaginarse, pero era tan maravillosa que no lo puedo evitar... Me torturo, termino el café prácticamente frío de un buche y nuevamente lavo mi cara bañada en lágrimas mientras me reconcome la misma pregunta una y otra vez: ¿por qué ella, y por qué yo no?