PLUMAS (I)
Ella salía de la ducha y se disponia a secarse el pelo con la toalla. Cuando lo consiguió, paso la toalla por el espejo para desempañarlo del vapor. Vió como su pelo rubio parecia una escarola. Resopló desganada, cogiendo y mirando la punta de un mechón y decidió no secarse el pelo cuidadosamente. Esa noche no tocaba cuidarse la fachada. Esa noche no iba a salir a tomarse unos vinos con alguna amiga. Esa noche tocaba tirarse en la cama y aburrirse hasta quedarse dormida. Se puso solo una camiseta blanca y larga. Descalza subió las escaleritas que la conducian a la buhardilla que le servia de dormitorio. De un bote se tiró en la cama. Se puso las manos en la nuca, estiró las piernas, puso un tobillo encima del otro y mientras su pié derecho tambaleaba a lentamente a modo de tic-tac, sus ojos azules color cántabrico se clavaron en el techo. Ahí estaba el tragaluz y obviamente sus amigas.
Estas eran unas gaviotas, que dias atrás habían empezado a hacer un nido en su techo. Le hacia ilusión que unos animales marinos hubieran elegido su tejado como morada. Ellas se paseaban por el vidrio del tragaluz con sus andares sincopados y a veces la miraban. Ultimamente hasta picoteaban al cristal y eso le hacia aflorar un sonrisa tierna que duraba unos segundos ya que enseguida se daba cuenta de que no le hacia mucha gracia. ¿Podria ser peligroso? Hitchock hizo una película al respecto. De todas maneras, aunque eso le preocupara, se había acostumado a la compañía de las 3 aves. Se sentia menos sola y algo más especial.
En ese momento cayó en la cuenta de que ahí arriba no habia 3 gaviotas. Había 4. Ella sonrió mientras se mordia un labio y mentalmente pensó "¡¡bienvenida a la familia!!".
Pero había algo extraño. No era una gaviota común. Se movia de una manera más cautelosa que las demás y su cabeza no avanzaba sincopádamente como las del resto. Tenia unos movimientos más dignas de un felino que de una ave.
En ese momento la gaviota la miró. Clavó su mirada en sus ojos sin mover ni un músculo y ella se sintió halagada. Parecia como si el animal la hubiera elegido para algo. La gaviota empezó a picotear en el cristal pausadamente. Ella hizo un gesto de desaprobación. No le gustaba nada que hicieran eso. Continuó picoteando cada vez más rápido y más fuerte. Una y otra vez hasta que los golpes yo no parecían efectuados por un animal de esa características. Parecian hechos con un pico de los que usan en las minas. Ella empezó a asustarse. El ave seguia mirándola con esos ojos negros que no tenian nada de plumífero. Irradiaban una especie de peligro que junto a la agresividad de los golpes hizo que se pusiera en guardia. Si no paraba pronto romperia el cristal.
Se abrió una brecha en el cristal y justo cuando la chica rubia iba a gritar el vidrio se rompió en pedazos. Ella se cubrió com pudo, y sintio los vidrios como caian en el suelo con estrépito y en la cama haciendo que algunos le hicieran cortes en las piernas y en los brazos.
Miró hacia arriba y vio como la gaviota que ahora era mucho más grande se abalanzaba hacia ella.