El canibalismo es el tabú cultural más extendido junto con el incesto; al
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go lógico, porque comerse a sus congéneres no ayuda precisamente a la propagación de la especie: sólo es una práctica habitual en invertebrados como las mantis religiosas y ciertas especies de arácnidos. En animales vertebrados, es algo antinatural; puede darse en algunos casos, sobre todo en roedores: si la hembra no tiene leche suficiente para amamantar a todas sus crías, opta por tragarse a alguna(s) de ellas para desembarazarse de la prole que no puede criar y al mismo tiempo ingerir proteínas que le servirán para alimentar al resto. Un ejemplo de reciclaje que a nuestros ojos resulta un tanto inquietante, y que el escritor
Roald Dahl plasmó en uno de sus brillantes relatos como metáfora de los peligros del matriarcado.
El canibalismo humano se considera algo propio de culturas primitivas, como se ve e
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n la muy políticamente incorrecta escena de los indígenas que van a asar y comerse a
Johnny Depp en la secuela de
Piratas del Caribe. En el mundo moderno suele darse ante una carencia absoluta de alimento en situaciones límite, como el famoso caso de los supervivientes de los Andes que narraba la película
Viven (1993), que no tuvieron más remedio que alimentarse de sus compañeros muertos; también existe la antropofagia como una patología sexual afortunadamente no muy extendida, de la que el cine se ha hecho eco, entre otras, en la película de Marco Ferreri
La carne (1991); probablemente habría que situar en este último grupo a sádicos como
Vlad Tepes, personaje real en el que se inspiran todas las versiones de
Dracula, o al famoso
Hannibal Lecter, con cuya probable homosexualidad ya se especulaba en la secuela de
El silencio de los corderos, Hannibal (2001), y al que probablemente le da gustirrinín comerse a sus víctimas, siempre masculinas.
En sociedades más primitivas probablemente el canibalism
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o fuese más frecuente, pero la mayoría de las veces la carne humana no formaba parte ni mucho menos de la dieta habitual, sino que se trataría de casos esporádicos de
canibalismo ritual, en el cual los miembros de la tribu comen la carne o beben la sangre del líder o de un gran personaje para imbuirse de su espíritu, tradición que es fácil detectar en el rito del pan y el vino de la misa cristiana.
Piratas del Caribe propone este último caso, puesto que la tribu ha tomado a Johnny Depp por la encarnación de un Dios y quieren comérselo. No obstante, la forma poco respetuosa en la que lo asan a la parrilla parece propia no de un ritual, sino del canibalismo meramente alimenticio, algo bastante raro pero que pudo darse en culturas con muy poco acceso a la carne animal.
Y es que, aunque probablemente a los vegetarianos estrictos no les guste oir esto, la mayor parte de los expertos en nutrición desaconsejan una dieta completamente carente de alimentos de origen animal. En sitios de interior donde el pescado no puede llegar, o llega con grandes dificultades, y que no disponen de animales hervíboros, la carne humana llega a convertirse en una opción alimenticia. Los aztecas, uno de los pueblos con mayor fama de haber practicado la antropofagia, no disponían de vacas, ovejas, conejos ni cabras, ni siquiera llamas, a diferencia de los indígenas de América del Sur. Los perros y demás animales carnívoros no son muy útiles, ¿de dónde sacar la carne para alimentarlos? En fin, que hasta para las costumbres más salvajes la antropología es capaz de dar explicaciones lógicas ... eso sí, no muy agradables.