La vista del pueblo de Springfield aparece dominada por la central nuclear donde trabaja Homer Simpson, de aspecto inquietante sobre todo por sus gigantescas torres de refrigeración. A pesar de su enorme tamaño, estas torres son completamente inofensivas. Los humos que salen de ellas son simple vapor de agua no contaminante; su función es la de enfriar, con agua de un rio o directamente con aire atmosférico, el vapor que ha pasado por el reactor nuclear para que pueda repetir su ciclo, volver a entrar frio en el reactor, calentarse, y mover una turbina que producirá electricidad. Su tamaño es enorme, y mayor en la base que en la parte superior, para que el aire circule enfriando el agua (igual que una chimenea funciona mejor cuanto más alta y cuanto más se reduzca su sección de abajo a arriba).
Naturalmente, que estas torres de apariencia tan siniestra (y que también existen en centrales térmicas no nucleares) sean inofensivas, no significa que la energía nuclear no sea peligrosa. No contamina el aire atmosférico, por lo que cuando comenzó a usarse se vendió como una energía "limpia" en comparación con los gases tóxicos producidos en las centrales que obtienen electricidad a partir de la quema de carbón o petróleo, pero el proceso que tiene lugar en un reactor nuclear es en realidad una explosión atómica controlada. Si por fallos de seguridad la reacción en cadena no consiguiera pararse, la catástrofe sería muy superior a la de Chernobyl, que no fue más que una "simple" fuga de material radiactivo cuyas consecuencias, ya de por sí muy graves, conocemos todos.
Y por si fuera poco, aun cuando el proceso tenga lugar en condiciones "seguras", queda el problema de qué hacer con los residuos radiactivos que se originan en la reacción, unos residuos que hay que encerrar a cal y canto porque emiten durante cientos o a veces miles de años radiaciones dañinas para todos los seres vivos .... Los "cementerios nucleares" donde se guardan ya están llegando al límite de su capacidad.
Meryl Streep, Kurt Russell y Cher protagonizaron en 1983 Silkwood, un drama sobre una trabajadora de una central nuclear muerta en extrañas circunstancias tras haber denunciado irregularidades en la seguridad de la central donde trabajaba. También Jane Fonda, Michael Douglas y Jack Lemmon denunciaron los peligros de la energía atómica en El sindrome de China (1977), un film más didáctico, pero también más plano y pobre dramáticamente.
Actualmente, las películas sobre energía nuclear han pasado de moda porque ha pasado de moda la misma energía nuclear: hace ya tiempo que no se construyen nuevas centrales en la gran mayoría de países del mundo: en su lugar se investigan energías alternativas más ecológicas (eólica, solar, etc), que por ahora todavía no están lo suficientemente desarrolladas como para poder cerrar todas las nucleares que aun existen en activo (cinco de ellas en España, por cierto), aunque pocos dudan que el cierre es el destino de estas centrales a corto o medio plazo. La energía nuclear fue, sin duda, el fracaso a mayor escala de la ingeniería del siglo XX.
Naturalmente, que estas torres de apariencia tan siniestra (y que también existen en centrales térmicas no nucleares) sean inofensivas, no significa que la energía nuclear no sea peligrosa. No contamina el aire atmosférico, por lo que cuando comenzó a usarse se vendió como una energía "limpia" en comparación con los gases tóxicos producidos en las centrales que obtienen electricidad a partir de la quema de carbón o petróleo, pero el proceso que tiene lugar en un reactor nuclear es en realidad una explosión atómica controlada. Si por fallos de seguridad la reacción en cadena no consiguiera pararse, la catástrofe sería muy superior a la de Chernobyl, que no fue más que una "simple" fuga de material radiactivo cuyas consecuencias, ya de por sí muy graves, conocemos todos.
Y por si fuera poco, aun cuando el proceso tenga lugar en condiciones "seguras", queda el problema de qué hacer con los residuos radiactivos que se originan en la reacción, unos residuos que hay que encerrar a cal y canto porque emiten durante cientos o a veces miles de años radiaciones dañinas para todos los seres vivos .... Los "cementerios nucleares" donde se guardan ya están llegando al límite de su capacidad.
Meryl Streep, Kurt Russell y Cher protagonizaron en 1983 Silkwood, un drama sobre una trabajadora de una central nuclear muerta en extrañas circunstancias tras haber denunciado irregularidades en la seguridad de la central donde trabajaba. También Jane Fonda, Michael Douglas y Jack Lemmon denunciaron los peligros de la energía atómica en El sindrome de China (1977), un film más didáctico, pero también más plano y pobre dramáticamente.
Actualmente, las películas sobre energía nuclear han pasado de moda porque ha pasado de moda la misma energía nuclear: hace ya tiempo que no se construyen nuevas centrales en la gran mayoría de países del mundo: en su lugar se investigan energías alternativas más ecológicas (eólica, solar, etc), que por ahora todavía no están lo suficientemente desarrolladas como para poder cerrar todas las nucleares que aun existen en activo (cinco de ellas en España, por cierto), aunque pocos dudan que el cierre es el destino de estas centrales a corto o medio plazo. La energía nuclear fue, sin duda, el fracaso a mayor escala de la ingeniería del siglo XX.