El tiempo en Tokio
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Imagen del pequeño Yosuke antes de ser rescatado por el equipo médico.
Claro, esto pasa porque el verano llegó de repente. Las temperaturas iban paulatinamente en ascenso cuando esa mañana, de golpe, ¡pumba! sopotocientos grados más. Y a los cuerpos de las gentes no les da tiempo a adaptarse.
Luego, esa misma tarde, empezó a soplar un viento fortísimo, y a las seis o por ahí las rachas de poniente soplaban ya con tal intensidad que juraría que vi pasar volando un elefante por encima de la Torre de Tokio... seguido del resto del Circo Chino, que estaba actuando en Osaka.
Y después, el día siguiente, se tiró las 24 horas lloviendo sin parar, para dejar paso, un día después, a un raro día de tiempo agradable.
Desde entonces estamos metidos en la estación de las lluvias... que comenzó hace más de una semana pero que sólo ha llovido un par de veces. Muchos japoneses ya andan preocupados con que va a faltar agua y tal. En un debate del Parlamento incluso se propuso solicitar ayuda a España para que hicieran un trasvase Ebro-Shinjuku, pero después de investigar un poco y ver lo que les esperaba si tenían que tratar con políticos españoles, el Parlamento en pleno se hizo el harakiri.
Los expertos españoles presentaron a los ingenieros japoneses esta muestra del instrumental tecnológico disponible para hacer los trasvases.
En fin. Que el tiempo está loco ya lo sabemos. Es un fenómeno mundial por aquello del CO2 y el metano de las vacas. Pero el problema del tiempo en Tokio no es que sea malo; es que es aleatorio. El tiempo que hace en un momento y el que va a hacer en el momento siguiente tienen una correlación de -100 lo menos.
“Don, una correlación tiene un valor entre -1 y 1. No existen las correlaciones de -100”, diréis algunos. ¡Error! En Tokio, todo es posible. Se trata de la capital del país donde una mole de 200 kilos de carne se considera sexy (luchadores de sumo), donde dos cuerpos pueden ocupar simultáneamente el mismo espacio (interior de vagón de tren en hora punta), y donde normalmente puedes pasear a las dos de la noche por un barrio sin que necesariamente dos chorizos te asalten y te roben hasta la caspa. Si esto no contradice todas las leyes de la física conocidas, que baje Einstein y lo vea.
Y en medio de este “hoy hago el tiempo que me sale de los coj*nes”, tenemos a los meteorólogos.
Una de las cosas que más me sorprendió al llegar a Japón es que, a pesar de todo, los pronósticos del tiempo eran bastante fiables. Te dan, por franjas de 6 horas, el tiempo esperado, la posibilidad de precipitaciones, humedad y mogollón de datos más, todo con sus correspondientes porcentajes. ¡Y no suelen andar muy desencaminados!
Claro que eso era antes. Últimamente la cosa anda tan descontrolada que para lo que aciertan podrían ahorrarse el dinero de tanto satélite y usar el Calendario Zaragozano. No creo que hubiera mucha diferencia.
En fin. Sea como sea, nunca mejor momento para aplicar el refran ese de “a mal tiempo buena cara”. Todo esto tiene la ventaja de que al menos, las siempre intrascendentes conversaciones sobre el tiempo pueden ser más originales que de costumbre, como la que oí el jueves pasado cerca de mi casa:
- ¡Vecino! ¡¡¡Vecinoooo!!!
- ¿Sí? ¡Ah, buenos días! Qué calor hace hoy, ¿eh?
- Bah. Eso era hace 3 segundos. Ahora está lloviendo.
- Sí, y encima ahora se ha puesto a nevar.
- Suerte que este viento que ha empezado a soplar se llevará pronto las nubes.
- Mire, ya sale el sol. Por cierto, ¿qué me quería deci...
¡CRAS! ¡CHOF! ¡RUIDO DE SESOS DESPARRAMAOS!
- Errr... Que se apartara, que le iba a caer una maceta en la cabeza...
Etiquetas: cosas en Japon