Fieles esbirros de la luna, los murciélagos
vuelan en círculos desaprobando a la muchedumbre
que avanza hacia el castillo con teas ardiendo
Enemigos de todo lo distinto
vociferan de odio y
hastío
Gritan furibundos su condena
llevando en mano picos y rastrillos
Mientras algo teje una sombra que palpita y crece
para defenderse del miedo y los prejuicios
-pero no es el monstruo-
el monstruo en el fondo se siente acorralado
y tiembla por la injusticia que busca encadenarlo
-se aísla porque no quiere que le teman-
¿Tocarán la puerta? Claro que no.
Querrán derribarla, es un hecho.
Y es en este desprecio que nuestro dolor se asemeja
es en esta profunda soledad que la angustia nos hermana
ya puestos en el infortunio, verdugo y condenado
se sienten de la misma manera
Ninguno de los dos ganará esta batalla
Los muros del castillo no son infranqueables
y aunque brillen las estrellas allá afuera
aquí dentro no encontrarás lo que sueñas
no entrará el primer rayo de sol a este recinto
jamás un pequeño gesto de cariño,
nunca el amor y mucho menos el deseo
ahora que lo sabes
espalda con espalda,
luchemos
Quizás se propague el fuego, quizás la muerte llegue primero
y si tenemos suerte tal vez, sólo tal vez…
aceptemos desafiantes nuestro destino.
Seudónimo: Morgana M