La
harina de maíz proporciona una textura diferente a cualquier otra; si no habéis
la conocéis os animo a probar ¡os sorprenderá!
Necesitamos:
200
g de harina de maíz amarilla*.
70
g de harina de trigo.
85
g de leche.
130
g de mantequilla.
90
g de azúcar blanco.
1
huevo grande.
5
g de levadura química.
Una
pizca de sal.
Empezamos preparando todos los ingredientes:
dejamos el huevo, la leche y la mantequilla fuera de la
nevera para que no estén fríos; pesamos los dos tipos de harina, los mezclamos y
añadimos la levadura y la pizca de sal.
Cuando
la mantequilla esté blanda, en pomada agregamos el azúcar y batimos hasta que
se integre; añadimos el huevo y mezclamos bien; ponemos la leche. Cuando todo
esté bien integrado lo ponemos en el bol donde tenemos los ingredientes secos.
Mezclamos
hasta que tengamos una masa homogénea. Quedará blanda pero la dejamos reposar
en la nevera mientras calentamos el horno, a 180º, y se volverá manejable.
Forramos
la bandeja con papel y con ayuda de una cuchara ponemos porciones de masa,
separadas unas de otras porque con el calor se expanden.
Yo
con esta cantidad hice 27 galletas de entre 20/25 gramos.
En
unos 12/15 minutos, dependiendo del horno estarán hechas; cuando se empiecen a
ponerse doradas las sacamos a una rejilla para que enfríen.
¡Y
listo, a disfrutar!
*la
harina de maíz no es tipo Maicena, es harina amarilla natural procedente de
moler los granos secos de maíz y sin ningún otro tratamiento.
Es
rica en hidratos de carbono, minerales y vitaminas. Su característica especial es
que no tiene gluten lo que puede ser una ventaja para los celiacos y una
desventaja a la hora de hace masas ya que no tiene la elasticidad necesaria. Por
eso se usa en muchas ocasiones mezclada con otras harinas.
En
Asturias se encuentra en cualquier tienda de alimentación y la utilizamos para
hacer “los tortos”, “la borona o boroña”…