¡¡Yuhuuu!! He conseguido estar un año entero sin escribiros una carta. Y es que Umpitas, ya sabes que esto de trabajar como hipocondríaca me trae de cabeza.
Pero he vuelto... al menos hoy.
Y es que, Umpitas, hace unos días empezaste a comportarte de un modo un tanto extraño. Parecía que te hubiera metido por vez primera en el Ritz y que estuviera lleno de fantasmas... (como aquella vez en la que pillé in fraganti al fantasma de debajo del sofá).
Umpa Lumpa y Charlie antes de que Umpa se pusiera chungo |
Comenzaste a hacer vida encima de un sillón. Asumiste que el suelo era = a LAVA, lanzabas bufidos a una mota de polvo que se movía, tremolabas... Pasabas las horas insomne esperando la llegada del fin del mundo en cualquier momento.
Puse en ON mi modo hipocondríaco y me imaginé a mi misma, tal día como hoy, escribiéndote una carta de despedida. Porque, no nos equivoquemos, Umpitas... tienes 8 años y medio y eso... en el rango de edad de Umpa Lumpas disfrazados de felinos es ser un poco "carca".
Me acercaba a tu cuerpecito tembloroso y te daba besos como si fuera a ser "la última vez". Lagrimeaba en tu cara. Anhelaba cada maullido insoportable que emites cuando te pones pesado. De hecho, suplicaba por poder llamarte -una vez más de taaaaaaantas a lo largo del día- "PESADO". Extrañaba no poder decirte lo de... "¿Quién es el Umpa Lumpa más insoportable de tooooodo el Universooo?"
Ays, Umpitas... ¡Cuánta apatía! ¡Qué anhedonia! Parecía que en vez de disfrazado de felino simplón, te habías cambiado el disfraz por el de ameba. Te acerqué el comedero para que solo tuvieras que masticar desde tumbado. Te puse el arenero a un palmo de distancia.
Pensé en cómo comenzar la carta de despedida.
Y estaba preocupada. Y así lo manifesté un centenar de veces en dos horas al enanito... Que no era normal. Que siempre habías sido un poco tonto y absurdo... pero ¿TANTO?
Que cuando los felinos simplones cambian de comportamiento es porque les pasa algo.
Que podría ser cualquier cosa (hipocondríaca ON): insuficiencia renal, diabetes. Insuficiencia renal secundaria a diabetes. Hipertensión arterial, insuficiencia renal secundaria a hipertensión arterial. Luego me salió la vena hematológica (eso, eso... que se note que me quedan MESES para terminar la especialidad) y te imaginé pancitopénico perdido. O - finalmente- con un diagnóstico de leucemia felina (+ insuficiencia renal secundaria a algún linfoma o a saber qué).
Vamos... ¡¡¡que algo tenías FIJO!!!
Era domingo. Me contuve, créeme.... Me contuve mucho.
Futura cicatriz... |
Escribí a epécimen M. (conocida popularmente en otros blogs como María la solterona). Afamada veterinaria. Confirmó mi sospecha principal: "podría ser cualquier cosa". También confirmó la del enanito, aunque lo endulzó: " se ha podido asustar con algo" (pero, madre mía.... ¡¡48 horas asustado!!)
Me arañaste... Y mi brazo derecho ya va por la tercera cicatriz de Umpa Lumpa... ¡¡bravo!!
Me puse un apósito para que mis pacientes el lunes no pensaran que en vez de un Umpa estaba criando un león africano.
Lunes por la tarde: veterinario (decir que durante tu estancia en tierras levantinas solo has tenido que ir UNA vez al veterinario para renovar vacunas y poquito más).
Yo... ansiosa. Me imagino saliendo de la clínica sin Umpa... A ver cómo se lo explicaba yo ahora a Charlie.
2 horas y 95 euros después... llegó el diagnóstico.
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Que eres TONTO Umpitas... Efecivamente mucho más tonto de lo que imaginaba. Odio tener que darle la razón al enanito. Eres carca y tonto. Pero tienes el riñón perfecto. No tienes anemia. Has vuelto a dar negativo en leucemia (por tercera vez en tu vida.... sí señor.. no creo que haya felino simplón en el mundo al que le hayan hecho el test taaaantas veces...). La tensión un poco alta, pero justificada por los nervios.
Pues eso... que, a día de hoy, parece que queda MUUUCHO Umpa por aguantar. Que te tratase normal, no como si te quedase un hilito de vida... y que tranquilidad.
Pues eso.... Me has costado una guardia, campeón.
He de decir... que el método "tratarte como si fueras normal" ha funcionado... Igual que con los niños... sí señor. Que todavía te asustas de algún fantasma que ronda por la casa, pero que, en general, eres el mismo pesado de siempre.
Dulces caricias