Don DeLillo es un tipo que, no sé por qué, me cae bien. En
las fotos tiene pinta de hombre severo y que está por pocas bromas, pero a mí
me da la sensación que en realidad es un tipo cordial y amable con el que
puedes conversar fácilmente de cualquier cosa (creo que esta idea se desprende
de las pocas muestras que he podido leer de su correspondencia con David Foster
Wallace).
He leído dos de los novelones de Don DeLillo (‘Ruido de
fondo’ y ‘Libra’) y los dos me encantaron. Pero, como sus novelones suelen ser
bastante largos (y a mi los libros largos pueden llegar a estresarme, en parte
es por eso que no llegué a terminar ‘Submundo’), en ocasiones me he decantado
por leer alguna de sus novelitas más cortas (concretamente ‘Body art’ y ‘Punto
Omega’) y en estas ocasiones me he quedado algo decepcionada, porque me ha dado
la sensación que parten de una buena idea pero se alargan demasiado y me he
quedado con el convencimiento de que estas novelitas quedarían mejor con menos
páginas, en forma de cuento. Por eso, cuando vi que ‘El ángel Esmeralda’ era
una recopilación de sus cuentos me dije que tenía que leerlo.
Los cuentos de ‘El ángel Esmeralda’ son puro DeLillo, pero
tengo que reconocer que se trata de una colección algo irregular. Por ejemplo,
una prisión de baja seguridad para condenados por fraude o corrupción y que se
dedican a seguir por la televisión las noticias de la caída de la bolsa
presentadas por dos niñas pizpiretas pero muy profesionales es algo que sólo se
le podría ocurrir a DeLillo. Es un escritor capaz de escribir ensayos en forma
de cuentos que diseccionan nuestra sociedad capitalista y hacerlo de un modo
casi paródico pero a la vez absolutamente serio.
Hay algunos cuentos (como el antes citado) que se quedan
simplemente en una buena idea desarrollada de forma algo decepcionante y/o
cansina (porque si hay algo que se le tiene que reconocer a Don DeLillo es que
siempre tiene buenas ideas). Pero luego también hay otros cuentos realmente
buenos. Me gustó mucho el del tipo atrapado en un lujoso resorte de vacaciones
en el Caribe que se levanta cada día par intentar coger un vuelo pero nunca
puede, pero acaba no importándole tanto, acaba habituado a esta nueva rutina. O
también el de dos profesores norteamericanos trabajando en Grecia a los que les
sorprende un terremoto y las consiguientes réplicas y, a partir de entonces, se
apodera de ellos el miedo y la paranoia. Estos dos, con su aire de pesadilla
paranoica me parecieron excelentes.
Después también me gustó mucho el cuento del tipo que corre
por el parque y presencia el secuestro de un niño; es sólo una anécdota pero a
partir de ella dice tantas cosas sobre nuestra forma de pensar y nuestros
temores. Y finalmente también está el cuento de los dos universitarios que se
dedican a seguir a un tipo que se encuentran por la calle e inventan una vida
para él, un cuento interesantísimo sobre la identidad y el autoengaño de la
ficción, algo de lo que también habla el cuento de un tipo que pasa los días
recorriendo la ciudad yendo de cine en cine. Lo dicho, Don DeLillo tiene las
mejores ideas, las más originales, las más certeras.