01. Alexander Pushkin
El ‘Eugene Oneguin’ es, desde ya hace años, probablemente mi libro favorito. Así en singular: libro favorito. Desde que lo leí por primera vez me ha dado tiempo a releerlo dos veces más, pero nunca me animé a leer nada más de Alexander Pushkin. Quizás por miedo a que me decepcionara terriblemente. Al final me regalaron un librillo suyo de segunda mano con tres cuentos y entonces sí que ya no me quedó más remedio que leerlo. El librito que me regalaron se llama "Azar en el juego" y contiene tres cuentos: "Azar en el juego", "La hidalga campesina" y "El desafío".
El primero, a pesar de que le han puesto este título, es el famoso "La dama de picas", en el que me encanta el personaje de la joven dama de compañía de la vieja condesa, que es pobre y se siente frustrada y atrapada en una vida gris y triste, pero el final es demasiado moralista y el elemento sobrenatural me parece metido con calzador, aún así tiene de vez en cuando una ironía deliciosa y un punto de amargura muy acertado. El segundo es la típica historia de enamorados de familias rivales, una de los cuales tiene que disfrazarse para poder conocer al otro, y al final todo queda resuelto de una manera feliz y forzada.
El último es el que más me ha gustado, porque pocas cosas hay en literatura que me gusten más que un duelo entre dos rusos egocéntricos, orgullosos y engreídos. Sé que sólo he leído tres, pero de momento los cuentos de Pushkin me han parecido algo anticuados (más historias cortas y resumidas, que no cuentos como un género a parte tal como los entendemos ahora, no sé si me explico), aunque probablemente éste sea parte de su encanto. Son majos, pero nada del otro jueves. Majos pero nada que ver con el 'Eugene Oneguin'.
El primero, a pesar de que le han puesto este título, es el famoso "La dama de picas", en el que me encanta el personaje de la joven dama de compañía de la vieja condesa, que es pobre y se siente frustrada y atrapada en una vida gris y triste, pero el final es demasiado moralista y el elemento sobrenatural me parece metido con calzador, aún así tiene de vez en cuando una ironía deliciosa y un punto de amargura muy acertado. El segundo es la típica historia de enamorados de familias rivales, una de los cuales tiene que disfrazarse para poder conocer al otro, y al final todo queda resuelto de una manera feliz y forzada.
El último es el que más me ha gustado, porque pocas cosas hay en literatura que me gusten más que un duelo entre dos rusos egocéntricos, orgullosos y engreídos. Sé que sólo he leído tres, pero de momento los cuentos de Pushkin me han parecido algo anticuados (más historias cortas y resumidas, que no cuentos como un género a parte tal como los entendemos ahora, no sé si me explico), aunque probablemente éste sea parte de su encanto. Son majos, pero nada del otro jueves. Majos pero nada que ver con el 'Eugene Oneguin'.
Hacía mucho tiempo que quería leer algo de Iván Turgeniev. Al final he empezado con ‘Primer amor’ y me ha decepcionado un poquito, quizás sea porque he pasado mucho tiempo deseando leerlo pero sin llegar a leerlo y en todo este tiempo he ido engordando mis expectativas, que han acabado siendo demasiado altas. O quizás simplemente es que no he empezado con el libro adecuado para mí.
No me malinterpretéis: me ha gustado. Sólo que no tanto como esperaba. Narra muy bien el batiburrillo de sentimientos confusos relacionados con un primer amor o con un amor no correspondido (la exultación, la melancolía, la desesperación, etc.), pero he tenido algún problema con el protagonista, un chavalín de dieciséis años, que como personaje es demasiado neutro, demasiado superficial, ya que no hay nada que lo diferencié de ningún otro chavalín de dieciséis años. Quizás ésta ya fuera la intención de Turgeniev, porque esto posibilita que todo el mundo se pueda identificar con él muy fácilmente.
Pero con quién más problemas he tenido es con su objeto del deseo amoroso, porque es sólo eso, un objeto de deseo amoroso. Es la típica chica caprichosa, vanidosa, a la que le gusta tener un montón de pretendientes revoloteando a su alrededor, pero luego descubrimos que también está enamorada y también sufre y se supone que debemos sentir compasión por ella, pero es que a mí sólo me daba rabia. Además, se nota tanto que el autor (como le pasó a Tolstoi con su Natascha de ‘Guerra y paz’) también se ha acabado por enamorar del personaje que él mismo ha creado y, así, aún da más rabia la cosa. Y luego, encima, la novelita tiene un final raro y algo rocambolesco. Pero no me malinterpretéis: me ha gustado y me ha abierto las ganas de leer más de Turgueniev, entre otras cosas porque la forma delicada en que describe los sentimientos de un primer amor es una delicia.
No me malinterpretéis: me ha gustado. Sólo que no tanto como esperaba. Narra muy bien el batiburrillo de sentimientos confusos relacionados con un primer amor o con un amor no correspondido (la exultación, la melancolía, la desesperación, etc.), pero he tenido algún problema con el protagonista, un chavalín de dieciséis años, que como personaje es demasiado neutro, demasiado superficial, ya que no hay nada que lo diferencié de ningún otro chavalín de dieciséis años. Quizás ésta ya fuera la intención de Turgeniev, porque esto posibilita que todo el mundo se pueda identificar con él muy fácilmente.
Pero con quién más problemas he tenido es con su objeto del deseo amoroso, porque es sólo eso, un objeto de deseo amoroso. Es la típica chica caprichosa, vanidosa, a la que le gusta tener un montón de pretendientes revoloteando a su alrededor, pero luego descubrimos que también está enamorada y también sufre y se supone que debemos sentir compasión por ella, pero es que a mí sólo me daba rabia. Además, se nota tanto que el autor (como le pasó a Tolstoi con su Natascha de ‘Guerra y paz’) también se ha acabado por enamorar del personaje que él mismo ha creado y, así, aún da más rabia la cosa. Y luego, encima, la novelita tiene un final raro y algo rocambolesco. Pero no me malinterpretéis: me ha gustado y me ha abierto las ganas de leer más de Turgueniev, entre otras cosas porque la forma delicada en que describe los sentimientos de un primer amor es una delicia.