Italo Svevo es uno de los escritores más injustamente minusvalorados de la historia. También es uno de mis favoritos. Italo Svevo es el pseudónimo de Ettore Schmidt, que nació y residió casi toda su vida en Trieste. Su padre era un comerciante alemán y judío y su madre era italiana. Paradójicamente su lengua materna fue el alemán, pero siempre escribió en italiano. Fue un intelectual de provincias en toda regla: banquero de profesión, frecuentaba la biblioteca pública de su ciudad, era autodidacta y escribía de noche, y también colaboraba en el periódico local. Publicó las novelas ‘Una vida’ y ‘Senectud’ que fueron tal fracasó que le desanimaron de cualquier nuevo intento. Más tarde, Svevo se apuntó a una academia para aprender inglés y allí conoció a James Joyce, que hacía de profesor, se hicieron amigos y éste le animó a volver escribir en la que es mi coincidencia favorita de toda la historia de la literatura. Así que después de 25 años sin publicar volvió con ‘La conciencia de Zeno’, que quizás sea su obra más perfecta.
Después de la muerte de Svevo, se encontraron varios manuscritos no publicados. A mí me gusta imaginar a Svevo como un hombre que, a pesar de los desengaños, nunca se desanimó del todo y que siguió escribiendo, más quizás por él que por publicar. ‘Corto viaje sentimental’ es una de las obras que se publicaron póstumamente. Svevo siempre escribe sobre pringados que llevan una vida gris y lo hace con un estilo particular que se caracteriza por describir minuciosamente todos los detalles, incluso (o especialmente) los más banales; Svevo es un maestro a la hora de describir psicológicamente a sus personajes y lo hace siempre con un sentido del humor sutil pero delicioso.
‘Corto viaje sentimental’ es un relato breve que cuenta el trayecto en tren de Milán a Trieste del señor Aghios, un hombre viejo que en esta ocasión viaja solo, que convive con su esposa como conviviría con un extraño y que tiene un hijo engreído que lo considera un pelagatos (y probablemente tenga razón). El señor Aghios está contento de poder disfrutar de la libertad de viajar sólo. Él se tiene por un hombre de mundo con ideas nobles y avanzadas, pero en realidad es sólo un provinciano nostálgico y sentimental. En el viaje se encontrará con un comerciante pomposo y fachenda, un matrimonio de campesinos pobres y un joven enamorado, y ante todos intentará (como todos lo hacemos) esconder sus inseguridades y sus prejuicios, sin mucho éxito todo se tiene que decir. El señor Aghios es una persona de una ingenuidad que en los niños se considera adorable pero en un adulto es ridícula. Y una vez más en Svevo la gracia de la obra está en adentrarnos en la psicología de un hombre que tiene una imagen de sí mismo distorsionada. Sin embargo, la corta extensión impide que se pueda profundizar del mismo modo que lo hace en las novelas, y lo que nos cuenta nos acaba pareciendo más bien una simple anécdota.
Mi edición de ‘Corto viaje sentimental’ (la de Alianza Editorial) se completa con tres relatos más (también póstumos): ‘Las confesiones del viejo’, ‘Umbertino’ y ‘Mi ocio’, que en realidad he preferido al relato que da título al libro, y que en realidad tienen el mismo protagonista, de modo que más bien parecen borradores de una futura novela, que bien podría verse como una continuación de ‘La conciencia de Zeno’, porque ahora el protagonista es ya un anciano pero se ve envuelto en la misma cotidianidad y atrapado en las mismas circunstancias que Zeno. Estos tres relatos nos cuentan el distanciamiento del protagonista con sus dos hijos, el acercamiento a su nieto y la historia con su última amante. Una vez más, se trata de un hombre pusilánime y ninguneado en su propia casa. Una vez más, un personaje gris pero complejo y rico psicológicamente, descrito con minuciosidad pero dejando para el lector la tarea de reconstruir su personalidad. Realmente delicioso.
Después de la muerte de Svevo, se encontraron varios manuscritos no publicados. A mí me gusta imaginar a Svevo como un hombre que, a pesar de los desengaños, nunca se desanimó del todo y que siguió escribiendo, más quizás por él que por publicar. ‘Corto viaje sentimental’ es una de las obras que se publicaron póstumamente. Svevo siempre escribe sobre pringados que llevan una vida gris y lo hace con un estilo particular que se caracteriza por describir minuciosamente todos los detalles, incluso (o especialmente) los más banales; Svevo es un maestro a la hora de describir psicológicamente a sus personajes y lo hace siempre con un sentido del humor sutil pero delicioso.
‘Corto viaje sentimental’ es un relato breve que cuenta el trayecto en tren de Milán a Trieste del señor Aghios, un hombre viejo que en esta ocasión viaja solo, que convive con su esposa como conviviría con un extraño y que tiene un hijo engreído que lo considera un pelagatos (y probablemente tenga razón). El señor Aghios está contento de poder disfrutar de la libertad de viajar sólo. Él se tiene por un hombre de mundo con ideas nobles y avanzadas, pero en realidad es sólo un provinciano nostálgico y sentimental. En el viaje se encontrará con un comerciante pomposo y fachenda, un matrimonio de campesinos pobres y un joven enamorado, y ante todos intentará (como todos lo hacemos) esconder sus inseguridades y sus prejuicios, sin mucho éxito todo se tiene que decir. El señor Aghios es una persona de una ingenuidad que en los niños se considera adorable pero en un adulto es ridícula. Y una vez más en Svevo la gracia de la obra está en adentrarnos en la psicología de un hombre que tiene una imagen de sí mismo distorsionada. Sin embargo, la corta extensión impide que se pueda profundizar del mismo modo que lo hace en las novelas, y lo que nos cuenta nos acaba pareciendo más bien una simple anécdota.
Mi edición de ‘Corto viaje sentimental’ (la de Alianza Editorial) se completa con tres relatos más (también póstumos): ‘Las confesiones del viejo’, ‘Umbertino’ y ‘Mi ocio’, que en realidad he preferido al relato que da título al libro, y que en realidad tienen el mismo protagonista, de modo que más bien parecen borradores de una futura novela, que bien podría verse como una continuación de ‘La conciencia de Zeno’, porque ahora el protagonista es ya un anciano pero se ve envuelto en la misma cotidianidad y atrapado en las mismas circunstancias que Zeno. Estos tres relatos nos cuentan el distanciamiento del protagonista con sus dos hijos, el acercamiento a su nieto y la historia con su última amante. Una vez más, se trata de un hombre pusilánime y ninguneado en su propia casa. Una vez más, un personaje gris pero complejo y rico psicológicamente, descrito con minuciosidad pero dejando para el lector la tarea de reconstruir su personalidad. Realmente delicioso.