domingo, 16 de marzo de 2008
El policia de la esquina (V)
Abrí la ultima carta que mi tía había enviado y la comparé con la carta que encontré. Hay un cierto parecido y no sé mucho de estas cosas pero no parecía la misma letra. Quizás es porque ya mi tía estaba vieja y su letra había cambiado con el tiempo. Entonces empecé a rebuscar, sus primeras cartas, abrí la que parecía ser la carta mas vieja, volví a comparar, esta vez las letras se parecían mucho. Entonces encontré la foto de mi tía, era una preciosa niña de ojos muy claros, era la muchacha de mis sueños, estaba completamente segura. De todas maneras para estar segura pregunté al servicio se habían olvidado una carta en el cuarto de mi tía, pero nadie sabia nada y poco les intereso mi pregunta, así que llegue a la conclusión que no podía ser mas que de mi tía.
En la tarde Fredo me visitó, estaba tan interesado en todo lo que me había pasado como yo. Le enseñé la carta, las miro y me dijo "Estoy casi seguro que es la misma letra, pero concuerdo contigo que la ultima carta no tiene mucho de parecido con la letra." Se quedo pensando un rato "Puede que alguien estuviera escribiendo las ultimas cartas por ella, alguien del servicio".
- De que murió tu tía? - pregunto Fredo como tratando de atar cabos.
- Pues no estoy muy segura.
- Que edad tenia?
- Por mis cálculos creo que unos 60 anos.
- Era joven - se sorprendió Fredo - no sabia que era tan joven.
En esos momentos entro Ursula al cuarto de la tía.
- Perdonen, pensé que no había nadie e iba a sacudir un poco los muebles.
- No Ursula, no te preocupes - le dije sonriendo - Sabes, ya que estas aquí, te puedo hacer unas preguntas de la tía?
- Si claro - respondió Ursula que le encantaba conversar.
- Tu debes saber de que murió la tía Ursula.
- Bueno, le dio una isquemia hija, estaba bastante viejita ya.
Fredo y yo nos miramos.
- Viejita? - pregunte yo - Que edad tenia la tía cuando murió?
- Pues no se hija, ella nunca dijo su edad pero parecía tener mas de 80 anos.
- De veras? - pregunte asombrada.
- Padecía de algo? - esta vez fue Fredo quien pregunto.
- No, era una mujer muy saludable.
- Pero.. - dije mientras le daba vueltas en mi cabeza a aquella cosa absurda - mi tía tendría 60 anos cuando murió.
- Bueno, yo no sabia la edad de su tendría pero le puedo garantizar que no tenia 60, de eso estoy segura.
- Tiene fotos de ella Ursula? - pregunto Fredo nuevamente.
- Creo que hay una foto que se ve ella de casualidad, cuando me celebraron mis 50 anos en una fiesta sorpresa aquí. A la señora no le gustaban las fotos, creo que no sabia de la existencia de esa foto.
- Me la podrías traer Ursula? - le dije casi en un ruego.
- Claro hija, primero la tengo que encontrar, de eso hace casi 10 anos y debe estar en alguno de mis múltiples álbumes.
La voz de mi mama se oyó desde abajo llamando a Ursula, se fue en un instante y Fredo y yo quedamos sumamente intrigados con todo el asunto.
sábado, 26 de enero de 2008
El policía de la esquina (IV)
... viene de El policía de la esquina (III) ...
- Creo que es mi tía - le dije a Fredo mientras lo miraba pensativa.
- Tu tía? - pregunto Fredo.
- Si, te acuerdas el día que estuvimos conversando en el cuarto de mi tía y a tí se te quedo el móvil - pregunte esperando por la respuesta de Fredo.
- Si, me acuerdo.
- Pues, ese día mientras buscaba tu móvil encontré una carta vieja envuelta en una cinta toda manchada, aparentemente cayó desde la parte de abajo de la cama.
- Anja, me acuerdo que comentaste algo de eso - asintió Fredo.
- Pues yo la puse debajo de mi almohada y solo al otro día la volví a ver. Es la misma carta que la persona de mis sueños escribía. Esa muchacha no puede ser otra que mi tía, esa carta debe pertenecer a ella, no crees?
- Bueno, puede ser, puedes saberlo por la letra no? - contestó Fredo.
- Si la comparo con la letra de las cartas que le enviaba a mi abuela lo puedo saber.
- Esa es una buena idea, puede pertenecerle a una empleada del servicio tambien. - aclaro Fredo un poco dudoso. - pero no creo.
- Qué edad tenia la muchacha? - pregunto Fredo.
- Unos dieciseis años mas o menos.
- No tienes fotos de tu tia con esa edad?
- Solo una foto de cuando tenia cinco o seis años. - contesté - pero sabes qué?. La muchacha de mis sueños tenia los ojos muy claros, muy azules. La foto es en blanco y negro pero puedo mirarla nuevamente, si es ella, estoy segura que me acordare.
- Vaya, todo esto esta muy extraño - comentó Fredo. - Puede que la carta te haya dejado impresionada y creastes todo un sueño a partir de eso.
- Y el policía? - insistí. - Eso no fue un sueño, lo viví Fredo, se que no me vas a creer, pero lo estaba viviendo como esa otra persona.
Estuvimos conversando un rato mas hasta que mi mama me llamó al celular. Me fui de pocas ganas, la conversación había tomado un rumbo de fantasmas, visiones y todo tipo de sensaciones extra sensoriales. Llegue a la casa cansada, no le conté nada a nadie pues no quería que se preocuparan pensando que no andaba bien de la cabeza. Me acosté temprano y no tuve ningún sueño extraño, me asegure de poner la carta lejos de mi almohada esta vez. Al otro día aprovechando que era fin de semana me fui al desván, al baúl de mi abuela que había fallecido hacia ocho años ya. En el yo guardaba cosas que mi abuela compartió conmigo y que a mi mama no le interesaban. Ahí, entre tantas otras cosas, estaban las cartas que mi tía había escrito a mi abuela por muchos años cuando se fue de la casa con quince años para casarse con un hombre de negocios muy acaudalado. Mi tía nunca mas había vuelto a visitar a mi abuela y escribía cartas muy esporádicamente, llenas de aventuras de los diferentes lugares que había visitado con su esposo. Mi mama nunca conoció a mi tía, pues ella nació un mes después de mi tía haberse casado y marchado de la casa para siempre. Mi abuela me leía las cartas muy ilusionada cuando la visitábamos, mi mama no le decía nada a mi abuela para no herirla, pero una vez en la nuestra casa despotricaba en contra de ella - "Mi supuesta hermana es una mala hija y sin corazón, mira que no visitar a su madre nunca mas, le manda una carta cuando se acuerda, que no es muy a menudo y ya acabo". Pero para mi era diferente, mi abuela me hacia historias muy bonitas acerca de mi tía, para mi era una muchacha llena de belleza e inteligencia, con un alma aventurera como mi abuelo. Recuerdo que cuando mi abuela murió recibimos una carta de mi tía contando otra aventura encantadora, mi madre quería votar la carta pero yo la guarde y le escribí contándole de la muerte de la abuela. No me contesto la carta y nunca mas recibimos noticias de ella hasta que un día recibimos la llamada de un abogado para decirnos que mi tía había muerto y me había declarado heredera universal de su fortuna.
sábado, 19 de enero de 2008
El policía de la esquina (III)
... viene de El policía de la esquina (II) ...
Fredo se sentó esperando mi historia. Tomé un sorbo de té y empecé a contar mi sueño...
"Había una muchacha sentada frente a un escritorio, estaba muy triste y tenía mucho miedo, escribía un poema mientras sus lágrimas caían sobre el papel. Unos toques en la puerta la sobresaltaron, escondió la carta dentro de un libro. Una voz aguda se oyó del otro lado de la puerta
- Sra, El señor quiere que baje a cenar.
- Ya voy Marina, en unos minutos - dijo la muchacha mientras miraba la puerta angustiada.
- El señor pidió que bajara inmediatamente - insistió la voz.
- Ya voy dije, estoy vistiéndome.
Luego de unos segundos se sintieron unos pasos alejándose de la puerta. La muchacha se secó las lágrimas, se puso un poco de polvo y salió al pasillo. Caminaba despacio, con la cabeza baja, el pasillo era largo lleno de puertas a un lado y con grandes ventanales al otro. Era de noche y no se oía un alma, la muchacha se paró al final del pasillo frente a unas escaleras y aspiro aire fuertemente, lo exhaló lentamente, muy lentamente como si fuera la ultima boconada de aire que tomaría en su vida. Finalmente decidió bajar las escaleras. Llegó al descanso, miró hacia abajo y vió la mesa servida, no había nadie sentado. Siguió bajando, esta vez mas lentamente, miraba hacia el comedor constantemente. Llegó al final de las escaleras y caminó hacia el comedor, se paró frente a la mesa y permaneció allí, asustada. Una voz ebria a su espalda la hizo saltar.
- Hasta que la princesa se decide a bajar.
La muchacha se dió la vuelta y dió unos pasos hacia atrás. La voz provenia de un hombre alto y gordo que sostenia una botella en la mano. Su pelo grasiento caia sobre su rostro. Tenia unos cincuenta años y su piel era muy blanca, casi transparente, sus ojos inyectados en sangre y la mirada medio perdida. La muchacha estaba aterrorizada, se parapetó del otro lado de la mesa.
- Me estaba vistiendo - intenta una disculpa.
- Si claaaro - exclamó el hombre inmenso. - Si te hubiera dicho que teníamos visita, quizás te hubieras apurado.
- Visitas? - la muchacha pareció asustarse mas aun.
- Si, tu querida confidente esta aquí - el hombre se volvió hacia la puerta que daba a la cocina - Pablo!!! trae a nuestra invitada de honor!!
La muchacha se tapó el rostro, sus lágrimas empezaron a rodar nuevamente. Pablo, un hombre flaco con cara de malhechor entró al comedor arrastrando a una muchacha de unos dieciséis años, su pelo castaño caía desordenado sobre su rostro que exhibía un moretón. Las muchachas salen corriendo y se abrazan llorando. La que parece ser la esposa del orangután le grita.
- No te atrevas a tocarla, borracho asqueroso.
El gordo se acerca y se para delante de ella, le lleva más de una cabeza de estatura y es fácilmente el doble de ella, levanta la botella y la golpea en el rostro. Las dos caen al suelo."
viernes, 18 de enero de 2008
El policía de la esquina (II)
... viene de El policía de la esquina (I)...
Fredo me miró un poco asustado
- Mari, te pasa algo?
Se levantó, me tomó las manos y me obligó a sentar.
- Estás pálida, te sientes bien?
Miré a Fredo, estaba confundida, empecé a recordar mi falda larga, mis manos muy blancas, bien arregladas, que agarraban una bolsa elegante. En mi mano, un anillo de casada con una perla rodeada de pequeños diamantes. La emoción de haber hablado con el policía me agolpaba el corazón, paso frente a las vidrieras de los pasillos de la escuela, me paro frente a una de ellas para arreglarme el vestido, miro en el reflejo mi rostro, … madre mía, no soy yo!!!
Un olor a amoniaco me despierta, entreabro los ojos y veo a Fredo inclinado sobre mí con un algodón en la mano.
- Dios mio María Elena, que susto me has dado, te sientes bien?.
Me trato de acomodar en el sofá y le digo a Fredo.
- Creo que he tenido una visión.
- Una visión? - pregunta Fredo asombrado - Tú has tenido visiones antes?.
- No, para nada - le contesto.
- Entonces cómo sabes que fue una visión?
- Porque no puede ser más que eso.
Los recuerdos me empiezan a golpear la mente.
- Anoche soñé algo muy extraño, con una muchacha, lo sentí como si estuviera pasando realmente - continúo hablando pensativa - solo ahora vengo a recordarlo.
- Entonces tu supuesta visión puede ser un sueño - insistía Fredo tratando de apartarme de mi idea.
- Llámalo como quieras, no fue un sueño normal.
- Pues te tranquilizas, te voy a traer un vaso de agua, y me cuentas ese sueño.
Se levantó y salió con paso apurado para la cocina.
- Mejor una manzanilla!, creo que ambos la necesitamos! - me grito desde la cocina.
Al rato llegó con las tazas de té y unas galletas.
- Esto es para ti, mi estomago está fatal, para mí solo la manzanilla – me dijo mientras se sentaba.
Fredo es un amor, lo quiero como solo se puede querer a un hermano. Es mi alma gemela y mi confidente.
... continua en El policía de la esquina (III) ...
miércoles, 16 de enero de 2008
Crisálidas (I)
– Por qué piensas que no te llevaron a ti?
La miro aturdida y un poco molesta con tantas preguntas sin respuestas.
– No lo sé.
– Por qué estabas fuera del avión cuando fue secuestrado? – siguió insistiendo.
Alcé la vista y la miré sin contestar, me levanté mientras la mujer me miraba como agraviada. Hacia más de seis años del incidente del avión y aún me encontraba con algún que otro “amigo” de mis amigos que me acosaba a preguntas. Carlos se levantó detrás de mi
– No te vayas por favor.
Hice un ademán de despedida y salí a la calle. Era invierno y el aire frío me quemaba la cara, caminé rápido hacia la Biblioteca de la esquina, me tomaría un café caliente y leería alguna revista mientras se me pasaba el berrinche. Pedí uno de esos cafés extraños que se veía gracioso y me senté en una de las mesas con vista a la calle. Me temblaban un poco las manos, después del incidente nunca más había vuelto a ser la misma. Una muchacha pasó rápido por la acera y entró corriendo a la Biblioteca, por un momento pensé que era Isa, por un momento recordé cuando nos reuníamos las cuatro para hacer alguna tarea o simplemente para conversar escapando de días tan fríos como el de hoy. Habían desaparecido de mi vista como por arte de magia y nunca más había vuelto a verlas. Con ellas se fue mi cordura y mi alegría, mi mente quedó atrapada en el instante en que rodaba por la escalera de auxilio del avión y perdía el balance, despertando en el suelo de un algún estacionamiento mientras una mujer que estaba detrás de mí gritaba sin cesar.
Todo comenzó cuando decidimos irnos juntas de vacaciones a la Villa de los padres de Laura en Cádiz. Queríamos celebrar nuestro último año juntas pues empezábamos la Universidad en agosto. Los padres de Laura se iban todos los veranos a una Villa que poseía la familia hacia muchos años, este verano nos iríamos con ellos por un mes, era toda una nueva experiencia pues ninguna de nosotras, exceptuando a Laura, habíamos ido a España. El día del viaje parecíamos los pollitos detrás de la gallina, juntas y piando por todo el aeropuerto. Después de dos horas de espera abordamos el avión, era un viaje de ocho horas y los padres de Laura nos aconsejaron que tratáramos de dormir durante el viaje para que nos fuera más fácil adaptarnos al cambio de hora. Conversamos un rato, comimos algo y nos dispusimos a dormir. Estaba bien sumida en mi sueño cuando una voz por alto parlante me despertó, Isa me tenia agarrada una mano y tenia cara de susto, acabé de abrir los ojos sobresaltada
– Qué pasa? – le pregunté asustada.
– Pues no lo sé exactamente, los aparatos de comunicaciones están dañados al parecer, no hay comunicación con la torre de control.
Sandra y Laura estaban sentadas enfrente de nosotras, se viraron en sus asientos asustadas.
- Ya debíamos estar llegando – mencionó Laura – En una media hora más o menos .
El padre de Laura estaba parado conversando con la aeromoza.
martes, 15 de enero de 2008
El policía de la esquina (I)
– Buenos días, Elena – me dice una voz desconocida.
Giro mi cabeza para ver quién es y lo veo a él, tan alto y mirándome muy sonriente, me quedo en una pieza, no sé que contestar, cómo sabe mi nombre?
– Buenos días – contesto finalmente.
– Donde están sus amigos hoy? – continúa preguntando mientras se para a mi lado.
– Están enfermos – le digo mientras le sonrío tratando de ocultar mi nerviosismo.
La luz cambia y me apresuro a cruzar, ni siquiera miro atrás, “qué tonta” me digo a mí misma, “tanto tiempo haciéndome la boca agua con él y cuando tengo mi oportunidad salgo corriendo como conejito espantado”.Tengo la cabeza ida aún, sigo preguntándome como sabia mi nombre, bueno, después de todo si él estaba prestando atención a todo posiblemente oyó a mis amigos mencionar mi nombre. Pero, y entonces él también se había estado fijando en mí? Una sonrisa estúpida se me dibuja en el rostro. Salgo de la escuela todavía con la cabeza en la nubes, me voy para casa de Fredo, tengo que contarle esto a alguien. Llego más rápido que nunca con esa alegría interna de tener algo muy interesante que contar, por lo menos para mí. Fredo me abre la puerta con cara de estar durmiendo
– Muchacha, y tú que haces aquí? Quieres que te pegue el catarro o qué?
Le doy un pequeño empujoncito y entro a la sala, me siento y sin darle tiempo a sentarse le disparo mi historia a boca de jarro. Fredo me mira con cara de carnero degollado mientras se acomoda en un butacón frente a mi. Finalmente abre la boca para decirme lo impensado
– Te juro que no sé de quién me estas hablando -.
Lo miro contrariada
– Cómo que no sabes de quién te estoy hablando? Del policía que siempre está en la esquina de la escuela.
Fredo vuelve a mirarme
– El viejo Angelito? El único que se para en la esquina es el viejo Angelito con su señal de pare, así que me tienes todo confundido.
Voy a empezar a replicar nuevamente cuando me viene a la mente el viejo Angelito, un viejito medio cascarrabias que se para cada día en la esquina para ayudar a pasar la calle. Quedo enmudecida…es como si tuviera dos recuerdos diferentes del mismo instante en el tiempo.
... continua en El policía de la esquina (II) ...