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martes, 16 de septiembre de 2014

Estirando las piernas por el Pinar de la Acebeda

Después de un largo tiempo recibiendo en el móvil fotos increíbles de lugares recónditos del planeta a los que decidieron viajar muchas de las personas que forman este grupo, decidí dar por finalizada la tregua senderista y acercarme a la sierra de Guadarrama y disfrutar, después de un largo tiempo, de buenas rutas con agradable compañía.

El calor del verano no iba a ser un impedimento. Aunque era en estos meses de vacaciones cuando resultaba más complicado coincidir con alguien, resultó que eramos varios los que teníamos ganas de ponernos en marcha y despejarnos del ambiente urbano.

En esta ocasión seleccionamos una ruta inédita en este grupo y, como se demostraría más adelante, muy adecuada para esta época del año: el Pinar de la Acebeda. Ana, Jose, Skylark y yo, acompañados de otro Jose, amigo de Skylark, nos juntamos en Revenga sobre las 10:00 de la mañana para disfrutar de un bonito recorrido no especialmente duro.



Como decía antes, dejamos el coche en Revenga y partimos por la pista de acceso restringido que conduce al Embalse de Puente Alta a unos 1100 metros de altura. Desde aquí, con algunas dificultades, seguimos el camino paralelo al río Frío, que en aproximadamente una hora de ritmo lento nos conectaría con una pista en magnífico estado que poco a poco iría cogiendo altura. El recorrido era cómodo y la temperatura fantástica.

Unos kilométros más adelante, nos salimos de la pista para afrontar la parte dura de la jornada, la subida al Collado del río Peces a 1758 metros de altitud. He de decir que nos causó cierta decepción el alcanzar este collado, pues esperábamos encontrar en él bonitas panorámicas de la Mujer Muerta, pero apenas pudimos distinguir entre los pinos las cimas más señaladas de la cuerda.



Salimos de este punto con una fortísima bajada en la cual nos encontramos a 4 o 5 personas que serían de las pocas que veríamos durante toda la jornada. Al alcanzar el arroyo de la Acebeda surgieron varias dudas y finalmente elegimos un camino que, para nuestra sorpresa, acabó reduciendo la distancia final de la ruta, al irse separando gradualmente del río e internándose en el pinar. El caso es que elegir este camino resultó ser un verdadero éxito, pues pudimos ver numerosos ejemplares de acebos, muchos más de los que ninguno de nosotros habíamos visto hasta entonces.

La bajada final fue rápida y con algunas pendientes acusadas, lo cual dejó a Jose un poco tocado de sus rodillas. Esperemos que eso no le haga desistir y repita pronto con otra ruta en el grupo.

Finalizamos en torno a las 16:30 en Revenga, justo para tomar unas buenas cañas y volver pronto a casa. Realizamos alrededor de 17 kilómetros y unos 650 metros de desnivel.


jueves, 20 de junio de 2013

De paseo por el macizo del Pendón




Después de un invierno con mucha, mucha nieve pero con muy mal tiempo para disfrutarla, llega la hora de hacer recuento de la primavera que, pese a ser más tranquila en cuanto a actividades del grupo se refiere, también ha dejado algunas cosas interesantes. Así que, poco a poco y según se pueda, iremos sacando crónicas recientes y esperemos que abundantes actividades veraniegas.
Para empezar, aquí dejamos la que para algunos ha supuesto un buen paseo de reintroducción a al actividad después de unas semanas algo más relajadas.


En nuestro afán por no repetirnos mucho en nuestras salidas por la sierra de Madrid, encontramos este tranquilo paseo que, pese a transcurrir por una de las zonas más pobladas de la sierra, ninguno de nosotros había pisado con anterioridad.
El macizo del pendón con sus escasos 1500 m, es una pequeña formación granítica que, como si de un islote se tratara, quedó separada por los caprichos geológicos de la cuerda de las cabezas, donde se encuentran Cabeza de la Braña, Cabeza del Cervual y, más hacia el este, el Mondalindo y la sierra de la Cabrera.
La ruta transcurre en su primera parte por el GR10 que parte de la estación de Miraflores. A medio camino de Bustarviejo sale un desvío que asciende por la cuesta lóbrega hasta la fuente del mostajo. Una vez alcanzado el collado se gira en dirección noreste hacia Cabeza Arcón por un estrecho sendero que recorre toda la cuerda hasta el collado del Badén desde donde parte el camino de Bustarviejo, la bajada al Badén y la senda que asciende al Pendón. Nosotros continuamos por esta última aunque a mitad de camino perdimos la traza y decidimos subir zigzagueando entre los bloques graníticos de la cima del Pendón.
Debido al molesto viento que venía acompañándonos durante todo el camino, nos paramos lo justo para hacer unas fotos y enfilamos entre espesos jarales en busca de los verdes prados del Badén para hacer la parada del bocadillo.
Después de recuperar fuerzas nos dirigimos a la salida del Badén tomando el sendero que transcurre por el lado izquierdo del arroyo de Navacerrada hasta alcanzar de nuevo el camino de las Viñas y, de nuevo, la estación de Miraflores.



lunes, 8 de abril de 2013

Subida relámpago a Cabezas por Valhondillo



A diferencia de la pachorra que definió nuestras salidas del otoño, parece que este invierno como pago a la tan deseada nieve, nos está dejando el tiempo justo para hacer las rutas a uña de caballo y para no tragarnos, al menos, un par de chaparrones por jornada. A cambio, si la cosa sale bien, se disfruta de unas luces inolvidables, entre jirones de niebla que hacen que merezca la pena intentarlo y, de vez en cuando, salir chorreando.


Pese a que esta es una ruta que ya hemos repetido en varias ocasiones, aun nos faltaba hacerla en condiciones plenamente invernales, así que hace un par de fines de semana Jesús y un servidor decidimos probar suerte con el pronóstico y volver a visitar creo que uno de los más hermosos y poco frecuentado parajes de la ladera norte de Cuerda Larga.


Partiendo del aparcamiento del restaurante La Isla, enlazamos enseguida con el RV1 que recorre la Angostura bajando desde el puerto de Cotos. Tras una primera parada en la presa de Pradillo, donde hicimos una sesión de fotos a la cuerda larga reflejada en el propio embalse, nos dedicamos a disfrutar de una estupenda mañana en la que los efectos del deshielo no hacían sino intensificar los verdes y marrones del bosque de pino silvestre que tapiza toda esta zona. Al alcanzar el arroyo del Cancho del Mayo decidimos hacer un pequeño desvío siguiendo su curso, creyendo que se trataba del arroyo del Valhondillo, confusión que, a parte de ahorrarnos algo de camino, nos permitió disfrutar de la relajante estampa del agua bajando a borbotones desde las cumbres nevadas de cuerda larga, como hace mucho que no veíamos.


Ya retomada la pista normal de subida, alcanzamos entre la llovizna y la nieve empapada, la curva desde la que sale el sendero que da paso a valhondillo, donde apenas paramos para echarle la funda a las mochilas y lamentarnos por dejar pasar de nuevo la oportunidad de ver los famosos tejos que crecen junto al arroyo. A partir de aquí, la nieve ya no nos abandonaría durante toda la subida. Viendo lo profunda y blanda que estaba la nieve en este primer tramo, decidimos subir directamente por la loma de Valhondillo, en lugar de hacerlo por el arroyo de las zorras como en otras ocasiones, lo que nos permitió disfrutas de unas interesantes palas de nieve y de las estupendas vistas que a ratos podíamos adivinar entre nubarrón y nubarrón.


La loma es una suave pero interminable pendiente que asciende directamente hasta la Cabeza de Hierro Mayor, siendo un poco más empinada en el tramo que enlaza con la loma del Pandasco, aunque sin ninguna complicación y mucho más cómoda que la parte baja debido a lo venteada que esta la nieve.
Tras cruzarnos ya entre la niebla cerrada con un grupo de esquiadores, alcanzamos casi a ciegas y de pura chiripa, el vértice de cabezas, del que solo asomaban unos centímetros por encima de la espesa capa de nieve.


Como a estas alturas la ventisca ya pegaba de lo lindo y no tenía pinta de mejorar ni un poco, decidimos hacer un par de fotos testimoniales y volver por donde habíamos subido para evitar meternos con niebla y nieve hasta las rodillas en el hueco del arroyo de las zorras. Así, con el gps en la mano (bendita tecnología) y sin ver a más de cinco metros delante nuestro, hicimos toda la bajada práctiamente hasta el sendero, donde pudimos parar unos instantes al abrigo del viento para echar algo al buche. Visto que la cosa no mejoraba mucho, emprendimos nuestra maratoniana marcha por la pista de subida que ya no abandonaríamos hasta conectar de nuevo con el RV1 y el aparcamiento, donde nos tomamos la cervecita de costumbre y vuelta a Madrid.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Senda de los Gavilanes

Desnivel: 1000m aprox.
Distancia: 19.3 km
Dificultad: Moderada
Tipo de ruta: circular


Finalizada la temporada de setas y de oníricos paisajes otoñales, que mejor forma de volver a la realidad que a base de una contundente y dura ración de granito del Guadarrama. Para ello, nada mejor que volver a los laberintos de la Pedriza, donde siempre hay un hueco, una trepada, un sendero o un extravío por el que hace tiempo que no se transita.
Pero, para que el paso del sueño a la realidad no fuera tan brusco decidimos tomarlo de soslayo, entrando por la puerta de atrás y como quien no quiere la cosa. Así que elegimos la senda de los Gavilanes que transcurre practicamente por el límite en el que la Pedriza pierde su nombre para convertirse en la Sierra del Francés.


Nuestro camino comienza en el inevitable aparcamiento de Canto Cochino donde, Irene, David S., David B., Paco, Jesús, Jose y un servidor nos reunimos bien temprano para espavilarnos con las gélidas temperaturas de la mañana. Comenzando por al archiconocida senda que transcurre por la orilla izquierda del Manzanares, alcanzamos la Charca Verde desde la que se toma otra senda hasta toparse con el arroyo de los Hoyos de la Sierra, que hay que cruzar justo en el punto en el que se une con el Manzanares, con cuidado de no pasarse pues, de otro modo, subiríamos por la senda de la Mina.


Desde el puente de los franceses ya solo queda ir cortando la pista de las zetas por una senda bien marcada mientras se disfruta de las impresionantes vistas del pajarito,  la cuerda de las Milaneras y tres cestos sin dejar de visitar el tejo centenario y el arrollo del Chivato, en el que aprovechamos para hacer una paradita, picar algo y darle un poco a la fotografía conceptual.


La senda propiamente dicha comienza en la siguiente curva de la pista, cruzando a la vertiente derecha del arrollo y siguiendo los hitos que sin demasiada complicación, van ganando altura y dejan el bosque para dar paso al piorno, el enebro y la solana de un caluroso día de otoño, que a esas alturas nos obligaba a ir soltando abrigo para evitar un soponcio generalizado. Poco a poco la senda va girando hacia las torres de la Pedriza atravesando arrollos y praderas empapadas por el deshielo de las primeras nevadas de diciembre. Tras un último esfuerzo, alcanzamos el collado del Miradero, en el que hicimos la parada principal para comer algo mientras Paco, Dabid S. y José se encaramaban a algún pedrusco cercano para contemplar las vistas.


Tras el descanso, tomamos el PR-m2 hacia Cuatrocaminos donde, ante la soporífera perspectiva de tener que recorrer por enésima vez la autopista de la Pedriza, decidimos apurar la jornada girando hacia el puente de los pollos mientras las últimas luces del día coloreaban las placas de granito del Pájaro y el Yelmo como si fueran descomunales dunas de arena rojiza en las que, pese al frío, daban ganas de tumbarse a tomar el solecito. Disfrutando de tan estupendas vistas enfilamos el PR-m1 para alcanzar ya casi de anochecida el aparcamiento de Cantocochino y las ansiadas cervezas de final de ruta.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Estreno de la temporada invernal en Peñalara

Hola, ¿qué tal?
Ya han caido las primeras nieves tempraneras de la temporada invernal. Como no podíamos más con nuestras ansias de pisar nieve, el pasado dia 6 nos acercamos a Cotos para comprobar cuánto había nevado. Lo cierto es que nos encontramos con bastante más nieve de lo esperado, no una enormidad como en pleno invierno, pero sí la suficiente como para disfrutar bien de ella desde el mismo momento de salir del coche, pues había hecho un frio majete y estaba toda congelada.


A las 8 empezamos a andar en dirección a la Laguna Grande de Peñalara. El plan original era seguir hasta la Laguna de los Pájaros y coger allí el PR 32 que va por la cuerda hasta el pico del Nevero. Pero en llegando a la Laguna Grande nos dejamos engatusar por la primera canaleja que apareció ante nuestros hambrientos ojos y no pudimos resistir la tentación de subir por ella. Así que nos calzamos los crampones y pim-pam-pum acabamos en la cuerda de Peñalara un pelín más al norte de Dos Hermanas. Con la nieve congelada se subía de maravilla, pero no era recomendable salirse de la zona central de la canal, pues la capa acumulada aún no era muy gruesa y podía ceder al peso si estaba hueco debajo.


Arriba pegaba el viento bien fuerte y la sensación térmica bajó bastantes grados. Además, nos metimos en las nubes que permanecían enganchadas en la cumbre y la visibilidad se redujo a unas pocas decenas de metros a nuestro alrededor. En esas condiciones seguimos adelante hasta la cumbre de Peñalara, donde estaba todo cubierto de plumones de nieve congelada que forma la humedad del ambiente con el frio viento. Seguimos adelante por Claveles, pero como no había aún nieve suficiente no pudimos seguir por el paso de arriba y tuvimos que bordear las congeladas rocas por la ladera norte. Así, en medio de la ventisca, sin visibilidad ni referencia visual alguna seguimos cuerda adelante por el PR 32 lo mejor que pudimos (al ser tan ancha la cuerda y no ver ni torta era difícil saber si íbamos por la parte de arriba o nos habíamos ido un poco ladera abajo).


Bastante antes de llegar al puerto del Reventón nos tuvimos que calzar las raquetas de nieve para poder progresar algo más cómodamente. La capa de nieve congelada formaba una costra dura que casi cubría completamente los arbustos, pero no era lo suficientemente gruesa como para aguantar del todo nuestro peso y nos hundíamos en los arbustos cada dos por tres, maltratándonos las espinillas (tema especialmente doloroso cuando llevas unos cuantos golpes acumulados, ahora ya sé el por qué del dicho ese de "le ha sentado como una patada en las espinillas", por no decir otro sitio aún más sensible). Con las raquetas aún nos hundíamos pero menos (y nos evitábamos los molestos golpes) de manera que la progresión mejoró algo pero seguía siendo fatigosa y lenta.

No sé muy bien hasta dónde llegamos (por lo que tardamos en volver y lo largo que se nos hizo creo que llegamos a pasar el puerto de Malagosto, aunque no sabría decirlo a ciencia cierta), pero ante la falta de referencias visuales y que estábamos hasta las napias de ir dando tumbos por una nieve ingrata que se negaba a sostener nuestro peso, hueca como estaba por los arbustos que había debajo, a la una y pico decidimos darnos la vuelta y regresar. Tras lo que nos pareció una eternidad llegamos al fin a la laguna de los Pájaros y justo en ese momento empezaron a despejarse las nubes, mostrándonos por fin la gloriosa vista del valle del Lozoya y la Cuerda Larga.


Volvimos a Cotos por el camino normal y corriente (PR 15) contemplando con golosa afición las suculentas canales de la vertiente sur de Peñalara, llenas de promesas por cumplir para cuando acumulen la nieve suficiente. Paciencia, la temporada no ha hecho nada más que empezar y las grandes nevadas están aún por venir (cuento con ello, y si no, alguien allá arriba me va a oir). Como no podía ser de otra forma, en los alrededores de Cotos proliferaban como chinches los domingueros que habían subido a jugar y tontear con la nieve. Estaba todo a tope, puerto de Navacerrada incluido. Visto el panorama y con la Venta de Marcelino atestada hasta la bandera, nos fuimos al coche y nos largamos al pueblo de Navacerrada a agasajarnos con una ración doble de picatostes con chocolate, que la nieve cansa mucho y había que recuperar las fuerzas perdidas...

Amigos, queda inaugurada la temporada invernal. Que las nieves nos sean propicias y a disfrutar. Hasta la próxima. Pórtenseme bien hasta mi regreso, ¿eh?
Un xaludote

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Aventuras y níscalos por los alrededores de Lozoya

Gracias a la bendición de la lluvia este año hemos tenido un otoño realmente bonito. Nos daría pena que se termine esta bella estación de no ser porque detrás viene nuestro querido invierno y la temporada de nieve, mmmmm. Pero bueno, no podemos quejarnos porque más que ningún otro año este otoño hemos salido mucho a hacer rutas y lo hemos aprovechado pero que muy bien.


Esta vez nos hemos acercado a visitar el sabinar de Lozoya y sus alrededores cubiertos de un mixto de pinares y robledales. La ruta prometía, pues Pablo la había compuesto empalmando el track de dos rutas diferentes que había encontrado en internet y el conjunto de ambas daba para un buen paseo. Además, como hacía una temperatura muy agradable y parecía que los de la AEMET volvían a errar con sus pronósticos a nuestro favor, estábamos de muy buen ánimo y humor. También contribuía a ello la contemplación de las mágicas vistas del pueblo de Lozoya reflejándose en la superficie del embalse de Pinilla, con el pico de Peñalara asomando majestuoso entre las nubes que reptaban perezosas por sus laderas.


El caso es que, contagiado de tantas buenas sensaciones, a un servidor no se le ocurre otra cosa que separarse del grupo para explorar una via alternativa por el famoso sabinar de Lozoya para subir a la cuerda del cerro de la Cruz. Feliz idea pero muy desafortunada, pues anda que te anda entre pinos, robles y sabinas por una senda poco transitada con la que me crucé, pasó un buen rato hasta que ese exceso de ánimos se disipó, momento en el que caí en que me había ido más solo que la una a no-se-sabe-dónde y no había ni la más mínima señal de mis compañeros. Sí, los había perdido. Tan simple como éso. Así que tras una hora y pico de búsqueda a la aventura trochando abajo y arriba (sin sendas ni rastros fiables a seguir que no fueran los dejados por las numerosas vacas que andan sueltas por esas laderas y que salían despavoridas al verme aparecer de improviso y corriendo como un poseso) conseguí al fin dar con ellos ya cerca de la cima del cerro de la Cruz. Entre risas y varios "qué, ¿dónde andabas, te has divertido?" y también "ya te vale, Tío Paco, siempre andas igual buscando líos...", me recibieron felices y ahí quedó todo, al menos de moemento. Menuda aventura y qué alivio.

Bien, ya todos juntitos seguimos adelante con la ruta programada y disfrutando felizmente de la jornada (a pesar de que iba aumentando progresivamente la nubosidad con algunas nieblas entrando por arriba seguía sin hacer nada de frio). Nos dirijimos hacia el norte y luego al oeste para bajar un poco, cruzar el arroyo del Villar y seguir después por el otro lado ladera arriba en dirección noroeste.


Además de las ya habituales estampas otoñales de pinos y robles cubiertos de abundantes líquenes, suelos alfombrados de hojas y setitas de todas las formas, tamaños y colores, piedras musgosas, cantarines arroyos con vistosas chorreras y saltos de agua, tuvimos la suerte de encontrarnos con una cierva y también níscalos, sí, montones de ellos asomando entre las hojas caídas de los pinos. Tan a mano estaban que David nos contagió su entusiasmo y nos picó el gusanillo setero, de manera que no pudimos resistirnos a recolectar unos pocos para hacer un guiso con ellos y probarlos. A lo tonto con "mira, ahí hay uno..., uy, otro, y otro y otro más..., hala cuantoooos", cayeron en la saca un par de kilejos que luego nos repartimos al acabar la ruta. Adivinaréis lo que cené esa misma noche. Ajito, perejil..., uhmmm, deliciosos. Y es que la naturaleza, tratada con el respeto que merece, puede ser de lo más agradecida. Cuidemos nuestros montes para que todos los años nos puedan agasajar con su generosidad.


Ibamos todos tan felices con el magro hallazgo aunque con la mosca detrás de la oreja, porque entre tomas semiprofesionales de fotos, recogida de níscalos y otros entretenimientos varios, ya íbamos con la hora un poco justita (habida cuenta lo cortos que son ahora los días y más estando nublado) y aún quedaba un buen trecho para regresar a Lozoya. Tiene gracia la cosa porque a pesar de haber yo gastado ya con creces mi reserva de ganas de aventuras para todo el día, la propia ruta nos tenía reservadas unas cuantas sorpresas más adelante. Y es que el track que teníamos metido en el GPS iba siguiendo una sendita poco tansitada pero muy bonita ella hasta que desapareció sin más y el track seguía adelante trochando entre árboles y arbustos (y también terribles zarzas erizadas pinchos, pfffff) por donde Dios le daba a entender...


Pero bueno, ahí seguíamos pin-pam a la aventura hasta que llegamos al arroyo del Reajo Sastre. Cada cual lo cruzó como y por donde pudo y el grupo se disgregó un poquejo. Tras un momento de desconcierto entre voces, silbidos y otras señales acústicas (la densidad de los árboles y lo pronunciado de las laderas limitaba mucho el campo de visión) conseguimos reagruparnos de nuevo y seguimos adelante ahora sí sin más líos hasta llegar a un camino de verdad. Visitamos el roble centenario y lo saludamos con veneración, nos ladró un mastín enorme que guardaba un pequeño rebaño de ovejas, una perdiz roja pasó corriendo por delante de nosotros y llegamos finalmente a Lozoya con las últimas luces del día todos juntos, enteros y con nuestra preciada carga apenas intacta (algo increible después de los meneos y zarandeos que se llevó la bolsa que los contenía por todas las aventuras por terreno difícil que habíamos pasado). Nos tomamos las cervecitas de rigor, muy merecidas esta vez pues vivir aventuras da una sed bárbara. No obstante nos entretuvimos poco y tiramos p'a casa a apañar los níscalos y no darles tiempo a que se pusieran pochos.


En definitiva, un bello paseo en las postrimerías del otoño con los suelos del bosque alfombrados de hojas y setas. El que no tiene líos se los busca, pero bien está lo que bien acaba y nos divertimos mucho. Todos fuimos felices y comimos perdices (bueno perdiz no, que se fue corriendo, pero sí níscalos y muy ricos, por cierto). A vuestra salud, amigos, y hasta otra.
Un xaludote


viernes, 23 de noviembre de 2012

Revisitando la Najarra

Desnivel acumulado: 1150 m (+250 extras)
Distancia: 14,5 km
Tipo de camino: pista, senda y campo a través
Dificultad: moderada
Cartografía utilizada: Sierra de Guadarrama 1/25 Tienda Verde


A veces ocurre que al releer un libro o ver una película después de mucho tiempo, no coincide con la idea o el recuerdo que guardabas de ellos. De modo que, lo que en un tiempo te pareció maravilloso, ahora no pasa de mediocre o, cuanto menos, aburrido (las menos de las veces, ocurre lo contrario). El caso es que con las montañas puede ocurrir lo mismo, más para los que ya llevamos un tiempo pateando nuestra querida sierra de Guadarrama. Por suerte, también ocurre que cuando crees que se te han acabado todas las opciones, terminas por encontrar una nueva forma de subir la misma montaña y no tiene porque ser necesariamente por otro camino; es suficiente con subirla en otra estación, con otros colores, otra luz o sencillamente otro ánimo.


Esta vez con la Najarra se dieron un poco de las dos cosas: un camino distinto, otro momento y, por suerte, las caras habituales de los viejos y nuevos amigos.
Lo cierto es que ya hacía un tiempo que no la visitábamos y creo que la habíamos subido por casi todos lados: desde la cuerda larga, desde la Morcuera, por la senda Santé, por el collado desde el norte y por el collado desde el sur y alguna que otra campo a través por donde dios nos dio a entender.
Para esta ocasión y tras hurgar un poco por Internet, decidimos volver a la cara sur partiendo desde la Fuente del Cura pero, en lugar de ir hacia Hoya de San Blas y subir al collado, lo hicimos directamente buscando la senda que zigzaguea junto al arroyo de San Blas y que, cortando las pistas que le salen al encuentro, remontan hasta la altura de Cuatro calles para acceder a la cima lo más recto posible.


Por suerte, esta vez ignoramos olímpicamenrte los pronósticos meteorológicos y disfrutamos de una jornada de lo más variada que comenzó por los ya habituales robledales de este otoño para pasar al poco a los espesos pinares que, después de las últimas lluvias lucían especialmente espectaculares. Tras nuestros habituales despistes y un par de paradas para nuestras también habituales sesiones de charla y fotografía, salimos del pinar a la zona de piornos cercana a la cumbre entre nieblas, un poco de lluvia y la siempre amenazadora vista de Madrid, que cada año avanza un buen puñado de metros más en su ansia por engullir cualquier terreno libre de asfalto que se le ponga por medio. Para alivio de todos, una vez en la cima, al dirigir la vista al norte entre la bruma, aun puede uno olvidarse de lo que deja a la espalda y no pensar en nada más que en disfrutar de lo que resta de jornada.


Después del tentempié de cumbre, los habituales "machacas" del grupo decidieron tomarse el postre dándole un poco de vidilla a la ruta bajando a la Morcuera con el simple objeto de volver a subir a la Najarra por la cuerda y darnos alcance a mitad de bajada; y es que ¡¡¡hay gente pa toooo!!! El resto descendimos por la senda Santé, siempre con la referencia del embalse de Miraflores, no si antes echar un vistazo a las canales de la ladera este, con la insana intención de alimentar próximas obsesiones invernales.


Ya todos juntos, recorrimos el último tramo hasta los coches echando la vista atrás y pensando por donde visitaríamos esta agradecida montaña la próxima ocasión y, lo que es casi tan importante, donde nos tomaríamos las cervezas que tan merecidamente nos habíamos ganado.

En el fondo debe ser que todo aquello que realmente quieres de corazón nunca deja de gustarte, por mucho tiempo que pases sin verlo o por muchas veces que se repita en tu memoria, y eso es lo que ocurre con el Guadarrama, como con tantas otras cosas.

miércoles, 30 de mayo de 2012

La "Fácil" de Nadia

San Rafael-Cueva Valiente-La Salamanca-Cabeza de Lijar-San Rafael

En esta ocasión, la ruta planeada fue por la zona de San Rafael y el Espinar. Una ruta fácil y amena, solicitada por algunaos miembros del grupo y que creó una gran espectación en los foros.

A la hora indicada, estábamos esperando más o menos los de siempre en una explanada a las afueras de San Rafael, cuando comenzamos a distinguir una marabunta que se nos acercaba. Cuan sorprendidos quedamos cuando pudimos comprobar que todos se sumaban a la ruta planeada.



Finalmente y por hacer más amena la prensentación de los que fuimos, los dividiré en cuatro grupos:

En el apartado "Los de siempre": Eva, Jesús, Maranta, Pablo y Paco
En la zona "Viejas glorias": Skylark, David García, Irene, Nadia, Manu, Jose y Miguel.
Por la parte de "Novatos y nuevos descubrimientos": Araceli y Taber.
Y finalmente de la parte "Amigos engañados, familiares y semejantes": Yolanda, Arianne,  Iván, Elena, Fran y Miguel.

La ruta comenzó de manera cordial y agradable con un ligero paseo por los pinares de repoblación de la vertiente castellana de la sierra de Guadarrama, hasta que en una vifurcación del camino, los que iban delante decidieron que les gustaba más la opción en bajada y hubo de llegar Jesús, con su inseparable GPS para indicarnos que, nos gustase o no, la ruta que teníamos marcada iba por la pista ascendente.

De Cabeza Lijar-Taber

A partir de ese punto, el grupo, con su habitual dinamismo, comenzó a estirarse cual pelotón ciclista. Cada uno a su modo iba ascendiendo por la pista en subida cada vez más pronunciada. Las modalidades de subida fueron de lo más diverso. Los más entrenados iban marcando el paso delante; había quien subía al tran tran; también hubo quien prefirió hacer un fuera de pista (Paco, ¿quién iba a ser si no?); algunos se decidieron por la modalidad "mentar la madre del/la organizador/a" y mi especial admiración hacia el paso montañero de Skylark, que despacio y a su ritmo, pero imparable cual Juggernaut, llegó hasta la cima.

De Cabeza Lijar-Taber

Varias paradas después, todo el grupo llegó a coronar el pico de Cueva Valiente, donde paramos para tomar el primer refrigerio y, parte de la sección femenina, echar lo que ellas denominaron la "primera siesta", cual lagartijas al sol.

De Cabeza Lijar-Taber

Cuando creimos que tocaba continuar nuestro camino, paramos en el refugio del pico, recientemente restaurado y más limpio de lo que recordábamos, y aprovechamos para comprobar cuantos cabíamos en una de las salas del mismo. El recuento oficial fue 18 de 20, pero creemos que podríamos haber entrado todos y todas.

De Cabeza Lijar-Taber

Tras este parón lúdico-festivo en el refugio, continuamos nuestra pateada en alegre bajada hasta el collado del Hornillo. Durante la bajada tuvimos un pequeño accidente en el que Miguel se lastimó la mano. Menos mal que Paco saco rápidamente el botiquín y lo solucionó sin mayor problema.

En la zona del collado del Hornillo hubo una selección natural dentro del grupo; guiados por Paco y Jesús, Araceli, Maranta, Eva, Pablo y el que suscribe estas lineas, aprovecharon para desviarse y subir al pico de La Salamanca y ver el refugio del mismo nombre, mientras el resto del grupo era guiado por la pista hasta la cima de Cabeza Lijar, donde nos juntamos todos para intercambiar las delicatesen culinarias de los distintos asistentes. Una vez más, triunfaron las almendras y dulces de Paco, acompañadas eso si, de diversos chocolates que fueron rotando entre los allí presentes.

De Cabeza Lijar-Taber

Echamos bastante tiempo en la cima, hasta que nuestros estómagos comenzarona apedir cerveza, momento en el cual reiniciamos la marcha, esta vez ya de regreso hacia San Rafael, siguiendo el track que tenímaos previsto. Este (el track) nos deleitó con una bajada por la directísima, entre pinares, donde tubimos que utilizar al vieja técnica denominada "A saco Paco" y más de uno se preguntó si el Paco al que hace referencia la técnica no sería el de nuestro grupo.

Aunque algunos asistentes tuvieron ligeras dificulades en la bajada, el grupo, como viene siendo habitual, mostró parte de lo que es su ADN básico, la solidaridad entre montañeros, ayudando y esperando a los que lo requirieron, hasta completar felizmente la ruta propuesta.

De Cabeza Lijar-Taber

Desde aquí ya fue lo habitual: cervecitas, muchas, como no podía ser de otra manera; abrazotes, tambien muchos y un "nos vemos en la próxima".

Espero que lo disfrutaseis al menos como yo.

Taber

martes, 29 de mayo de 2012

Ensayo general por la Maliciosa

No deja de ser curioso lo que puede dar de sí una apacible jornada de domingo cuando hace buen tiempo y se disfruta de la montaña y de la buena compañía. Pero bueno, a estas alturas esto no debería sorprenderme. Y eso que el dia comenzó con cierta falta de participación ante la proposición de Pablo para una nueva sesión de entrenamiento de las suyas (seguramente habría tenido más éxito de convocatoria si no estuviera tan fresca en la memoria de la gente la crónica del pasado entrenamiento que hicimos el día de S. Isidro). El caso es que sólo Jesús y yo acudimos a la llamada para solidarizarnos con Pablo y acompañarle en las alegrías y las penas por esos montes de Dios.


Habida cuenta que las pruebas en cuestión se iban a celebrar en menos de cinco días vista, Pablo había propuesto una sesión de entrenamiento que reprodujera lo más fielmente posible las condiciones que le iban a exigir, a saber: mochila bien cargadita (10 Kg mínimo, sin contar avituallamiento líquido ni sólido) y ruta de 15 Km y 1500m de desnivel a realizar en un tiempo no superior a 4 horas y media..., lo que se dice un paseo no demasiado tranquilito, vamos.


De Entrenamiento Barranca

Así pues, allá que nos presentamos los tres con el ánimo a tope en la Barranca, donde ya se congregaban numerosos andarines, ciclistas y corredores de a pie.  Empezamos a andar a las 9:00 con intención de subir a la Maliciosa por la famosa senda del arroyo de las Tijerillas, uno de los tramos de la sierra madrileña con mayor desnivel concentrado en poca distancia (aproximadamente algo menos de 900 m en unos 3 Km). Tras juguetear un poco con los arbustos (al más puro estilo de Jesús, dicho sea de paso) dimos al fin con la senda buena de subida y no tardamos en romper a sudar la gota gorda, como tocinos puestos al sol, al encarar las rampitas más suculentas del Tijerillas (sí, ésas que tantas buenas historias han dejado en nuestro recuerdo). Huelga decir que cuando llegamos arriba empapados en sudor ya teníamos las piernas bien maduritas y que Pablo empezaba a arrepentirse de su gran idea de cargar la mochila a reventar con todos los cacharros de escalada que pudo encontrar.


De Entrenamiento Barranca

Bien, la Maliciosa aún tendría que esperar un poco, pues en vez de subir directamente desde donde nos encontrábamos la idea era la de dar una pequeña vueltecilla para incrementar el kilometraje y el desnivel de la ruta. De manera que allá que tiramos hacia el collado del Piornal para subir después a Bola del Mundo, bajar al collado de las Guarramillas y subir de nuevo al cerro de Valdemartín. A pesar de que en la cuerda corría un vientecillo fresco y agradable, cada subida suponía romper de nuevo a sudar a base de bien. A partir de aquí giramos hacia el sur recorriendo la Loma de Valdemartín haciendo slalom con los piornos y bajamos más trastabillando que trotando hasta el PR-18 que discurre junto al joven Manzanares, el cual venía bien surtido de los ya escasos neveros que aún sobreviven milagrosamente en el Ventisquero de la Condesa.

De Entrenamiento Barranca


Cruzamos el río un poco antes de llegar al puente de los Manchegos y enfilamos todo directo para arriba por una serpenteante senda que sube directamente al collado de las Vacas. Tras una brevísima parada para tomar algo sólido enfilamos la endiablada, interminable y cien veces maldita subida por el PR-16 que va a la cima de la Maliciosa (sí, lo sé, admito que siento una cierta animosidad personal hacia este tramo en particular, el cual siempre se me atraganta tanto de subida como de bajada). En fin, que tras penar lo nuestro conseguimos pasito a pasito llegar arriba del todo de la Maliciosa y contemplar el paisaje acompañados de la acostumbrada y nutrida variedad de personajes de toda condición que suben hasta allí.

De Entrenamiento Barranca
El cronómetro seguía sin descanso, así que no tardamos mucho en volver casi corriendo por las pedreras (actividad que también formaba parte del entrenamiento de Pablo) de vuelta al collado del Piornal para tomar la senda que baja hasta la fuente de la Campanilla (por cierto, aquí nos encontramos a bastante más gente que en la subida por el Tijerillas). Aunque llegamos de vuelta al párking de la Barranca a las 14:00, antes habíamos conseguido completar el Km 15 de la ruta dentro del tiempo previsto (aunque sólo con 3 minutos de sobra de las 4 horas y media estipuladas, pero, eso sí, sobrados de desnivel). Bravo, chavales. 

De Entrenamiento Barranca
Ahora tocaba la más que merecida rehidratación (y además muy necesitada después de lo que habíamos sudado durante toda la santa ruta). Para ello nos dirigimos a Becerril donde habíamos quedado con Eva, Goyo y Silvia para tomar las cervecillas de fin de ruta de rigor en buena compañía. El caso es que en la plaza del pueblo fuimos a dar con una terracita en la que se estaba la mar de bien, tanto que las rondas empezaron a sucederse una tras otra hasta un total de cinco (es que había sed), de tal modo que casi pasamos de tertulia más tiempo que de ruta. Sobra decir que hemos fichado el lugar para futuras ocasiones porque, tras cinco rondas de jarrotes de cerveza y refrescos varios con sus correspondientes tapas salimos a algo menos de 10 € por cabeza, y todavía la casa nos invitó a una sexta ronda de despedida con tapa incluida. Genial, ideal para dejar de sentir las fatigas de la ruta e incluso olvidar las penurias de la crisis económica.


De Entrenamiento Barranca
Para terminar y como curiosidad para completar tan agradable y curiosa jornada sólo añadir que justo cuando volvía a casa me encontré casualmente bajo el puente de Pacífico con David Santillán que volvía de un viaje (bueno, sería más acertado decir que él me encontró a mi, pues además de que siempre voy con la cabeza en Babia y no me fijo en la gente, se añadía el hecho que los efectos de tanta hidratación en Becerril estaban empezando a hacerse notar en mi vegiga y su control requería de toda mi concentración). Me comentó que ya falta poco para que las obligaciones le dejen tiempo para salir a la montaña. Mejor porque cuantos más seamos, más reiremos, sobre todo con gente como la de este grupo de montaña.

Un xaludote 
 

miércoles, 9 de mayo de 2012

Se acabó la nieve... por ahora

Vista la buena racha de la que veníamos disfrutando últimamente, este domingo decidimos salir a ver si, como quien no quiere la cosa, volvíamos a pasar un soleado día de nieve en pleno mes de mayo. Pero tanto va el cántaro a la fuente que... ni soleado día, ni apenas nieve.

De Mujer muerta
Como de pisar nieve se trataba, decidimos dirigimos a la Mujer muerta desde el área recreativa de la Panera y pasar un buen rato paseando por encima de los 2000 m. Para esta ocasión nos juntamos Jóse, Jesús, Marcos, David Santillán y el que suscribe. Y ¡¡efectivamente!! como bien habréis observado, la primera ruta en mucho tiempo sin una sola representante del género femenino.

De Mujer muerta
Compungidos por tan notable ausencia, en lugar de mantener varoniles conversaciones a base de "furgol", coches, mujeres, cerveza y comilonas, (estos dos últimos temas son comunes a cualquier ruta que se precie) emprendimos más meditabundos de lo habitual, nuestra caminata hacia el puerto de Pasapán, donde, para acentuar tan melancólico ambiente, nos vimos rodeados de una ligera bruma que no nos abandonaría prácticamente hasta la Pinareja.

De Mujer muerta
Entre girones de niebla hicimos una pequeña parada en la Peña del Oso, donde repusimos fuerzas y continuamos camino pasando por los últimos neveros de la zona, formados por un "pastujo" la mar de incómodo que nos hacía meter la pata de continuo en los huecos ocultos entre roca y roca. Con este incómodo panorama, decidimos pasar lo más rápido posible por la Pinareja y enfilamos hacia las verdes praderas del collado de Tirobarra y las, por fin, "secas" pedreras del Montón de trigo. Una vez en la cima, sofocados por el comienzo del calorcillo de mediodía, decidimos parar a comer mientras disfrutábamos de las bonitas vistas de la meseta castellana que comenzaban a surgir entre nube y nube.

De Mujer muerta
Desde allí, la lista de picos del día continuaba con el cerro Minguete, Peña Bercial y Peña del Águila pero, por cuestiones de horario, decidimos hacer un ligero reajuste en el collado de la Marichiva y bajar de nuevo hacia el Valle del rio Moros, con visita incluida al embalse del Tejo, para calmar las profunda deformación profesional que venía sufriendo David desde el comienzo de la jornada.

De Mujer muerta
Tras una larga pista y alguna carrerita que otra, llegamos un tanto perjudicados al coche para salir escopetados hacia la estación del Espinar donde, abandonados por nuestras compañeras de andanzas, no nos quedo más remedio que darnos a la bebida.... solos!!
Por cierto, las tapas de "La terraza" mantienen un nivel sobresaliente: de primero choricitos a la sidra y "decosntrucción" de patatas alioli para terminar.

jueves, 26 de abril de 2012

El invierno empieza en Abril

Dicen por ahí que las cosas no son blancas ni negras, si no todo lo contrario. Bien, pues parece que este año, al menos en cuestiones meteorológicas se cumple tan curiosa reflexión; de tal modo que el invierno se ha convertido en primavera y la primavera en invierno.

De Sureste-Claveles
Haciendo gala de nuestra afamada capacidad de adaptación a cualquier circunstancia, este domingo decidimos reiniciar la temporada invernal, aprovechando que la tregua de buen tiempo que daban entre borrasca y borrasca. Lo que no podíamos suponer es que, a lo tonto íbamos a tener casi el mejor día de nieve de todo lo que va de año. Y como otra de las virtudes que adorna a este grupo es la cabezonería recalcitrante, que mejor opción que repetir por enésima vez la sureste clásica a Peñalara, a ver si a base de "dale que te pego", terminábamos por hacerla como se debe hacer.

De Sureste-Claveles
Después de transformar mi coche en algo parecido a un autobús escolar, Araceli, Maranta, Paco, Jesús y un servidor nos encaminamos hacia Becerril, donde Eva nos esperaba con su coche para rescatarnos de morir asfixiados entre macutos, piolets, bastones y todo tipo de complementos de moda montañera. Una vez en Cotos, que ya a las 8:30 amenazaba con rebosar de coches, nada mejor que un cafecito y algún "barreño" de Colacao para entrar en calor y continuar con esa "pachorra" tan agradable que caracteriza nuestras últimas salidas.

De Sureste-Claveles
De la primera parte de la ruta poco se puede decir que no hayamos repetido en crónicas anteriores, la diferencia es que, una vez superada la Laguna de Peñalara, se presentaron ante nuestros ojos mil y una canales repletas de nieve hasta los topes como si de un parque de atracciones se tratara. Ante tan irresistible imagen, Paco y Jesús no pudieron contenerse por más tiempo y abandonaron el camino original con los ojos perdidos en las primeras palas de nieve. A ellos se unió Araceli, que aun no conoce los peligros que entraña seguir la huella de este par de "obsesivos conpulsivos" de lo que ellos llaman "falsos llanos". Por suerte, en esta ocasión la cosa no fue a más y terminamos por reunirnos todos en la entrada del corredor con la sutil diferencia, con respecto a otras ocasiones, de dos metros de nieve bajo nuestros pies. Ahí tenéis un par de fotos del mismo punto de la ruta ¿A ver si adivináis cual corresponde a Enero y cual a Abril?

De 26 de abril de 2012
En este punto Maranta, contagiada ya por el ansia montañera de Jesús y Paco, puso el ojo en la cima de Peñalara y para allá que se fue sin abandonar la cabeza del grupo más que para fotografiar la sudada que nos estábamos pegando el resto siguiendo su huella.

De Sureste-Claveles
Cuando creíamos que todo lo bueno terminaba en la cima, no pudimos evitar que los ojos nos hicieran chirivitas contemplando el enorme merengue que cubría la cresta de Claveles y que nos empujaba irresistiblemente a continuar la ruta. Disfrutando como enanos asomándonos a las canales que salen de la cresta y parando cada dos por tres para hacer fotos, llegamos a la altura de la Laguna de los pájaros a la que bajamos realizando unas prácticas de culo-esquí, por aquello de probar otras modalidades de alpinismo invernal.

De Sureste-Claveles
A estas alturas y con el sol pegando de plano, la ruta amenazaba con convertirse en una reedición de la "ruta para raquetas sin raquetas". Por suerte la huella de vuelta estaba hecha y, a parte de jugar a "a ver quien meta la pata en el arroyo" (de lo que solo se libró Jesús), llegamos sin más novedad a Venta Marcelino donde dios cuenta de los bocatas y las indispensables cervezas de cualquier buena ruta que se precie.