Tras la excursión "mañanera" del jueves y visto que aún nos quedaban fuerzas para rato, el viernes 15 de julio nos aventuramos con l'Aiguille du Goléon. Así que, ni cortos ni perezosos, nos levantamos (de nuevo) a las 5 de la mañana y nos pusimos en marcha.
L'Aiguille du Goléon tiene una altura máxima de 3.427 m y pertenece al macizo de Arves, justo al norte de los Ecrins.
El lugar de inicio de la ruta se sitúa a 20 minutos de la Grave. Saliendo dirección Briançon, nada más pasar el primer túnel, hay una carretera que sale a la derecha, hacia les Hières. La carretera acaba en una pista forestal que seguimos hasta dejar el coche en un pequeño aparcamiento al final (a cota de unos 1.800 m).
A partir de este punto, comienza la ascensión. El camino sigue el arroyo, quedando éste a la derecha todo el rato. A la izquierda se halla un cable, utilizado para abastecer el refugio del Goléon. El camino atraviesa primeramente una pradera para luego comenzar a zigzaguear sobre los depósitos del río. Esta parte del camino es un estupendo mirador hacia los Ecrins, pudiendo disfrutar de unas vistas soberbias de la Meije y del Rateau.
Comenzamos a andar a las 6:30, separándonos en dos. Por una parte, Jesús, Pablo y yo, con el objetivo de alcanzar la cima a una hora razonable. Manu y Nadia optaron por quedarse en las proximidades del lago y pasar allí el día.
Una vez superada esta primera barrera, se alcanza el lago du Goléon y el refugio, a una cota de unos 2.500 m. El camino continúa por la ladera del valle, permitiendo disfrutar del lago y del arroyo que lo alimenta y de una gran explanada llena de firmas (sí, firmas de piedras. Y no sabéis cuántas...). Encontramos también varias tiendas de campaña (al no ser parque nacional, como los Ecrins, sí está permitida la pernocta). Poco a poco, el paisaje se va endureciendo hasta llegar a la morrena del glaciar (se nota ya el aire frío), donde se empina. Continuamos subiendo la morrena (llena de riachuelos), hasta alcanzar el glaciar.
El glaciar se cruza sin mayor complicación. Está cubierto de nieve y no tiene apenas inclinación. Es importante pegarse a la derecha, para ir por la zona más tendida. La cresta se alcanza sin problemas.
A partir de ahí, comienza la etapa final de la ascensión. La cresta no es muy complicada, pero está muy expuesta y el material que la forma no es siempre compacto. Por ello, hay que andar con ojo.
Nosotros alcanzamos la cima a las 12:30, parando un ratito a disfrutar de las vistas. Por suerte, hizo muy buen día y pudimos disfrutar del Mont Blanc, entre otros (también vimos los familiares Combeynot y Rateau). A las 13:00 comenzamos el descenso, por el mismo camino por el que vinimos, regresando a la furgoneta a las 17:00.
Como buena ruta, acabamos tomando una cerveza todos juntos.
En total, una ruta de mucho desnivel (1.840 m de desnivel acumulado), larguita (17 km) pero fácil de hacer y muy variada. Quien no quiera hacer tanto desnivel en un día, puede optar por hacer una noche intermedia. Un pico perfecto para culminar el viaje.