Madresfera nos invita a participar en una nueva promoción. La vida bloguera es más divertida desde que existe su comunidad jeje
En esta ocasión tenemos que explicar el plato favorito de nuestros hijos para optar a un kit de cocinero ofrecido por El Corte Inglés ( #PequeñoGranChefElCorteIngles ). He de admitir que lo tengo muuuy difícil porque mis dos peques son unos tragaldabas de cuidado.
Es maravilloso cuando el mayor me suelta un: "Gracias mamá. Esto esta buenísimo". O cuando el pequeño grita emocionado: "¡Rico, riiicoooo!" relamiéndose de gusto.
Aunque si hablamos de meterse en la cocina y trastear, mi chico mayor es el chef oficial de la casa. Amasar, corta, mezclar... ¡Le encanta! Espero que siga así y pronto me saque a mi de los fogones. Es una esperanza que alimento desde que empezó a hacer sus primeras magdalenas.
Si he de elegir una receta que disfrutan de principio a fin es la de las trufas de chocolate. Les encanta pringosearse las manos mezclando la mantequilla, la nata y el chocolate. Se pirran por limpiar los restos de los ingredientes en los platos que vamos usando y devoran el resultado final. ¡Son un par de golosones!
martes, 31 de diciembre de 2013
lunes, 30 de diciembre de 2013
Más adornos
Lo que más le ha gustado con diferencia a Daniel de estas Navidades, dejando a un lado los regalos, han sido las actividades en las que hacíamos los adornos de forma casera. No ha parado de pedirme materiales para manualidades antes, durante, e incluso, tras las vacaciones.
Lo último que hicimos fue una guirnalda de muñequitos de galletas de jengibre con nuestras caras que vi por las redes, aunque ahora mismo no recuerdo donde. Es tan fácil de hacer como resultona.
Cogemos una bolsa de papel craft que tanto se han puesto de moda y que la tiendas de bisutería, entre otras, te suelen dar con tu compra. Pintamos nuestras siluetas de muñecos, las recortamos, pegamos las fotos de la familia donde debería ir la cara y la adornamos a placer. Nosotros pegamos gomets caseros y pusimos purpurina. Por último, las colgamos a una cuerda o hilos de lana con pinzas o lo que queramos y tenemos una guirnalda de los más original.
¡Nos encantó el resultado!
Lo último que hicimos fue una guirnalda de muñequitos de galletas de jengibre con nuestras caras que vi por las redes, aunque ahora mismo no recuerdo donde. Es tan fácil de hacer como resultona.
Cogemos una bolsa de papel craft que tanto se han puesto de moda y que la tiendas de bisutería, entre otras, te suelen dar con tu compra. Pintamos nuestras siluetas de muñecos, las recortamos, pegamos las fotos de la familia donde debería ir la cara y la adornamos a placer. Nosotros pegamos gomets caseros y pusimos purpurina. Por último, las colgamos a una cuerda o hilos de lana con pinzas o lo que queramos y tenemos una guirnalda de los más original.
¡Nos encantó el resultado!
domingo, 29 de diciembre de 2013
Juegos de Rol para Daniel
Papá le ha comprado a Daniel por internet un juego de rol hecho especialmente para niños de su edad, Hero Kids. El día que desplegó toda la parafernalia y nos sentó a mi primogénito y a mí a la mesa con intención de hilar una emocionante aventura de fantasía medieval no podría decir cual de los dos estaba más emocionado.
Mi niño eligió de personaje a un caballero como era de esperar y yo a una chica que mas bien parecía Rapunzel con pelo largo como arma arrojadiza y todo. Entre los dos acabamos con la amenaza de las ratas gigantes y salvamos al hijo de la posadera, que nos premió con unos deliciosos lacasitos.
Al peque le encantó el juego y se pasó todo el día siguiente suplicando que preparara la siguiente aventuras: ¡la de los esqueletos vivientes!
Para él aquellos sonaba espectacular. Su padre no tardó mucho en tenerla preparada y meternos de nuevo en el juego. Lo pasamos muy bien, aunque, a veces, los repentinos ataques de cobardía de mi compañero de aventuras bien me valieron perder puntos de vidas. En alguna ocasión tuve que ponerme dura para que me ayudara en las peleas. Por lo visto no le gusta nada perder las batallas.
Afortunadamente, el juego es muy fácil, ideal para pequeños y logramos salvar al pueblo de la nueva amenaza.
Estoy deseando saber que será lo siguiente a lo que deberemos enfrentarnos.
Mi niño eligió de personaje a un caballero como era de esperar y yo a una chica que mas bien parecía Rapunzel con pelo largo como arma arrojadiza y todo. Entre los dos acabamos con la amenaza de las ratas gigantes y salvamos al hijo de la posadera, que nos premió con unos deliciosos lacasitos.
Al peque le encantó el juego y se pasó todo el día siguiente suplicando que preparara la siguiente aventuras: ¡la de los esqueletos vivientes!
Para él aquellos sonaba espectacular. Su padre no tardó mucho en tenerla preparada y meternos de nuevo en el juego. Lo pasamos muy bien, aunque, a veces, los repentinos ataques de cobardía de mi compañero de aventuras bien me valieron perder puntos de vidas. En alguna ocasión tuve que ponerme dura para que me ayudara en las peleas. Por lo visto no le gusta nada perder las batallas.
Afortunadamente, el juego es muy fácil, ideal para pequeños y logramos salvar al pueblo de la nueva amenaza.
Estoy deseando saber que será lo siguiente a lo que deberemos enfrentarnos.
sábado, 28 de diciembre de 2013
Mamá ¿Por qué Papa Noel no me ha traído lo que le pedí?
De todos es sabido que los niños pequeños suelen cambiar de idea cada vez que sopla el viento. Por lo menos los míos. Daniel ha cambiado de idea miles de veces con respecto a su carta de Papa Noel y Reyes. Ya no recuerdo toda la retahíla de juguetes que me ha nombrado con sus ojitos brillando de ilusión.
Estas Navidades, fuimos a un pueblo de unos tíos de Raúl para que se reuniera la familia. Allí vino Mama Noel como cada año a entregar millones de paquetes. Puzles, juegos, pistolas de juguetes, un quad de juguete, Lego... Los paquetes se sucedían y casi no acertaba a abrirles a mis retoños sus cajas para que pudieran jugar medio segundo con su contenido.
Entre tanta alegría y emoción, mi primogénito se me acercó una vez terminada la vorágine navideña y me suelta un desconsolado: "Mami, ¿por qué Papa Noel no me ha traído lo que le pedí?". Me quedé blanca. "¿Qué le habías pedido?" le pregunté como quien no quiere la cosa. "Una máquina de hacer magdalenas". Le expliqué que, a lo mejor, era porque ya se lo iban a traer los Reyes y se quedó conforme. "Pero... ¡mira todo lo que te ha traído Papa Noel! Eso significa que te has portado muy bien". "Sí, es verdad" asintió con media sonrisa y se dedicó a pelearse con su hermano por una escopeta de plástico ya más animado.
Pero una, que es una madre sensible, no paró de darle vueltas al asunto. Y cuando volvimos al hogar, y con la excusa de que no teníamos nada para cenar, volé al hipermercado y me pasé por la sección juguetes como quien no quiere la cosa. El juego de hacer magdalenas estaba agotadísimo, pero, por suerte, les quedaba el de hacer helados, que tampoco estaba nada mal, así que al carro con la caja sin pensármelo dos veces. Y... cómo voy a poner una paquete para uno y olvidarme del pequeñín, aunque no haya dicho nada. ¡Imposible! La mochila de Dora también a la cesta ¡Ole! No hay dolor.
A mi maridín le compré unas almejas en salsa en la sección de comida preparada que tenían una pinta de estar chuparse los dedos, así tenía un detalle con él por su cumple y sumaba puntos para que no me pusiera mala cara al ver mis compras inesperadas.
Me puso mala cara, pero mis ojitos de bambi y la desilusión en mi mirada por su tajante negativa le hizo cambiar de opinión.
Envolví los regalos, mientras el cabeza de familia despistaba a mis retoños y los puse en la habitación de los juguetes. ¿Podéis creer que no pisaron la maldita habitación en toda la tarde?
Cuando llegó la hora de meterse en la cama, su padre les obligó a recoger los juguetes y por fin asomaron sus naricillas por allí. Gratamente sorprendidos corrieron a por los paquetes. Al principio se pusieron a desenvolver el equivocado, pero pronto se los intercambiaron. "¡Dora, Dora, Doraaaaaaa!" gritó el pequeñajo entusiasmado. "¡Mi máquina de hacer magdalenas, mi máquina de hacer magdalenas! Tenías razón mamá, estaba aquí" exclamó emocionado el mayor.
Le hice ver que era de hacer helados, pero como yo ya preveía le parecía igual de emocionante una cosa que la otra. Los dos se pusieron a jugar inmediatamente con los regalos de ambos. Incluso hubo alguna que otra pelea como no podía ser menos. Simulaban que hacían los helados en la máquina porque les dije que ya los haríamos al día siguiente porque ya era muy tarde. Sacaban las cosas de Mochila y jugaban con el Mapa, con los prismáticos, con las llaves... El chiquitín se puso el reloj de Dora y casi se lo tengo que arrancar de la muñeca cuando le metí en la cama.
Cuando por fin se durmieron el papi me volvió a recriminar los valores materialistas que les estaba inculcando a lo tonto, pero me dio igual, porque mi conciencia ya estaba tranquila.
Estas Navidades, fuimos a un pueblo de unos tíos de Raúl para que se reuniera la familia. Allí vino Mama Noel como cada año a entregar millones de paquetes. Puzles, juegos, pistolas de juguetes, un quad de juguete, Lego... Los paquetes se sucedían y casi no acertaba a abrirles a mis retoños sus cajas para que pudieran jugar medio segundo con su contenido.
Entre tanta alegría y emoción, mi primogénito se me acercó una vez terminada la vorágine navideña y me suelta un desconsolado: "Mami, ¿por qué Papa Noel no me ha traído lo que le pedí?". Me quedé blanca. "¿Qué le habías pedido?" le pregunté como quien no quiere la cosa. "Una máquina de hacer magdalenas". Le expliqué que, a lo mejor, era porque ya se lo iban a traer los Reyes y se quedó conforme. "Pero... ¡mira todo lo que te ha traído Papa Noel! Eso significa que te has portado muy bien". "Sí, es verdad" asintió con media sonrisa y se dedicó a pelearse con su hermano por una escopeta de plástico ya más animado.
Pero una, que es una madre sensible, no paró de darle vueltas al asunto. Y cuando volvimos al hogar, y con la excusa de que no teníamos nada para cenar, volé al hipermercado y me pasé por la sección juguetes como quien no quiere la cosa. El juego de hacer magdalenas estaba agotadísimo, pero, por suerte, les quedaba el de hacer helados, que tampoco estaba nada mal, así que al carro con la caja sin pensármelo dos veces. Y... cómo voy a poner una paquete para uno y olvidarme del pequeñín, aunque no haya dicho nada. ¡Imposible! La mochila de Dora también a la cesta ¡Ole! No hay dolor.
A mi maridín le compré unas almejas en salsa en la sección de comida preparada que tenían una pinta de estar chuparse los dedos, así tenía un detalle con él por su cumple y sumaba puntos para que no me pusiera mala cara al ver mis compras inesperadas.
Me puso mala cara, pero mis ojitos de bambi y la desilusión en mi mirada por su tajante negativa le hizo cambiar de opinión.
Envolví los regalos, mientras el cabeza de familia despistaba a mis retoños y los puse en la habitación de los juguetes. ¿Podéis creer que no pisaron la maldita habitación en toda la tarde?
Cuando llegó la hora de meterse en la cama, su padre les obligó a recoger los juguetes y por fin asomaron sus naricillas por allí. Gratamente sorprendidos corrieron a por los paquetes. Al principio se pusieron a desenvolver el equivocado, pero pronto se los intercambiaron. "¡Dora, Dora, Doraaaaaaa!" gritó el pequeñajo entusiasmado. "¡Mi máquina de hacer magdalenas, mi máquina de hacer magdalenas! Tenías razón mamá, estaba aquí" exclamó emocionado el mayor.
Le hice ver que era de hacer helados, pero como yo ya preveía le parecía igual de emocionante una cosa que la otra. Los dos se pusieron a jugar inmediatamente con los regalos de ambos. Incluso hubo alguna que otra pelea como no podía ser menos. Simulaban que hacían los helados en la máquina porque les dije que ya los haríamos al día siguiente porque ya era muy tarde. Sacaban las cosas de Mochila y jugaban con el Mapa, con los prismáticos, con las llaves... El chiquitín se puso el reloj de Dora y casi se lo tengo que arrancar de la muñeca cuando le metí en la cama.
Cuando por fin se durmieron el papi me volvió a recriminar los valores materialistas que les estaba inculcando a lo tonto, pero me dio igual, porque mi conciencia ya estaba tranquila.
viernes, 27 de diciembre de 2013
¡¡Felicidades papá!!
Después de las Navidades viene otro gran acontecimiento en mi familia: El cumple de papá. A los peques les encanta celebrar los nacimientos de quien sea, aunque si son los suyos mejor.
Iván se pasó el día cantando cumpleaños feliz a su babeante padre, que tuvo ración doble de besos cumpleañeros por parte de sus dos retoños.
Empaqueté a toda prisa el regalo (que, por cierto, se había comprado él mismo) y se lo di a los niños para que le hicieran entrega del mismo. Me sorprendió porque ninguno intentó abrirlo, ni dijo que era para él. Los dos fueron corriendo a darle el paquete a Raúl atropellándose para ser el primero. Era un juego de mesa y Daniel le hizo prometer mil veces que jugaría con él.
Durante la cena volvimos a cantar cumpleaños feliz a papá, bajo amenaza de que no se comía la tarta el que no cantara a voz en grito. Y después vino la tarta de tiramisú.
Como dice la canción: Fue un cumpleaños feliz
¡¡Felicidades papá!!
Iván se pasó el día cantando cumpleaños feliz a su babeante padre, que tuvo ración doble de besos cumpleañeros por parte de sus dos retoños.
Empaqueté a toda prisa el regalo (que, por cierto, se había comprado él mismo) y se lo di a los niños para que le hicieran entrega del mismo. Me sorprendió porque ninguno intentó abrirlo, ni dijo que era para él. Los dos fueron corriendo a darle el paquete a Raúl atropellándose para ser el primero. Era un juego de mesa y Daniel le hizo prometer mil veces que jugaría con él.
Durante la cena volvimos a cantar cumpleaños feliz a papá, bajo amenaza de que no se comía la tarta el que no cantara a voz en grito. Y después vino la tarta de tiramisú.
Como dice la canción: Fue un cumpleaños feliz
¡¡Felicidades papá!!
jueves, 26 de diciembre de 2013
Breaking bad
Un compañero de trabajo me paso la fórmula magistral para hacer unos caramelos muy semejantes a las drogas de color azul que hacen en la serie de culto "Breaking bad". Como mi marido es muy fan, no perdió la oportunidad de sorprender a la familia con bolsitas de estos caramelos y atraer a su primogénito al lado oscuro. Por supuesto, no se ha puesto a ver la serie con él, ni el peque entendía nada de lo que hacía su padre, pero el mero hecho de golpear con el martillo el caramelo bastó para hacerlo feliz.
Quien haya visto la serie entenderá la última foto :D
miércoles, 25 de diciembre de 2013
¡¡¡Feliz Navidad!!! Y una sesión de fotos para olvidar
Feliz Navidad. Espero que Papa Noel haya acertado con todos y que lo estéis pasando genial con la familia como yo. Porque mi familia política ¡mola! jejeje
En Fin de Año me tocara con la mía propia que, para que voy a engañar a nadie, ¡también mola! ¡Viva el champán, la gente a la que queremos y los buenos deseos!
Aprovecho para contaros que puede que este sea el último año que hago felicitación navideña porque... ¡vaya odisea!
¿En serio cuesta tanto que sonrían y se estén quietecitos unos segundos?
Al final en vez de pensar: que guapos y maravillosos son mis pequeños, te sorprendes asegurando que los vas a estrangular. Y eso no son los buenos deseos navideños que tenemos que tener en mente estos días. A lo mejor el próximo año me olvido de hacerles posar y me siento más positiva.
Si no me creéis mirad las fotos. Por cierto, hicimos más que las que muestro. ¡Muchas más!
En Fin de Año me tocara con la mía propia que, para que voy a engañar a nadie, ¡también mola! ¡Viva el champán, la gente a la que queremos y los buenos deseos!
Aprovecho para contaros que puede que este sea el último año que hago felicitación navideña porque... ¡vaya odisea!
¿En serio cuesta tanto que sonrían y se estén quietecitos unos segundos?
Al final en vez de pensar: que guapos y maravillosos son mis pequeños, te sorprendes asegurando que los vas a estrangular. Y eso no son los buenos deseos navideños que tenemos que tener en mente estos días. A lo mejor el próximo año me olvido de hacerles posar y me siento más positiva.
Si no me creéis mirad las fotos. Por cierto, hicimos más que las que muestro. ¡Muchas más!
martes, 24 de diciembre de 2013
Maldito reno Rudolf
El mayor de mis hijos se ofrece siempre voluntario para entrar en la cocina a echar una manilla, aunque, para su decepción, casi nunca le dejamos participar por miedo a los accidentes. Para mí, la cocina es el lugar más peligroso de toda la casa.
Viendo que se aburría, le propuse hacer mazapán, ya que no requería de fuego. Aceptó encantado. Cómo en su cole han machacado mucho la figura del Reno Rudolph y yo tengo un molde de dicho animal (o parecido) se me ocurrió hacer su figura.
El peque se encargó a aplastar el molde contra la masa, pero no habíamos contado con que el mazapán se iba a pegar al molde, que las partas eran demasiado finas y se rompían, que resultaba difícil pegar el mazapán que mezclamos con cacao en polvo para tener dos colores... ¡Vamos! Que en un momento dado maldecí al popular reno.
Al final no quedó del todo mal y los peques se lo comieron muy felices.
Con lo que no contaba es con que mi primogénito me iba a soltar pocos días después que Papa Noel no me iba a traer ningún regalo... ¡Porque había dicho "maldito Rudolf"! Yo al principio lo negué extrañada y preguntándome de dónde se había sacado tal idea el pequeñajo. ¡Yo maldiciendo a tan popular personaje infantil! Nunca, nunca, nunca... hasta que se hizo la luz en mi cerebro y recordé nuestras jornadas culinarias. Intenté explicar el peque que no lo decía por el reno sino por al situación, pero ni lo entendió ni quiso entenderlo. Siguió chinchándome malévolamente.
De vez en cuando me lo suelta. ¡Lo que está disfrutando con la situación! A lo mejor este año me encuentro sin nada el 25 de diciembre :S
Viendo que se aburría, le propuse hacer mazapán, ya que no requería de fuego. Aceptó encantado. Cómo en su cole han machacado mucho la figura del Reno Rudolph y yo tengo un molde de dicho animal (o parecido) se me ocurrió hacer su figura.
El peque se encargó a aplastar el molde contra la masa, pero no habíamos contado con que el mazapán se iba a pegar al molde, que las partas eran demasiado finas y se rompían, que resultaba difícil pegar el mazapán que mezclamos con cacao en polvo para tener dos colores... ¡Vamos! Que en un momento dado maldecí al popular reno.
Al final no quedó del todo mal y los peques se lo comieron muy felices.
Con lo que no contaba es con que mi primogénito me iba a soltar pocos días después que Papa Noel no me iba a traer ningún regalo... ¡Porque había dicho "maldito Rudolf"! Yo al principio lo negué extrañada y preguntándome de dónde se había sacado tal idea el pequeñajo. ¡Yo maldiciendo a tan popular personaje infantil! Nunca, nunca, nunca... hasta que se hizo la luz en mi cerebro y recordé nuestras jornadas culinarias. Intenté explicar el peque que no lo decía por el reno sino por al situación, pero ni lo entendió ni quiso entenderlo. Siguió chinchándome malévolamente.
De vez en cuando me lo suelta. ¡Lo que está disfrutando con la situación! A lo mejor este año me encuentro sin nada el 25 de diciembre :S
lunes, 23 de diciembre de 2013
La primera zarzuela de mi niño mayor
Mi suegra me llamó una noche para proponerme llevar a Daniel a un espectáculo que se llama "Mi primera zarzuela" por su oficio había conseguido un descuento interesante. Enseguida me sentí interesada por el tema y acepté su propuesta.
El día D nos fuimos los tres tan contentos al teatro. Allí, Chari se encontró con compañeras suyas y sus nietos. Tan formales, tan ricos y simpáticos... Y mientras yo con mi fiera, que se le había metido entre ceja y ceja que era el momento ideal para hacer gimnasia y no paraba de correr, saltar, hacer abdominales...
Le advertí que dentro había que estarse quieto y callado y me respondió con una sonrisa traviesa que hizo que me temblara el alma.
Al principio no parecía gustarle lo que se desarrollaba ante nuestros ojos. Y eso que había mucha interacción por parte del público: coros, palmas, niños en el escenario...
Hasta que no empezó la canción del perro no pareció atender demasiado y sí hablar todo el rato. En realidad, no puedo culparle, porque las letras de las canciones no se entendían mucho.
Pero cuando sacaron a la niña, le pusieron el gorro de perrito y los tres cantantes se convirtieron en doctores veterinarios discutiendo sobre el estado del animal me acribilló a preguntas sobre el can y lo que le pasaba.
La sensación fue cuando la voz femenina puso el grito en el cielo porque lo que tenía el perrito era ¡una tarántula! A ritmo de zarzuela tarántulas de goma atadas a cordeles volaron por nuestras cabezas para alegría de los niños y asco supremo de algunos adultos. Desde luego, fue el momento más divertido. Ese y cuando preguntaron a los peques que era un Fox, por el tipo de canción, y contestaron casi todos que era un zorro. No saben nada, los chiquillos de ahora.
De repente los cantantes, la pianista y el director de la función salieron a saludar y todo terminó tan rápido que la gente no se atrevía a moverse del asiento por si se trataba de una descanso, pero no. era el final y, poco a poco, fuimos abandonando las butacas.
Muchos expresaron su decepción por la corta duración del entretenimiento, pero yo no lo vi mal, porque creo que con niños es mejor no alargar mucho las funciones porque enseguida se cansan. por lo menos la mayoría de los más pequeños. Si hubiera sabido lo que me iba a encontrar me hubiera traído a Iván. Le encantan las canciones y los bailes.
Como salimos tan pronto, aprovechamos para dar una vuelta por colón y la Cibeles. ¡Qué bonitas han adornado las calles! Y que montón de belenes encontramos a nuestro paso. incluso entramos en una iglesia que resultó ser enorme e impresionante. El peque aseguraba que él quería vivir en ese castillo.
Terminamos la salida sentados en una cafetería con chocolate y churros para gran alegría de Daniel. Fue una tarde muy divertida y variada.
El día D nos fuimos los tres tan contentos al teatro. Allí, Chari se encontró con compañeras suyas y sus nietos. Tan formales, tan ricos y simpáticos... Y mientras yo con mi fiera, que se le había metido entre ceja y ceja que era el momento ideal para hacer gimnasia y no paraba de correr, saltar, hacer abdominales...
Le advertí que dentro había que estarse quieto y callado y me respondió con una sonrisa traviesa que hizo que me temblara el alma.
Al principio no parecía gustarle lo que se desarrollaba ante nuestros ojos. Y eso que había mucha interacción por parte del público: coros, palmas, niños en el escenario...
Hasta que no empezó la canción del perro no pareció atender demasiado y sí hablar todo el rato. En realidad, no puedo culparle, porque las letras de las canciones no se entendían mucho.
Pero cuando sacaron a la niña, le pusieron el gorro de perrito y los tres cantantes se convirtieron en doctores veterinarios discutiendo sobre el estado del animal me acribilló a preguntas sobre el can y lo que le pasaba.
La sensación fue cuando la voz femenina puso el grito en el cielo porque lo que tenía el perrito era ¡una tarántula! A ritmo de zarzuela tarántulas de goma atadas a cordeles volaron por nuestras cabezas para alegría de los niños y asco supremo de algunos adultos. Desde luego, fue el momento más divertido. Ese y cuando preguntaron a los peques que era un Fox, por el tipo de canción, y contestaron casi todos que era un zorro. No saben nada, los chiquillos de ahora.
De repente los cantantes, la pianista y el director de la función salieron a saludar y todo terminó tan rápido que la gente no se atrevía a moverse del asiento por si se trataba de una descanso, pero no. era el final y, poco a poco, fuimos abandonando las butacas.
Muchos expresaron su decepción por la corta duración del entretenimiento, pero yo no lo vi mal, porque creo que con niños es mejor no alargar mucho las funciones porque enseguida se cansan. por lo menos la mayoría de los más pequeños. Si hubiera sabido lo que me iba a encontrar me hubiera traído a Iván. Le encantan las canciones y los bailes.
Como salimos tan pronto, aprovechamos para dar una vuelta por colón y la Cibeles. ¡Qué bonitas han adornado las calles! Y que montón de belenes encontramos a nuestro paso. incluso entramos en una iglesia que resultó ser enorme e impresionante. El peque aseguraba que él quería vivir en ese castillo.
Terminamos la salida sentados en una cafetería con chocolate y churros para gran alegría de Daniel. Fue una tarde muy divertida y variada.
¡¡Las notas!!
Ya tengo en mi poder las notas de mis retoños y las fichas del mayor. Ni que decir que todo conseguido jajaja
La profesora de este año de Daniel es mucho menos exigente que la del año pasado. Marta te llenaba las fichas de comentarios en rojo y Gloria de caras sonrientes. "Vas mamá", me decía mi chico a medida que pasábamos las hojas, "Ya te dije que lo hacía todo fenomenal".
De repente llegamos a una que sólo tenía una carita sonriente y mi primogénito se empezó a angustiar. "Mami, ¿Por qué aquí sólo hay una carita sonriente si lo he hecho todo muy bien" me preguntó muy preocupado. "Seguro que ese día Gloria estaba cansada y no tenía ganas de dibujar caritas, porque es verdad que esta muy bien esta ficha" opiné yo. "Eso es, eso es" me dio la razón muy serio. Desde luego, la autoestima se la está subiendo a sus alumnos.
Algunas fichas estaban sin hacer porque no había ido ese día al colegio y quedamos que las haría otro días, porque a mí me quedaba aún mucho que recoger y no podía ponerme con él.
Me hizo leerle todas las notas en alto, como suele hacer desde que entró en este colegio. "¡¡Todo conseguido!!" exclamó muy contento cuando acabé de recitar objetivos y notas.
Lo mejor la felicitación del Reno Rudolph, ¡que bonita le salió!
En cuanto a Iván, también todo bien. En realidad, no le dan notas sino los objetivos que se han perseguido ese trimestre sin especificar si lo ha superado o no. Pero he hablado con su tutora y me ha comentado que los ha conseguido todos como su hermano.
¡¿Se puede estar más orgullosa?!
La profesora de este año de Daniel es mucho menos exigente que la del año pasado. Marta te llenaba las fichas de comentarios en rojo y Gloria de caras sonrientes. "Vas mamá", me decía mi chico a medida que pasábamos las hojas, "Ya te dije que lo hacía todo fenomenal".
De repente llegamos a una que sólo tenía una carita sonriente y mi primogénito se empezó a angustiar. "Mami, ¿Por qué aquí sólo hay una carita sonriente si lo he hecho todo muy bien" me preguntó muy preocupado. "Seguro que ese día Gloria estaba cansada y no tenía ganas de dibujar caritas, porque es verdad que esta muy bien esta ficha" opiné yo. "Eso es, eso es" me dio la razón muy serio. Desde luego, la autoestima se la está subiendo a sus alumnos.
Algunas fichas estaban sin hacer porque no había ido ese día al colegio y quedamos que las haría otro días, porque a mí me quedaba aún mucho que recoger y no podía ponerme con él.
Me hizo leerle todas las notas en alto, como suele hacer desde que entró en este colegio. "¡¡Todo conseguido!!" exclamó muy contento cuando acabé de recitar objetivos y notas.
Lo mejor la felicitación del Reno Rudolph, ¡que bonita le salió!
En cuanto a Iván, también todo bien. En realidad, no le dan notas sino los objetivos que se han perseguido ese trimestre sin especificar si lo ha superado o no. Pero he hablado con su tutora y me ha comentado que los ha conseguido todos como su hermano.
¡¿Se puede estar más orgullosa?!
sábado, 21 de diciembre de 2013
Fiestas de Navidad en el colegio de Daniel
El jueves nos invitaron a una copa en el comedor del cole de Daniel y después se suponía que teníamos una actuación Gospel en el gimnasio, pero al final los "góspel" lo interpretaron los niños que se presentaron voluntarios para entonar villancico ante los allí congregados. Mi hijo estaba demasiado ocupado haciendo el cabra como para ponerse delante del escenario.
Pero será mejor que empiece por el principio. El año pasado accedimos a la copa con los niños a cuestas, pero éste no dejaban. Se los llevaban a la sala de audiovisuales para ponerles una peli. Iván subió encantado, pero a Daniel le tuve que acompañar hasta la mismísima puerta y aún así se quedó enfurruñado. Conclusión: la mamá gallina que hay en mí no pudo tomarse ni un turrón tranquila pensando en su primogénito. Incluso, volví a asomar la nariz por la sala de proyecciones para ver cómo iba la cosa. Ver, lo que se dice ver, no vi nada, porque estaban todas las luces apagadas, pero cómo tampoco oí nada, me quedé más tranquila.
Pude relajarme un poco durante el ágape, pero la cosa no duró mucho. Pronto me encontré de nuevo rodeada de chiquillos.
Fuimos al gimnasio a pasarlo bien, pero el mayor de mis hijos tenía el día torcido y lloraba por todo: porque había música, porque no la había, porque la colchoneta a la que se subió estaba fría, el suelo demasiado duro, porque se quería quitar lo zapatos, porque quería ponérselos... desesperante. Mientras tanto, Iván brincaba cual cabrita feliz.
En una ocasión, levante la vista y lo vi trepando a toda velocidad por las barras del gimnasio y casi me da algo. Tenía que vigilarlo para que no se rompiera la cabeza y para que no le "robaran" la pelotita que había regalado el AMPA a los niños. Y puedo asegurar que algunos chicos mayores lo intentaron, pero toparon con mis dientes y garras.
Angustiada y al borde de un ataque de nervios, decidí abandonar la fiesta. De camino a casa. Daniel me comunicó que al día siguiente había que acudir a clase disfrazado porque era la fiesta de Navidad de los niños. Yo ya lo sabía y tenía preparado al mismo disfraz de Papa Noel que llevó el año pasado, pero él me hizo saber que le gustaría más ir de Rudolf el reno. No en vano se habían pasado todo el mes aprendiendo un villancico sobre él. Con los ojos inyectados en sangre le hice saber que de habérmelo dicho antes, a lo mejor, y sólo a lo mejor, hubiera intentado conseguirle uno, pero a las siete de la tarde del día anterior al acontecimiento no había nada que hacer.
Empezó a torcer el gesto, pero por suerte, y por mucha chiripa, tengo en casa un gorro de Papa Noel con un reno y se conformó con eso.
Parece que esta mañana no le ha puesto muchas pegas a su padre. Desde luego, ha salido pegando brincos de contento cuando le he ido a buscar la medio día. Estaba emocionado porque le habían puesto chuches de postre en el comedor.
viernes, 20 de diciembre de 2013
Trineos en la ciudad
El otro día apareció en la pantalla de mi móvil un plan muy atrayente. En un grupo de Whatsapp de madres amigas, una de ellas comentó que podíamos ir a la carpa que se había levantado en un parque cercano con castillo hinchable, pista de patinaje y, lo más interesante, una pista para deslizarte con el trineo.
Enseguida nos presentamos voluntarias varias madres sin miedo.
Admito que cuando Daniel sugirió que nos fuéramos a casa tras salir de casa me dio pereza acercarme a la carpa, pero le conté lo que me proponía y le encantó la idea, así que dejé de hacerme la remolona.
Cómo íbamos con tiempo, dejé que Iván fuera andando. Me arrepentí bastantes veces de mi decisión. me faltaban manos para controlar a mis dos peques.
Una vez allí, se lanzaron hacia el castillo hinchable, así que les compré dos entradas para que se lo pasaran en grande mientras esperábamos al resto del grupo. Sólo había una persona encargada de vender las entradas y vigilar que se cumplieran los tiempos con lo que la poca gente que había allí congregada hacía lo que quería.
Los niños se lo estaban pasando tan bien dando botes que casi no les convenzo para montarnos en el trineo. Los niños no se podían montar solos, así que me tocó ir turnando a los chiquillos y tirarme yo todas las veces.
La primera vez que nos subimos Daniel y yo a ese trasto del infierno, ni siquiera sabía que tenían freno. Teniendo en cuenta que me he criado en Canarias, creo que era la primera vez que me subía en uno. Así que fuimos cogiendo más y más velocidad hasta que empecé a pasar verdadero miedo. Casi nos salimos de la pista del impulso que llevábamos. Yo me levanté blanca del trastalazo, pero mi hijo mayor lo hizo de un brinco y con ganas de más.
Las mamis que me acompañaban se dieron cuenta de que me tenían que explicar lo del freno y dónde estaba. Aun así, yo no me hacía con el manejo de esa cosa, así que empecé a usar el freno manual agarrándome a los bordes de las pistas ¡Ya la cosa fue mucho mejor!
A Iván, también le emocionó la experiencia del trineo. ¡Vaya par de aventureros temerarios que me han salido!
Cuando vino el chico a decir que se nos había acabado el tiempo casi doy saltos de alegría. Lo cierto es que llevábamos más de media hora cuesta arriba, cuesta abajo. De hecho, al día siguiente tenía unas agujetas tremendas.
Iván tuvo que liarla parda antes de irnos porque si no no era él. Se me escapó a la velocidad de la luz y se metió a correr en la pista de hielo. Lo que no sé es cómo no se cayó con lo que resbalaba ese suelo. Me metí la carrera de mi vida para que el chiquillo no fuera atropellado por un trineo desbocado. Le agarré al vuelo y lo metí en el carrito muy enfadada.
A pesar de mi enfado les compré a los peques los churros que me venían pidiendo todo el camino. ¡Soy una blanda!
Enseguida nos presentamos voluntarias varias madres sin miedo.
Admito que cuando Daniel sugirió que nos fuéramos a casa tras salir de casa me dio pereza acercarme a la carpa, pero le conté lo que me proponía y le encantó la idea, así que dejé de hacerme la remolona.
Cómo íbamos con tiempo, dejé que Iván fuera andando. Me arrepentí bastantes veces de mi decisión. me faltaban manos para controlar a mis dos peques.
Una vez allí, se lanzaron hacia el castillo hinchable, así que les compré dos entradas para que se lo pasaran en grande mientras esperábamos al resto del grupo. Sólo había una persona encargada de vender las entradas y vigilar que se cumplieran los tiempos con lo que la poca gente que había allí congregada hacía lo que quería.
Los niños se lo estaban pasando tan bien dando botes que casi no les convenzo para montarnos en el trineo. Los niños no se podían montar solos, así que me tocó ir turnando a los chiquillos y tirarme yo todas las veces.
La primera vez que nos subimos Daniel y yo a ese trasto del infierno, ni siquiera sabía que tenían freno. Teniendo en cuenta que me he criado en Canarias, creo que era la primera vez que me subía en uno. Así que fuimos cogiendo más y más velocidad hasta que empecé a pasar verdadero miedo. Casi nos salimos de la pista del impulso que llevábamos. Yo me levanté blanca del trastalazo, pero mi hijo mayor lo hizo de un brinco y con ganas de más.
Las mamis que me acompañaban se dieron cuenta de que me tenían que explicar lo del freno y dónde estaba. Aun así, yo no me hacía con el manejo de esa cosa, así que empecé a usar el freno manual agarrándome a los bordes de las pistas ¡Ya la cosa fue mucho mejor!
A Iván, también le emocionó la experiencia del trineo. ¡Vaya par de aventureros temerarios que me han salido!
Cuando vino el chico a decir que se nos había acabado el tiempo casi doy saltos de alegría. Lo cierto es que llevábamos más de media hora cuesta arriba, cuesta abajo. De hecho, al día siguiente tenía unas agujetas tremendas.
Iván tuvo que liarla parda antes de irnos porque si no no era él. Se me escapó a la velocidad de la luz y se metió a correr en la pista de hielo. Lo que no sé es cómo no se cayó con lo que resbalaba ese suelo. Me metí la carrera de mi vida para que el chiquillo no fuera atropellado por un trineo desbocado. Le agarré al vuelo y lo metí en el carrito muy enfadada.
A pesar de mi enfado les compré a los peques los churros que me venían pidiendo todo el camino. ¡Soy una blanda!
jueves, 19 de diciembre de 2013
Iván adora las mandarinas
Hay que ver con qué salero pela mi niño pequeño las mandarinas. Ya me parece extraño que le gusten, visto al repelús tan enorme que les tiene mi primogénito desde que le acerqué una a la nariz hace ya años, pero que encima invierta tooodo ese tiempo en pelarlas y que luego vaya engullendo los gajos tan feliz, me parece casi un milagro.
"Ina, iiiiiiina" Chilla feliz cuando le preguntamos qué fruta quiere al terminar de comer.
"Ina, iiiiiiina" Chilla feliz cuando le preguntamos qué fruta quiere al terminar de comer.
miércoles, 18 de diciembre de 2013
El extraño caso del bebé escapista
Si no fuera porque es un caso recurrente podríamos llamarlo casualidad, pero ya van tres veces que la familia que contrató mis servicios como detective se han encontrado a su bebé de poco más de dos años campando a sus anchas en el asiento de atrás del conductor.
La primera vez, casi le da un infarto a la madre cuando se vuelve para investigar el motivo de las alocadas risas de sus retoños y se encuentra a dos milímetros de la cara del pequeño.
Enajenados por la situación, los progenitores pararon el vehículo donde mejor pudieron para atar al más pequeño de sus vástagos. La mujer no pudo asegurar que hubiera anclado el cinturón de seguridad de una manera fiable, así que todo quedó en un equívoco, que gracias al cielo, no fue a más.
La siguiente vez, dio la voz de alarma su hermano mayor con un acusador “Mamiiiiii, Iván se ha soltado”. Con el corazón desbocado pararon de nuevo de urgencias para volver a atar al niño rebelde.
Al rato, volvía campar a sus anchas sobre el asiento trasero. La madre juraba y perjuraba, que en esa ocasión en particular había comprobado de forma contundente el cierre del cinturón de seguridad.
Tras una terrible charla de seguridad vial que dejó al bebé sumido en sus propios pensamientos no se ha vuelto a dar tan terrible incidente.
Tras interrogar a los testigos minuciosamente, buscar huellas del delito e intentar escenificar las posibles opciones pienso presentar el siguiente informe a sus padres:
-
Opción A: el sujeto en cuestión, un varón caucasiano de
dos años y dos meses, tiene algún gen de Houdinni que le dota de una habilidad
maravillosa para el escapismo.
-
Opción B: El hermano mayor tiene superpoderes como él
mismo asegura y es capaz de alargar el brazo como Mr. Fantástico, de los Cuatro
Fantásticos, con lo que le resultaría muy fácil soltar al sujeto de la
investigación desde su posición sin ser detectado por la vigilancia materna.
-
Opción C: el querubín ha aprendido cómo soltar el
cinturón de seguridad y no le tiembla la mano al hacerlo a pesar de las
nefastas advertencias de sus preocupadísimo, y al borde de un infarto, padres
martes, 17 de diciembre de 2013
Bienvenidos al infierno navideño
Este sábado nos hemos dejado caer por el Infierno de la Navidad, también conocido como Cortilandia. Todo empezó a torcerse cuando cogimos un autobús que tardó lo suyo en venir, se petó en muy breve lapso de tiempo y se tomó su tiempo en llegar a nuestro destino.
Las calles estaban preciosas llenas de luces y color, una pena que la multitud allí congregada no dejara dar dos pasos con tranquilidad ¡Y mucho menos con dos revoltijos como los míos!
Los pequeñajos lo pasaron muy bien corriendo de un lado a otro, admirando la decoración y alucinando con los osos de la fachada del Corte Inglés. Iván incluso bailaba sobre mis maltrechos hombros al ritmo de las canciones.
Cuando nos cansamos de dar botes por el centro, buscamos una churrería que no tuviera una cola que diera la vuelta a la esquina. fue misión imposible así que nos tuvimos que conformar con un puesto callejero. A los chiquillos no les importó lo más mínimo tomarse su chocolate con churros en la calle. Lo cierto es que hacía buena temperatura. En eso tuvimos mucha suerte.
Cuando los adultos dimos por terminada la escapada al centro, los niños protestaron muchísimo porque no se querían ir. Al parecer ellos se los estaban pasando pipa. Tocó arrastrarlos hasta el metro para poner rumbo a nuestro confortable, y nada masificado, hogar.
lunes, 16 de diciembre de 2013
Viviendo la Navidad en los colegios
Este año ha llegado la Navidad bastante tarde a los coles de mis hijos, pero ha valido la pena la espera. En la clase de Iván nos pidieron adornos hechos con los niños y luego construyeron un árbol de navidad con cajas forradas de verde en el que expusieron las obras de los pequeños de dos años. Les quedó una preciosidad. Los adornos de Iván no están porque, a pesar de haberlos hecho pronto, los entregué demasiado tarde en clase. Pero sí que están expuestos en el corcho de la entrada de la clase y han quedado muy bonitos.
En el caso del mayor, el chiquillo salió de clase con una amplia sonrisa y un papel con instrucciones para hacer en casa un adorno con la caja de los quesitos. Venía muy contento porque le habían puesto "deberes" y no paró hasta que nos pusimos manos a la obra. Se nota que ya es un chico mayor, porque la actividad la dirigió él indicando en todo momento lo que quería.
Nos quedó un precioso regalo redondo con detalles de gomaeva, gomets y lacito.
Los belenes, como siempre, triunfan entre los pequeños. Y este año, han puesto un Papa Noel inflable gigante que hace las delicias de Iván. El chiquitín corre a su encuentro gritando "jo jo jo".
En el caso del mayor, el chiquillo salió de clase con una amplia sonrisa y un papel con instrucciones para hacer en casa un adorno con la caja de los quesitos. Venía muy contento porque le habían puesto "deberes" y no paró hasta que nos pusimos manos a la obra. Se nota que ya es un chico mayor, porque la actividad la dirigió él indicando en todo momento lo que quería.
Nos quedó un precioso regalo redondo con detalles de gomaeva, gomets y lacito.
Los belenes, como siempre, triunfan entre los pequeños. Y este año, han puesto un Papa Noel inflable gigante que hace las delicias de Iván. El chiquitín corre a su encuentro gritando "jo jo jo".
sábado, 14 de diciembre de 2013
Los imanes de formas
Un día Daniel me pidió que le encontrara todas las formas de un juego de imanes. Con mucho esfuerzo logré reunir la gran mayoría. El resto a saber en qué rincón perdido de la casa se encuentran.
Para mi sorpresa mi niño formó una figura que casaba totalmente con la descripción que me hizo de la misma: "Mira mamá, un guardia ratón con espada que lucha contra un monstruo".
Ni que decir el orgullo de madre que me invadió. Al poco deshizo su obra para crear un montón de monstruos estilo libre.
Para mi sorpresa mi niño formó una figura que casaba totalmente con la descripción que me hizo de la misma: "Mira mamá, un guardia ratón con espada que lucha contra un monstruo".
Ni que decir el orgullo de madre que me invadió. Al poco deshizo su obra para crear un montón de monstruos estilo libre.
viernes, 13 de diciembre de 2013
Piñas navideñas
Daniel me persigue todos los días pidiéndome que hagamos adornos para el árbol. Esta Navidad es lo que mas le gusta de las fiestas, quitando los regalos, que ocupan el primer puesto en sus preferencias navideñas.
Tenemos el árbol que ya no cabe ni un adornito más. El otro día, por variar, les puse a decorar unas piñas que recogimos en una excursión al campo. Les dimos unas pinceladas de pegamento, le echamos purpurina por encima y ¡voilá! con un poco de lana atada ya tenemos unas estupendas bolas de navidad de lo más naturales.
Tenemos el árbol que ya no cabe ni un adornito más. El otro día, por variar, les puse a decorar unas piñas que recogimos en una excursión al campo. Les dimos unas pinceladas de pegamento, le echamos purpurina por encima y ¡voilá! con un poco de lana atada ya tenemos unas estupendas bolas de navidad de lo más naturales.
jueves, 12 de diciembre de 2013
Papá le explica a Daniel la rotación de la tierra
El otro día me encontré a papá y a los niños en un baño a oscuras con la linterna del móvil. Intrigada me asomé a ver que tramaban. Daniel y Raúl tenían una pelota de plástico cada uno y la iban moviendo de un lado a otro. Parece ser que papá intentaba explicar a Daniel por qué a veces no vemos el sol.
El caso es que, de repente, el sol se convirtió en un dragón que iba a comerse a la tierra o algo así. Con la imaginación de Daniel es muy difícil luchar jajaja
El caso es que, de repente, el sol se convirtió en un dragón que iba a comerse a la tierra o algo así. Con la imaginación de Daniel es muy difícil luchar jajaja
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