Pues si, yo también me salto alguna norma que otra. Sobre todo las de mi admirada doctora de familia (antes de cabecera) que intenta imponerme cuando-mirándome fijamente por encima de sus plateadas gafas- pronuncia aquello de: "este colesterol hay que bajarlo a la voz de YA". Pero le desobedezco. A conciencia. No puedo prescindir del helado. Y en ninguno de los régimenes que me pauta, aparece ni por error la ingesta de ese preciado postre, aunque tan solo sea una vez al mes. Nada.
Y me salto la norma. Y me compro ese delicioso e inombrable(¿alemán, danés, sueco?) vaso de helado con fondo blanco y letras rojas que entra en mi casa como uno más de la familia. Y lo tomo en pequeñas cantidades después de mis comidas, como si se tratara de un verdadero premio. El de dulce de leche es mi preferido. Saborearlo es estar -casi- a las puertas del paraiso. Le quito hasta la voz al televisor, para que ninguna de las noticias con las que a esas horas nos invaden, me rompa la magia en la que me sumerjo con mi Häagen en las manos.
Nerón, ya enfriaba sus jugos de frutas con nieve traída de las montañas por sus esclavos. Alejandro Magno, hacia enterrar en la nieve cántaros de frutas y miel para después consumirlos como postres helados. El emperador Tang, en China, allá por el año 618 empleaba un método para mezclar la leche con hielo como postre. Marco Polo, en el siglo XIII, al regresar de uno de sus viajes por Oriente, llevaba en su equipaje varias recetas de postres helados usados en Asia durante cientos de años que se implantaron admirablemente en las cortes italianas.
Mi helado es de los buenos. Artesanal lo llaman. No contiene saborizantes, ni colorantes, lleva el aire justo incorporado y tampoco le añaden conservantes. Además, indica en su envase las cantidades recomendables a consumir. Lo que no acabo de comprender exactamente es la razón de que esas recomendaciones sean sólo para las mujeres....Pero bueno, se agradece el consejo.
El colesterol no va a deshelarme. La doctora Yáñez tampoco y, como no es juevera, no va a enterarse. Y no hay propósito de enmienda. Voy a seguir saltándome esa norma. Confio que la pastilla nocturna cumpla su misión y no me delate en próximos analíticas. Con lo que pago por ella-después de los recortes- ya puede hacerme el favor...
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Lupe