No debo nada a nadie.
Sin embargo tengo la sensación de
deber tanto y a tanta gente...
Para empezar a mis padres a los que debo la vida
y aun sin fin de personas que están y,
más si cabe, a las que se fueron.
También debo deberle al tiempo pasado y al presente
y a la naturaleza por su grandeza.
Le debo al agua y a la tierra,
al fuego que me quema
y al viento que me lleva
a mil parajes con mil colores y trajes.
Puede que deba a las pequeñas cosas
que me alegran los días
y también a las grandes (dejémonos de humildades).
Debería deberle al que me critica
de igual manera que al que me alaba.
(Debería pensarlo, debería pensarlo…)
Pero a quién más debo es a mí misma
por aguantarme
y por darme oportunidades
cuando erro
y cuando, erre que erre,
repito las cosas hasta el infinito.
Le debo también a la piedra
con la que tropiezo
una y dos veces,
y que hasta le he cogido cariño.
Aun así y todo, y la gran lista de deberes,
que no créditos,
juraría y juro que
no debo nada a nadie.
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Fotografia pròpia |