El silencio fue triunfando poco a poco sobre las palabras y las consignas mal entendidas dieron paso a un mundo de compartimentos aislados que fueron sellando los labios. Todas las emociones encadenadas que en otro tiempo fluían como un torrente se secaron y sólo quedó el cauce vació por el que transitaba el olvido. Era la primera vez en mucho tiempo que sintió que las pequeñas cosas que alimentaban cada día los recuerdos dulces y los sentimientos que se proyectaban como apresados en una cinta de cine, se rompían de repente y todo se quedaba en blanco. La sensación de espectador que de pronto pierde el hilo de la historia y vuelve a otra realidad distinta, de la que escapa perdido entre las sombras, porque es la única manera de sobrevivir a los pensamientos que vuelan incansables. Tal vez se lo había dicho en alguna ocasión, pero las palabras a veces es mejor no escucharlas, porque la ignorancia nos protege contra la verdad, hasta que el tiempo se vuelve irremediable y todo se precipita como a través de un itinerario sin rumbo, después de que ya no queda nada por lo que luchar. Aunque le habían dicho que llorar era cosa de débiles, cuando notaba las lágrimas que marcaban todas las emociones se sentía vivo. Y es que las pérdidas sólo se pueden lavar con el llanto. Parecía una paradoja, sentirse vivo después de una vida rota.
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Para los labios sellados
una lágrima
un pronombre
un escalón
para ascender al olvido
una duda
en este punto indeciso
derramado de tristeza
una lágrima
un pronombre
un escalón
para ascender al olvido
una duda
en este punto indeciso
derramado de tristeza