VII
¿Qué clase
de bestia convertiría su vida en palabras?
¿Qué clase
de expiación es ésta?
-y sin
embargo, al escribir palabras como éstas, también vivo.
¿Es todo
esto algo cercano a las señales aulladas por el carcayú,
esa
modulada cantata de la selva?
o bien,
cuando estoy lejos de vos y trato de crearte con palabras,
¿no te
estoy usando simplemente como un río o una guerra?
Pero, ¿cómo
usé los ríos, cómo usé las guerras
para evitar
escribir la peor cosa de todas-
no los
crímenes de los demás, ni siquiera nuestra propia muerte,
sino el
fracaso de no desear con suficiente pasión nuestra libertad de modo
que los
olmos enfermos, los ríos contaminados, las masacres parezcan
meros
emblemas de esa profanación de nosotros mismos?
VIII
Puedo verme
años atrás en Sunion,
con un pie
infectado, lastimada, Filoctetes
en forma de
mujer, rengueando el largo camino,
recostada
en un acantilado encima del océano,
mirando
hacia las rocas rojas donde un mudo rulo
blanco me
decía que una ola había golpeado,
imaginándome
la fuerza de la marea desde esa altura,
sabiendo
que el suicidio deliberado no era lo mío,
y sin
embargo cuidando, midiendo mi herida.
Bueno, eso ya
terminó. La mujer que protegía
su
sufrimiento está muerta. Soy su descendiente.
Me encanta
el pañuelo que me pasó
pero desde
acá quiero seguir acompañada por vos
luchando
contra la tentación de seguir una carrera de dolor.
XIII
Las reglas
se rompen como un termómetro,
el mercurio se derrama sobre los sistemas gráficos,
estamos en un país que no tiene ni lengua
ni leyes, estamos persiguiendo al cuervo y al abadejo
a través de desfiladeros inexplorados desde la tarde
sea lo que sea que hagamos es pura invención
los mapas que nos dieron estaban desactualizados
desde hacía años… estamos manejando por el desierto
preguntándonos si el agua va a alcanzar
si las alucinaciones van a convertirse en simples pueblos
la música de la radio llega clara-
ni Rosenkavalier
ni Götterdämmerung
sino la voz de una mujer cantando viejas canciones
con nuevas palabras, con un suave bajo y una flauta
tocada por mujeres fuera de la ley.
XXI
Los oscuros
dinteles, las azules piedras extranjeras
del gran
círculo por implementos de piedra,
la luz de
la noche de pleno verano alzándose detrás
del
horizonte – cuando dije: “una fisura de la luz”
me refería
a esto. Pero esto no es Stonehenge
ni ningún
otro lugar más que la mente
replegándose
hacia donde su soledad,
compartida,
puede ser elegida sin esa soledad,
no con
facilidad, no sin dolores para marcar
el círculo,
las densas sombras, la gran luz.
Yo elijo
ser una figura en esa luz,
medio
borrada por la oscuridad, algo que se mueve
y cruza ese
espacio, el color de la piedra
saludando a
la luna, pero algo más que piedra:
una mujer.
Yo elijo caminar aquí. Y dibujar este círculo.
Extraído del blog hastadondellegalavoz.blogspot.com.ar.
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