Antes de tener el segundo hijo tienes en cuenta si tu economía te lo permite, si tu trabajo te posibilitará cuidar a dos, si tienes espacio en casa, etc.
Si la respuesta es sí y tienes ganas de ir a por el segundo, te lanzas.
Pero lo que no tienes en cuenta es que la vida que más va a cambiar, no va a ser la tuya.
Cuando el tamaño de tu tripa va en aumento es cuando decides comunicárselo al mayor e intentas contarle cosas bonitas de cuando llegue el hermanito, para ir poniéndolo en situación.
Cuando tuve que dejar a mi pequeñajo por primera vez en casa de mis padres para ir al hospital a dar a luz, ya se me quedó el corazón encogido.
Y volví con los brazos abiertos, buscando a mi niño; entrando en casa sola, con el bebé en brazos de otra persona, y me encontré con un empujón un: " donde está el hermanito" y una mirada triste, muy triste.
Dejé a un bebé de 2 años y 9 meses y cuando volví encontré un niño.
La mirada triste, que intentaba esconderse por los rincones, se fue transformando en ira; ira por un juguete, ira por no vestirse solo, ira a la hora de comer, ira de la nada.
Esa ira va haciendo un agujerito en el lazo de unión, lazo que se va tornando en cuerda, con la que el día a día se convierte en un tira y afloja.
Nerviosa, hormonada y deshubicada no sabes ni como reaccionar ante ese ambiente tan enrarecido que se ha formado. Es más que probable que chilles, que le riñas ante una mala reacción del niño, lo cual, aunque a veces es inevitable, crea un bucle de amor / odio entre madre e hijo y entre hermano y hermano.
El otro lado de la moneda también funciona de forma nefasta, si estas demasiado encima o eres muy empalagosa, se dan cuenta de que algo raro está pasando.
Lo que sí es normal es que el niño esté nervioso, que no encuentre su lugar, que te ame y odie a partes iguales. Por que algo se ha roto a sus ojos, el lazo inquebrantable está a medio rasgar, hay un pequeñajo que, no dice ni mu pero con sus uñitas afiladas, lo está deshilachando.
El niño más bueno del mundo se convierte de pronto en la furia más salvaje, y nosotras en un manojo de nervios contenidos o sin contención.
El bebé te necesita mucho, y el mayor también.
Tu que tenías todo bajo control, te ves más que superada, no eres súper woman, no existe súper woman.
Lloras por que tu niño se siente mal, lloras por que no le has pedido permiso para cambiar su vida, lloras por que has recriminado su comportamiento, sabiendo que tiene pleno derecho a estar enfadado. Lloras por no poder tener al pequeño en brazos tanto como quisieras.
Y lo pasas muy muy mal, aunque seguramente no tanto como tu pequeño, el de la mirada triste.
Es muy difícil poder estar tranquila, y disfrutar cuando la diferencia de edad es tan pequeña, son dos bebés, que te necesitan al 100% y tu solo les puedes dar el 50% y 50% a repartir.
No sabes en que momento, la voz dulce se convirtió en ese primer bramido. Cuando pasaste de ser madre modelo a mala madre. No recuerdas cuando tu pequeño creció tan de repente.
Recuerdo un hecho acontecido en la segunda fase de celos ( en la que el bebé empieza a hacer monadas ) que me sigue poniendo los pelos de punta.
Grommy me preguntó: Mamá, ¿ por que el perrito de los yayos se come mis juguetes?
Por lo mismo que tu le quieres apretujar a tu hermano, repuse.
¿Por que me odia?
Sí, a mi también me dieron ganas de llorar al oír su respuesta.
Ahora, cada vez que veo un futuro hermano mayor, se reconocer esa mirada triste que me rompe el corazón.
Pero no quiero pintarlo todo negro, esto no es un dogma de fe, cada niño, madre y familia saben llevar la situación de una manera, depende del carácter del niño, del carácter de la madre y de la familia.
En mi caso ha resultado muy duro, por que mi niño era todo mi mundo y yo era todo su mundo, y ahora somos tres a repartir el mundo. Y por que yo soy una persona muy nerviosa, muy minuciosa, y muy perfeccionista. De modo que mi propio carácter no me lo ha puesto nada fácil.
Han pasado dos años desde el nacimiento de Pequete y atisbo la luz al final del túnel. Es ahora cuando van dándose cuenta de que es divertido interactuar; y aunque se siguen pegando cada dos por tres también tienen ratitos estupendos, en los que babeo con observarlos.
Para que negarlo, los celos existen y esos sí te cambian la vida, aunque sea temporalmente.
See you later. Babbupi's Mumm.