El Santuari de Lord, un paraje excepcional en el Prepirineo catalán


¡Qué difícil me resulta escribir algo en esta ocasión! Por más que pienso en un inicio, no me salen las palabras. Contemplo las fotografías y en mi interior se remueven las emociones; sin embargo, es tanto el sentimiento que para mí guardan estas imágenes, que mis manos son incapaces de teclearlo. En ellas se acumulan mis años de infancia y también los de una buena parte de mi madurez. Entre estos paisajes he sido feliz. He visto salir el sol infinidad de veces entre estos árboles; he visto cómo les resbalaba la lluvia o se tapaban con nubes negras. He visto cómo el fuego quemaba sus ramas. He jugado con ellos. En estos bosques he pasado los años más bonitos de mi vida, porque no tenía ninguna preocupación. Mi mente de niña era libre. Por eso, os enseño este rincón del mundo con una ilusión especial. Imagino que os estaréis preguntando dónde se sitúa este paraje excepcional. Pues sí, en Catalunya, donde vivo. Y más concretamente en el prepirineo, en la comarca del Solsonès y en el término municipal de Sant Llorenç de Morunys (mirad el mapa de abajo para situaros mejor). Esta comarca tiene joyas naturales que son ideales para los excursionistas y los apasionados por el deporte de montaña. Una de ellas, que puede hacerse perfectamente en familia, es la que os traigo hoy: la del Santuari de Lord. ¡Desde este santuario se aprecian unas vistas impresionantes sobre todo el valle! Está situado en una montaña que se llama Mola de Lord (de ahí el nombre del santuario), un monte de unos 1.200 metros de altura desde el cual se puede ver el embalse de la Llosa del Cavall (uno de los atractivos de esta excursión). En este envidiable lugar, no es de extrañar que se construyera un santuario, documentado ya desde finales del siglo X. Era perfecto como centro eremítico y de meditación, por eso en el siglo XVI se estableció la primera comunidad de monjes dominicos. La iglesia fue reformada notablemente, incorporando un nuevo presbiterio, seis capillas laterales y una hospedería. Sin embargo, esa no es la iglesia que contemplamos hoy en día. Las guerras carlinas la destruyeron y fue gracias a la iniciativa posterior del industrial Esteve Monegal que se construyó una nueva entre 1867 y 1870 de características neoclásicas: es de una nave cubierta con bóveda de cañón y con capillas laterales entre los contrafuertes. Tanto su fachada como su campanario son de una gran austeridad. La ornamentación se reduce al retablo, fabricado en el año 1901 por J. Riera Casanovas, y en el cual se ubica la talla de la Virgen con el niño.

Llegar al santuario no es complicado, pero sí intrincado, por las curvas que hay. ¡Abstenerse los que se marean! Hay dos opciones: se puede llegar desde Solsona o desde Berga. La carretera de Berga a Sant Llorenç de Morunys es la que más mareos puede provocar, pero su recorrido es precioso. Una vez llegados al pueblo de Sant Llorenç hay que seguir las indicaciones y luego aparcar el coche en una pequeña explanada y... ¡a subir a pie! Porque el santuario es inaccesible en coche. Se tarda unos veinte minutos en subir, dependiendo del estado físico de cada uno, claro. ¡Acompañadme a continuación y lo veréis!

Empezamos a subir el camino. Los monjes que vivían (y que viven aún) en el santuario, se abastecían mediante un sistema de poleas, a través del cual subían los alimentos de primera necesidad. Aún hoy se utiliza este medio de transporte y en alguna ocasión puede verse en funcionamiento desde la explanada del aparcamiento.



Desde hace poco, han empezado a remodelar el camino añadiendo estas baldosas para facilitar el acceso a los visitantes. En mi opinión, le quita todo el encanto al camino de piedras naturales. Este trayecto hasta el santuario también era utilizado por los penitentes o por los que habían realizado alguna promesa que se había cumplido. Dentro de la iglesia había exvotos de cera que la gente ofrecía agradecidos a la Virgen. Desgraciadamente, los quitaron hace escasos años.


Un cañón conmemora el episodio de las guerras carlinas.




El retablo es el elemento ornamental que más llama la atención. Como he dicho, fue construido a principios del siglo XX. En el tabernáculo se sitúa la estatua de la Virgen de Lord con el niño (se puede subir hasta él desde atrás), flanqueados por Sant Llorenç y Sant Esteve. Las pinturas de las paredes laterales (disculpad que no puedan apreciarse bien en esta fotografía) son del pintor Lluís Masriera (1923).






Hasta ahora hemos visto la subida al santuario por el camino principal. Pero hay otro, que puede hacerse de bajada, y que constituye todo un deleite para la vista. ¡No hace falta que os diga por qué! Juzgad vosotros mismos. Es una ruta de senderismo espectacular, de aquellas que no deja indiferente, y desde la que se aprecia la montaña del Port del Comte, el Codó, el pantano de la Llosa del Cavall y la sierra de Busa-Bastets-Lord. Esta ruta se conoce también como camino de Sant Jaume y desde el santuario se accede a ella a través de una verja de hierro. El camino tiene tramos abiertos y luminosos, y tramos oscuros en los que la naturaleza te envuelve por completo. Es todo un espectáculo si hace buen tiempo. Y lo mejor es que por el camino, si en un determinado momento, te desvías hacía la derecha, llegas a unas cuevas en las que los antiguos habitantes de la región podían refugiarse. Incluso aún hoy resguardan las ovejas. ¡Disfrutad del camino y nos leemos en mi próxima aventura!

Dejamos atrás el santuario para sumergirnos de lleno en el camí de Sant Jaume.




















Ubicación geográfica


Visita: 02/05/2015

* Todas las fotografías han sido tomadas por mí. Si quieres reproducir alguna de ellas, por favor, contacta conmigo a través del formulario de contacto. ¡Gracias!
 

Montblanc, un pueblo medieval amurallado y con encanto


Existe un lugar, una bella ciudad, añeja emperatriz, la mística Montblanc. Su aroma medieval, sus gentes y esplendor, impregnan en tu ser una magia especial ♫ Así de inspiradora empieza la canción Dracum Nocte, del grupo de heavy metal Saurom. Y a mí me viene muy bien para introducir la entrada de hoy. Montblanc, una ciudad cercana a Tarragona, siempre se viste de gala cuando se aproxima Sant Jordi. ¿Sabéis por qué? Porque el folklorista catalán Joan Amades (1890-1959) recogió en su Costumari (una obra de referencia sobre las tradiciones catalanas) el siguiente hecho: que la leyenda de Sant Jordi ocurrió en esta localidad. Desde hace veinte años, los montblanquins se esfuerzan en conmemorarla a través de una semana llena de actividades: sus calles se adornan con motivos medievales, se celebra un bonito y concurrido mercado medieval, preparan conferencias relacionadas con la Edad Media y, sobre todo, se satura de fiesta, color, fuego y luz cuando se celebra la Dracum Nocte, el espectáculo nocturno más popular.

Montblanc tiene algo que enamora. Puede que sean sus calles, empedradas, rústicas, de tono antiguo. Medievales. O sus iglesias. Tiene, nada más y nada menos, que tres iglesias muy próximas entre sí. La principal es la de Santa María, gótica del siglo XIV, desde cuyas terrazas se vislumbra toda la ciudad amurallada. Sus murallas tampoco dejan indiferente, pues se conservan muy bien y están catalogadas como conjunto monumental y artístico. Ya véis que si sois amantes de lo medieval, Montblanc es uno de esos lugares de visita obligada. Y si se tiene la oportunidad de asistir durante esa semana medieval (siempre en los alrededores del 23 de abril), mucho mejor. ¿Vosotros habéis ido alguna vez o tenéis planeado visitarla en un futuro? Quizá os apetezca más hacer el turista en otra época del año, cuando sus calles no están tan abarrotadas. A veces es mejor ir con tranquilidad; así se aprecia mejor su cotidianidad. ¡Espero que os gusten mis fotografías!


 




En las calles del casco antiguo de Montblanc se respira su aroma medieval. Las piedras forman estructuras arquitectónicas que nos transportan a otra época. Sus callejuelas están llenas de historia.

Cabeza de dragón en hierro forjado que preside el portal de San Jorge, abierto en un tramo de la muralla medieval. Según la tradición, fue aquí donde San Jorge mató al dragón, de ahí su nombre. Montblanc tiene cuatro portales más en todo su recinto amurallado, de 1.700 metros de longitud.



En las murallas puede apreciarse a la perfección el paso de ronda con las almenas. Antiguamente, el recinto estaba rodeado por un foso y se dice que había un total de 34 torres de defensa, de las cuales se conservan 25. Las murallas datan del reinado de Pere el Cerimoniós (1336-1387).



La iglesia de Sant Miquel es un ejemplo de transición entre el románico y el gótico. De una sola nave, sin ábside, con una cubierta de madera policromada excepcional. En las capillas laterales se puede ver la evolución del gótico desde el más sencillo al más florido.


 


La iglesia de Sant Francesc se construyó entre los siglos XIII y XIV y era un convento franciscano. Se situaba fuera del recinto amurallado y estaba formado por la iglesia, el claustro y las dependencias de los monjes. Tiene una sola nave con cabecera pentagonal, bóveda de crucería y seis arcos radiales apuntados, capillas laterales abiertas entre los contrafuertes y cubierta de madera ligeramente policromada a doble vertiente.



La iglesia de Santa María, gótica del siglo XIV, domina toda la ciudad de Montblanc. Su fachada principal, situada en un lateral, es de estilo barroco (las columnas corintias enmarcan las estatuas de los cuatro apóstoles). El interior se estructura a través de tres naves cubiertas con bóvedas de crucería y claves esculpidas con escenas del Antiguo Testamento.

Escena de la ciudad desde la catedral, donde se aprecian bien las torres de las murallas desde el interior. Fijaos que por detrás estaban descubiertas.













Ubicación geográfica


Visita: 18/04/2015

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