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miércoles, 12 de mayo de 2010

Mi camiseta

Ahora que empieza el buen tiempo, excepto en el trabajo, me paso cuatro meses en pantalón corto y camiseta. No recuerdo exactamente cuándo mis camisetas se convirtieron en mis prendas favoritas. Supongo que sería alrededor de los quince, dieciséis años, en los tiempos de los pedidos a Discoplay. En aquellos años soñaba con camisetas de Springsteen, Clapton, Lou Reed, Loquillo, que nunca conseguí. Después sí, después fueron llegando muchas que todavía conservo de muchos festivales y conciertos, de nuevas bandas unidas a periodos concretos y diferentes de mi vida, unidas a recuerdos muy especiales: Planetas, Brian Wilson, Belle & Sebastian, Doors, Pearl Jam, Smiths, Beth Gibbons.
Es algo inherente a la adolescencia, el querer revindicarse, expresarse a través del mensaje, de la obra de alguien a quien no conoces pero con quien conectas en la oscuridad de tu habitación, cuyos versos expresan mejor que tú mismo, lo que devora tu interior. En esos complicados años, por un lado quieres diferenciarte, decir "soy distinto a la mayoría" pero por otra parte necesitas formar parte de un grupo, y eso nos lo dio, se lo sigue dando a las nuevas generaciones, la música, el rock and roll. Eran como nuestras pinturas de guerra. Quizá es algo infantil pero me gusta no haber perdido completamente esa actitud romántica, ese vínculo que aún me une a una etapa ya remota en mi vida.

Hace relativamente poco tiempo, si veías a una chica con una camiseta de Johnny Cash , sabías que podía ser interesante. Ahora no significa una mierda. La puede haber comprado en la planta "indie" de unos grandes almacenes -como dice Ironmanu- y no saber que el nombre que lleva escrito en el pecho es el de una persona real. Para muchos, el rock and roll se convirtió en una marca vacía de significado, pero que a ratos mola. Frivolizar con algo que a tantos nos llega tan adentro, no es más que blasfemia. Si alguien se atreve a llevar una camiseta de los Who, sin saber quién es Keith Moon, no es más que otro síntoma de la decadencia de la civilización occidental -ni siquiera el autor sabe si aquí hay rastro de ironía-, un aspecto más de la crónica banalización de esta sociedad. Nada significa nada.
Después llegó el deporte a mi vida y empecé a llevar alguna de las camisetas de mis primeras medias maratones hasta literalmente convertirlas en harapos. Recuerdo la ilusión de mis primeras carreras, ávido de competir donde dieran alguna chula. Con qué orgullo llevaba la de mi primer maratón. Con el tiempo, la torre de mi armario fue creciendo y creciendo. Ahora ya las regalo casi todas, sólo me quedo con "larga distancia" y joyas de la corona. Pero me sigue pasando como con mis bandas favoritas, me sigue gustando lucir mis colores con esa actitud pueril de dagal imberbe. Pertenezco a la secta, soy triatleta, soy "ultrafondista". Ni mucho menos me define pero es algo importante para mí, es parte de mí.

Iba a poner "My Favorite T" de Lemonheads pero no hay versión decente. Dejo a Ryan Adams porque la única maratón cuya camiseta me haría verdadera ilusión vestir, sería la de Nueva York. La canción es "New York, New york". Como curiosidad, en el vídeo se puede ver una de las últimas imágenes de las torres gemelas, cuatro días antes del 11 de Septiembre de 2001. Me quedo con ganas de poner algo más del cantante porque hay unos cuantos vídeos muy buenos. Ya le dedicaré una entrada al prolífico e imbécil niño malo. Dedicado a Joserra, el Ryan Adams de la blogosfera, por lo de prolífico, no por lo de imbécil.

También dejo mi canción favorita de Nada Surf, el grupo neoyorkino, una de cuyas camisetas cacé al vuelo en un concierto, cuando la arrojó al público Daniel Lorca. Esta canción la bailé -más correcto sería decir "la salté- mucho en mis años mozos.



viernes, 18 de septiembre de 2009

La importancia de ser "cool"


Estoy con unos libros que me dejó Popi de Juanjo Sáez, un dibujante de historietas que me gusta mucho al que sigo desde hace tiempo en el Rock de Lux. Ahora estoy leyendo "El arte" que me está pareciendo genial y estoy a la espera de que el doctor Davidiego me pase "Viviendo del cuento" que creo comentó que tenía y en el que el autor critica con saña a "los modernos". Me ha hecho recordar este texto.







Lucas Arraut (editor de moda de la revista Marie Claire y líder de los desaparecidos Flirt) disecciona el look de The Strokes: "Me gustan porque siguen siendo sexys, pero esperaba un salto cualitativo en términos de imagen para su segundo álbum; como sustituir las corbatas por una gorra de béisbol grafiteada, que es algo mucho más 2003. Durante un tiempo ellos iban al mismo ritmo que el supuesto "underground" del "downtown" de Nueva York. Hablo de la pandilla de la galería Deitisch del Soho, de la tienda de "Vince Magazine" o de clubs como Opaline o Hole. Las causalidades hicieron que el rollo retro que ya llevaban promoviendo estilistas como Camille Bidault-Waddington pareciera algo original de la banda, pero nada más lejos de la realidad. The Strokes eran y son producto de su entorno neoyorkino y por eso creo que deberían haber evolucionado en la misma dirección. A las "panty parties" del Opaline, por ejemplo, ahora asisten Pink o Moby y no por ello han dejado de ser "cool". (...) ^Pero en vez de adapatarse a sutiempo, The Strokes siguen en sus trece, con sus "mop tops", sus chupas de cuero y sus corbatas, con ese refrito gruge-punk-indie-mod, todo para mantener la "autenticidad", para huir del "hype". Pero ¿acaso a alguien le gustaron The Strokes porque fueran auténticos? Como buen hijo de John Casablancas, Julian debería saber que en la era de las revistas de tendencias un cambio de imagen ya no significa perder la identidad, sino ampliar público. Y cuando sales en la MTV, esa patosa autenticidad es sinómimo de que van a relegarte a la cobertura de madrugada.


¿Que si su imagen es calculada? Pues diría que sí, tanto como puede serlo la de Nick Cave, Casey Spooner, Beyoncé, Peaches o Justin Timberlake. Como lo es la de toda persona que merezca sacar un disco hoy en día. Si no fuera calculada, no sería música pop. El problema es que ahora The Strokes son bien conscientes de que se les tacha de grupo "fashion" y para las fotos promocionales descuidan su "look" al máximo. En la portada de "Mojo", por ejemplo, hasta se les adivina el acné, y Julian Casablancas cada vez disimula menos esas feas caderas que ha heredado de su padre. Y eso sí que me parece una cagada. Parecer más feo de lo que eres es de subnormal".

Muchas veces se dice que el rock and roll murió en los sesenta. Me pregunto si no es cierto, si el día que entraron majaderos de este calibre en el mundo de la música no estalló el sueño. El pop siempre ha tenido sus señas de identidad pero intentar analizarlo y marcar caminos de esta forma me parace un completo disparate

The Strokes son un buen grupo, un gran primer disco, un buen segundo disco y poco más. Otro día hablaré de ellos.

Seguiremos con el tema con "La importancia de ser indie"

P.S. Para jaramugos y allegados que se pasen por aquí se anuncia que finalmente "La noche de Johnny Cash"tendrá lugar esta noche a las 21:00 horas. Me da que, aun abrigados, no está para río así que mejor directamente a mi casa. Traed algo de comer y botella de cerveza o similar. Hasta que no se escuche la discografía que tengo de Johnny, no se pone otra cosa. De tranquis que mañana toca entreno largo en bici.