“Sinceramente, dudo que vuelva a pasar algo entre nosotros.
Y de pasar… sería dentro de mucho tiempo. Me gustas como amiga”
Y sucedió. Justo en ese
momento. Las pequeñas alas de papel que había conseguido hacer aparecer
durante ese breve periodo de tiempo, temblaron y estallaron en pequeños pedazos
imposibles de reparar. De nuevo sintió ese sentimiento de persona vulgar que tan
familiar le era.
Se sintió demasiado corriente, pequeña, débil, triste,
perdida, inmadura, idiota, insuficiente… como siempre. Por un segundo se había
permitido olvidar que las cosas bonitas que tenían los demás no eran para ella.
Pisó el acelerador por inercia. Rompió a llorar. Gritó. La
aguja caía cerca de los 140km/h. No era suficiente. Nunca era suficiente. Quería
desaparecer. Irse.
Minutos después cuando ya no existían más lágrimas que
derramar, se quedó vacía. Vacía de vida, de ilusión, de alegría, de positividad,
de esperanza.
Y entonces…tuvo miedo.
Llego un año tarde para comentar, pero llego.
ResponderEliminarLa intención es lo que cuenta, dicen, ¿no?
Si aún llegas a leer este mensaje, y tienes twitter, estaré esperando que te des un paseo por allí para avisarme de que no has ido muy lejos.
@byzetaone