Otro año termina junto con su bemoles y sus sostenidos, con sus consonancias y disonancias, con sus momentos terribles y por los que valía la pena seguir vivo. Lo bueno es que nosomos los mismos de cuando inició el año. No sé si más inteligentes, pero sí menos tontos; no sé si más sabios, pero sí menos ogorantes. No sé si más preparados, pero... sí: creo que más preparados para afrontar lo que nos depara el destino y no repetir los mismos errores del año anterior. Aunque yo no creo mucho en el destino.
Sin embargo, en caso de que exista, yo le propongo lo siguiente al destino:
Guía bien mi camino o déjame en paz.