…pues hemos estado unos días en el Saló de Barcelona y tan a gustito.
Antes de partir hacia el frente, estuvimos robando felicidad a uno de mis mejores amigos. Disfruté mucho metiéndome en su pequeño mundo de nuevo y disfrutando de Álex, Eva, Noemí y de la creatividad inquieta que siempre le ha acariciado. Me llevé un cachito de su felicidad, y la hice mía.
Amaneció con la noticia. Un niño en la calle, con gorra y un taco de periódicos bajo el brazo, aireaba la noticia:
Rantifuso había ganado el premio a mejor fanzine. En su huequecillo, sus números los representaban, también sus muñequitos, sus chapas, su buen humor y sus ganas de gritar a los sordos lo que son y que así está bien, que el heavy sí es violencia. Una cartulina en A4 escrita sin terminar mostraría más adelante, quizás, que habían ganado. El resto, todo igual, pensando en seguir y disfrutar lo que hacen.
Y llegó la comida, y fue mejor de lo que se podría esperar. Me sentí muy afortunado de ser marinero en barco belga. Cira se acabó su gazpacho hasta el final y en los posos que quedaron en la taza, una gitanilla, dibujada con magia y con dulzura, le susurró la buena suerte. Nadie oyó nada, pero de la baraja del bar, alguien se llevó el as de espadas.
Tarde de encuentros entre soldados. La guerra golpea, a unos más a otros menos, pero seguimos en pié, riendo las desgracias y brindando por estar vivos. Me gusta conocer a estos soldados, sin hablar, me animan cuando tiemblo en los bombardeos. Una generación de grandes guionistas, grandes dibujantes, o nó, en armas. Nadie tiene tiempo de pensar que coño es eso del arte. Debe ser eso que comen los del otro bando.
Al día siguiente Méjico tenía frontera con Alemania y Cataluña. Filipinas estaba frente a las costas catalanas. El Madrid que resistió al fascismo observa. Siempre observa. Ese día hasta sonrío, cuando Jazz tocó para calmar a esos marines de permiso que la estaban montando en el bar. Después de la improvisación, alguien se acercó a mí y me dio un libro: Monster de Urusawa. Cuando levanté la vista solo quedaba el perfume. C
aro, penetrante. Me quedó la seguridad de que volvería a verla en breve.
Y nada más, volvimos a Madrid y nos encontramos otra buena noticia, Soleil me avisa de la recopilación en un solo tomo de los números 7, 8 y 9 de kookaburra universe. El 7 es el que dibujé yo junto a Runberg . Podéis ver el avance en
el blog de Nicolás Mitric, director de la colección Kookaburra Universe.