Pedro Escribano, poeta y editor cultural del diario
La República, ha tenido el atino de reunir en el libro
Rostros de memoria una serie de anécdotas literarias de los principales autores de nuestra literatura peruana. Y lo más importante es que todas estas anécdotas le fueron relatadas por los propios protagonistas de la histora o por fuentes de primera mano. Una verdadera delicia para los amantes de los anecdotarios,
souvenirs literarios, los "detrás de cámaras", y, porqué no decirlo, los fanáticos de la chismografía literaria (que no son pocos, ah). Los dejo con una "perla", cuyos partícipes son José María Arguedes, Sebastián Salazar Bondy, Martín Adán y Juan mejía Baca.
PENAS DE AMOR
En otra ocasión, siempre Arguedas, Martín Adán, Sebastián Salazar Bondy, y en el auto Juan Mejía Baca, repararon que una señora joven y hermosa llevaba puesto un vestido negro, de tubo, y caminaba cimbreándose por la plaza de Chiclayo. Era prima de Juan Mejía. El editor contó que su prima había enviudado por tres veces. La última vez de un aviador.
Seducidos por la figura de la dama, rijosos, le pidieron al amigo librero volver con el auto para observarla otra vez. José María, al verla de nuevo, no contuvo la emoción y comentó:
-¡Qué linda tu primita, Juan!- y luego le pide una vuelta más.
Y otra vez la exclamación…
-¡Linda la viudita, Juan!- repetía sin dejar de alabar el trasero de la joven de luto.
Y una vuelta más y otra más, ¡qué linda la viudita, Juan!
Martín Adán, cansado de escucharlo y cansado también de las vueltas, rompe su silencio y lo desafía:-Si tanto te gusta la viudita, baja pues, y éntrale.
El escritor lo miró, hosco, casi con pánico.
-Estás cojudo… en ese culo penan.