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martes, 16 de junio de 2009

Manolita Roja

Una tormentosa noche de otoño, a un lobo que vivía en el barrio de la caperuza se le fue la luz. Eran las doce de la noche y las caperucampanas acababan de sonar confirmando tal hecho. El lobo debía salir fuera a comprobar los fusibles pero, era peligroso a esas horas porque podría encontrarse con Manolita Roja.
Manolita Roja era un ser perverso, que sólo salía de su escondite desde las doce de la noche hasta la una de la madrugada. Hasta esa hora las calles no eran seguras. Manolita Roja era una buena persona en realidad, pero sus dos hermanas malvadas se burlaban de ella cuando actuaba como una persona normal, ya que ella y sus hermanas eran brujas. Una bruja, normalmente es malvada, pero éste era un caso excepcional.
A Manolita le gustaba estar con la gente (lobos en este caso), por eso por el día se disfrazaba y estaba con ellos como si nada, pero a la hora punta era cuando llegaban sus hermanas; y por eso tenía que comportarse así. Además, cuando estaba con la gente decía llamarse Caperucita Roja y por eso solía llevar una caperuza roja en público, y una capa negra cuando estaban sus hermanas. Todo iba bien hasta llegar la tormentosa noche de la que os hablaba. Cuando el lobo salió a comprobar los fusibles de la luz, vio a Caperucita quitándose el disfraz, y se acercó sigilosamente, ya que era el lobo más valiente, además del mejor amigo de Caperucita. Ésta lo detectó enseguida y al final de la noche, el lobo ya sabía todos los secretos de Manolita. El lobo la animó a enfrentarse a sus hermanas y a vivir como ella quería, ya que el lobo opinaba y con mucha razón, que nadie puede controlar ni la vida, ni el carácter ni los amigos de otra persona, ya que no tiene ningún derecho a hacerlo.
Al final el lobo convenció a Manolita y ese mismo día por la noche Manolita habló con sus hermanas y les contó todo. Aunque a Manolita le pareció increíble, sus hermanas estuvieron de acuerdo ya que ellas se sentían igual. Por eso, a la mañana siguiente se presentaron en el pueblo las tres juntas, les contaron su historia, y todos los habitantes estuvieron de acuerdo en que las tres hermanas se quedaran allí; y todos juntos les construyeron una increíble casa, que las tres hermanas aceptaron encantadas y se quedaron a vivir allí todas juntas dispuestas a convivir y a llevarse bien, con todos y cada uno de los habitantes del pueblo. Y como es típico en un cuento que todos coman perdices, aquí que son muy originales, se comen los mejores manjares, pero siempre con salud y ahora sin ningún tipo de inquietud.

lunes, 15 de junio de 2009

Caperucita Verde

Érase una vez una niña que vivía en un pueblo y todos la conocían por Caperucita Verde, porque siempre iba vestida con un traje de capucha verde. Un día su prima le dijo que su tío necesitaba ayuda porque estaba haciendo un nuevo dulce. Caperucita pensó que podía ayudarle y se dirigió a su casa, llevando en su cesta: chocolate, 2 bolsas de patatas, 1 bolsa de gominolas y unas galletas.
Mientras iba caminando, un oso gigantesco olfateó las golosinas que llevaba Caperucita, al darse cuenta ésta de su presencia disimuló su miedo y le preguntó dónde se cogía el autobús para el barrio de su tío, pues iba a verlo porque necesitaba ayuda. Caperucita fingió que iba a la parada, y un poco antes de llegar giró a un lado. El oso la perdió de vista y la niña llegó a casa de su tío sin problemas.
Pero no se dio cuenta de que el oso había vuelto a oler el rastro de las golosinas y la había seguido. Además su tío era confitero y tenía muchas galletas en casa.
Mientras Caperucita y su tío probaban las golosinas que había traído, y comparaban sabores con el nuevo dulce inventado, vieron al oso por la ventana y Caperucita entendió por qué la había seguido en su camino. Ella salió de casa y le ofreció probar las delicias. Al final los tres se dieron un buen festín.


Los cuentos infantiles intentan enseñarnos buenos comportamientos, pero a veces es a costa de dar mala imagen de otros.

martes, 9 de junio de 2009

Caperucita amarilla

Esto que os voy a contar sucedió hace no mucho tiempo en un país cuyo nombre no es identificado en ningún papel oficial porque no es muy grande y tampoco de mucha población, más bien es como una ciudad campestre y pequeña.
Algunos de sus pocos habitantes eran Elsa y sus padres; su padre trabaja en el campo no por dinero sino por la comida, cultivaba y cazaba, hacía las dos cosas según ella -genial de la muerte-.
Elsa era más conocida como Caperucita amarilla porque siempre vestía con una chaqueta de caperuza amarilla, con piel de león que la había hecho su madre hace ya algún tiempo. Tenía un hermano de unos treinta años con casa propia donde vivía él solo. El día anterior había caído enfermo y su madre le preparó algo rico de comer más algún medicamento.
La madre tenía que ir a la huerta con su marido y se lo dio a Caperucita. Nunca había ido sola porque el camino era un poco largo, pero no tenía pérdida ya que sólo tenía que cruzar el bosque en línea recta.
Iba tan feliz a casa de su hermano cuando un cazador le dijo:
-¡O me das eso o te mato! – dijo con el rifle en la mano.
-No, esto es para mi hermano, que ha caído muy enfermo – respondió con algo de miedo.
Cuando Caperucita estaba en una gran incógnita, como de milagro, apareció un lobo que le tiró el rifle y le dio un golpe que le dejó medio moribundo y huyó como pudo.
Caperucita se acercó al lobo, sin miedo le dio un beso y un poco de la comida que llevaba. Después se fue corriendo hacia la casa de su hermano, se lo contó todo y mientras se lo tomaba, se puso bien; dos horas tardaron en hacerle efecto los medicamentos, el tiempo que estuvo con su hermana.
Como ya se encontraba mejor y su hermana estaba muy asustada, la acompañó a casa y allí se lo contó a su madre que no salía de su asombro; el lobo iba muchos días a la casa a buscar la comida que su madre le dejaba a la puerta.
Desde entonces cada vez que Caperucita amarilla o alguno de su familia corría peligro, el lobo les salvaba.

domingo, 7 de junio de 2009

Caperucita va al colegio

El cazador, la abuelita y Caperucita siempre iban juntos al colegio. Un día Caperucita pidió a su abuelita que le dejara ir sola a clase.
Al cazador y a la abuelita no les gustó mucho la idea. Finalmente accedieron.
La noche anterior había llovido y se formaron muchos charcos.
Caperucita no sabía cómo funcionaban los semáforos. Por esta razón, el cazador y la abuelita seguían de cerca a la niña. El primer susto llegó pronto. Un coche pasó veloz sobre un charco y puso a Caperucita perdida de agua sucia.
El semáforo estaba en rojo, Caperucita no lo vio. Por suerte estaban cerca el cazador y la abuelita y la cogieron antes de que empezara a cruzar.
Pasado el susto, la niña siguió caminando. Pasó al lado de la zapatería, de la carnicería y de la casa de su dentista.
Al llegar junto al quiosco tropezó con el lobo. La pequeña salió corriendo y el animal tras ella. El cazador y su abuela vieron sus apuros y fueron a ayudarla.
Cuando se acercaron el lobo llevaba en la boca uno de los zapatos de Caperucita. Pudieron recuperar el zapato antes de que el lobo se lo llevara. Sin embargo, el calcetín estaba chorreando de agua.
¡Vaya mañana!

Caperucita caprichosa

Érase una tarde de primavera en la que los campos alegraban tapetes varios y cantaban los ruiseñores; entre canto y árbol nació una pequeña niña, de color sonrosado sus mejillas y su cabello sedoso como cortinas.
A los diez años ya podía dejarse el pelo largo y pintarse los labios de rojo carmín. Sus padres saturados de tanto pedir y de que si no lo conseguía, lloraba, decidieron enamorarla para que se fuera a vivir a otra casa lejana cuando fuera mayor, y casarla.
La niña caprichosa se volvió rosa como su vestido al ver a un chico guapo de cabellos dorados y ojos color pistacho. Tan enamorada estaba que una rosa roja y fresca le pidió para que la oliera; olía tan bien que el chico le dijo: - Oí rumores de que una muchacha alegre como tú me daría una rosa como rosa era su cara. Tú tienes la cara justo como yo la imaginaba.
La chica aún más sonrojada le preguntó entusiasmada: - ¡Ah, sí! ¿Quién fue? ¿Caprichosa yo? ¿Y encima rosa? Cuéntame pichón, que me va a estallar el corazón.
El chico con voz clara respondió: -¿No os gusta vuestra piel? Me dijeron que si formulaba un deseo junto a vos se cumpliría con razón. Mi deseo ya lo pedí y creo que lo sentí, pues vos misma sonrojada dijisteis en voz baja creyendo que no os escuchaba: ¡Ojalá mis padres me pudieran dar esto mismo que estoy viendo!
La muchacha le dijo: -¿Vos oísteis y pedisteis eso? ¡Qué vergüenza la mía ser tan caprichosa y bonita!
El muchacho le pidió la mano y ella respondió con un armonioso gesto que sí con todo corazón. Desde ese día no pidió nada más ni nada menos que estar siempre con el chico de cabellos dorados y ojos color pistacho.

viernes, 5 de junio de 2009

Caperucita roja

Érase una vez una chica que vivía con su madre en una ciudad moderna, gigante y peligrosa: Madrid. Se llamaba Esther aunque la llamaban Caperucita Roja porque siempre llevaba un pañuelo rojo en el cuello.
Un día su madre la mandó llevar a su abuela una vajilla nueva porque era su cumpleaños. Caperucita no quería pero su madre insistió y al final se lo tuvo que llevar. Enfadada bajó a buscar el coche para ir a casa de su abuela, situada en la otra punta de Madrid. Cuando estaba en camino escuchó un ¡¡BOOM!! Se bajó y vio que se le había pinchado una rueda. Aún la quedaba mucho camino hasta la casa de su abuela pero dejó el coche tirado en la cuneta y siguió andando.
Cuando llevaba un rato caminando un hombre encapuchado se puso en medio de su camino y gritó:
- ¿A dónde vas?
- A casa de mi abuela -contestó- voy a darle estos medicamentos.
- No le darás nada si llego yo antes y la secuestro. –dijo el ladrón.
Caperucita salió corriendo y cuando llegó no estaba su abuela, estaba el atracador y la dijo que se había llevado a su abuela.
La chica llamó a la policía y en escasos instantes encontraron a la abuela y cogieron al atracador. Así se quedaron todos felices.

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