Para Raffaello, dueño y señor de cada uno de mis latidos, de cada una de mis sonrisas desde el momento en que nací. Porque es, y siempre será para mi, el mejor padre del mundo.
Que trae el viento en sus alas, que oculta la mañana de San Juan, soldados que al horizonte irán dejando atrás este Flandes mortal. Reflejos de férreas armaduras, al frente Estandarte y Capitán. Sueñan con los vergeles de Milán que de la felicidad son el portal.
En las alas del viento la mañana de San Juan viene olor al Capitán la Dama de su pensamiento a su lado caminar.