Otro año más que cumplo primaveras (literalmente, por algo nací en abril) compartiendo mi capricho dulce por aquí, y casi-casi obligada. Si os soy sincera, no recuerdo nada en absoluto de cómo "celebré" el cumpleaños de 2020, en pleno confinamiento, más allá de que recibí el regalazo de la Nintendo Switch con el salvavidas del Animal Crossing. Si no llega a ser, precisamente, porque la publiqué, ni me acordaría de la tarta que hice.
Este año ya no estamos confinados y la situación... bueno, prefiero no comentar mucho porque hay tal clima de crispación por aquí en Madrid que no quiero que quede para la posteridad. Sí me quedo con lo bonito que es poder salir a correr por las zonas de mi barrio donde ha explotado la primavera, aunque sea con la mascarilla, y ver la alegría de tanta gente mayor que por fin pueden atreverse a salir a pasear, a ver a sus amigos y familiares, a vivir un poco otra vez. Benditas vacunas. Ojalá la cosa no vaya tan lenta y pronto respiremos todos más tranquilos.
El caso es que llegó mi cumpleaños otra vez, casi de repente, en mitad de cierto estrés laboral y con fatiga pandémica-electoral acumulada, añorando ya demasiado, otra vez, a mi familia y mi tierra. Para colmo, este año ha caído en un soso y lánguido martes: bajona absoluta. El elfo quería animarme a que saliéramos a cenar, o que pidiéramos al menos algo especial para tomar en casa, pero es que no me apetecía nada de nada. Aborrezco la apatía porque me convierte en un zombie humano que no disfruta nada, así que me obligué a mí misma a hacerme una tarta.
Este año me apetecía una tarta de queso a mi gusto (apta para mi intolerancia a la lactosa), nada de absurdeces medio crudas que te bañan el plato al cortarlas, ni con sabores raros, ni tampoco un mazacote, ni pasada de dulce. Improvisando un poco salió un pastel sorprendentemente delicioso, con la textura perfecta que yo buscaba, y que endulcé solo un poco con edulcorante líquido. Y, como es temporada aún de deliciosas fresas, también improvisé a ojo una compota-salsa cociendo fresones sabrosísimos a ojo con alguna cosa más. Pensé en usar un molde pequeño dividiendo cantidades pero... sinceramente, siendo mi cumpleaños y ya que me ponía, de perdidos al río. Una señora tarta familiar que devoramos entre dos. En varios días, eso sí.
Inspiración: otro cumpleaños nostálgico
Ingredientes para 1 molde de 20-22 cm
- 200 g de galletas tipo María
- 1 cucharada colmada de mantequilla de cacahuete natural
- leche de almendras necesaria
- 4 huevos L de gallinas felices
- 300 g de queso crema de untar sin lactosa
- 500 g de yogur griego 5% (o skyr, u otro, pero que sea natural de verdad si es posible)
- 200 g de nata para montar sin lactosa
- ralladura de limón
- semillas de 1/2 vainilla o vainilla en polvo
- 1 pizca de sal
- 80-100 g de azúcar o equivalente en edulcorante líquido
- 350 g de fresas o fresones bien aromáticos y jugosos
- chorrico de zumo de limón
- 1 cucharada de azúcar (opcional)
- 1 cucharadita de semillas de chía
- 3/4 cucharadita de agar-agar
Dejar todos los ingredientes un rato a temperatura ambiente Precalentar el horno a 200ºC con calor arriba y abajo, y preparar el molde de fondo desmontable, cubriendo la base con papel antiadherente y engrasando un poco los laterales.
Triturar las galletas con la mantequilla de cacahuete y añadir leche hasta dar con la textura necesaria para forrar el molde. Dependiendo del tamaño, podremos cubrir una parte del lateral también.
Batir todos los ingredientes del relleno añadiendo ralladura de limón y vainilla al gusto. Es más fácil si se bate primero el queso crema con los huevos y luego se añade lo demás. Escurrir el yogur del líquido que pueda tener y corregir el nivel de azúcar de dulzor según se prefiera.
Verter en el molde, dar unos golpecitos para sacar las burbujas y romperlas con un palillo. Hornear durante 20 minutos; bajar la temperatura y hornear a 180ºC unos 45 minutos más, según se prefiera el cuajado. Yo la dejé con el horno apagado 5 minutos más. Dejar enfriar fuera del horno unos 15 minutos antes de retirar el anillo lateral con cuidado. Cuando no esté caliente, llevar al frigorífico para servirla fresquita.
Mientras, preparar la salsa de fresas lavándolas, quitándoles el rabito y troceándolas. Cocerlas con los demás ingredientes hasta que se deshagan y espesen. Espesará más al enfriar. Cubrir la tarta con ella una vez se haya atemperado, y devolver a la nevera.