Dicen que las personas no cambiamos nunca; yo no estoy en absoluto de acuerdo.
Cuando era adolescente me encantaba el verano, adoraba esas tardes largas de julio pasando el rato con mis primos en el campo, montando en bici con luz natural hasta casi las diez de la noche. Y cuando llegaba el cambio de hora en otoño, me resultaba muy triste salir de clase de inglés y que la ciudad me recibiera bajo la oscuridad de la noche.
Ahora es al revés. Bueno, para ser sincera, sí que agradezco que haya más horas de luz solar, animan mucho y dan ganas de salir a disfrutar del buen tiempo, además sienta bien al cuerpo. Pero que sean las nueve y media de la "noche" y siga habiendo tantísima luz, lo llevo fatal. ¡Sobre todo porque a esas horas ya empiezo a suspirar por ir a la cama!
El trabajo avanza, lento pero seguro. Me pillará el toro al final, lo sé, pero si sigo "funcionando" como en la universidad, trabajar al límite de tiempo me da un empujón final. Veremos. Mientras tanto, el elfo está en su recta final particular, preparando sus miniaturas para el Golden Demon del Games Day de España de este año, el primer fin de semana de julio en Barcelona. Esos días yo estaré en Murcia, que me toca revisión de huesos... a ver qué dice la densitometría esta vez (miedito me da).
Esta mañana he salido bien temprano hacia el centro para entregar una solicitud de beca en el Ministerio de Cultura (y Deporte, ahora). El año pasado me quedé suplente, y no esperaba que con la que está cayendo convocaran nuevas plazas, pero sorprendentemente sí han salido. Muchas menos, y con menor dotación económica, pero hay que intentarlo. Lo bueno es que las personas que me han atendido no podían ser más majas y simpáticas, recibiéndome con una sonrisa y facilitándome las cosas con amabilidad. Me han renovado la fe en la humanidad y como he salido contenta, me he pasado por el Museo Thyssen a hacer una primera visita a la exposición de Edward Hopper. Me encanta su obra.
La receta que traigo hoy de la recámara no tiene más misterio que estar elaborado sin huevo y usando sirope de ágave como principal endulzante. Podéis usar miel en su lugar, que combina muy bien con el aroma de azahar y la naranja, y ajustar el punto dulce. Yo repetiré con menos azúcar, pero no quería reducirlo demasiado porque el elfo luego se me queja :P.
Receta adaptada de Labna
- 150 gr de harina de trigo
- 100 gr de harina de trigo integral
- 70 gr de azúcar
- 2 cucharaditas de levadura química (impulsor)
- 1 pizca de sal
- 120 gr de sirope de ágave
- 200 ml de leche de soja
- 1 cucharadita de aroma de azahar
- ralladura de una naranja
Precaletnar el horno a 180ºC y preparar un molde rectangular.
Calentar en un cazo a fuego suave el sirope de ágave con la leche, hasta que queden integrados. Añadir el azahar, la mitad de la ralladura de naranja y dejar enfriar.
Mezclar en un cuenco los ingredientes secos, con el resto de la ralladura de naranja, y formar un pequeño hueco en el centro. Añadir la mezcla de leche y mezclar con suavidad, hasta conseguir una masa homogénea sin grumos.
Verter en el molde y hornear durante unos 30- 35 minutos, hasta que al pincharlo con un palillo éste salga limpio. Dejar enfriar totalmente sobre una rejilla antes de servir.