Pues se nos va un año más, adiós a la
Navidad... Tras la Noche de Reyes toca poner fin (¡al fin! dirán muchos) a las Fiestas de este año, y yo sólo espero que lo hayáis pasado lo mejor posible y como más os guste. En mi casa nunca hemos sido muy de Reyes Magos, siempre caían los regalos grandes el día 24, por la herencia suiza, claro. En mi imaginario infantil tenía una figura mezcla de Papá Noel con San Nicolás, que nos dejaba regalos en Nochebuena, y que siempre me resultaba más atractivo con su trineo, sus renos, su risa bonachona, su llegada temprana... que esos extraños señores que iban a adorar a un niño, y encima el último día de vacaciones. Pero la verdad es que recuerdo aún con ilusión la emoción de esa noche, del no tener sueño, de los nervios al despertar y ver aparecer mágicamente algunos regalos. Y aunque ya no tuviera días de fiesta por delante para disfrutar de los juguetes, era un bonito colofón a las fiestas :-). Como también lo es el
Roscón de Reyes!
Hoy he madrugado para terminar los roscones y me ha invadido una cierta melancolía por esa magia perdida, pensando en tantas casas que estarían rebosantes de niños corriendo y abriendo regalos. Menos mal que mi querida masa se había portado y me recibió llena de vida esta mañana; sólo el olor de amasar el roscón ya reconforta, ¡y no digamos hornearlo! Además, había un regalito con mi nombre bajo el árbol, totalmente inesperado, traído por sus Majestades de parte de mi hermano. Un regalo que acertaba de lleno conmigo, de hecho demasiado porque ya lo tenía! Pero no hay problema, los Reyes son listos y guardan los tiques por si acaso :P, Además, el regalo en sí mismo no es lo importante :).
Estoy encantada de haber visto estos días tantos roscones por la red, tantas recetas, tantas versiones cada una con su toque particular, y sobre todo tantas ganas y entusiasmo por querer hacer el roscón casero en tantos hogares. Muchos ya lleváis años amasando, otros se han estrenado este año; yo me alegro de que cada vez más gente se anime a iniciar una tradición que sin duda es la mejor manera de terminar las fiestas.
Yo he vuelto a mi receta de siempre, que nunca me falla y que me da suficiente masa como para hacer un roscón hermoso y uno o dos más pequeños para regalar. Pero esta vez he querido probar a modificar un par de cositas, básicamente reducir la cantidad de levadura para aumentar el tiempo de fermentación y conseguir un levado más largo. El objetivo: poder hornear los roscones el día 6 para tomarlos recién hechos, y conseguir una masa más tierna y con mejor aguante.
Al final de la entrada encontraréis la receta con sus modificaciones. Pero antes, algunas imágenes de estos días navideños que se nos acaban.
La subida a la
Cresta del Gallo con mi padre para ver el pequeño pero encantador
belén del Club Montañero es toda una tradición que no tenía pensado romper este año :-). Además hemos tenido una Navidad de tiempo espléndido, quizá demasiado, con temperaturas muy altas por el día y un sol precioso prácticamente cada jornada.
Aprovechando tan buen tiempo, mi padre y yo conseguimos convencer a mi madre para hacer una excusión de algo más de dos horas en el mismo entorno, llegando hasta el Relojero, donde se sitúan las características antenas de la fotografia. Es un recorrido muy recomendable, tranquilo, agradable, sencillito, y con unas vistas fantásticas una vez arriba.
Aquí estoy yo lista para correr la San Silvestre (no os riáis mucho... :P). Lo sé, podría haberme quitado las gafas... pero es que daba mucho el sol, y había muchísima gente y me daba vergüenza posar, jajaja. Fue una gran experiencia, lo mejor el buen ambiente entre los participantes y las ganas de pasarlo bien. Se apuntó muchísima gente, lo que complicó un poco la salida y la llegada en cuanto a la organización, pero estuvo bien. Lo malo es el calorazo que hacía, no calculé bien y sufrí la falta de hidratación hacia el final. Me falta experiencia! Espero repetir el año próximo.
Mi gato dejándome la cama calentita antes de acostarme. Cuando me marcho, mi madre cubre la colcha con una manta vieja porque la llena de pelos, así que ahora aprovecha para ponerse bien cómodo. También le gusta usar la almohada.
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Aquí está la receta de los roscones, la misma que uso desde aquel
lejano ensayo de 2006, repetida en
2007,
2008,
2009,
2010 y
2011. Normalmente me ponía manos a la masa la tarde-noche del día 5, para hornearlos a última hora y tenerlos listos para desayunar el 6. Pero este año he querido empezar a preparar la masa el 5, dejándola reposar toda la noche, hornearlos a media mañana y tener roscón recién hecho para el café después de comer. Todo salió según lo planeado y creo que es el mejor roscón de los que he hecho hasta ahora ^_^.
- 650 gr de harina de fuerza (de base, es probable necesitar algo más a la hora de amasar)
- 250 ml de leche tibia (sin lactosa en mi caso)
- 20 gr de levadura fresca
- 120 gr de azúcar
- 115 gr de mantequilla sin sal, en pomada
- 2 huevos y 1 yema tamaño L
- 10 g de sal
- 2 y 1/2 cucharadas de agua de azahar
- 2 ó 3 cucharadas de ron
- piel rallada de 1 limón grande y 1 naranja, bien lavados antes
- 1 huevo batido
- frutas escarchadas al gusto (traídas de Casablanca por mi padre, deliciosas)
- azúcar humedecido con unas gotas de agua
- figuritas horneables
Masa madre o esponja:
Poner en un cuenco 150 gr de la harina previamente pesada. Formar un hueco y añadir la mitad de la leche con cuidado; desmigar encima 5 gr de la levadura. Mezclar bien hasta conseguir una masa homogénea. Tapar con film y dejar reposar unas 2-3 horas, hasta que fermente (se nota al coger un poco con una cuchara, además habrán aparecido cientos de burbujitas por abajo).
Masa final:
En un recipiente grande, mezclar el resto de la harina con el azúcar y la sal. Formar un hueco y añadir la leche, los huevos ligeramente batidos, el resto de levadura desmenuzada, el azahar y el ron. Rallar encima la piel de los cítricos. Empezar a trabajar la masa un poco; añadir la esponja y amasar un poco. Incorporar por último la mantequilla, repartiéndola bien. Cuando se tenga una mezcla más o menos homogénea, volcar sobre una superficie de trabajo limpia y comenzar a amasar a mano. Es una masa muy pegajosa, sobre todo al principio, y dependiendo de los ingredientes se necesitará añadir más harina para que sea manejable. Recomiendo añadir poco a poco, mejor sobre la mesa y en las manos para evitar que se pegue mucho. Ánimo, al cabo de un rato de amasado con energía se vuelve más maleable. Trabajarla hasta que tenga una textura suave, lisa, elástica. Formar una bola y dejar en un recipiente grande ligeramente engrasado con aceite o mantequilla. Cubrir con film y un paño y dejar levar hasta que casi doble su tamaño, unas 3 horas en clima levantino. Cuando haya crecido bastante, introducir en la nevera para retrasar la fermentación.
Por la mañana, dejar atemperar fuera de la nevera una o dos horas. Amasar ligeramente para desgasarla; cortar con unas buenas tijeras las posibles porciones que queramos separar. Formar una bola con cada una de ellas. Con la mano engrasada, hacer un agujero en el centro, estirando el roscón en el aire dándole vueltas con las manos. Poner sobre una bandeja de horno preparada, esconder las figuritas por abajo y pintar con huevo batido. Cubrir con film y un paño de cocina y dejar que doble su tamaño (unas dos horas).
Precalentar el horno a 200ºC. Volver a pintar con huevo, decorar al gusto con frutas, azúcar y/o almendras. Hornear a 180º durante unos 20-25 minutos, vigilando que no se dore demasiado (como me suele pasar a mí). Dejar enfriar sobre una rejilla.
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¡Feliz vuelta a la rutina! Terminad los dulces que hayan sobrado sin culpabilidad y disfrutad los regalos. Yo confieso que aún la Navidad tendrá sus últimos coletazos por aquí, que falta la segunda parte de la escapada suiza y tengo alguna recetilla pendiente con aromas especiados ;-).