Manuel Belgrano, uno de los más notables economistas argentinos, precursor del periodismo nacional, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social, entre otras muchas cosas, ha sido condenado a convertirse en una especie de Sastrecillo Valiente.
La operación es simple. Se trata claramente de un ideólogo de la subversión americana y no conviene que, desde la más tierna infancia, los niños aprendan a honrar la memoria de pensadores, innovadores y revolucionarios, portadores, como en este caso, de una coherencia meridiana entre sus dichos y sus hechos.
Los ricos
de la Argentina, enriquecidos a costa del país y del trabajo de su gente, se
enorgullecen diciendo que Belgrano murió pobre. Según sus leyes de la
obediencia y el ejemplo, no hay nada mejor para los demás que morir pobres.
Aprender a morir como se nace, sin disputarles los ataúdes de roble, los
herrajes de oro, las necrológicas de pago y las exclusivas parcelas en los
cementerios privados, es una gran virtud en la escala de valores de los que
viven de la Bolsa de valores.
El
desprendimiento, el desinterés y la abnegación son virtudes que nuestras
"familias patricias" dicen admirar en los demás, aunque no forman
parte de su menú de opciones. Sus integrantes, por su parte, morirán mucho más
ricos de lo que nacieron, porque el resto de los argentinos morirá mucho más
pobre. Leyes de la matemática, de la suma y de la resta.
Claro que
omiten decir que Belgrano nació rico, y que invirtió todo su capital económico
y humano en la revolución. No dicen que Belgrano no se resignó a morir pobre y
reclamó hasta los últimos días de su vida lo que le correspondía: sus sueldos
atrasados y que se aplicaran a los fines establecidos los 40.000 pesos oro que
había donado para la construcción de escuelas y que le fueron robados por los
apropiadores de la administración pública.
Tampoco
nos recuerdan que Belgrano no se cansó de denunciarlos y no ahorró epítetos
para con ellos. Los llamó "parásitos", "inútiles",
"especuladores" y "partidarios de si mismos", entre otras
cosas.
Las
banderas de Belgrano, la honestidad, la coherencia, la humildad llena de
dignidad, los siguen denunciando.
Felipe Pigna
Felipe Pigna
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