Recorriendo con la mirada el paisaje que regala este cerro, me venían a la memoria los mensajes de optimismo que trasmitieron las personas que representaban a la Junta de Castilla y León en dicho encuentro. Un encuentro celebrado un martes, al que muchos alcaldes y alcaldesas de la provincia no pudieron acudir, ya que era día laborable, seguro que la elección del día no fue casual. "Tenemos 10.000 centros sanitarios en la comunidad", que abren dos o tres días a la semana, con suerte. "Tenemos escuelas en pueblos con 4 alumnos", mientras año tras año reducen el número de docentes. "Este Gobierno tiene un fuerte compromiso con el medio rural", con un gran número de pueblos con una conexión a internet de muy baja calidad. Así, un argumento tras otro, hasta el aburrimiento final.
Mientras los expertos (siempre hay uno) nos decían que la pirámide poblacional se estaba reduciendo drásticamente en la base y en la cima (hay pocos nacimientos y muchas muertes debido a la media de edad tan elevada), yo pensaba en las palabras que un día pronunció Julio Llamazares y que llegaron a Astorga gracias a Emilio Gancedo: "Llevo asistiendo 20 años a encuentros sobre el medio rural y vivo en el centro de una ciudad de tres millones de habitantes."
Descendiendo desde lo alto del cerro hasta las majadas, recordando el libro de Avelino Fernández Donde la vieja Castilla se acaba: Soria (Ed. Rimpego, 2015), me asaltaron dos dudas, ¿por qué no se invitó a la veterinaria (y poeta) María Sánchez?, ¿tanto costaba invitar a un pastor que practica la trasterminacia como El Ruso?
Llegando a la ciudad de Soria, que cuenta con menos de 40.000 habitantes, que es capital de una provincia que no llega a los 100.000 habitantes y que cuenta con un gran número de pueblos que no llegan a los 200, que solo tiene comunicación por autovía a Madrid, que solo cuenta con trenes a Madrid y que pertenece a una de las zonas más despobladas de Europa, yo me pregunto: ¿Ningún experto es capaz de dar con la tecla adecuada? Quise hacerle esta pregunta a los respresentantes de la Junta de Castilla y León en aquella jornada, pero se marcharon nada más acabar de comer. En fin, otra vez será.
María Sánchez. Cuaderno de campo (Ed. La Bella Varsovia,2017)
Aquí
a los que no ven el mar
se les reconoce
porque siempre
llevan
una espiga
clavada
en el pecho