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miércoles, 11 de febrero de 2015

El mar de la tristeza absoluta

Parece el título del último disco de una banda de pop inglés, rock melódico yanqui, cumbia colombiana, jazz canadiense, zarzuela española, malambo argentino o libro de pseudo-autoayuda al mediocre estilo de la mayoría de los autores de dicha temática.
            Pero no. Es el título de un texto que, con un poco de suerte, jamás será escrito; con la excepción de que alguien más lo tome prestado y lo haga por mí. En todo caso, nunca lo sabré.
            Ni haré, tampoco, demasiados aspavientos. Si tiene que pasar, que pase.
            Es un buen título, pero la hoja continúa en blanco debajo de él y lo único en lo que puedo pensar ahora mismo es en que me quedan un par de renglones más por cubrir para poder dedicarme sin culpa a cualquier otra actividad. Porque cuanto acabe con esto habré cumplido mi tarea autoimpuesta de, por lo menos, hacer el intento de producir un par de líneas al día.
            Entonces, quizá mañana, resulte más sencillo.

domingo, 11 de mayo de 2014

Nuevo libro en camino

O como invitar a la gente a una presentación sin que nadie se percate de ello.

La cuestión es la siguiente, el martes 20 de mayo de 2014, a las 20 horas en el centro cultural/bar autogestivo 'Mu', punto de encuentro, que queda en la calle Hipólito Yrigoyen 1.440, en la Ciudad autónoma de Buenos Aires (a dos cuadras de la Plaza de los Dos Congresos) voy a estar presentando mi más reciente publicación.

Si, ustedes ya lo saben, cada tanto vuelvo a molestarlos con éste tema de los libros y cosas similares, como si fuera una recaída en un problema mayor. Y quizá lo sea, porque... ¿para qué continuar escribiendo? En todo caso, ¿para quién? Pero, por suerte, este tipo de cuestiones no son las que ustedes encontrarán en este libro; nada de eso, nunca escribiría sobre un tema tan aburrido (por ahora).

La entrada es libre y gratuita, sólo tiene que ir con ganas de escucharme un rato y nada más. Claro que si quieren consumir algo en el bar también pueden hacerlo y de paso ayudar a que la revista Mu continué sus andanzas en el formato papel.

De paso agradecer a Matías Chenzo por la portada 
Y a Gonzalo Sosa, de Salta la Banca y amigo personal, por el prólogo.

En la imagen encontrarán toda la información que necesitan, además de una imagen de la portada del libro para que no se confundan.

No creo que esté de más decir que se agradece toda la difusión que ustedes puedan hacer.
Nos estamos viendo.

J.

sábado, 22 de marzo de 2014

Otros tantos Proyectos

El 2014 comenzó con varios proyectos en cartel (si, como tengo mucho espacio en la frente aprovecho para alquilar espacio y cobrar por eso), y llegados a marzo dos de ellos, los más cercanos, dieron sus primeros retoños (en pleno otoño austral, lo sé). Les dejo una pequeña muestra de los mismos.

Ambos, por una de esas casualidades del universo, se publican en la misma revista digital para niños y no tan niños, llamada Cripy, la cual puede ser descargada desde éste enlace de aquí.

  
Éste número la tapa la hizo Lea Caballero.
El primero de los trabajos que se encontrarán al revisar la publicación, es Una noche de otro planeta, que cuenta con los pinceles de Matías Chenzo, a quien ustedes ya conocen por sus trabajos que se publican en éste blog.


El segundo, pero no por eso menos importante, cuenta con los lápices de Daniel Galantz  
a quien también conocemos por su humor y su calidad como ilustrador.


Pueden leer nuestros trabajos y después darnos una opinión, la que sea, con el respeto de siempre, que será bien recibida.

Y, también, pronto tendremos otras novedades...


Saludos y Suerte

jueves, 23 de enero de 2014

La monstruosa amenaza exterior que nunca se presentó

Cuando leíamos los clásicos de la fe, escritos en la década del 50 del siglo del 1900, comprendíamos muy bien el sentimiento, la amenaza, el miedo, de saberse a punto de ser invadido.
            Los robacuerpos, los lectores de mentes, los marcianos al ataque, el crepúsculo rojinegro que se cernía sobre el mundo no eran sólo ficción. Tal vez los apóstatas de la nueva fe, antes de ser fusilados con balas de plata bañadas en agua bendita, o ahorcados con sogas trenzadas en noches de luna llena, llegaran a pregonarlo en las esquinas. Pero nadie los escuchaba.
            Las voces destituyentes, las de esas personas que preferían la ignorancia de la literatura post-DanBrown, carecían de lugar. No existe nada en esos libros, cualquiera lo sabe. Por ese reemplazaron los anuncios de amenaza y apocalipsis por utopías cargadas de robots, enanos y antropólogos forenses que ansían revivir a los dinosaurios. Animales que, como es sabido, no se extinguieron como quieren hacernos creer, regresaron a sus mundos de origen.
      Lo mismo que haremos nosotros, los Hidalgos Guerreros de Oriente (H.G.O.), cuando recuperemos la ciencia de los Antiguos para descifrar en las lápidas de Palenque el funcionamiento de los motores ocultos en las Pirámides egipcias de las grandes máquinas que nos ayudarán a reflotar del lecho del Océano a la misteriosa Atlántida, la gigantesca nave trans-cósmica que nos trajo a éste mundo degradado, de barro y naturaleza salvaje, de lujuria y placeres sin igual.
        Este mundo, cargado de amenazas latentes, que confunde nuestros sentidos y oculta los verdaderos motivos detrás de nuestros pensamientos, quedará en el recuerdo, uno muy cercano al olvido.
            La sabía tetralogía de los sabios señores Asimov-Clarke-Bradbury-West lo anunciaron en sus escritos. Junto con el fin de la infancia se acerca, el universo llegará a su final al filo del futuro. Sólo nos hace falta esperar que el vino del estío anterior no se haya evaporado en sus botellas embaladas al vacío.

lunes, 27 de mayo de 2013

Mitad y Mitad


La extrañeza puede tomar diferentes formas, algunas tan sutiles que apenas somos capaces de percatarnos de ellas; de abrir los ojos sólo lo suficiente para notarlo. Porque no siempre hace falta abrirlos cuanto podemos, pero tampoco es posible ver con los ojos cerrados.
Eso lo sabe cualquiera.
Leer lo sutil en un mundo bárbaro e incivilizado como el que nos toca en suerte en éste siglo, es un ejercicio complicado que requiere de tiempo, práctica y de muchos pequeños detalles que construyen sobre nosotros un armazón que, como una muleta, o una silla de ruedas, nos ayuda a avanzar.
Tal vez no sepamos bien hacia dónde pero, de todos modos, avanzamos.
El hombre no está hecho para las novedades, las verdaderas novedades. No. El hombre vive en su circunstancia, y esa circunstancia se llama rutina. Una tan rígida que no permite más que pequeños cambios, minúsculos. Casi imperceptibles.
Pero una sumatoria de pequeñas modificaciones puede crear una nueva rutina. Una que se presenta como alternativa pero que, en definitiva, no es más que otra simple y repetitiva rutina.
Todo se reduce a que no sabemos ver. Miramos sin dejar que los ojos se posen sobre nada, como queriendo evitar ensuciarnos con lo que vemos o, al contrario, ensuciar lo que miramos. Porque algunas miradas son peores que otras.
La gracia, si es que la hay, no es fácil de descubrir, porque a estas cosas nunca nombradas, el 50% de la humanidad la denomina vida, mientras que el otro 50% lo llama, con menos ribetes alegóricos y artísticos, muerte.

jueves, 14 de febrero de 2013

Sábado


En mi próxima visita al matasanos le preguntaré por qué nadie habla de la depresión de los sábados por la tarde. Los estudios analíticos, psicológicos y socio-económicos, se centran en cualquier otro aspecto de la depresión (post-parto, post-nuclear, post-traumática, post-horapico, post-almuerzo), pero dejan de lado, minimizan, el producto mayor de la emotividad humana.
En los sábados por la tarde ocurren la misma cantidad de cosas que aquellas que acaban siendo olvidadas.
No se explica la angustia de los domingos por la noche previa al lunes de inicio de semana, si no se comprende primero la depresión que se inicia los sábados. Es ella la que hunde el espíritu en un pozo lo suficientemente profundo como para no saber, luego, salir de él.
Incluso la fantasía de la fiesta del sábado por la noche, carece de asidero en la realidad. Porque allí todos fingen mucho más, en tan pocas horas, que todo lo que se finge a lo largo de la semana. Como si fuera más importante simular la felicidad que realmente buscarla.
Nadie habla de cuanto acontece los sábados por la tarde, de ese prolegómeno del suicidio premeditado. Porque nadie lo comprende. Nadie lo acepta. Nadie sabe enfrentarlo.
La única solución posible sería modificar el calendario, cambiar el orden de la semana, y que el sábado no siguiera al viernes y antecediera al domingo. Sino, como propuesta novedosa, que el domingo no durara tan sólo 24 horas, sino la extensión ideal para lograr el mejor descanso, es decir, 72 horas de fin de semana antes del regreso a ese yugo sin final que, según la edad, denominamos escuela, trabajo, jubilación o muerte.

martes, 13 de noviembre de 2012

La noche que derroté a la UltraDerecha Continental

En ese mundo onírico que creo sólo para mí durante mis escasas horas de sueño, a veces suceden malos momentos, situaciones extrañas o, por lo menos, inexplicables.
Noches atrás, por ejemplo, trabajaba en una delegación gubernamental (si, yo, ya lo sé), junto con otras personas, cuando dos nefastos personajes de la historia latinoamericana reciente, se presentaron frente a mí mostrador (de atención al público y venta de osos de peluche (en serio, así fue como lo soñé)).
Uno de ellos era Pinochet (vivo, no un zombie) y Mariano Grondona (este sí creo que era un zombie, pero no estoy seguro), tomados de la mano cual pareja gay perfectamente constituida y que acepta su condición de tal. Venían a hacer un reclamo por una deuda que el estado (sin aclarar cual) tenía con Pinochet.
Al parecer, el viejo dictador, asesino y represor, había vendido a la ciudad de González Catán (que sí existe), unos transformadores eléctricos que no funcionaban, varías décadas antes, y el estado (sin aclarar cual), por supuesto, nunca había saldado la deuda.
Yo presentía que el valor de esa chatarra en la actualidad ascendería a un uno seguido de varios ceros (quizá diez), y que no teníamos esa cantidad para pagar algo que ni siquiera poseíamos en ese momento y que, además, nunca habían funcionado.
Porque los transformadores nunca habían funcionado.
Mi compañero de trabajo, por supuesto, desapareció dejándome sólo para enfrentar y resolver el problema.
El sudor corrió por mi frente, sentía las manos húmedas, mis axilas hirviendo, y los pies fríos. Pero, luego de pensar un poco menos de 2.3 millones de respuestas posibles (incluso: lo siento, no hablo español, luego de haberlo saludado cordialmente como nos obligaba el estatuto de la oficina, aunque los odiaba a ambos por igual, en perfecto español), supe qué debía responder:
—¿Tiene el recibo? —pregunté.
Pinochet y Grondona se miraron sin entender (y me parece que haciéndose ojitos al mismo tiempo).
—¿Algún comprobante de la entrega de los materiales que según su propia y única palabra nunca le fueron abonados? —dije.
Pero, por supuesto (me gusta mucho la expresión por supuesto, por eso la repito cuando puedo), no tenían nada de eso.
Con una amplia sonrisa en mis labios, de ganador innato de todas las competencias en las que me veía obligado de participar, les pedí que, si no tenían nada más que hacer allí, por supuesto, se retiraran.
Sólo después de verlos salir cabizbajos de la oficina, me decidí a despertarme…

Más información sobre tan nefastos personajes en la wikipedia:

viernes, 21 de septiembre de 2012

Vampigre

Es una obviedad decir que el hombre es el primer animal que aprendió a destruir su propio mundo sin importarle nada más. Seres como las termitas destruyen para construir; el hombre, un ser muchísimo más básico que las termitas, se contenta con destruir por destruir.
Así está el mundo.
La contaminación no es un mito; el cambio climático no es una fábula. Todo forma parte de la misma realidad; incluso que escritores mediocres pueden mantener blogs como este y cosas similares.
La hipocresía recorre al mundo.
Se han descubierto casos de nuevas mutaciones insólitas producto de los efectos de la contaminación sobre la atmósfera tensa y la nulidad de la capa de ozono (otro regalo de los yanquis). Luego del flagelo de las tribus urbanas sin fundamento sociopolítico, llegan los animales que, al igual que las tortugas ninja, carecen de cualquier atisbo de lógica.
Yo encontré uno al cual bauticé como el Vampigre.
Aquí su fotografía:


"Esta foto es mía"

¿Ustedes han encontrado algún otro?

jueves, 13 de septiembre de 2012

Sábado Presentación

Están todos invitados, los interesados y aquellos que quieran ir, por supuesto, a presentarse, el día sábado 15 de septiembre, a las 19 horas, en la convención de historieta independiente Dibujados.

La misma tendrá lugar en el Hostel 06 Central (sí, así se llama el lugar), cito en la calle Maipú 306 (entre calles Perón y Sarmiento) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Y ustedes se preguntarán, ¿por qué nos invita a éste lugar?

Muy fácil.

Porque allí se presentará éste libro:


Que, como pueden ver, es en un 50% de mí autoría junto con los dibujos de Matías Chenzo, el dibujante con quien mantenemos este otro blog: garciachenzohistorietas.blogspot.com.ar

Que también pueden visitar en cualquier momento.

Ya no los molesto más, pueden continuar  con sus rutinas.

viernes, 31 de agosto de 2012

476 O el Fin del Imperio




El Imperio Romano histórico cayó mucho antes de que los godos le dieran el toque de gracia. Sin embargo, continuó gobernando los destinos de la ecumene varios siglos más.
            Algunos no lo creían posible, pues, ¿cómo caería la ciudad eterna que estaba destinada a reinar por más de mil años? Bueno, apenas llegó a los 900, y con suerte.
            Suerte que, con mucha ayuda desde el propio interior de este imperio informal en el que hoy vivimos, podrá ayudarnos a cambiar la forma de pensar, de ver, de sentir y odiar.
            Los poderosos siempre caen, aun cuando sean los más débiles quienes terminen pagando las consecuencias, como en el crack de 1929, como en la Guerra Civil Europea, como en Vietnam, como en Irak, como Cuba.
            La historia no siempre la escriben los vencedores.
            Podemos ir preguntarle a Espartaco cuando quieran.

lunes, 13 de agosto de 2012

Trenes


Miedo.
   Eso era.
   Imposible explicarlo de otro modo.
   Tengo cinco, tal vez cuatro años, es de noche y cruzamos por la estación de trenes del pueblo. Todo es silencio, un silencio inusual en medio de la noche.
   Ningún movimiento sobre la playa de maniobras, ningún hierro chocando contra otros, chirridos ni sirenas. Nada. Sólo silencio.
   Y, de fondo, la oscuridad más terrible.
  —Algo pasa… —susurra mi madre mirando, con los ojos entornados y la espalda inclinada hacia adelante.
   Intento mirar, pero no veo nada.
   Sólo un viejo farol, el mismo de siempre, el que todavía hoy está allí, iluminando parte del andén. Tengo las piernas frías, es otoño y hace frío para los pantalones cortos, pero a la tarde hizo mucho calor.
   Alguien corre sobre el andén, creo que hablan a los gritos señalando algo.
  —Si, algo pasa, pero… ¿Qué? —dice mi madre.
   Aprieto su mano para recordarle que aún estoy allí, junto a ella, un metro más abajo.
  —Los trenes… —balbucea sin darle sentido a la frase—… los trenes nunca se atrasan —dice mirándome—. Nunca. Ni siquiera por error… No es posible.
   Tiemblo, el escalofrío recorre mi espalda, porque también creo que los trenes, como parte del universo conocido, tienen una función predeterminada en la que no pueden fallar, ni por error.
   Porque si ellos fallan, ¿qué sucede con el resto del universo? ¿Con nosotros? ¿Con mi madre y conmigo? ¿Dónde terminará todo?
   Tengo miedo de que los trenes comiencen a fallar y que el mundo a mí alrededor se desvanezca en la bruma, como en las mañanas de invierno en que la niebla se traga las casas de los vecinos. No, no puede ser eso… Por favor. Pienso en silencio.
   Cuando una vibración extraña pero familiar llega desde la lejanía. Una luz enorme y amarilla, que recuerda a un sol en miniatura y empalidece al pequeño farol, aparece en medio de las vías.
  —Ahí viene el tren —digo señalando hacia el armatoste de metal.
   Mi madre asiente moviendo la cabeza.
   El universo se ha salvado una vez más, pienso, y vuelvo a respirar tranquilo.

sábado, 21 de abril de 2012

La novela frustrada

Un intento por escribir otra novela que quedó en eso, en intento, y del medio centenar de páginas, sólo sobrevivió éste fragmento, no sé por qué lo elegí, o si vale la pena mostrarlo. Pero bien puede servir para demostrar lo difícil que es llenar un espacio en blanco.

Capítulo 1 (extracto)

Era la segunda vez que los dos entraban al bar de la vieja espina, una de esas cuevas en las que el humo del cigarrillo era más espeso que la niebla matinal del aeropuerto, con poca iluminación y la música lo suficientemente alta para tapar las conversaciones de las mesas vecinas. Refugio ideal para artistas de segunda, esos que arañaron la fama para caer como piedras a los mismos lugares de antaño. Las paredes oscuras y manchadas por la humedad ayudaban a crear la ilusión de que la tierra se abría para mostrarse a unos pocos y selectos pobres seres allí reunidos.
Era temprano en la noche cuando llegaron, las mesas del centro estaban vacías. Ocultos en los rincones, los que preferían el anonimato disfrutaban de la música o del tabaco, obligatorio para los clientes.
—No hay nadie —dijo el más bajo.
—Es temprano, no te preocupes, van a venir todos —lo confortó el otro—. Sentémonos.
En una mesa olvidada, contra una de las paredes sin ventanas, se dejaron caer. La luz de una bombilla de 25 wats iluminaba desde el techo.
—Esto es así Guille —dijo el segundo—, yo te presento y me voy, no quiero tener nada que ver, todavía no sé como me dejé convencer para traerte.
—Tengo ese toque, qué puedo decir.
—¿Pedimos algo?
—No quiero tomar nada hasta que no lleguen los demás.
—Hace un poco de frío, voy a buscarme un brandy o algo parecido.
Aprovechando el quedarse sólo, Guillermo miró sin mucho disimulo al resto de la fauna que comenzaba a reunirse. Las demás personas, sentadas convenientemente en las sombras, no eran más que eso, trozos de oscuridad que cobraban vida por momentos delatados por las brazas de los puros. Esperar encontrar algo conocido en aquel lugar era, como poco, imposible. Por suerte su compañero regresó de la barra.
—Si esto no me saca el frío es que ya estoy muerto. ¿Seguro que no queres nada?
—Sentáte y dejá de hablar, Fabián.
—Pero, qué mala onda.
—No me gusta esperar mucho en estos lugares, y no veo a nadie conocido.
—Porque no conocés a nadie de acá, calmate, relajate, tomate algo.
—No quiero tomar, además por qué no me dieron un cigarro en la entrada.
—Es para los hombres.
—¿Y yo qué soy?
—No fumas.
—Pero es un requisito para entrar.
—Estás conmigo, qué más querés.
—Irme rápido, eso quiero.
—Si vas a estar así toda la noche mejor nos vamos, no vaya a ser cosa que se enojen conmigo por tu culpa.
—Soy impaciente. ¿Qué querés que haga?
—Tomate algo.
—No tomo, ya lo sabés, no tomo desde la noche del accidente....
—Si, si, ya lo sé, no me lo repitas.
La música continuaba sonando en el ambiente cada vez más cargado de humo y gente, las pocas mesas iban llenándose de figuras imposibles de reconocer. La oscuridad y el humo se fundían en uno en aquel lugar.
—¿Sabés lo que vas a decirles? —preguntó Fabián tomando de su trago.
—No.
—Pensá en algo rápido porque ya llegó uno.
Por entre las sillas, desperdigadas alrededor de las mesas, se acercaba un hombre, de aspecto desgarbado con su ropa sucia, el pelo largo y despeinado, caminando con ademanes y movimientos bruscos. Se acercó hasta la mesa reconociendo a Fabián y se sentó con ellos.
—Hola —dijo.
—Guille, Calvo; Calvo, Guille —presentó Fabián.
—Hola —dijo Guillermo por decir algo.
Calvo no respondió.
—¿Por qué te dicen calvo? —preguntó después.
El nombrado miró a los ocupantes de la mesa, y dirigiéndose a Fabián preguntó.
—¿Quién es? —señalando a Guillermo.
—Es de quien te hablé, Guillermo; según él mismo le pasan cosas extrañas. No sé si del tipo que te interesan pero, por las dudas, lo traje hasta acá.
Una camarera se acercó al grupo, dejando sobre el lado izquierdo de Calvo una botella de agua, un vaso y el cigarro reglamentario. La mujer se fue, Calvo sacó del bolsillo de pantalón un blister, sirvió un poco de agua y con el primer sorbo tomó dos pastillas.
—¿Para qué son? —preguntó Guillermo.
—Shhhhhhh —exclamó Fabián.
—¡Otra vez! —exclamó Calvo—. Otra vez me trajiste una neófita.
—Un neófito —corrigió Guillermo.
Todos se miraron entre sí.
—Disculpame Calvo, no le dije todo —explicó Fabián—, pensé que lo harías si te parecía bien después que te contara lo que le pasa.
—Siempre la misma excusa.
Calvo encendió, con varios fósforos juntos, el cigarro, Fabián lo secundó con otro que sacó del interior de la campera colgada en el respaldo de su silla. Aspiraron profundamente varias veces, exhalaron el acre humo que se sumó al ya reinante dentro del salón.
En silencio dejaron pasar varios minutos, mientras Guillermo se impacientaba más y más, tamborileando en la mesa con la yema de los dedos de uñas mancilladas por filosos dientes.
La música era superada por el murmullo de las conversaciones en aumento, la luz parecía más escasa.
—¿Podemos empezar? —preguntó Guillermo.
—Impaciente el vago —comentó Calvo.
—Siempre, tanto que por momentos es imposible de tratar —dijo Fabián.
—A quién habrás salido.
—¿Podemos empezar? —repitió Guillermo.
—¿Qué querés? —preguntó Calvo escupiendo las palabras.
—Según Fabián usted puede ayudarme.
—No, no puedo —ante el desanimo de Guillermo, Calvo agregó—, sino me decís primero qué pasa.
—¿Prefiere la versión corta o la larga?
—¿Salvador? —preguntó Calvo a Fabián.
—Hoy viene más tarde.
—Entonces primero la larga, y después, si hay tiempo, la otra.

jueves, 29 de marzo de 2012

Y nos decimos civilizados

Mientras exista el odio, seguiremos siendo puros y simples animales.
    Daniel Zamudio, asesinado en Chile por un grupo de cobardes que le temen a todo lo que se distinga de sus propias sombras.
    Hoy fue Daniel por su orientación sexual, mañana puede ser cualquiera, en cualquier parte del mundo, por cualquier otro motivo. Mientras exista la violencia, todos somos víctimas, pero, por suerte, no todos queremos ser victimarios.

viernes, 16 de marzo de 2012

El arte no siempre es suficiente

1984 fue un buen año. No para todos, pero podríamos decir que para algunos personajes fue todo un éxito. Más que nada si los mismos aparecían en alguna de esas películas taquilleras del momento. Películas artesanales, en las que no era necesario recurrir a los efectos en tres dimensiones para esconder deficiencia de actuación (dejando de lado la discusión de si las personas que hoy (2010) participan en las películas son actores o no).
Se puede tomar como ejemplo el caso de Morla, o la Vetusta Morla, según el guión de la película en la que participó demostrando sus dotes actorales únicas. ¿Quién no recuerda sus escenas en La Historia Sin Fin? ¿Quién no rememora esos diálogos cargados de sabiduría y destreza argumental? ¿Quién, en definitiva, no se emocionó con esa bellísima película?
Para los poco memoriosos les dejo una imagen de Morla caracterizada para la película.



Lamentablemente, los años pasaron para todos por igual, pero no la de misma forma. Algunos de los actores de esa generación tuvieron la suerte de continuar sus carreras hacia el estrellato de morir en un accidente automovilístico, o de ganar infinidad de premios que serán rematados entre coleccionistas una vez muerto su poseedor.
Para otros, superar el auge de los efectos generados por computadora (los conocidísimos CGI), resultó prácticamente imposible. Por eso muchos de los actores de verdadero nivel de ese glorioso período del cine mundial, yacen hoy olvidados, a la vera de los caminos, ociosos en colecciones privadas de ojos dispuestos a disfrutar de sus trabajos o, como Klaus Kinski, muertos y perdidos en el recuerdo.
Aquellos que no supieron adaptarse a las nuevas exigencias de la industria tuvieron que buscarse nuevos caminos. Sabido es que algunos de los enanos de Legend han montado un espectáculo de circo y recorren las rutas de Europa del Este; y que Madmartigan trabaja hoy como reducidor de metales. Seremos educados y no hablaremos del destino de ciertas ninfas que han sido vistas en ciertos oscuros tugurios de ciertas oscuras ciudades.
El caso de Morla es uno de ellos también, un personaje que se vio obligado a encontrar otro medio de sustento. Pero, por lo poco que sabemos de él luego del arrollador éxito de la película sólo podemos suponer que su paso por la depresión, el alcohol, las drogas y el sexo desenfrenado, fue más duro y peligroso que el de muchos de sus compañeros de elenco.
Por suerte ha logrado recuperarse y regresar al mundo del trabajo honorable, digno de confianza y del afecto de la gente. Sabemos que ahora tiene su propia empresa, por lo que, desde estas humildes páginas, le hacemos llegar todo nuestro apoyo: “¡Morla, ojalá que logres tus objetivos! ¡Tú te lo merece!”


viernes, 17 de febrero de 2012

Devoción

Internet es una maravilla que sirve, al mismo tiempo, para pasarse el día mirando pornografía, descargando películas y series que los medios de comunicación imponen como moda a la que hay que acceder sí o sí, tener la discografía completa de bandas que nunca en la vida escucharemos ni por error (pero en el afán de tenerlo todo, se acumula en cds o dvds copiados), y algunas pocas cosas más.
    Una de esas cosas es conocer personas que viven a 1138 kilómetros, que es la distancia entre la ciudad de buenos aires y la ciudad de general roca, en la provincia de río negro; gente que de otra forma nunca llegaríamos a conocer ni en 1138 años. Y es una casualidad, o no, aún mayor el descubrir las aficiones comunes (o casi comunes, que es casi lo mismo). En las recorridas por los blog encontré a Serafín, un dibujante de esa provincia de sur argentino que maneja muy bien los pinceles, los lápices y la paleta digital. Tanto que no tuve mejor idea que pedirle que ilustrara un guión mío.
    Se trata de una adaptación del cuento Devoción, de Alejandra Pizarnik, una de las grandes poetas del siglo xx, no sólo de argentina, sino del mundo entero. Aunque el mundo, y los argentinos, prefieran seguir ignorándola.
    No sé qué les parecerá el resultado final, la cuestión es que ya está hecho, y con los créditos debidamente dados a quienes corresponden.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El sinsentido de los sentidos

Los sentidos alteran la percepción de la realidad. Entiendo que no sea una novedad el que se piense que un miope tendrá un concepto de lo que es el espacio diferente al que tendrá alguien con estrabismo, o un ciego (para no mencionar el caso de los Cíclopes). Pensamos que un sordo, condenado al mundo del silencio, no sabe lo que se pierde, sin saber de qué nos estamos perdiendo nosotros insertos en nuestro mundo de ruidos constantes; y así con cada uno de los ocho sentidos. Pero ésta afirmación arriba citada no se refiere a alguien con los sentidos enfermos o dañados, sino a alguien normal (sea lo que sea éste término). Alguien con todas sus capacidades en plenitud. La poca luz, y su exceso, son perjudiciales por igual, ambos impiden ver. Extrapolando esta determinación, podemos decir lo mismo de los demás sentidos. Ahora podemos volver a pensar la frase del comienzo: Los sentidos alteran la percepción de la realidad, tanto si están enfermos como si, en cambio, funcionan a la perfección.

jueves, 24 de noviembre de 2011

20 años son una vida


El show debe continuar, sin dudas, pero nadie dijo que fuera ser fácil sin ti…

martes, 26 de julio de 2011

Cuidado: animal peligroso

Cuenta la leyenda que en la década de 1980 existió un grupo musical en argentina, un país de otra leyenda, que mantenía un público siempre interesado en lo que hacía con su música. Lamentablemente, el líder y vocalista de dicho grupo falleció prematuramente y el grupo se separó.
Sin embargo, la tragedia no terminó allí, sino que uno de los músicos de dicho grupo pensó que podía seguir con su carrera porque él era el único músico en la banda disuelta. Y, lamentablemente, otra vez, el público le creyó.
Y continuó creyéndole a lo largo de toda la década de 1990, su exilio voluntario en España, porque si bien se trata de un músico mediocre no es malo para los negocios (sabía que en ese país ganaría más dinero, y por eso continúa haciendo gira tras gira en la península…), y, también, se lo creyó durante la primera década del siglo XXI. Ayudado, claro está, por los medios de difusión masivos, los diarios y las radios, que cada vez que transmitían uno de sus temas lo etiquetaban como el mejor músico del país. Despreciando, con esa categorización, a todos los verdaderos músicos del resto del país.
Hizo fortuna, claro, porque sus discos se vendían tanto que nunca los encontraban en las disquerías. Aunque otra versión del mismo hecho dice que si los discos no estaban en las disquerías era porque la compañía disquera no los distribuía para generar, de ese modo, la idea de que el disco era un éxito.
Se le llenó la cabeza de éxito y futilidad, comenzando a hablar de cualquier cosa, sin conocimiento de causa, como todo buen famoso. Defendiendo lo indefendible, haciendo cosas que de no ser porque tiene dinero con que pagarse la justicia, hoy no estaría en la calle. Pero sabido es que la justicia siempre está del lado del que tiene dinero.
Por ésta misma razón es que hoy podemos verlo cometiendo semejante atropello contra la razón, como lo muestra la siguiente nota:


De nada sirve decir que la vaca, porque no se enfrentó a un toro, es famoso pero no boludo, o algún amigo le habrá dicho que no se arriesgara tanto, no fue lastimada y que vivirá 18 años más.
Lo que importa es el hecho de estar defendiendo una práctica que es rechazada por el sentido común, se convierte a sí mismo en un asesino, es un ser despreciable e injustificable, que debería ser castigado por sus propios seguidores dejando de escuchar sus canciones, o por los mismos medios dejando de publicarle notas. Pero, sabemos, que el mundo actual, el negocio es mucho más importante que la vida de otro ser.
La tauromaquia no es un deporte, no es parte de la cultura, no es justicia poética ni divina, no, no lo es. La tauromaquia es, lisa y llanamente, un asesinato.

Por eso mismo, el animal del título no hace referencia a la vaca, sino al ignorante de calamaro.

lunes, 13 de junio de 2011

Síntomas

*Una locomotora sin maquinista en Mendoza.
*Alerta nuclear en Japón.
*Bombas termobáricas en Rusia.
*Un papa ex-nazi.
*Un presidente ex-afroamericano.
*Shakira diciendo que sabe cantar en ingles.
*40% menos de capa de ozono en el polo norte.
*Cambio climático descontrolado.
*La yihad de EEUU sobre los países petroleros.
*Un gato mitad conejo.
*Una oveja mitad perro.
*Una vaca con genes humanos.
*Avatar de James Cameron.
*El alcohol desalcoholizado de Michel Quomo.
*La Argentina Potencia.
*Alemania pagando la deuda de la Primera Guerra Mundial.
*Brasil sede del mundial 2012.
*La vida 2.0.
*El amor virtual y sus consecuencias (los hijos cibernéticos).
*La vacuna contra la calvicie.
*Un político honesto.
*Un premio literario internacional e importante sin un arreglo previo para que lo gane un autor consagrado.
*Hemingway zombie.
*Extraterrestres de la estrella Sirio visitando la provincia de San Luis en los Estados Unidos de Sudamérica.
*El feudalismo psicológico y mental.
*Barbie declarándose lesbiana.
*El reggaeton reconocido como patrimonio universal de la humanidad por la Unesco.

¿Y siguen diciendo que el fin del mundo no está cerca?

domingo, 8 de mayo de 2011

Una imagen obvia para el post 300

Y qué le vamos a hacer si las ideas escasean y la verdad es que es más fácil robarse una imagen de la Internet, ¿no?

            Más que nada para señalar que llegamos a las 300 entradas de Proyecto Azúcar, aunque, claro, eso sólo puede saberlo quien esta de este lado del blog.