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09 de Agosto, 2014
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UN POETA DE ARMAS TOMAR
por Marcela Pérez Silva
Necesario es aclarar que estas páginas son hijas del
amor. No sólo porque Tomás Borge, el comandante poeta, era de amor que
hablaba cuando invitaba a cambiar el mundo y a "hacer de Nicaragua un
paraíso donde construir la casa del hombre"(1); o cuando escribía
ardientes proclamas contra el tirano y desafiaba con los puños crispados al
imperialismo; o cuando "platicaba con las multitudes" anunciando
tiempos de libertad, de justicia, de soberanía. Digo que estas páginas
nacieron del amor porque los poemas clandestinos en ellas reunidos
sobrevivieron al destierro, a la tortura y a la legendaria vida de su autor,
gracias a las mujeres que lo amaron. El poemario está organizado en cuatro secciones, ordenadas de forma
cronológicamente inversa. Los textos más lejanos en el tiempo fueron escritos entre Bogotá y
Lima (1969-1970), durante su exilio clandestino en tiempos de Somoza. De no
haber sido por la musa colombiana que los inspiró y resguardó con celo, se
hubiesen extraviado en la noche del olvido. Gracias a ella, han podido llegar
hasta nosotros "la ortografía perfecta" de las pecas de María
Cristina, "las huellas de Armstrong" en la luna, los gamines,
Vietnam, el hermoso "Madrigales" (que fuera incluido entre "Los
más bellos poemas de amor y desamor")(2) y su "Promesa": "Juntos quemaremos los afiches del Che para alumbrarnos con su
ejemplo". El capítulo tres (1972-1978) contiene los poemas escritos en prisión:
a la hora de la capucha, el suplicio y la dignidad. La mayoría de ellos fueron
salvados de la ferocidad y la barbarie gracias a Josefina, "la de las
sandalias de espuma", quien habría de convertirse en su segunda esposa.
Lograron escabullirse del calabozo, ocultos en "su breve cinturón
café", o perdidos "bajo el bordado de su blusa". Sobresale
entre estos, el estremecedor "Carta a Ana Josefina". "Encerrado en la cárcel me interrogaron y me dieron papel y lápiz
para que les hiciera una confesión. En vez de eso le escribí un poema a mi
hija recién nacida. Me
dieron una tremenda paliza"(3). El segundo capítulo corresponde al período (1985-1989), es decir, a
los años de la Revolución Sandinista y su dirección colegiada. Años de
Tomás al frente del Ministerio del Interior: "Centinela de la Alegría
del Pueblo", en los que fundó una Policía destinada a brillar y un
Sistema Penitenciario de régimen abierto. Años de inventar una nueva ética
que hiciera prevalecer la solidaridad sobre el interés, el perdón sobre la
venganza: “Sólo un poeta podía haberse vengado de su torturador,
perdonándolo...” (4). Pero también años de amores intensos, breves,
resplandecientes. De extraordinarias aventuras. Ya que no es posible que vos y yo
hagamos las veinte mil leguas de viaje submarino
o visitemos el rostro oculto de la luna
...
tengamos una aventura Dos
Tres aventuras El capítulo primero (1990-2012) contiene los poemas de su etapa de
madurez: aquellos espléndidos años que tuve el privilegio de vivir a su lado.
Muchos de ellos nacieron del apuro de descubrir que había olvidado una fecha
importante. Llegaron al mundo en tarjetas de floristerías, en las páginas en
blanco arrancadas del comienzo y el final de los libros, en hojas de cuadernos
de espiral, escritos con indescifrable letra que sólo yo entendía, llenos de
tachaduras, flechas y correcciones. Tomás era meticuloso y perfeccionista en su trabajo. Aquellas
alocuciones encendidas de pasión que daban la impresión de ser tan
espontáneas: “el comandante Tomás Borge abre la boca y sale un sol / y
detrás del sol Nicaragua /" (5), en realidad habían sido preparadas por
él con gran rigor, semanas antes. "¡Me salí del texto!" −solía
decir, orgulloso, después de un discurso. Y era que de tanto trabajarlo, lo
había interiorizado hasta el punto de permitirse improvisar sobre seguro. De
igual modo hacía con sus poemas: jamás dejaba de corregirlos. Aun después de
publicados, los seguía puliendo. Por eso existen tantas versiones, incluso
contrastantes, de un mismo verso: amaba jugar con las palabras, construir
frases ingeniosas, metáforas osadas, afilar el estilete, dar en el blanco. Tomás escribía desde la Historia sabiéndose protagonista
imprescindible de ella. Urgido por la necesidad de amar, de dar, de darse. Era
bromista, jodón, fogoso, optimista, honesto, valiente, tierno, transparente.
Un poeta de armas tomar. Managua, 19 de julio de 2014
1 Tomás Borge, El arte como herejía, Madrid: Gakoa, 1991, p.138.
2 Juan Manuel Roca, Los más bellos poemas de amor y desamor, Bogotá: Oveja
Negra, 2007. p. 44.
3 Amado y temido, Tomás Borge entrevistado por Frank Otero Luque, Nuestra
Bandera.
4 Arturo Corcuera, “Tomás Borge, entre la pistola y la pluma” en Tomás Borge,
A la sombra de un grano de sal, Lima, 2007. p. 8.
5 Juan Gelman,
“Mareas” en De palabra, Madrid: Visor, 1994. p. 443.
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03 de Junio, 2012
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Por Rubén Berríos Martínez
El Comandante Tomás Borge Martínez partió “más allá de las puertas del misterio”.
Tomás fue para mi mucho más que el legendario Comandante Sandinista. Fue mi querido amigo y compadre. Por eso hasta hoy los sentimientos y los afectos no me habían permitido poner en blanco y negro, con justo balance entre razón y emoción, lo que pienso y siento sobre quien fuera el último sobreviviente de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Todos sabemos de su dimensión continental como latinoamericano por excelencia y anti imperialista firme y sin dobleces. Hoy lo recuerdo como el ser humano sensible, afectuoso y solidario.
Viene a mi memoria aquella mañana no transparente, más bien opaca de octubre de 1979 en ciudad México. En el hangar presidencial Tomás aguardaba junto a un grupo de líderes latinoamericanos para abordar rumbo a Oaxaca el avión del Presidente del PRI (Partido Revolucionario Institucional).
Al llegar a Oaxaca una enorme multitud de las diversas etnias del Estado nos dio la bienvenida. Ese día y los siguientes, culminando no por simple casualidad el 12 de octubre, se fundaría la COPPPAL (Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe).
Estaba allí José Francisco Peña Gómez el eterno dominicano, Presidente de la IS (Internacional Socialista) para la América Latina, líder del PRD y voz de su pueblo contra la invasión norteamericana del 1965 a quien el prejuicio le negó la presidencia y a quien tres Presidentes se la debieron; Leonel Brizola, ex Vicepresidente de Brasil y Presidente del PDT; Anselmo Sule, Presidente del Partido Radical de Chile, ex Senador, exiliado luego de su cautiverio en los campos de concentración de Pinochet; Guillermo Ungo, líder salvadoreño también exiliado y responsable mayor de abrir las puertas a la solidaridad de la socialdemocracia europea para con el pueblo salvadoreño en armas -con él Héctor Oqueli luego secuestrado y asesinado-; Víctor Paz Estenssoro, ex Presidente de Bolivia y Presidente del M.N.R.I. Y por supuesto, recién salido de la montaña y las cárceles nicaraguenses, victorioso desde julio de 1979, el Comandante Tomás Borge Martínez.
Presentes en el recuerdo también están mis amigos Manuel Colom Argueta y Alberto Fuentes Mohr, los líderes más destacados de la resistencia democrática y progresista de Guatemala que habían participado en los trabajos preliminares del Congreso de Oaxaca y poco antes del mismo fueron despiadadamente acribillados por instrucciones del ejército guatemalteco.
Aquella pléyade de prominentes y curtidos líderes latinoamericanos fue convocada por el Presidente más joven en la historia del PRI, Gustavo Carvajal Moreno, cuya visión latinoamericanista y su circunspecta y efectiva labor por los derechos de Nuestra América estoy seguro la historia reconocerá.
En verdad nada me acreditaba personalmente para estar entre tan ilustre compañía. Culebra y unos años en el Senado de Puerto Rico era muy poco; y sólo la convicción de los allí presentes de que América Latina no podrá ser verdaderamente independiente hasta que Puerto Rico lo sea, unida a la insistencia de José Francisco de que COPPPAL no podía constituirse sin un representante de Puerto Rico, explican porqué se me extendió una invitación.
Fue allí en Oaxaca que comencé a conocer a Tomás.
Quizá por mi edad –junto a Gustavo Carvajal, éramos los más jóvenes- o tal vez por las afinidades históricas entre Nicaragua y Puerto Rico (la presencia por muchos años de tropas norteamericanas –no olvidemos que Riggs, responsable de la Masacre de Río Piedras, nos llegó vía Nicaragua- y sobre todo por las colindancias heroicas entre Sandino y Don Pedro), Tomás me mostró desde el inicio un afecto genuino.
Al concluir el Congreso de Oaxaca nos trasladamos a Managua. Cuando se abrió la escotilla el olor a pólvora inundaba el ambiente. Fue la primera de muchas visitas.
Posteriormente Tomás me invitó en varias ocasiones a dirigirme a cónclaves de sandinistas y extranjeros. Siempre tenía tiempo para enseñarme su patria. Quería que la conociera toda, desde Matagalpa a Rosita y Durango y desde Puerto Cabezas a Bluefields. También compartimos frecuentemente como vicepresidentes de la COPPPAL en diversos países de Nuestra América.
Para mi la leyenda del Comandante se iba convirtiendo en carne y hueso.
Nicaragua es tierra de volcanes y poetas. Tomás era ambos. Como volcán era un combatiente que quemaba con su torrente, retumbaba con el trueno de su acción y fertilizaba y fecundaba la tierra de Sandino. Como poeta era un consuetudinario enamorado, era de aquellos que confesaba no podía ir al cine “porque yo, en el cine, lloro” y era un orador y escritor de luz y de vuelo.
Era un ser humano genuino que con candidez casi infantil decía sin miramientos lo que pensaba. Recuerdo una tarde en la calle Del Conde en Santo Domingo cuando tranquilamente tomábamos un café. Uno de esos revolucionarios de boca que abundan se le acercó y le preguntó frente a todo el mundo “Comandante, ¿es verdad que usted mandó a ajusticiar a Somoza en Paraguay?”. Tomás con pasmosa tranquilidad le dijo: “Esas cosas no se preguntan pero si no lo hice, debí haberlo hecho” En otra ocasión me narró con cierto aire de orgullo y satisfacción que teniendo frente a sí a uno de sus torturadores lo perdonó (por años Tomás estuvo encarcelado, doscientos setenta días encapuchado, de pie, encadenado pendiendo de una argolla en la pared). No en balde escribió “Somos implacables en el combate y generosos en la victoria”.
Ese era el Tomás que como Ministro del Interior algunos consideraban “el hombre más temido de Nicaragua”; mientras él respondía que “no se puede amar al pueblo sin ser temido y odiado por los enemigos del pueblo”, y que “quien piense que el fin justifica los medios se convierte en un criminal”.
Por supuesto que no estaba exento de defectos, errores y equivocaciones. El mismo lo reconocía. Decía Martí: “El sol quema con la misma luz que calienta. El sol tiene manchas… Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”.
En Buenos Aires tuve que acompañarlo durante horas a cuanta tienda de bebé existía para llevarle unos “regalitos” a sus gemelos Sebastián y Juan y a su “hijita” Camila. Era el mismo ser humano que decía que “Ningún revolucionario debe desconocer a Jorge Luis Borges”.
Me honró con su amistad y -en frase de Tomás- “no resisto la vanidosa tentación de repetirlo”, haciéndome padrino de Juan. En la Habana increpó en público a alguien por hablar mal de “mi hermano Rubén Berríos”. ¡Cuántas veces lo escuché decir, “A tu amigo, de frente critícalo, a sus espaldas, defiéndelo”!
Vino a Puerto Rico en el 1998 para con su presencia solidarizarse con nuestra Independencia. Por razón de que alguien durante una visita de Ernesto Cardenal a Puerto Rico llamó al poeta “lobo vestido de cordero”, las primeras palabras de Tomás al llegar fueron “Aquí llegó el lobo vestido de lobo. Viva Puerto Rico Libre”. Muchos lo recordarán en Guánica marchando junto a Marcela y sus hijos; y luego en la tribuna con su vigor y su poesía el 25 de julio a cien años de la invasión. En La Habana me llevó a casa de García Márquez y al presentarme le dijo: “Quiero que conozcas a Rubén para que siempre tengas presente la Independencia de Puerto Rico”. Más tarde, en el 2006, fue uno de los puntales del Congreso Latinoamericano y Caribeño por la Independencia de Puerto Rico celebrado en Panamá.
Con Fernando Martín fuí a Managua a despedirlo el pasado 2 de mayo. Dieron el último adiós el Presidente Daniel Ortega y el Cardenal Obando y Bravo. Vino a mi mente Martí:
“Iban cargándolo en andas
Obispos y Embajadores:
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores”.
Cargado también de pena y agradecimiento su pueblo conmovido caminando lo llevó a descansar al mausoleo donde yace Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista. Estará allí para siempre junto a su querido compañero. Bien dijo Tomás ante la muerte de su amigo Carlos lo que hoy se dice de él, Tomás “es de esos muertos que nunca mueren”.
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10 de Mayo, 2012
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Amado y temido - TOMÁS BORGE, entrevistado por Frank Otero Luque.
Perú
¿Qué significa ser Sandinista?
-Ser solidario y valiente, antiimperialista y haber echado su suerte con los pobres.
-¿Qué responsabilidad implica ser el único sobreviviente de los fundadores del FSLN?
-Una responsabilidad histórica dolorosa. A veces, se me demanda más allá de mis posibilidades y, en otras, se desconoce deliberadamente este hecho.
-Has sido un luchador social desde muy joven. ¿Estarías dispuesto a repetir la historia? ¿Te arrepientes de algo? Con la experiencia que tienes, ¿harías hoy algo mejor o diferente?
-No me arrepiento de nada. Debí haber sido más humilde cuando estuve en el poder, y haber dedicado más horas a la reflexión y al trabajo.
-Cuando fuiste Ministro del Interior algunas personas te consideraban “el hombre más temido de Nicaragua”. ¿Le das crédito a esa apreciación?
-Fui amado, temido y odiado. No se puede amar al pueblo sin ser temido y odiado por los enemigos del pueblo.
-La revolución nicaragüense costó decenas de miles vidas, lisiados y huérfanos (muchos jóvenes, entre ellos). ¿Cuántos muertos, lisiados y huérfanos justifican una revolución?
-Las revoluciones verdaderas producen llagas en los costados. Siempre son costosas. La historia está llena de ejemplos. Muchas veces no es posible lograr transformaciones y cambios trascendentales a pesar de los sacrificios. No obstante, el sacrificio de los revolucionarios hace resucitar a los pueblos.
-¿El fin justifica los medios?
-De ninguna manera. Quien piense de esa forma se convierte en criminal.
-Tienes una anécdota muy graciosa relacionada con el criterio aplicado por tus celadores, cuando estabas en prisión, para filtrarte los libros que debías o no leer.
-Sí. Hice una relación de libros que deseaba leer. Entre ellos estaba “La energía mental”, del desconocido Orison Sweet. Me lo prohibieron porque pensarían que me podía escapar usando esa energía. Sin embargo, me permitieron leer “El Capital” porque lo asociaron al régimen capitalista.
-Creía que el libro prohibido había sido uno relacionado con “el cubismo”, de Picasso, porque lo habían asociado con Cuba.
-No, ése es un ejemplo que suele dar Marcela para graficar cuán ignorantes eran.
-¿Qué te sostuvo, qué te mantuvo vivo durante esos años de prisión?
-El amor a los seres humanos. Mientras estuve prisionero y torturado tuve la convicción absoluta de que nunca nadie me obligaría a revelar secretos de mi organización. Me sentía poderoso e invulnerable Por eso mismo, los meses de tortura fueron los más felices de mi vida.
-Nicaragua ha sido azotada por numerosos huracanes, como el Mitch, en 1998, y varios terremotos, como el de 1972, que han cobrado miles de vidas y han ocasionado millonarias pérdidas materiales. ¿Consideras que Dios es, en ocasiones, injusto?
-Dios nada tiene que ver con eso; son fenómenos naturales. Dios no hace maldades ni travesuras.
-Algunos entendidos afirman que, en numerología, el 23 de julio de 1961, la fecha de fundación del FSLN, equivale al número 11, una frecuencia metafísica y el acceso a una puerta dimensional muy importante. ¿Crees en ese tipo de cosas?
-Absolutamente, no.
-Nicaragua es uno de los países más deprimidos de América Latina, hablando en términos socioeconómicos. ¿Dónde radica la esperanza y la fuerza de los países del llamado Tercer Mundo?
-Auque las reglas de la lógica formal indiquen que estamos destinados al abismo, la historia ha demostrado que hemos sobrevivido por la fe. Vamos a sobrevivir y a ser libres del Imperio, condición necesaria para el desarrollo.
-¿Por la fe en qué?
-El pueblo tiene fe en sí mismo, en su terquedad de existir y en la certidumbre de ser inmortal.
-¿Quiénes son los líderes mundiales a quienes más admiras?
-Primero, a Fidel Castro. Segundo, a Fidel Castro. Tercero, a Fidel Castro. Cuarto, a Fidel Castro, Quinto, a Fidel Castro. ¿Alguna otra pregunta?
-¿Por qué esa devoción hacia Fidel Castro?
-Es el líder más completo. Tiene una capacidad extraordinaria de entregarse a los demás. Es respetuoso, delicado y equitativo con sus compañeros. No tiene la enfermedad de la rivalidad ni de la envidia. No conoce el miedo ni la fatiga. Y nunca miente.
-Lo describes casi como un mesías. ¿Qué le criticarías a Fidel Castro?
-No haber tenido el olfato suficiente para detectar a futuros traidores.
-¿Consideras saludable para un país tener a un mismo gobernante durante casi medio siglo?
-En el caso de Cuba fue una necesidad y, para Fidel, un enorme sacrificio personal.
-¿Desde cuándo escribes poesía?
-Desde que estaba en el vientre de mi madre.
-¿Algún poema emblemático tuyo?
-Sí. Encerrado en la cárcel me interrogaron y me dieron papel y lápiz para que les hiciera una confesión. En vez de eso, escribí un poema a mi hija Ana Josefina, recién nacida. Me dieron una tremenda paliza.
-¿Qué decía ese poema?
-No recuerdo el texto. Hablaba de ser valiente, generoso y justo hasta la consumación de los siglos.
-¿Quiénes son tus escritores favoritos?
-Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Gustave Flaubert, Jorge Luis Borges y Karl May. Y en poesía Rubén Darío, José Martí, César Vallejo, Carlos Martínez Rivas y Gioconda Belli.
-¿Qué vasos comunicantes podría haber entre todos ellos?
-Su maestría en el manejo del lenguaje. Aunque Borges me parece el más completo y Julio Cortázar el más amado, pienso que García Márquez organiza mejor las palabras; llegan al oído como canto de pájaros, repique de campanas y ladridos de lobos dulces.
-¿Por qué Cortázar es el más amado?
-Porque fue mi amigo entrañable personal. Vivió muchos meses en mi casa durante sus últimos años.
-¿Hay poesía en la política y/o política en la poesía?
-Los defensores del “realismo socialista” consideraban poesía tan sólo aquélla comprometida con los temas sociales. Ridículo. En mi opinión, la poesía amorosa, el canto a la ternura, es perfecta. En algunos casos, la política puede prestarse para la antipoesía. Hay una gran diferencia entre cantarle al palpitar de los tractores y al palpitar del corazón.
-Has escrito varios libros, incluyendo ensayos y poesía. ¿Cuál consideras que es tu obra más trascendental y por qué?
-“Un grano de maíz” es la que más ha circulado, pero muchos consideran como más importante “La paciente impaciencia”.
-“La paciente impaciencia” mereció incluso el Premio Casa de las Américas (Género Testimonio, 1989). ¿Qué significa ese reconocimiento para ti?
-Los miembros del Jurado eran amigos míos. Sobre todo Chuchú Martínez y Eduardo Galeano. Esto debe haber sido decisivo pero, para muchos, está bien escrita. A lo mejor estaban premiando más a Nicaragua que a mí.
-Una vez le dijiste a alguien que desconocer la obra de Kafka era, en sí mismo, “kafkiano”. Cuéntanos la anécdota.
-Me negué a presentar “La paciente impaciencia” en Checoslovaquia porque únicamente fui recibido, en privado, por el presidente de la Asociación de Escritores. No había un auditorio lleno de estudiantes o algo así, como es lo usual. El sujeto llegó para cumplir un trámite burocrático. Para vengarme le dije que no me sorprendía que Milan Kundera se hubiese ido a vivir a otro país, y que desconocer a Kafka -en la Checoslovaquia Socialista se le ignoraba- era kafkiano. No me entendió nada, lo cual era todavía más kafkiano.
-¿Cuál ha sido tu mayor triunfo en la vida?
-El triunfo de la revolución Sandinista.
-¿Y cuál tu mayor dolor?
-La muerte de mi madre, la muerte de dos de mis hijas, la muerte de Carlos Fonseca. Siempre la muerte. Y el estado de catalepsia de la revolución.
-¿Tu felicidad más grande?
-El nacimiento de cada uno de mis hijos.
-¿Y tu peor derrota?
-No haber escrito una novela.
-¿Cómo interpretas las pasadas derrotas electorales del FSLN? (febrero 1990, octubre 1996, noviembre 2001).
-No ganamos las elecciones debido al enorme peso del poder del Imperio, quien nos hizo la guerra y nos asfixió, además de nuestros propios errores.
-¿Quisieras ser el futuro presidente de Nicaragua?
-No quise ser presidente y no quiero serlo ahora ni nunca.
-¿Cómo es un “día típico” en la vida de Tomás Borge?
-Hago ejercicio físico todos los días, voy a la oficina, asisto a la Asamblea Nacional , participo en las reuniones del FSLN, como huevo frito con cebolla, les miro las piernas a las mujeres y regreso a casa a eso de las ocho y media; hablo por teléfono, leo mucho y suelo acostarme temprano.
-Se nota que Marcela, tu esposa, es muy dulce y sensible, pero a la vez una mujer de firmes convicciones y de carácter fuerte. ¿Quién manda en casa, Tomás?
-Definitivamente, ella. Y aunque no me lo preguntes, después de Anita, mi madre, ella es la mujer más importante de mi vida.
Recomiendo tus labios / la perfecta ortografía de tus pecas.
Recomiendo tu pelo / la luz redonda de tus rodillas.
Recomiendo tus manos / la aritmética simple de tus pechos.
Recomiendo tus suspiros/ el azúcar quemado de tus ojos.
Recomiendo tu sonrisa / el fósforo de tu silencio.
Recomiendo tu paz / el sabor inevitable / tu extensa cercanía.
Lima, 25 de julio de 2005
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10 de Mayo, 2012
· General |
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Una vida dedicada a la revolución
** El comandante del Frente Sandinista de Liberación Nacional enarboló palabras y versos, para cantarle a la tierra libre de Nicaragua.
Daniela Saidman
Gabriela, la de Chile, la incansable poeta, llamaba a los hombres que luchaban junto a Augusto César Sandino, por la libertad de Nicaragua, el “pequeño ejército loco de voluntad de sacrificio”. Lo decía con admiración, con afecto y tal vez con una pizca de picardía... Precisamente en esos años nació otro de los poetas, que integraron aunque tiempo después ese batallón de quijotes que llevó el nombre de Sandino entre banderas rojinegras.
Tomás Borge Martínez, enarboló palabras y versos, para cantarle a la tierra libre de Nicaragua. Él nació en Matagalpa el 13 de agosto de 1930 y falleció el 30 de abril de 2012, en Managua, era el último de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional que continuaba con vida al lado de su pueblo, y ahora se suma a los imprescindibles que sueñan para siempre en los recuerdos de sus gentes.
Resistencia y revolución
Desde muy joven se sumó a la lucha revolucionaria y antiimperialista. Realizó estudios en la Escuela de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, durante los años en los que su país era gobernado por el dictador Anastasio Somoza, que en septiembre de 1956 murió en un atentado a manos del joven poeta opositor Rigoberto López Pérez. A Somoza le sucedió en la presidencia (1956 a 1963) su hijo mayor, Luis Somoza Debayle.
Junto a otros jóvenes, Tomás Borge participó en esta lucha, y fue detenido tras la represión desatada después del atentado y la muerte de quien fundó la llamada “dinastía sangrienta”. Encarcelado y condenado a nueve años de prisión, permaneció tres años en presidio. Se exilió luego en Honduras y desde allí se trasladó a El Salvador y a Costa Rica.
De vuelta a su patria, junto a Carlos Fonseca Amador, Santos López, Germán Pomares Ordóñez, Silvio Mayorga, Francisco Buitrago, Jorge Navarro y José Benito Escobar, fundó en 1961, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), organización política que agrupó a todas las fuerzas que luchaban contra la dictadura.
El movimiento de liberación que empezó con un puñado de jóvenes, una década después ya contaba con el apoyo de las bases campesinas y estudiantiles, fue así que el FSLN se convirtió pronto en el principal baluarte contra la dictadura somozista.
Tomás Borge participó a lo largo de los años de resistencia en diferentes acciones armadas. En 1967 tomó frente en la gesta de cerro Pancasán, en las montañas de Matagalpa, que aunque constituyó un fracaso militar se transformó en una importante victoria política, gracias a que hizo tomar conciencia al pueblo que la lucha armada era la única forma posible para conquistar la libertad y construir una auténtica y legítima democracia.
El 19 de julio de 1979 fue derrotado finalmente el régimen de la dinastía de Somoza. Y Tomás Borge fue uno de los nueve Comandantes de la triunfante Revolución. Durante los diez años del gobierno revolucionario sandinista, Tomás Borge se desempeñó como Ministro del Interior.
A lo largo de su vida Tomás Borge mantuvo siempre su coherencia ideológica y el compromiso de lucha. “Me siento orgulloso de seguir siendo sandinista, de seguir siendo fiel a la bandera rojinegra de nuestro partido, de seguir siendo fiel a nuestra organización revolucionaria; y morir orgulloso de tener la frente levantada, y no haber sido desleal con mis principios, ni desleal con mis amigos ni con mis compañeros, ni con mi bandera, ni con mis gritos de combate”, dijo en el 2010, durante una entrevista.
Revolucionario y poeta
Pero revolucionario como vivió también fue poeta y ensayista. Los que lo conocieron cuentan que cada vez que se paraba sobre un escenario para defender su revolución, las palabras le fluían colmadas de emocionalidad contagiosa y siempreviva.
En 1989 fue galardonado con el Premio Casa de las Américas por su obra “La paciente impaciencia”, un libro testimonial que tal vez sea la reivindicación del valor histórico de una generación durante un proceso histórico específico, se trata del recuento de los años de cárcel del comandante Borge, de la gestación de las primeras células guerrilleras en Nicaragua, de la lucha en la montaña y del recuerdo en fin, de aquellos primeros guerrilleros, de los primeros fundadores.
Un año después publicó La ceremonia esperada, cuyas páginas son un pronunciamiento poético en favor de los seres humanos que construyen con pasión y entrega un mundo posible. Y en 1992 salió editado Un grano de maíz, una entrevista que le fue concedida por Fidel Castro.
Sus versos serán siempre una luz encendida para los amores buenos y los futuros necesarios. Tal vez por eso dijo una vez que “los poetas deben empuñar sus poemas como si fueran fusiles y los fusiles como si fueran poemas”. Y aunque la revolución fue el tiempo de su vida, también hubo espacio para la ternura, para el amoroso presagio de la vida que exige dos para prolongarse en los días.
“Recomiendo tus labios / la perfecta ortografía de tus pecas. / Recomiendo tu pelo / la luz redonda de tus rodillas. / Recomiendo tus manos / la aritmética simple de tus pechos. / Recomiendo tus suspiros/ el azúcar quemado de tus ojos. / Recomiendo tu sonrisa / el fósforo de tu silencio. / Recomiendo tu paz / el sabor inevitable / tu extensa cercanía”.
En esos y todos sus versos, en todas sus luchas y en su ejemplo, vivirá para siempre Tomás Borge, el comandante poeta de la revolución sandinista.
El escritor y la revolución
“El papel del escritor dentro de la revolución, en primer lugar es escribir bien. Y en segundo lugar, escribir para el pueblo. Y en tercer lugar, recoger la enorme riqueza de la lucha popular, del heroísmo del pueblo, de sus sentimientos, de sus cosas cotidianas, del amor de todos los días, de manos que se encuentran, de ojos que se persiguen, de las expectativas cotidianas que surgen entre los seres humanos, de la realidad de todas las horas....
Creo sinceramente que no se puede crear nada más que en verde, o para decirlo de otro modo, no se puede crear nada más que en rojo... No se puede ni se debe marginar la creación artística de la lucha de clases, pero es un crimen ponerlo al servicio de los comerciantes y de los burócratas...”.
Tomás Borge (durante los años 1984 y 1985, en dos entrevistas expuso su posición sobre la literatura y la revolución”)
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10 de Mayo, 2012
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Por Camilo Martiano
Lo tengo tan presente como que hubiese sido ayer, cuando muy fraternalmente me dirigí a su persona desde la frontera el Espino, diciéndole: Comandante, ya entre a Nicaragua estoy en la frontera el espino con los compañeros de El Salvador y Honduras. Recuerdo que me contesto: Muy bien Camilito, cuando entres a Managua me volvés a llamar. Enterado comandante, fue mi respuesta. Fue un 13 de septiembre del 2009, cuando nos dirigíamos en la Caravana Morazán Vigila, que tenía como propuesta unir a los diferentes frentes y articular una acción centroamericana para la reivindicación de Francisco Morazán. Caravana propuesta desde la Organización del Frente Popular, organización política a la cual pertenecemos y tuvimos el honor de compartir con diferentes actores políticos, entre ellos nuestro recordado y muy querido comandante Tomás. Este acercamiento con el hoy recordado se lo debo agradecer a nuestra compañera y camarada Aída Alemán (Jossy Alemán- BlackDalia), quien tuvo a bien acercarnos con el compañero Tomás y gracias también a Leony González su secretaria por tener esa delicadeza con nosotros y los miembros de la Caravana Morazán Vigila. Recuerdo que sostuvimos una reunión de altura con el compañero Borge, donde participaron compañeros del FMLN del Salvador y del Frente Nacional de Resistencia de Honduras y por supuesto los delegados de nuestro Frente Popular en Guatemala. Todos acordamos la necesaria integración política a través de la figura de Francisco Morazán y por ello el nombre de la caravana. Tomás nos alentó con su basta experiencia y nos recordó que esta lucha no se puede entregar así por así, se debe seguir organizando para las futuras generaciones. Nos pregunto cómo estamos en Guatemala políticamente y criticó la conducta de los comandantes guatemaltecos, asegurándonos desde ese entonces la victoria absoluta del FSLN. Debemos trabajar en conjunto y apostar por la integración política centroamericana. Fueron muy claras sus palabras y todos le entendimos a perfección. Cabe resaltar que dicha reunión la sostuvimos en su casa de habitación. Uno de los recuerdos que me queda para la historia fueron estas palabras: “Vos tenés que liderar esta vaina, vos y tu gente tienen que cambiar Guatemala, es por el bien de ese pueblo que recuerdo mucho, decile a todos esos cochones que se reorganicen”, me dio un abrazo y un beso en la mejia. Hasta siempre Comandante, donde quiera que este, seguimos apostando por la unidad política de nuestra Centroamérica. Ordene.
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10 de Mayo, 2012
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Tomás
A Tomás Borge
¿Cómo se inventa el fuego?
En qué palmo de viento llega
la luz dormida
esa muchacha
que urge salvar de los confines.
Cómo se hace un pájaro
un barco una guitarra?
En qué hoja el silbo aprende
la condición de rayo,
en vigilia la primera gota de agua
teje floresta de siglo necesario?
Dónde mirar, qué Sur,
a qué estrella tocar
por la asamblea de alas?
Con qué sigilo el sendero
rumbo a la palabra?
Dónde la fuente que mana panes
y da de beber a la mañana?
Cómo se dice futuro
Compañero?
Gabriel Impaglione, en "Parte de guerra"- sureditores, Venezuela, 2012.
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24 de Febrero, 2012
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Prensa Latina (17.02.12) El escritor y político nicaragüense Tomás Borge presentó el pasado jueves 16 de febrero una nueva edición de su libro
Un grano de maíz, la histórica entrevista concedida por el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, en abril de 1992.
A 20 años de su publicación, Borge destacó la vigencia de las ideas de Fidel Castro, quien nos pone frente a sus predicciones cumplidas. Todo lo reflejado ahí, dijo, es como si lo hubiera dicho mañana.
Sus palabras, agregó, tienen un espíritu profético, él avizoró los cambios que se iban a producir en América Latina con las nuevas corrientes, y casi predijo que Hugo Chávez llegaría al poder.
Editado por el sello venezolano El perro y la rana, el volumen fue puesto a la venta en la sala Nicolás Guillén de la antigua Fortaleza San Carlos de la Cabaña, sede principal de la 21 Feria Internacional del Libro Cuba 2012.
Según la periodista cubana Arleen Rodríguez Derivet, Un grano de maíz es un libro armado con inteligencia y belleza, un encuentro entre dos rebeldes latinoamericanos y universales, subrayó.
¿Qué es para usted ser cubano?, fue una de las tantas preguntas de Borge en ese diálogo de tres largas sesiones recogidas en 10 horas de grabación entre el 18 y 20 de abril de 1992.
“Soy por encima de todo internacionalista sin dejar de ser patriota, pero hoy cuando vemos que nuestra patria encarna los más altos valores de la nación, los más altos valores de un pueblo noble, los más altos valores del internacionalismo (…), para mi es un verdadero privilegio ser cubano”.
Temas como el concepto de democracia y la posibilidad de cambios en la estructura política cubana, las perspectivas de la lucha revolucionaria en América Latina y los países del tercer mundo, sus opiniones sobre Stalin y Gorbachov, sus aficiones, afectos y gustos literarios, son reflejados en 289 páginas.
“Me impresionaron, relata Borge en el texto, la persuasión, disertación, un poema antológico sobre el respeto a Cuba a los derechos humanos”, sus reflexiones, la calidad humana y su protagonismo en la levedad de la historia.
Con una larga y abundante difusión desde que salió a la luz, el autor espera que Un grano de maíz llegue a las más nuevas generaciones y viva por largo rato. (Fin/Prensa Latina)
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publicado por
islanegra a las 14:58 · Sin comentarios
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29 de Enero, 2012
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Manuel García Verdecia
La llamada fue precisa como un corte cirujano. Había muerto en México Tomás Segovia. Me quedé helado, farfullando obscenidades contra el destino. Era un justo, un iluminado y por si fuera poco un poeta esencial. Se cortaba una amistad que habíamos labrado en una correspondencia afectuosa de años, desde que lo conociera en México en 2006. Nos conectaban intereses seminales: la poesía, la traducción, los devaneos de la política y el destino del hombre en el mundo contemporáneo, asuntos estos que había analizado puntual e inquietantemente en sus ensayos. La infausta noticia me convoca a publicar las notas que siguen, las cuales formarían el prólogo a una selección de su poesía que elaboré con él y que aún aguarda ver la luz.
La vida, que siempre ordena las cosas con su misterioso proceder, quiso que en 2006 fuera yo invitado al Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer, en Villahermosa, Tabasco. Allí, entre otros poetas cardinales, conocí al autor valenciano de origen. La aproximación fue como casual, aunque no lo era pues ya lo observaba de lejos, sobre todo porque acababa de recibir el Premio Juan Rulfo y porque, además, siempre se hacía acompañar de la bella y excelente poeta María Baranda. Charlamos sobre trivialidades en el ómnibus que nos conducía a los lugares de lectura. Para colmo de goces, los organizadores me habían planificado leer junto a él en predios de la Universidad Olmeca. Al final tuvo palabras estimulantes para mí, insinuando que su poesía no había impactado. Lo animé. –Maestro, le dije, es que yo fui pícaro y leí cosas menores y usted leyó poesía de verdad. Su sonrisa selló la relación.
Había pensado, por todas las menciones que se hacía a su obra, por autores como Octavio Paz, que sería alguien impermeable a los afectos y hermético al diálogo. Todo lo opuesto. Me encontré con un señor más bien tímido, que esquivaba oportunamente la alharaca de la vida literaria. Accedía solo a conversar en pequeños grupos, dos o tres personas, con palabra escueta, casi medida. Alguno confundió su actitud con orgullo. No me dejé sofocar por una valoración externa que me encallara en algún prejuicio. Me le acerqué para decirle que me había gustado lo que leyó. Después siempre traté de encontrarlo y hablarle. Nada teje más lazos que la abierta y decidida intención de amistad, cuando obviamente no la mueven otros intereses que la simpatía. De manera que una mañana tuve la sorpresa de ver acercarse a Tomás con tres de sus libros dedicados para mí.
Luego del Encuentro, proseguimos la relación por correo electrónico. Así, infrecuente pero persistentemente, hemos estado estos años en contacto fiel. Hemos hablado principalmente de la vida y de las circunstancias horripilantes que han ido creciendo en estos años. Y por supuesto de su obra. Quise contribuir a que el lector prójimo tuviera acceso a algunas voces que no se escuchan como debe ser. Logré que Ediciones Holguín me permitiera reunir una muestra de destacados poetas iberoamericanos poco conocidos en Cuba. Recabé la autorización de los poetas que pensé podían integrar esa muestra. Todos, sin hesitación alguna, accedieron a la idea. Aquella muestra estaba enmarcada, como un paréntesis guardián, por dos polos altísimos: el vivísimo poeta brasileño Ledo Ivo y el poeta hispano-mexicano Tomás Segovia.
Específicamente este, al responder a mis requerimientos para poder publicar sus textos me contestó: «Por supuesto puede usted publicar todo lo mío que quiera. La “propiedad intelectual” siempre me ha parecido una aberración, y he escrito más de un ensayo sobre eso.» Estas palabras suyas ya apuntan al sentido de su ética. Fue así que pudo salir el tomito, Más que el leopardo, que es sobre todo un acto de solidaridad poética.
En el prologuillo al libro dije de Segovia:
«Tomás Segovia es poeta esencial. Sus textos van desasidos de historia y circunstancias inmediatas, ya que “bajo ese espesor vamos siempre desnudos”, es ese cuerpo a piel limpia el que trata de reflejar el poeta. Hábil en animar los más sutiles pensamientos y estados de ánimo, los asume y expresa como seres con vida propia con los cuales dialoga. La palabra pulida, pulcramente colocada como piedra inca, sirve para establecer el universo de lo bello. Las estaciones, la lluvia, el cielo, los ocasos, el viaje, “el inmortal deseo de vivir”, son asuntos circulantes. Los elementos de la naturaleza entran en comunión pero no como en el caso de los románticos, como reflejos especulares del temperamento del poeta, sino anexándoles estados anímicos propios. La belleza es una realidad y tiene su vida propia. El poeta, en estado whitmaniano, se siente su parigual y conversa. La materialización de ese rapport es el poema.»
Tomás es un hombre –no puedo hablar de él en pasado– sin ínfulas de poeta. Primero que todo porque es un poeta. Y también porque sabe que sus tratos son con algo más trascedente y enriquecedor, el misterioso acontecer de la existencia. En un mensaje me decía, «Yo siempre sentí que yo no jugaba en la cancha de “los poetas”, las “grandes figuras” y los “consagrados”. Siempre he sido un señor particular que hace versos en los cafés…» Y es así porque, para este señor que un poco necesita el ruido del café para escribir –que es como decir sentir la vida trajinando –, la poesía viene a ser como una adivinación, un encuentro con algo más allá de definición o apresamiento lógico. Es así que en el aire, las horas, los objetos, los cuerpos, el clima, las presencias que nos envuelven y acogen todos los días, una y otra vez sin reposo, el poeta se asoma y busca lo que alimenta, sostiene y dignifica todo.
De aquí que ame las claridades, no solo en la expresión sino en el ámbito adonde alza a sus ojos. Al leer sus textos, notamos que asiduamente se refiere a lo cristalino, lo límpido, lo desnudamente frío. Es consciente de que la claridad es siempre engañosa, lleva más sustancia de cuanto creemos. Toda transparencia encubre algo inefable. No se necesita lo caótico y oscuro para cruzar arduos dilemas y enigmas. La propia claridad es paridora de ellos. Así queda evidenciado en un breve poema (“En vida mía”). Primero describe el ambiente donde se halla: «Este límpido frío vivo/Esta luz blanca y centelleante/Y este leve orden claro». Luego precisa cómo, en ese espacio de nitidez, percibe el estímulo de vivir, ya que allí: «Se rebulle desierta la de siempre/ La dichosa emoción engatusada». Al fin, los misterios latentes en la transparencia pueden ser más incitantes, pues se ocultan en su propia visibilidad.
Y esta claridad por supuesto que se transfiere al texto, a su escritura. Una cualidad persistentemente franca en la poesía de Tomás Segovia es su legibilidad. Las vanguardias y la posmodernidad bien se sabe han convertido muchos de los textos poéticos en verdaderos acertijos cuando no en códigos cifrados, distantes galácticamente de una lectura sin ayuda metatextual. El acto de leer ha devenido un descifrar. Por el contrario, Tomás prefiere la palabra precisa, desnuda, y debidamente estructurada, de imágenes justas y sin excesos metafóricos. No juega a enturbiar sus hallazgos con fanfarronerías líricas ni mucho menos con enmascaramientos simbólicos. La suya surge de la voz que se esfuerza por apresar y transferir, lo mejor posible, eso que se da en el silencio y que es huidizo a toda fijación definitiva. Sabe que cuando se tramita con algo verdaderamente hondo y esencial, ya esto en su médula porta su enigmática ambigüedad y distancia conferidas por el vértigo complejísimo de la vida. A él se podría aplicar una frase tomada de En la belleza ajena en la cual el poeta polaco Adam Zagajwezki enuncia: «Los buenos poetas envuelven lo desconocido en lo conocido. Los malos dan en la superficie lo desconocido.» No resulta fortuito que el poeta se considere distante de toda invención, se perciba mejor como un traductor –oficio que, además, ejerce con excelencia. Es alguien que halla un texto en las difusas claridades del universo y lo reescribe en otro lenguaje para volverlo legible a sus coetáneos.
Hay una pieza que constituye toda una detallada y puntual confesión de su personal modo de concebir el poema. Me refiero a “Ceremonial del moroso”. Aquí declara esa morosidad que se enreda en el silencio, en el acto de descubrir, de paladear el sentido en su forma aún no anunciada, antes de convertirlo en palabra. Sabiendo del peligro que conlleva toda palabra pues, una vez articulada, cristaliza y, por esto, engaña ya que reduce las aristas de sentido. El poeta duda al articular porque sabe de su responsabilidad en hallar la voz más flexible para fijar algo fluyente y mutante. Es la paradoja del poema: decir lo indecible, concretar lo intangible. Decir sin congelar mortalmente. Como dice: «Es la impaciencia del decir/ La que silencia todo en torno suyo». Se refiere al apremio de los torpes enunciadores por tener palabra antes de tener sentido. Es un poeta lógico mejor que locuaz. Se cuida de proferir palabra, de apresar en verbo y, cuando lo hace, lo asiste la pulcritud que bebe del mundo, de ese inefable que tira de su voz. Y esa pulcritud va asistida por cierta latitud de viveza, de respiración y movilidad. «Nada he nombrado en nombre del nombrar/ Sino ceremonialmente en nombre del llamado». El llamado, esa convocatoria de lo vital, desde donde crece todo sentido y toda magnitud de importancia. Es así que de este respetuoso y admirado acercamiento alcanza lo cristalino de su escritura.
El deseo es un elemento central en la poesía de Tomás Segovia. El deseo entrevisto como un valor humano. El poeta ha declarado: «El hombre es obra del deseo». No lo concibe como una mera ansia de satisfacer oscuros impulsos ventrales en lo inmediato. Entrevé el deseo como el impulso del ser a complementarse siempre en un más allá. Surte de la aspiración de conquistas en la naturaleza y el sueño. Germinan en la infatigable inquietud por sobrepasarse, bien sea en el yo, en el cuerpo otro, en el entorno circundante, o en los espacios intergalácticos. En el deseo ve el poeta la fuerza que nos catapulta a la búsqueda y la insistencia en un rumbo de vida. «Sólo el deseo sabe tender el arco/Y sólo volverán a silbar tus venablos/ Si aún sigue palpitando en ti tu Ítaca». El hombre es en el mundo, según el poeta, por ese pálpito que tira de él y lo hace enfrentar contingencias y vencer obstáculos, pues es esa nostalgia de lo posible inconseguido lo que alimenta la vida. «Luchamos siempre así justificados/ Con todo lo inmortal que ulula afuera/ Y que el vivo deseo de nuestra vida misma/ Sostendrá siempre en vida». De cierta manera ser poeta es dar cuerpo y voz al deseo, a ese anhelo de apresar las formas de lo inefable.
Es la suya una poética de la sensibilidad sutilizada por la inteligencia. Poesía de ideas sensibles. Imágenes traslúcidas (¿tras lo lúcido?). Al leer sus textos nos percatamos de que la elegancia y el ritmo del discurso no dejan de reflejar un razonar. Sus imágenes son superlativamente lógicas antes que visuales, táctiles u otras. Se sabe que la palabra ya es en sí imagen, al potenciarla en su acontecer con otras para dar cuerpo a un pensamiento, ascienden al fulgor metafísico: «Hemos subido aquí a callarnos/ Más cerca de las nubes pálidas/ Y de su manso frío/ Plantados en la loma solitaria/ Reconfortados frugalmente/ En una escueta solidaridad/ De fuertes matas serias/ Y de vastas espaldas de grandes rocas francas/ Nos asomamos desde todos los niveles/ De los tiempos vividos y soñados/ A la inmensa llanura acostada en el fondo/ Del gran silencio de los mundos». Poesía alejada de patetismo, de cualquier manifestación de sentimiento externa y fácil, constantemente apela a lo más fino de nuestra capacidad intelectiva para el paladeo de lo ofrecido. Dominada de una lógica invernal, es decir de pulidas claridades puras, espaciosamente razonadas, no es ardua por la forma de decir sino por el constante referirse a un más allá indefinido y escurridizo a nuestras percepciones, un distante destello que abre mundos tras la cercana claridad del aire.
El tiempo es un elemento consustancial de tu poesía. No es solo las coordenadas de pasado, presente, futuro. Es su esparcido y reiterado ser. Tiempo que es un espacio inabarcable. Tal vez por eso su iterativa referencia a las estaciones. A lo largo de su poesía, como ellas mismas en su circular, se repiten poemas a estos ciclos temporales. Hay una cierta noción de un tiempo esencial e incambiable, un tiempo genitor, anterior y fuera de cualquier temporalidad. Tiempo que es un espacio inacabable e inmutable a pesar de todo el afán que en él rebulle cíclicamente. «El tiempo se ha evadido/ Sólo para rondar su casa/ En su paseo ensimismado/ Cada etapa nos vuelve siempre a ella/ Por fin tranquila y lejos/ Para ser ella misma/ Ausente en nuestra bella distracción/ Y fuera de propósito cada vez encontrada.» Un tiempo que aunque se mueve queda ileso, siempre el mismo, como a la espera del suceder. «Acabo de estar horas o edades o minutos/ Tratando de entender quién era un pino/ Ante el cual me senté sabiendo con certeza/ Que me había esperado allí toda la vida».
Tal vez relacionado con esto hay una actitud nada definitiva. No se aposenta en un término categórico. Más bien lo definitivo es la ambigüedad o, mejor, lo paradójico. Constantemente la dicotomía se resuelve en paradoja. Así, en la presencia de la belleza que se explaya en lo natural, el poeta se pregunta cómo hacer para ser en ella y no perderla. Entonces se responde: «Sin querer otra cosa que querernos más/ Pero pidiendo siempre/ Pidiendo sin descanso aquello que es ya nuestro». ¿Cómo pedir lo que ya pertenece? Misterio de las cosas que nos rebasan y no se aquietan. Es nuestro por cercanía pero no en su infinitud. Pedir no para poseer sino para no dejar de alabar. Igual sucede en la presencia de las transparentes alturas inalcanzables. Allí se ve un ave que se mueve como sin moverse. Encuentra la voz poética un símil de nuestro discurrir por la existencia: «así es como avanzamos/ Siempre tan cerca del deslumbramiento/ Sabiendo que jamás será avanzando / Como lo alcanzaremos». Avanzando no se avanza en ese tiempo-espacio insondable. Es con otro tipo de travesía, otra forma de penetración. El mundo es entendible porque no es entendible, alcanzable por inalcanzable, efímero por intemporal. La condición del ser es su dialéctica paradojal.
Esa magnitud inmutable e inacabable del tiempo se asocia con la constante permanencia de la vastedad espacial y sus elementos. Su poesía siempre está en comunicación con el entorno natural. La intemperie, el abierto, los montes y huertas, el cielo, las infinitas claridades espejean en su obra. Son la página en blanco donde se deletrea el poema de la existencia, las sensaciones que mueven los más complejos y hondos pensamientos. «No es que hable yo dentro de mí/ Es que la vida y yo con ella en su intemperie/ Hablamos fuera». El diálogo con la intemperie es una suerte de anagnórisis, de identificación con el resto de las cosas. No son estas para el poeta fríos e inermes objetos o dimensiones. Son criaturas que hablan, contestan, interrogan, informan, cuentan al poeta. Tal vez invirtiendo los términos del axioma poético de Fina García Marruz, en la suya encontramos con una búsqueda de la “intimidad de lo externo”. Así lo ve el poeta, «Los antiguos maestros nos mintieron/ No está en nuestro interior el interior/ Lo interior es la luz que no tenemos/ Sino que ella nos tiene si nos tiene.” Esto es consecuente con quien ha descubierto que “Siempre habrá más espacio que mirada».
Tal vez de esta convicción dimane la apelación abrumadoramente mayoritaria a un recurso que transmite esta suerte de panvitalismo. No resulta fortuito que sea la prosopopeya figura muy visible y reiterada en sus textos. El tiempo es otro ser que desconoce al curioso poeta: «Qué poco debe el tiempo/ Esperar ya de mí/ Para ya no pararse nunca/ A mirarme a los ojos». O el camino por donde se adentra este en los días se torna compañero de viaje: «A veces me parece mientras marcho/Que todo este camino recorrido/…/ Se pone también él calladamente en marcha/ Y que avanza a mi lado pero absorto en sus cosas». Y el verano se levanta como un niño remolón ante el poeta atento: «También el machacón verano duerme/ Y cuando empieza a clarear el cielo/ En su semiceguera neonata y pasmada/ Sobre su peso muerto corretea despierto». Esta continuidad hombre-intemperie es tal que en un momento el sujeto deviene también naturaleza: «Vamos la lluvia y yo por nuestro mundo/ También soy yo una lluvia/ Van lloviendo en la tierra mis miradas/ Que la empapan también y la fecundan». Hay aquí un dejo whitmaniano, ese ser que se eleva desde la brizna de hierba hasta el espacio cósmico como un componente fraterno más en solución de continuidad vital.
La poesía de Segovia es antidogmática sin dejar de tener credo, antisectaria sin rechazar tomar partido por la honestidad vital, sin moralina sin evadir lo ético, acendrado en lo más sensible de lo humano. En el año 2000, su “Honrada advertencia”, nota con que presentaba los textos de Resistencia. Ensayos y notas 1997-2000, hacía explicito elementos de su convicción intelectual que se traslucen en su hacer poético. Allí clamaba con tono profético, «me parece que nos estamos acercando muchísimo a una crisis en la que va a ser inevitable revisar muchas ideas (…) Cada vez son más, y más coherentes, las dudas sobre el modelo de sociedad que hemos estado tratando de aplicar, y sobre todo, diría yo, sobre el modelo de ser humano que hemos dado por bueno (…) Mientras tanto sigo creyendo que un pensamiento que aspire a alguna lucidez y honradez no puede tomar otra forma que la de la resistencia». Una mirada a las noticias del mundo no hace más que confirmar subrayadamente los juicios del poeta.
Esas dos voces que invoca, lucidez y honradez, han sido norte y sur de su ser en la vida y la poesía. Por eso, su pensamiento apuntaba a una visión de alta valía humana que debía ganarse por la instrucción, por la obra de los verdaderos poetas y por la fuerza del espíritu. Así caracterizaba lo deseado: «un mundo donde los libros abunden más que los nintendos, una idea valga más que un gol, una gran obra de arte importe más que una gran fortuna, entender a otro dé más gusto que venderle algo, pensar satisfaga más que ganar, o incluso (colmo de los colmos) la justicia se enfrente a la riqueza». En acto y palabra resistió –vocablo al que apelaba – los embates del grosero consumismo y la estupidización generalizada en pos de aquella postura que lo sostuvo.
¿Qué más decir de este amigo y poeta de ley que ya se ha fundido con su amada luz? Los datos del autor, esas cifras triviales que gustan a periodistas y profesores, se encuentran en cualquier enciclopedia de las tantas que hay. Su mejor biografía está en su obra. Tal vez añadir que el poeta, que naciera en Valencia, el año en que se daba a conocer una importante generación de poetas, 1927, fue expulsado con espada llameante de la tierra de su nacimiento por los triunfadores de la Guerra Civil. Esto lo obligó a vivir entre dos mundos. De modo que la condición de exiliado, de autor entre dos ámbitos, no deja de espejear persistente en su poesía. Pero esa condición, pienso, que lo ha dotado con una singular percepción donde, sin dejar de ser un zoon politikon, ni renunciar a lidiar con lo que considera impropio e injusto, ha estado filiada, más que a un ala u otra de pensamiento, a una medianía fijada por su honradez y su simpatía por el hombre. Esto es fundamental en su obra y su persona. Su sensato, apasionado y definitivo humanismo. Lo demás es poesía donde todo él queda. | Manuel García Verdecia, Holguín, Cuba, 12 de noviembre de 2011.
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Gabriel Impaglione
poeta argentino residente en Italia director revista internacional de poesía Isla Negra fundada el 1 de abril de 2004
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