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30 de Octubre, 2014
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Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
María Rosa Maldonado nació el 4 de febrero de
1944 en Barcelona, España, y reside desde 1949 en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, la Argentina. Nacionalidad: argentina-española. Es Profesora de
Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación. Desde 1989 coordina talleres de
poesía y narrativa. Algunos de los seminarios y conferencias que ha dictado
desde 1996 han sido “El Mito de Prometeo”, “El Origen del Teatro Griego”,
“Filosofía Oriental: Hinduismo, Budismo, Taoísmo y Budismo Zen”, “Carlos
Castaneda, El Chamanismo Americano”, “Kafka y la Filosofía de Zenón de Elea”,
“La Filosofía de Baruch Spinoza”. Entre otras distinciones obtuvo el Primer
Premio del Concurso de Poesía “La Nación” de 1988, por su poemario “Hasta que despertar es imposible” y el Segundo Premio Género Poesía, bienio 2002-2003, otorgado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sus críticas bibliográficas y otras colaboraciones se difundieron, por ejemplo, en los diarios “La Prensa” y “La Nación” (de la ciudad donde reside), en “La Gaceta” de la capital de la
provincia de Tucumán, en el bonaerense “El Tiempo”, de Azul, y en las revistas
“Letras de Buenos Aires”, “La Guillotina”, “Napenay”, “Tamaño Oficio”,
“Generación Abierta a la Cultura”, “Tsé-Tsé”, “Mandorla”, “Aldebarán”,
“Kokoro”. En 1996 fue invitada y participó en el “IV Festival Latinoamericano
de Poesía” en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Publicó “Poemas” (1977), “Hasta que despertar es imposible” (1989), “El esplendor ajeno de las cosas”(1992), “el
zumbido de Dios” (2002), “atzavara” (Kriller71
Ediciones, Barcelona, España, 2012), en el género poesía, y permanecen inéditas
dos novelas: “El viaje a Mataró” y “La novela de Marito”.
1 - Resulta, María Rosa, que justo en mayo de este año he estado por primera vez en tu ciudad natal. (Quien lo desee podrá hallar en la Red
reportajes en los que explicás sobre las circunstancias que impulsaron a tu
familia a venirse y cómo se fueron insertando en el nuevo paisaje.) Muchas
veces has ido para allá. Sería interesante que nos trasmitas de qué modo ha ido
cambiando Barcelona, desde tus recuerdos de niñita hasta tu último viaje.
MRM – Rolando, creo que, habiendo estado en mayo de este año en Barcelona, vos estás en mejores condiciones que yo para hablar de ella como ciudad. Nada
puede mejorar la primera mirada. En su libro “Las ciudades invisibles”, describiendo una de ellas, Fílides, Ítalo Calvino destaca esa condición que tienen de
ir desapareciendo a medida que se prolonga nuestra permanencia. De ir
convirtiéndose en una página en blanco con puntos concretos de referencia en
los que cumplir con las rutinas cotidianas. Sin más cúpulas ni preciosas
callejuelas ni fuentes ni glorietas.
Es cierto que ese no es mi caso, ya que no vivo en Barcelona y mis visitas no
son en realidad tantas ni de gran duración.
Pero, por otra parte, en el mencionado libro, Calvino afirma por boca de Marco
Polo: “Nadie sabe mejor que tú, sabio Kublai, que no se debe
confundir nunca la ciudad con el discurso que la describe.”
Sin embargo, creo que tu pregunta se desplaza hacia la subjetividad de mi
memoria y entonces toca esa confusa y ambigua relación que durante muchos años
he sostenido con mi ciudad de nacimiento. Y desde ahí sí creo que puedo
intentar decir algo. No de los cambios de Barcelona, sino de la
perspectiva interna desde donde fui mirándola, sintiéndola.
Barcelona es, primero, y sin nombre, el cuerpo de mi
madre, la lengua materna –castellano-, la galería donde jugaba con mi hermano a
bañar y aceitar a nuestra tortuga, las plantas carnosas del balcón de mi iaia de las
que salía un jugo verde cuando les clavaba mis uñas de tres, cuatro años, la
balsa donde me bañaba sostenida por las manos de mi padre y rodeada por todos
los insectos del verano –en el agua y fuera del agua- , el olor a cemento
húmedo, a ajos, cebollas y patatas, del cuartito de las herramientas en el terreno
de fin de semana de Esplugas de Llobregat. Esas primeras sensaciones guardadas
y, seguramente, alteradas por la memoria de la memoria. Barcelona comienza a
ser una generalización abstracta, con el alejamiento. La desterritorialización,
en mi conciencia de niña, territorializó el lugar del que partimos. Concibió
una comarca, la comarca abandonada, con un nombre: Barcelona. Generó una
primera noción de lugar, pre-geográfico. Muchos inmigrantes lloran el resto de
su vida por la añoranza de su tierra, otros no desean ni siquiera volver a
oírla nombrar. En mi caso, mis padres construyeron el mito y Barcelona adquirió
la categoría de paraíso perdido al que pronto íbamos a volver. El jamón de acá
era carne cruda, las sardinas no las quería ni el gato, y qué decir de las
rústicas panaderías de Lanús! Las de allá parecían joyerías de lo bien
que presentaban sus escaparates. Nada soportaba la comparación. Ni las cosas ni
la gente.
Y sin embargo, y sin embargo, las grandes zanjas de los fondos de Remedios de
Escalada, cerca del club Talleres, abiertas en campo abierto, donde, con latas
de tomate agujereadas, mi hermano y yo pescábamos mojarritas, tienen tanta
sustancia metafísica como la balsa de agua de Esplugas de Llobregat. Una manera
de decir.
Y bien, ya estamos acá, en Argentina, y Barcelona es una abstracción a la que
me religa el discurso de los padres, las cartas que van y vienen al ritmo de
los grandes trasatlánticos y el recuerdo afectuoso de los tíos, los primos, los
amiguitos y la iaia.
Durante muchos años España y Barcelona fueron sinónimos. Buenos Aires y Argentina también. Se trataba de acá y allá. Océano
en el medio.
Así pasó mi infancia, la escuela primaria y la secundaria, y el aprendizaje
delimitó áreas, intelectualizó contenidos, fundamentó diferencias. Y profundizó
el conflicto. La evidencia de que no había regreso no produjo el arraigo. O,
mejor dicho, la conciencia del arraigo. Éramos extranjeros, y diferentes.
A los dieciséis años, terminado el bachillerato, mis padres me enviaron a
Barcelona. Por primera vez andaba por mi ciudad de nacimiento mirando y
admirando. Compartiendo con mis primos paseos y bailes. Pero yo era “la prima
de América”. Y, por la calle, me consideraban una turista. Por mi acento. Por
mi lenguaje. Porque me sentían diferente. No era como ellos. ¿Y cómo era? ¿Cómo
se construye un yo sino con los materiales humanos con los que se va
encontrando e interactuando la conciencia, su modo único de procesarlos?
Hace tiempo me contaron la historia de un hombre que
salió de su pueblo en los primeros años de su juventud y al que regresó siendo
mayor, digamos bastante mayor. Cuando llegó al pueblo no lo reconoció. Este no
es mi pueblo, dicen que dijo. Un habitante de allí le preguntó cómo era posible
que no lo reconociera si ni siquiera una piedra había sido cambiada de lugar en
los últimos cien años: el mismo almacén en la esquina de la plaza, la misma
iglesia, etcétera. A lo que nuestro hombre respondió que sí, que era posible
que estuvieran las mismas casas y las mismas calles, pero que no estaban las
mismas personas. Las que le daban alma al
lugar. Aquellas que él había conocido y con las que había compartido su niñez y
adolescencia. Ni don Ramón, ni don Nicanor, ni Marta ni Juancito… Un lugar está significado por los vínculos humanos que generamos en él. Y como a la vida le gusta tender hilos de un sitio a otro, y tejer y destejer
tramas, ahora tengo una razón poderosa para volver a mi ciudad de nacimiento,
sin necesidad de seguir preguntándome cuál es nuestra relación. Ahora, mis
vínculos afectivos están equitativamente divididos entre Buenos Aires y
Barcelona. Si tuviera el don de la bilocuidad, viviría en ambas ciudades. Pero ya no me pregunto a cuál de ellas pertenezco. La pertenencia es tranquilizadora, pero demarca. Uno no pertenece. Uno es su historia. Cuando una pregunta no puede responderse, tal
vez la dificultad no esté en la respuesta sino en la incorrección de la
pregunta misma. Pienso en ésas increíblemente ingenuas –por no usar otro calificativo- que se suele -o solía- hacer a los niños: a quién querés más, a tu mamá o a tu papá?
de quién sos, de tu mamá o de tu papá? Respóndalas el posible lector. Barcelona ha crecido, se ha enseñoreado en su propia belleza, en su geografía privilegiada, en el legado de creadores como Antonin Gaudí, en la pluralidad de
voces que la pueblan. Me encanta pasear por las Ramblas, ir al Mercado de la
Boquería, contemplar una y mil veces la Sagrada Familia, caminar hasta el puerto
saludando de paso a Colón, bañarme en el Mare Nostrum. Pero lo que me lleva a
Barcelona y no a París, Roma o San Petersburgo, es el amor. Clara,
sencillamente.
En cuanto a las ciudades, creo que hay diferentes formas de relacionarse con
ellas. Puede uno buscar diversión (lo diverso, le divertissement de
Pascal) y visitarlas como turista. O puede uno viajar para buscar en ellas, en
su arquitectura, en su música y, sobre todo, en sus gentes, la pluralidad de
formas en las que se manifiesta el espíritu humano, ahora y a lo largo de toda
la historia. Y, tal vez así, abrir un poco las propias perspectivas.
2 – Has sido miembro fundador del Grupo “Informal”, dedicado a la
divulgación de las artes, y de la Asociación de Poetas Argentinos –la que
pronto cumplirá 25 años-, ocupando el cargo de Vicepresidenta en su período
inicial. La condición de co-fundadora invita naturalmente a sugerirte que nos
transfieras todo lo que recuerdes de aquellos tiempos, de aquellas iniciativas;
y quiénes fueron, en cada caso, los otros impulsores.
MRM – “Informal”
surge de una iniciativa de Osvaldo Moro. “Informal” fue Osvaldo Moro. La idea
central, según sus propias palabras, era la de ayudar a la gente que no tenía
cabida en los medios oficiales de difusión a divulgar su obra. Nace en 1981, en
la calle, en una peña folklórica. Siempre con la característica de poder mostrar
creadores poco conocidos, junto a gente de experiencia. Unos meses más tarde se
iniciaron las reuniones de los sábados en el bar “El Conventillo” de Varela 60,
en el barrio de Flores. Allí se realizaban lecturas de poemas y cuentos.
Lecturas concertadas y lecturas espontáneas. Y siempre había una muestra de
pintura y una presentación musical.
Pasaron por “El Conventillo” reconocidas figuras de la literatura y la
plástica como Abelardo Castillo, Alberto Girri, Juan José Hernández, Olga Orozco,
Antonio Di Benedetto, Horacio Castillo, Dalmiro Sáenz, Celia Gourinski, Alfredo
Hlito, Pérez Celis, Gyula Kosice y tantos otros.
El Grupo Informal, que acompañaba y
colaboraba con Osvaldo Moro, estaba integrado por Eduardo Bocco, José Pensa, Bárbara
Wulman, Julio Cesar Invierno, Marga Schujman, Gregorio Ganopol y quien esto
escribe. Un poco después comenzaron a funcionar los talleres literarios, en el
subsuelo de la librería "El Zapallo", en Varela 22. Allí comencé a
dictar mis seminarios de filosofía y, más tarde, el taller de poesía y
narrativa que, en un principio, estuvo a cargo de Julio Cesar Invierno. Algunos
talleres y seminarios eran gratuitos y en los arancelados la recaudación se
destinaba a solventar los gastos de “Informal”. También se presentaba
anualmente el Salón del poema ilustrado donde un plástico y un poeta trabajaban
juntos. Fue la época de oro de “Informal”. Cada sábado, “El Conventillo” a
tope.
Por razones nunca bien definidas, “Informal” partió de “El Conventillo” y fue a
cobijarse en una antigua casona de Candelaria 65, barrio de Floresta. Y,
dos o tres años después, a un departamento, en Candelaria 13. Continuaron las
actividades pero, poco a poco, se fueron reduciendo a talleres y cursos,
convirtiéndose en un Centro Cultural bajo el nombre de “Yukio Mishsima”, hasta
la muerte de Osvaldo Moro.
En cuanto a la Asociación de Poetas Argentinos, la idea de su creación le
corresponde a Cayetano Zemborain, su presidente, quien, en aquel momento, me
invitó a ocupar la vicepresidencia. Nos acompañaba Julio Bepré como secretario.
Recuerdo a Carlos Federico Weisse, Adalberto Polti, Silvia Noemí Pastrana (la
actual presidenta), Susana Fernández Sachaos, Beatriz Allocati… Buenos
recuerdos. Como bien decís, pronto se cumplirán 25 años de su fundación y me
alegra ver que el impulso y la diversificación de tareas a favor de la poesía y
la cultura en general, siguen creciendo día a día.
Por mi parte, me alejé de la Asociación no por diferencias ideológicas ni
desacuerdos personales, sino porque mis actividades propias no me permiten
disponer del tiempo que debe dedicarse a una institución. Y porque mi
disposición vocacional no se adapta a las características generales de los
desarrollos institucionales. Siempre, desde luego, estuve y estoy dispuesta a
colaborar en cualquier actividad puntual para la que se me requiera. Cosa que
sucedió en varias oportunidades después de mi despedida como miembro activo de
la entidad.
3 – Fuiste jefa de redacción de “El Cadáver Exquisito”, la revista del
Grupo “Informal”. La conocí, y hasta tuvieron la gentileza de publicarme. Y
también lo fueron Luis Benítez, Néstor Colón, Luis Quadri Castillo, Agustín
Tavitian, Luis Raúl Calvo, Daniel Berenstein, Luis Colombini, Santiago Espel...
Sé que el primer número asomó en 1985 y que no asentaban la fecha de aparición.
¿Por qué esa decisión y cuál fue el último número y en qué año? ¿Quiénes y cómo
decidían el armado de cada edición? Si perduraste durante todo el lapso de
existencia de la revista, ¿qué motivó su cese?
MRM – “El cadáver exquisito” fue una revista surrealista no por sus
contenidos, que no estuvieron limitados a movimientos ni ideologías, sino por
su realización concreta. Sin fechas, como bien señalás, sin tiempos
determinados de aparición, libre, algo onírica y plasmada más por el azar que
por una razón conductora.
Tengo acá el número uno: Director: Osvaldo Moro. Subdirector: Eduardo Bocco.
Jefa de Redacción: María Rosa Maldonado. Así fue hasta la muerte de Eduardo. En
los números siguientes, se agrega un Comité de Redacción: Marga Schujman,
Gregorio Ganopol y María Rosa Maldonado. En los últimos números, Osvaldo me
pasa la dirección y él queda como Fundador.
Esto en cuanto a los responsables. La idea de Osvaldo aparece en la tapa del
número uno donde lo señala como “periódico”, tal vez por su tamaño. Dice allí
bajo el título de El cadáver exquisito probará el vino nuevo: “INFORMAL es un grupo abierto, pluralista y democrático. Su propósito es difundir sin levantar ninguna bandera, pero ante la
necesidad de ponerle un título a nuestro periódico, decidimos rendirle homenaje
a uno de los movimientos más importantes de nuestra era.” El contenido,
como bien sabés, estaba constituido por poemas y cuentos de autores consagrados
junto a otros poco conocidos y hasta inéditos, y, en casi todos los números, la
representación gráfica realizada por un plástico de la idea del cadáver
exquisito. Colaboraron con sus obras artistas como Osvaldo Svanascini, Cristina
Ramos Siri, Silvia Ocampo, Elvira Luciano, Hermenegildo Sábat…
Te decía antes que hubo una época de oro de “Informal”, debo añadir que se
debió a una hazaña heroica del grupo. Esto algunas veces ocurre. Hubo un líder
que supo hacernos visualizar su sueño, y lo compartimos. Con placer, claro.
Pero, ocuparse de la casa, los niños, el trabajo, ir desde Congreso hasta
Mataderos a comprar kilos de chorizos, preparar un choriparty, juntar la plata
para pagar la edición, pedir las colaboraciones, organizar los contenidos,
hacer la pegatina, llevarlo a la imprenta… Como dice Cesare Pavese, “lavorare
stanca”. Y, además, todo tiene un tiempo de vida. Un día se fue posponiendo la
tarea hasta que quedó postergada para siempre. Sin premeditación. Sin llanto.
Como nos vamos despidiendo de cada día vivido. Y sin embargo, todo permanece en
ese “lugar” sin espacio ni tiempo que constituye nuestra mayor parte y que
apenas atisbamos.
4 – Durante unos meses de 2000 coordinaste en A. P. A. C.
(Asociación de Plásticos Argentinos Ciegos), en su sede de la Universidad de
Belgrano, un taller de escritura para no videntes, lo cual también realizaste
entre 2000 y 2002 en el Museo “Eduardo Sívori”, con el auspicio de la
Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Me pregunto
cómo encaraste la tarea al principio y de qué modo habrás proseguido, a medida
que te ibas asentando en tu rol en dichas instituciones.
MRM – La tarea la encaré con entusiasmo (un regalo de los dioses, según los
griegos), que es mi condición primordial en relación con la docencia. Y con mi
vida.
Y aprendí mucho. En principio, aprendí braille. A
escribirlo y a leerlo. No con los dedos sino con los ojos, claro. Louis
Braille, que vivió en carne propia la falta de visión, creó ese sistema de
lecto-escritura táctil basado en el que un militar llamado Charles Barbier de
la Serre, a comienzos del siglo XIX, y bajo
el nombre de “escritura nocturna”, usaba para transmitir órdenes a puestos de avanzada. Braille lo simplificó convirtiéndolo en el sistema universalmente conocido de los seis
puntos. Es interesante destacar que se trata de un sistema de numeración
binario que precedió a la aparición de la informática.
Tal vez lo más importante que recibí de esa experiencia, fue la corroboración,
una vez más, de que las generalizaciones –tan necesarias para la ciencia- son
una de las fuentes más peligrosas de error y discriminación: no existen “los
ciegos” como categoría humana.
Existe la falta de visión en personas particulares,
cada una de ellas diferente de las otras, única. Como cada ente particular en
la formidable abundancia de los entes. Por otra parte, y también una vez más,
constaté cómo las brutas diferencias económicas inciden en el desarrollo de las
personas. El sistema braille ha sido incorporado a anotadores parlantes y otros
elementos de nueva tecnología que pueden portarse fácilmente e, incluso,
adaptarse a las computadoras tradicionales. En la actualidad se dispone de gran
cantidad de elementos que facilitan la lectura, el aprendizaje, la comunicación
e, incluso, la vida doméstica, para personas con discapacidad visual, ya sean
ciegos o amblíopes, pero son muy caros. Desde el elemental bastón blanco, la
braille speek, los comunes grabadores de voz, el reloj parlante o un sencillo
detector de líquidos para poder llenar una taza sin que se desborde. Todo
depende del poder adquisitivo. Sin hablar de las dificultades en el acceso a
puestos de trabajo… Aun así, también hay que mencionar que existen
instituciones como la
Biblioteca Argentina Para Ciegos (entidad no gubernamental sin fines de lucro)
y varias otras, cuyo objetivo principal es contribuir a la plena
integración de las personas con discapacidad visual a la sociedad.
En cuanto a la motivación y metodología en general, no se me presentó ningún
problema. Trabajamos con lecturas, música, objetos diversos que iban tomando de
una bolsa y que reconocían por el tacto… y después escribían, cada uno con los
elementos que tenía a disposición. Incluso manuscrito. Para facilitarles esa
escritura, se me ocurrió doblar la hoja por cada renglón como se hace en el
juego del cadáver exquisito: a medida que van escribiendo la van desdoblando y
queda bien determinado el sitio de la escritura. Como te decía al principio,
fue una experiencia enriquecedora y muy gratificante, como lo han sido, y lo
son, mis otros talleres y seminarios. Creo que la conjunción de vocación y
trabajo es un privilegio que nos libera del absurdo. Pero este es otro tema.
5 – “el zumbido de dios” cuenta con prólogo (“Un insecto llamado imago”) del poeta Reynaldo Jiménez, y “atzavara” con un posfacio (“Raíz
abisal”) también de Jiménez y de una extensión inusual: veinte páginas. Los que
conocemos algo de su obra sabemos cuánto y cómo discierne y profundiza en sus
ensayos. ¿Qué nos podrías trasmitir sobre sus análisis a propósito de tu
poética?
MRM – Primero hablemos un poco de Reynaldo. Sólo un poco, porque sobre él es mucho lo que hay para decir. Multifacético, talentoso
y “…con esa gracia/ que no tuvo nadie…”, como dice Gonzalo Rojas. Reynaldo
Jiménez está considerado como un poeta neobarroco debido a que fue incluido
en “Medusario”, la antología de Roberto Echavarren, José Kozer y
Jacobo Sefami, que agrupó por primera vez a una serie de autores,
originariamente no conectados, que presentaban en sus obras una común tendencia
hacia el neobarroquismo. Pero hay que decir que esta calificación no agota ni
determina las particularidades de su escritura. El propio Reynaldo, en
una entrevista emitida
por el programa “Definición de Savia”, en Radio Círculo, Círculo de Bellas Artes, Madrid, dice: “En realidad lo mío tiene más que ver con la poesía lírica, en general… con una especie de
trabajo con el oído y con la resonancia, más que con la enunciación directa…
hacer algo que pueda ser trasladado hacia la voz, emitido en voz alta…Y también
con una especie de intrusión de otras lenguas, mezcladas, mixturadas, palabras
dentro de palabras…” Gabriel Bernal Granados, en su libro “Musgo”, dice de la poesía de Reynaldo Jiménez: es “un laberinto de mil puertas,
se puede entrar a destajo y salir perplejo. Siempre perplejo pero no impune. Lo
de Reynaldo es también una búsqueda de conocimiento, de mejora espiritual.”
Dentro de sus múltiples actividades culturales está la de haber sido director
de la revista-libro “tsetsé” y de la editorial del mismo nombre. Poeta,
traductor, creador de eventos poético-musicales, performer, ensayista y un
amigo excepcional a quien pedirle algo tan delicado como: podrías escribir unas
palabras sobre “el zumbido de dios”? La respuesta fue “Un
insecto llamado imago”. Diez años después, repetí la pregunta acerca de “atzavara”, y el resultado consistió
en un posfacio titulado “raíz abisal”. Ambos textos con un valor poético
intrínseco y, sobre todo el segundo, por su extensión y profundización en el
tema, concernientes a la categoría de ensayos. Un placer y un hallazgo su
lectura.
En cuanto a la relación de esos textos con mi propia creación poética, fueron
una magnífica posibilidad de comprobar que se había producido esa extraña
conjunción de sentido entre el escritor y su lector y, a la vez, me revelaron
aspectos que no había percibido en ellos. El poeta, el escritor, es, en verdad,
un escribiente. Como dice Heidegger, en el lenguaje no es el ser humano el que
habla sino el lenguaje mismo. Para Umberto Eco:"Nada consuela más al
novelista que descubrir lecturas que no se le habían ocurrido y que los
lectores le sugieren”. Y agrega: “El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, sino, ¿para
qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar
interpretaciones?" Esto es válido también para la escritura poética. Una lectura no desautoriza otra diferente. Cuantas más, mejor. Es la expansión del signo más allá del sentido estricto que tiene para cada subjetividad. Alberto
Girri, no recuerdo si en “Cuestiones y razones” o “En la letra, ambigua selva”,
afirma que la ciencia trata de resolver las ambigüedades, la poesía de
crearlas. Esa ambigüedad abre las visiones que cada lector puede ir
extrayendo de su lectura. Y le permite al escritor ir descubriendo aquello que
no sabía que iba a escribir.
6 – Del francés has traducido textos de Charles Baudelaire, Albert Camus, Jean-Paul Sartre…, y del portugués, poemas de los brasileños Sebastiao
Uchoa Leite, Claudio Daniel… ¿Considerás la tarea de la traducción poética como
un acto de creación poética en sí mismo?
MRM – No he tomado nunca la traducción como un trabajo proyectado y ejercido
por si mismo sino que, casi siempre, ha estado en referencia a mi propio placer
de traer al castellano textos o poemas que me interesan –o sea,
en los que deseo introducirme para apoderarme mejor de su condición indagatoria
o estética. En este sentido, ese juego sutil y aventurado que es llevar una
construcción lingüística de uno a otro idioma, tiene, como bien sugerís con tu
pregunta, ciertas características del acto creativo. Por eso Alberto Girri,
que, con gran generosidad y maestría, casi siempre acompañaba sus propias obras
con la traducción de algunos poemas de autores consagrados e, indudablemente, admirados
por él, en su libro “Lo propio, lo de todos”, le da el nombre deversiones. Allí tenemos Sweeney entre los ruiseñores de T. S. Eliot, Retrato de una muchacha de Conrad Aiken, Transplante de Theodore Roethke y Dios de nuestros padres de
Robert Lowell. Y, en Monodias, nos regala cinco poemas de Robert Graves, sus preciosas versiones.
Sin embargo, una versión no es un poema propio. La indeterminación (libertad?) inicial no es total. Tenemos allí una creación que nos antecede y nos condiciona. Yo (y uso
el pronombre personal para deslindar y enfatizar convicciones) no considero que
sea un acto estricto de creación poética. Es, sí, algo cercano en donde entra
en juego la práctica de un “yo estético” que acompaña al creador en su faena
con el lenguaje. También creo que este “yo estético”, por su propia naturaleza
fluyente, en constante construcción y transformación, es modificado por el
contacto con los nuevos materiales. En esta dialéctica que es el ir y venir con
las palabras y los sentidos de una lengua a otra, la ganancia –para el
traductor, y tal vez también para el lector- está en relación con el riesgo y
la honestidad con que se ejerce el acarreo de materiales. La construcción del nuevo poema,
o texto. Incluso la lectura de un mismo poema, en cualquier lengua, por
diferentes personas, o por la misma persona en diferentes momentos, también
produce versiones.
7 – Hay testimonios de escritores que han meditado durante extensos lapsos antes de abocarse de lleno a la concepción de algunas de sus obras: Pío
Baroja, Rilke, Malcolm Lowry, Marguerite Yourcenar, Flaubert, Gabriel García
Márquez, Azorín, Agatha Christie, Miguel de Unamuno, Jean Genet, Ramón del
Valle-Inclán… ¿Te ha sucedido, María Rosa, con alguno de tus poemarios? ¿Con tus
ensayos? Y en tanto sos narradora inédita, extendemos la inquietud a las dos
novelas que aguardan la socialización. Y respecto de ellas: ¿De qué tratan, qué
asuntos abordan, cuánto hace que las concluiste, cuánto tiempo te demandaron
desde la primera “página en blanco” hasta, después de pulirlas y pulirlas,
asentar –como en las películas- la palabra “fin”? ¿A la novelística de qué
autores dirías que se asemejan?
MRM – La palabra meditar oculta una interesante y radical contradicción: de acuerdo con el
Diccionario de la Real Academia, meditar es “Aplicar con profunda atención el
pensamiento a la consideración de algo, o discurrir sobre los medios de
conocerlo o conseguirlo”. Es decir, meditar es pensar. Aplicar nuestras funciones cognitivas conscientes de un modo
concentrado e intenso.
Pero, por otra parte, para muchas filosofías, sobre todo de cuño oriental, el objetivo principal de la
meditación es concentrarte para, poco a poco, detener la mente hasta liberarse
de la conciencia, de su vago e incesante fluir. Es decir, meditar
es no pensar. Es llegar a un estado de desprendimiento del yo donde
el conocimiento ha dejado de ser una actividad racional, una diferenciación
sujeto-objeto, para convertirse en esa experiencia directa que nos revela la
unión con todas las cosas. (La física cuántica parece corroborar esta intuición
tan antigua.)
Entonces, cómo medita su obra cada creador? Pensando, durante un tiempo más o
menos prolongado, cómo llevarla a cabo? Discurriendo el modo de enfocar el
tema? Decidiendo formas y contenidos? Desarrollando mentalmente la trama hasta
el final? O dejando que su inconsciente madure aquello que él no sabe, pero
intuye, que debe hacer? Cómo, digamos, armoniza su pensar con
su no-pensar?
El procedimiento de cada subjetividad es único y sólo podemos guiarnos por sus
propias declaraciones. Creer en su palabra e indagar en sus silencios, ya que
lo no-dicho tiene tanta presencia como lo nombrado.
Por mi parte, nunca tuve método ni horario en relación a la escritura. Uno de
mis roles, y no el menos practicado, ha sido –y sigue siendo- el de ama de
casa. Las tareas domésticas no me incomodan ni perturban, al contrario, las
realizo con placer y son una viable actividad física, muchas veces silenciosa,
que me permite abstraerme y conectarme con ese pensar no-pensar de
donde nacen los poemas. Cuando nacen. Porque el estado de poesía, para mí,
abarca mucho más que la estricta escritura del texto poético.
Habrás notado, Rolando, lo exigua que es mi lista de libros
publicados. Y la lejanía temporal entre ellos. No estoy tratando de ser poeta
ni escritora, ni nada. Las cosas van aconteciendo y yo siento la disposición y
el placer de que eso ocurra.
En cuanto a las novelas, el deseo de expresarme a través de ese
género, viene de mucho tiempo atrás, pero sólo hace aproximadamente cinco años
que comencé a desarrollarlo. La primera novela se concretó en tres meses. Temas
personales. La guerra civil española. Mis padres. Las calamidades que supone
todo enfrentamiento bélico. Fue placentero y doloroso escribirla. Está bien, ya
está hecho. Era mi iniciación en el género y tuvo su público: mi familia.
Después escribí muchos textos, comienzos de otras novelas, hasta que llegó el tema con el
que sentí que despegaba de la catarsis y la memoria y comenzaba un proceso de
creación abierto. En esa novela estuve trabajando más de dos años, y sigo
corrigiendo. Y otro tema se inició que me genera mucha expectativa ya que no sé
qué va a pasar allí, en la escritura. Ese lugar maravilloso donde todo es
posible.
8 - ¿Las poéticas de quiénes, muy diferentes a la tuya, te atraen mucho? ¿Y las de quienes, con las que te identifiques, más admirás? Y en los dos casos, ¿por qué?
MRM –Me resulta muy difícil evaluar las poéticas en relación a mi propia escritura, ya que ésta es la menos perceptible para mí misma. No he adherido a
escuelas –al menos no conscientemente- ni seguido a maestros. Al contrario,
creo que toda la poesía leída y admirada ha dejado su rescoldo activo en mi
propia creación, me sienta más o menos cercana a lo que llamamos usualmente
estilo. Tal vez podría intentar separar las poéticas que me han extasiado (producido placer estético) y siguen haciéndolo, desde otra perspectiva: las admiradas en sí mismas y por sí mismas, y las que, además, me han provocado un íntimo sentimiento de empatía en referencia a sus autores que va más allá de lo estético. Aunque esto no cuente en la apreciación de la obra.
Entendida así la diferenciación, veamos algunos nombres. Me atengo a una
memoria espontanea y me limitaré a no más de diez poetas ya que la lista
completa seria un desatino.
Primer grupo: Ted Hugues, Wislawa Szymborska, Antonio Cisneros, Alberto Girri, Leopoldo María Panero, Paul Celan, Sylvia Plath,Ferreira Gullar, José Lezama Lima… Segundo grupo: Tomas Tranströmer, Héctor Viel Temperley, Gonzalo Rojas, Juan L. Ortiz, Jacobo Fijman, Antonio Gamoneda, Cesare Pavese, Georg Trakl, Robert Bringhurst…
Pero, Rolando, más allá de esta clasificación ad hoc con la que intento dar una
respuesta a tu pregunta, cada poeta nombrado es un caso único y singular. Al
igual que su obra. Y, cada una de ella, junto con las numerosas no mencionadas,
significa un universo de sentidos, emociones y asombros que me brindan su
compañía en el camino. Quiénes seríamos nosotros si no hubieran estado ahí -si
no estuvieran- ellos, los poetas?
9 - Transcribo del volumen “De un día a otro” de Ricardo H. Herrera (Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1997): “Degradada socialmente, convertida
en solitaria vergüenza individual, la palabra poética ha caído en estado de
desgracia; vive como si no tuviera futuro. Condenada a negarse a sí misma, a
aborrecerse incluso, a experimentar el dolor de habitar un tiempo sin sentido,
sin contenido; así subsiste. Desarraigada del paisaje y del destino, perdida su
ascendencia mítica, desplomándose en la mudez; de este modo comparte los
infortunios de la pobreza.” ¿Adherís a esta visión, total o parcialmente?
¿Añadirías, retrucarías…?
MRM – No he leído “De un día a otro”, y, así, descontextualizado, es difícil comprender la totalidad de sentido del párrafo. De todos modos, como vos decís, parece tratarse de una visión. O sea, una apreciación personal, ideológica. En todo caso, no una afirmación
justificada por la aplicación de un método consensuado. Simplifico: no es
ciencia sino opinión. Y, tratándose de una opinión, nada hay para retrucar
aunque no se comparta lo expresado. Se trata de la percepción personal que
Ricardo H. Herrera tiene (o tuvo en 1997) de la palabra poética y su estado (de
desgracia) en un tiempo sin sentido.
A qué se refiere? A un momento histórico particular?
Al siglo pasado? A una crisis planetaria? Sólo puedo suponer, y eso significa
entrar en un juego de razonamientos falaces. La percepción de lo que denominamos realidad, y de cada una de sus
parcialidades, depende de las significaciones y preconceptos que todos tenemos
sobre ella. Caso contrario, enmarañados en la inagotable
multiplicidad en la que estamos insertos y de la que formamos parte, no
podríamos percibir nada. Así, lo que esperamos encontrar allí será, de alguna
manera, lo que encontremos. Y, por lo tanto, lo que entendamos por palabra
poética determinará nuestra percepción acerca de su presencia
y abundancia.
Por mi parte creo, como dice Gabriel Celaya, que “la
poesía es un arma cargada de futuro”. Y de presente. Corroboro su presencia cada día en la numerosa edición de libros de poemas, en su mayoría publicados a cargo de sus autores; en la profusión de talleres, concursos y cafés literarios; en el surgimiento de nuevas editoriales independientes que se animan a luchar contra el sistema; en las revistas de poesía que se encuentran en librerías y quioscos; en la ingente cantidad de páginas, blogs, revistas virtuales,
materiales subidos a facebook, linkedin, twiter, y, en fin, a toda la web en
general. No alcanza el día para leer tantos poemas. Para conocer a tantos
poetas. En muchos casos, singulares y admirables. Y todos, poetas y
divulgadores, trabajando “por amor al arte”. Como es tu propio caso.
Tampoco creo en el mito urbano del “poeta oculto” o
“la vergüenza de ser poeta”. Cuando se llena una planilla en la que se debe
asentar el oficio, por supuesto que va a figurar abogado, peluquero, médico,
profesor, etc. La razón no es que se avergüence de ser poeta, sino que nadie –o
casi nadie- vive de la poesía. Me consta que somos muchos los que intentamos
serlo, y lo manifestamos sin titubeos por el simple hecho de mostrar nuestras
obras.
Y, en cuanto al tiempo sin sentido - pesimismo, escepticismo o
nihilismo-, son modos de la sensibilidad humana que se han manifestado desde
siempre, al igual que sus opuestos, en la historia de la humanidad. Baste
mencionar, en tiempos cercanos, a dos pensadores tan importantes como Arthur
Schopenhauer o Émile Michel Cioran. Y a sus contrarios: Henri Bergson y Max
Scheler, por ejemplo.
Sin duda, no estamos en el Paraíso. El hombre no habita el mejor de los mundos.
No voy a enumerar, todos conocemos las calamidades, las vemos y oímos, e
incluso las vivimos, todos los días. Camus, nos habla del absurdo. Nos
explica que entre los deseos de absoluto que subyacen en el hombre –vida, amor
y verdad- y la realidad hay una escisión insuperable. Y que esa
injusticia es la madre de todas las injusticias. La vida es la condena de
Sísifo, o sea, el trabajo absurdo. Y, sin embargo, Camus encuentra la salvación
en los sentimientos de compasión y solidaridad. Sísifo no está solo subiendo la
empinada cuesta, está con-los-otros, los que como él, llevan adelante la dura
tarea. Y la perspectiva segura de la muerte. Pero en ese ascenso en comunidad,
son iluminados por el sol de mediodía.
Los valores que dan sentido a nuestras vidas no son
abstractos universales flotando en el mundo de las ideas. Cada ser humano
colabora en la tarea de encarnarlos con sus propios actos y decisiones como,
por ejemplo, quedarse en la ciudad apestada, luchando para mejorar las cosas,
compartiendo el destino común. Adhiriendo a la resistencia. Eso creo.
Además, somos tan jóvenes!
En lo que Carl Sagan llama “Calendario cósmico”, que es
una escala en la que el periodo de existencia del universo, desde
el big bang hasta ahora, se extrapola a un calendario anual, los
humanos aparecimos el 31 de diciembre a las 22.30 hs.
y hemos llegado tan solo a las 24 hs. Tan limitada es nuestra perspectiva.
Pensar en esto tal vez nos haga, como Sagan dice, un poco más humildes.
María Rosa Maldonado selecciona para esta entrevista, en octubre de 2014, seis poemas de su “atzavara”:
noche de las diatomeas: una meditación
I
sílice en la charca diminutas mitades cerradas espinescentes por el azul perfecto del espacio avanza el humo de los papiros has estado ahí migración tras migración entre los suaves pliegues de lila devorando esa oscura materia: tu propio
cuerpo cedido a la mutación y el tránsito vipassana bhavana vipassana bhavana
lo que ves ahora es la primera noche de los cielos
sus enjambres protistas noctilucas
girando en torbellino el hidrógeno de la gran explosión la nada abandonada a su luminiscencia
II
hialina oscuridad en los astrocitos fulgores de berilo es esto el atman? lo real intangible? agua para el culto? (plancton debajo de la lengua)
la postura - saber sin oscilaciones – aparece con el desprendimiento
fosa ilíaca derecha: la resurrección izquierda: crecimiento de las diatomeas cenozoicas cajitas de cristal
su multiplicidad sin límite manando en la abisal caída para el desplazamiento: nitrógeno de nautilo - tantos millones de años en el gozo del mundo -
así hundirse uno buenamente en el océano de eso
III
sumersión dulce - o salada – el agua es una tisana donde te meces en suave maceración un alcohol aromático desciende por la costa del útero
hipoxia hipoxia anoxia gua lustral funeral del amnios a la grieta del deshecho aquí es donde todo se detiene en la lejana superficie una pradera de luz infiltrada de florescencias manchas de klimt: cinias amapolas gencianas malvas lirios acacias tulipanes o asterionellas eucampias cymbellas fragilarias vivos silicios microscópicos vistiendo de lujosa pedrería tu advenimiento al reino qué reino? a través de la cortina el sol dibuja flores en el aire del cuarto:
cinias gencianas amapolas
*
ontario hace pie en el sueño
II el desfiladero de la adivinación
sobre la clara oquedad del mundo arktos finge soñar su interminable invierno
desde ese borde nos observa la nada
morosa morosa se desliza como un armiño (rata armenia) por la cripta del lago
hunde sus dedos infalibles en la garganta del río de los muertos dice: para la gran migración no está previsto ni barquero ni barca tan sólo un ojo vivo en la boca del lobo una nube de espuma en el alma del cortex el frío clausurando una a una las puertas y la grieta de la resurrección con su celda nupcial y sus reales crisálidas de fuego
III (figura en blanco) la marcha de los lobos
hacemos el camino en enorme silencio bajo la lisa cúpula del aire sobre el indiferente suelo de esta tierra
asediamos nuestros propios perfiles buscando: el gran deslumbramiento la opacidad y finalmente la caída -bajamar de los mundos- pero el deseo no muere (cuando clava el aguijón) como la abeja sino que se acrecienta posee la codicia imperiosa del abismo incoloro e inerte
nos rodea el argón como una joya azul como un traje de fiesta en la noche del polo con sus núcleos de hielo y aguas subterráneas por donde fluye la luz del caribú fantasma del alimento consagrado que nunca alcanzaremos
*
la delicada luz de los venenos
la madre: II
atzavara vara de atzavara madre de floración reciente que entra por todas las ventanas con sus muchas cabezas lo que aparece no viene de esa tierra donde nunca hubo planta ni mujer del tálamo nacen – cerebrales – se enlazan con las regiones más hondas de la glía sueño hambre sed
íntimamente unida la piamadre blandamente me abraza
sus flores apoyan la mejilla en el cielo gris
azulado de las hojas allí mismo estolones del sostén de la reparación pues lo que cuerpo nace lleva la oscuridad entrelazada del carbono vitriolo de la respiración - el precipicio que se muestra - es ella y ella hablamos
ahora puedo decirle: cómo voy a vivir cerebral en la asfixia de tantos años bajo tierra?
me responde: en este aquí nada es de nadie
yo soy el padre soy la casa aquella devastada y la otra y ando suelta en el mundo
* Entrevista realizada a través del correo electrónico. En la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, María Rosa Maldonado y R. R., octubre 2014. http://www.revagliatti.com.ar/011010.html
http://www.revagliatti.com.ar/030331.html
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islanegra a las 18:39 · Sin comentarios
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23 de Octubre, 2014
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Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
Alberto Boco nació el 5
de noviembre de 1949 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, en la República
Argentina. Poemas, reseñas y artículos suyos han sido difundidos en revistas
literarias impresas (por ejemplo, “Río Grande Review – A bilingual journal of
Contemporary Literature & Arts – Nº 36, otoño 2010 y “Nagari” Nº 1, de
2012, ambas de Estados Unidos de América) y en varias virtuales de Argentina,
Colombia, Brasil, Rumania y USA. Obtuvo el Primer Premio (“Ciudad de Junín”,
2005) en el Primer Concurso Nacional de Poesía “César Domingo Sioli” y
menciones en otros. Fue miembro del jurado del Certamen de Poesía “Leopoldo
Marechal”, organizado por el Museo Saavedra y la Fundación Leopoldo Marechal,
con motivo del centenario del nacimiento de dicho escritor, en 2000. Co-coordinó
el Café Literario “Mirá Lo Que Quedó”, junto a Alicia Grinbank, Alfredo Palacio
y Rolando Revagliatti, en el Centro Cultural “Raíces”, de la ciudad de Buenos
Aires, en 2007. Entre 1986 y el corriente año publicó los poemarios“Arcas o
pequeñas señales”, “Galería de ecos”, “Ausentes con
aviso”, “Cartas para Beb”, “Riachuelo”, “Malena”, “Estación
de nosotros” y “Visitas inoportunas”. Inéditos permanecen “Perro,
de Goya”, “Noticias del tiempo”, “Redes o ciudad en su
siglo”,“Palomas en el cable de la luz”, “Para un programa de
disolución”,“Árbol de oro”, “Paisaje fronterizo”, “Golpe
de vista de Paraland”,“Opaca no es la noche”, “Química
orgánica”, “Cosas que andan sueltas”, “QO II”, “Los
perros cueteros (y otros abandonos)”,“Evanescentes, in propios y
pequeño” y “El desierto” (los dos últimos, en
preparación).
1
– Tu primer poemario acabo de leerlo por tercera vez, y el tercero, de 1997,
acabo de leerlo por cuarta vez. Ambos aparecieron a través de una colección
(Todos bailan) de un sello (Libros de Tierra Firme), cuyo responsable ha sido
un editor y poeta de extensa trayectoria: José Luis Mangieri (1924-2008). Y de
aquí salto a aquella noche en la que vos con Alicia Grinbank y Alfredo Palacio,
en uno de los seis encuentros que conformó “Mirá Lo Que Quedó”, le realizaron
una entrevista a Mangieri. ¿Quisieras referirnos cuál es tu recuerdo de él y en
qué aspectos principalmente lo valorás?
AB – Rolando, en principio te agradezco, tamaño esfuerzo
de lectura el tuyo. Espero no te hayan resultado muy pesados esos dos textos.
Efectivamente, ambos publicados por el recordado José Luis, que en diciembre de
este año estaría cumpliendo 90. Lo conocí tardíamente, recién en 1984, a poco
de emerger de su largo exilio interior tras la sombra dictatorial que todos
padecimos, en un encierro que no le debe haber sido fácil a un tipo activo y
andariego como él. Fue en casa de viejos amigos. A partir de ahí, y desde que
le llevé los originales de “Arcas o pequeñas señales”, se fue
consolidando un vínculo, en su casa de la calle Mercedes, en largas charlas con
mate o café, ginebra, empanadas, asados que rápidamente inventaba con el fácil
expediente de “Albertito, ¿te quedás?..., ponemos un par de churrascos en la
parrilla…” …, y yo…: “Dale, José Luis, cruzo a comprar un vino…”. Valoro su
condición abierta, su generosidad, el sentido del humor, siempre irónico, su
sencillez, su percepción para captar donde había un texto poético de calidad
entre todo lo que pasaba por sus manos, su irrenunciable militancia y su
honestidad para sostener sus ideas (no sólo las políticas), su sentido de la
hombría… ; y entre lo más destacado, el apoyo que brindó a la generación de poetas
que emergieron después de la noche ‘76-‘83, cuya publicación y difusión sostuvo
con esfuerzo y convicción, la misma con la que había lanzado su ya legendaria
editorial “La Rosa Blindada”. Tampoco hay que perder de vista que desde su
militancia poética, política y social irrenunciable, cuando Juan Gelman, ya en
democracia, no podía volver a la Argentina por no sé qué estúpida cuestión de
formalidades legales paridas en tiempos de indigencia (tenía que pagar una
ridícula multa de miles de dólares para no ir preso, o algo así, no recuerdo
bien los detalles), él fue uno de los que movieron cielo y tierra, junto con
Horacio Verbitsky, para que una de las mayores voces de la poesía argentina,
pudiera ser dignamente recibido en su país natal. Me pareció entender que
algunos miembros del oficialismo de aquel momento se hicieron los distraídos.
Supimos en 2008 que José Luis estaba enfermo y que había decidido quedarse en
su casa, acompañado por sus hijos. El primero de noviembre, estábamos unos
cuantos amigos comiendo un asado en casa de Leopoldo Castilla, “el Teuco”,
cuando Marcos Silber atendió el teléfono y se enteró que había fallecido.
Quedaban unos pedazos de carne en la parrilla, tibias por los rescoldos que
aguantaban… Preveíamos para la nochecita meter más fuego y mandar carne para
seguirla, pero la parca nos hizo cambiar los planes, fuimos al velatorio de
José Luis en la Biblioteca Nacional. Me veo parado esa tarde, delante de la
parrilla, cuchillo en mano y puteando, llorando al amigo, al poeta, al editor,
todos callados; así es la vida.
2
– No son tantos los autores que conforman un libro con un único poema. Sos uno
de ellos. Tales el édito “Riachuelo” (de 2008) y los inéditos “Para un programa
de disolución”, “Golpe de vista en Paraland”, “Opaca no es la noche”, “Química
orgánica” y “QOII”. (Añado que de los cinco poemas que constituyen tu tercer
libro, el que le da título, ocupa ocho páginas.) ¿Cómo los planeás, Alberto?
¿Cómo los elaborás? ¿Hay “desfallecimientos”, en ocasiones, durante cada
proceso? ¿Hay alguno que hayas previsto y que desecharas o abandonaras
por no satisfacerte la ejecución?
AB – Es posible que sean pocos, en el ámbito local,
los que escriben poemas extensos, en todo caso yo no conozco, o a lo sumo a un
par. Conmigo creo que tiene que ver con un algo, como una tendencia, que viene
desde el principio. Mi primer poemario puede ser visto casi como un poema
extenso, un solo tema con diferentes momentos, articulado como un solo poema.
En ese caso fue planeado como un libro, con diferentes momentos y casi un mismo
lenguaje, pero no como un solo poema. Con “Ausentes con aviso” ya
aparece la visión de un solo poema extenso, que es el que da título al libro.
Ahí, como en los otros casos que mencionás, ya se trata de un solo poema como
proyecto.
En general, cuando aparece la visión que dispara un texto uno empieza a
escribir y en un momento sabe que el poema se está cerrando; y entonces hay que
abandonarlo, como he escuchado que dicen: los poemas no se terminan, se
abandonan. Pero en el caso de los extensos veo que empieza algo que pide pista
y siento que no se cierra; es ahí donde se impone una especie de trabajo para
organizarlo y que no se vaya de las manos. Desfallecimientos no hay, porque
mientras están en proceso de escritura me campea una especie de obsesión, una
curiosidad por lo que va apareciendo, por saber a dónde va; lo llevo a cuestas
al poema. Ahí aparecen puntos como de condensación, como remansos de una
corriente, que es por donde algo que parecía abandonado versos atrás, se
precipita y reaparece como más condensado, completándose, o resignificado, y lo
que parecía haber perdido su eje en una digresión, reaparece y restituye el
foco del poema, que sigue siendo el mismo pero está en otro lugar. En la
ejecución es como si supiera a donde voy pero sin saberlo del todo y el poema
va encontrando el camino pero dando vueltas, haciendo como que se va por las
ramas. El más extenso que he escrito es “Riachuelo”, que es una mirada
histórica y personal llevada de la mano por ese curso de agua espesa donde vi
flotando las botellas y los bidones en la capa de aceite, como dice al
principio del poema. Esa fue la imagen que lo disparó. Coincidió con un tiempo
en que viajaba a menudo a la ciudad de La Plata por trabajo, en el 2000; iba en
tren, a la mañana temprano, cruzaba por ese puente de hierro viejo, bastante
más arriba de la desembocadura, en invierno, con niebla, recién amaneciendo, un
par de veces vi unos chicos que andaban cirujeando, ya a esa hora.
Entre el sueño, el frío, la niebla, el sol que apenas
está asomando, la mirada se me hace muy distorsionada, muy subjetivizada sobre
los seres y las cosas, y uno ahí está como con la guardia baja y las cosas te
entran como más fácil, y más profundo, y esa creo que es la condición, en mi
caso, con la mirada medio atravesada, para que se disparen visiones que van a
parar a palabras y a veces a poemas, extensos o no.
Nunca deseché un poema extenso, en todo caso algunos los he retrabajado más que
otros. El libro que acaba de publicar la editorial El Jardín de las Delicias, “Visitas inoportunas”,
que no presenté todavía y espero poder hacerlo antes de fin de año, también es
de poemas extensos; son sólo cuatro poemas, no tan largos como “Riachuelo” o
los otros que están inéditos, que ocupan un solo libro, pero sí son poemas de
varias páginas.
3
– El poeta Rubén Chihade (1941-2001) afirmó hace más de quince años que vos
detenés y perpetuás las imágenes. Y si lo resalto es porque obviamente algo me
sucede con esa afirmación. A vos, que sos su referente: ¿qué te sucede con
ella? ¿Qué compartís? ¿Lo harías extensivo a todos tus tratamientos, a todos
tus “asuntos”?
AB – Mirá qué cosa, a pesar de que fuimos muy amigos y
nos veíamos mucho con Rubén en sus últimos años de vida, nunca tuvimos
oportunidad de discutir esa opinión. Me gustaría, ya que traés el tema,
recordarlo y decirte, y decirme, que me gustaría tenerlo a Rubén cerca; se fue
joven, nos dolió mucho su muerte a todos los que lo queríamos, que no éramos
pocos; era un tipazo, muy buen poeta, gran animador y organizador de ciclos de
poesía, encantador y siempre dispuesto a comunicar a los poetas entre sí.
No sé si detengo y perpetúo las imágenes, puede que en su visión de mis textos
él observara esa cualidad. En el proceso de la escritura, que, valga la
digresión, considero el más importante de todos, incluyendo la corrección o el
retrabajo, la lectura pública (hecha por el propio autor o por otros) y la
publicación, con presentación incluida y panegírico a cargo de los amigos, es
donde las imágenes aparecen y uno debe tratar de sujetarlas para que no pierdan
su potencia, porque las imágenes tienen esa energía en sí misma, esa potencia,
que tiende a dilapidar su fuerza y pueden llegar a desleírse en el texto; no se
jode con las imágenes, hay que respetarlas, casi amarlas y hacerlas fluir
escanciadas en el texto del poema para que su efecto sea preciso y no una
dilapidación verbal, o la temible caída en un lugar común (que es como una
imagen desbarrancada por un precipicio). Tal vez en ese sentido de querer
sujetarlas, para que doten de máximo sentido y expandan el texto, es lo que
Rubén captó y quiso expresar diciendo esto que plasmó en la contratapa del
libro. Ya no tendremos modo de saberlo. Desde fines de aquel trágico diciembre
de 2001, Rubén integra las vastas legiones de la nada.
4
– Están recién presentándose “Estación de nosotros”, a través de la colección
Pippa Passes del sello Buenos Aires Poetry, y “Visitas inoportunas” por
Editorial El Jardín de las Delicias. Considero oportuno inquirir sobre esas
visitas, esa estación, ese nosotros.
AB – Sí, el 23 de septiembre pasado, hace unos pocos
días, acompañado por los poetas y amigos Luis Benítez y Alfredo Palacio, y al
cuidado de Juan Arabia, otro querido y joven amigo y poeta, como editor de
Buenos Poetry, se presentó “Estación de nosotros”, que fue escrito
durante 2010. Aunque este año salieron casi juntos,“Visitas inoportunas”,
publicado por la editorial dirigida por el poeta y también querido amigo
Luis Bacigalupo, fue escrito mucho antes, entre 2000 y 2002. El azar, que
rige cada instante de nuestra existencia, hizo que su publicación uniera los 8
a 10 años que separan a esos libros.
“Visitas inoportunas” es donde se condensa la impresión de la mirada
puesta sobre obras de arte, cosa que aparece suelta en varios trabajos míos.
Como te decía, se trata de cuatro poemas basados en una pintura y tres
esculturas. De algún modo fue resultado de los efectos que me produjo la
lectura de “Autorretrato en un espejo convexo”, de John Ashbery,
sumado a mi admiración por todo lo que una observación detenida sobre una obra
de arte puede suscitar en la mirada, en mi caso particular, disparando
múltiples reflexiones, imágenes, sentires y pensamientos. Son visitas y son
inoportunas porque un visitante que mira una obra hasta querer arrancarle sus
manifestaciones más escondidas, aunque sean producto de la imaginación del que
mira, mínimamente es un sujeto poco oportuno, casi como una especie de
usurpador.
“Estación de nosotros” es un poemario cuyo eje es el amor; no es un
libro de amor; suelo decir que es mi libro ‘sobre’ el amor y no ‘de’ amor, un
diálogo entre lo tierno, lo hondo y oscuro que tiene el amor y el entorno en
que suele darse, la vida diaria con su realidad, sus miserias y sus espantos,
las imposibilidades, los recuerdos y las brutalidades de la vida y de la
historia, todo junto y mezclado en la puta realidad, digamos.
5
- ¿Cómo “sobrellevás”, Alberto, mantener concluidos y sin socializar trece
poemarios? Sobrevuelo los títulos y elijo algunos de los que me provocan
curiosidad: “Para un programa de disolución”, “Opaca no es la noche”, “QO II”,
“Evanescentes, in propios y pequeño”. ¿Podrías tentar una semblanza de esas
propuestas?
AB – En principio, no veo la escritura, la mía al menos,
como un proceso que haya que socializar. La escritura de poesía la vivo como un
ahondar en una experiencia vital y estética y a la vez como un proceso de
conocimiento, algo que no se puede dar de otro modo que no sea intentando hacer
poesía, y no estando seguro nunca de lograrlo. Por eso afirmaba antes que el
momento más importante para mí es el de la escritura. Todo lo demás es
suplementario; si se puede publicar, está bien; si el juicio estético de un determinado
jurado lo premia, está bien; si se publica y muchos lo leen está bien; si se
presenta y uno disfruta tomando un vino con los amigos, también está bien, pero
insisto, lo más importante ya sucedió.
“Para un programa de disolución” es donde describo mi
conciencia del azar; por ejemplo, mi abuelo materno, que combatió en la primera
guerra mundial 1914-1918, vio explotar cañonazos y destrozar compañeros a pocos
metros de sus ojos y a él no le tocó morir; otra vez, enfermó de malaria (muy común
en la guerra de las trincheras) y lo internaron: su regimiento (o como se
llamara) de más de tres mil quinientos hombres, fue aniquilado pocos días
después en una avanzada, sus enemigos no tomaron ni un prisionero. Si hubiera
muerto ahí, yo no existiría. Eso aparece brevemente en ese libro, donde
reforzar ese pensamiento del azar y convertirlo en un sentir se parece bastante
a un proyecto de disolución de ciertas pretensiones del yo, esa cosa que hace
que nos creamos que somos algo cuando somos menos que una brizna en el viento
del universo. Aclaro que no tengo creencias religiosas, cosa que, sospecho,
facilita estas aventuras del pensar y del sentir en la trabajosa tarea de
integrarlos.
Los otros libros tienen que ver con que la opacidad no es un fenómeno de la
oscuridad ni de la noche, tampoco del llamado espíritu o como prefieran
denominarlo, sino que es un existir que lo portamos a la luz del día, está
siempre presente, en todos los intersticios que podemos ver en cada instante de
la vida, en nosotros y en los otros, falta nomás agudizar la mirada para
percibirlo: la poesía puede aportar esos espacios de agudeza. La química
orgánica (hay un libro que se llama “Química Orgánica” y este
otro, al que vos te referís, “QOII”, cuyas iniciales responden a
Química Orgánica II, como si fuera que al primero le quedaba algo por expresar)
es la que regula este milagro de equilibrio inestable que es la vida, donde se
despliega desde lo más denso de nuestra materialidad, hasta lo más sutil, eso
que nombramos con las palabras alma o espíritu, “esa parte que no sale en las
radiografías”, pero que forma unidad indisoluble de todo lo que somos y se
diluye en la nada cuando nos llega el momento.
“Evanescentes, in propios y pequeño” es un
libro en preparación sobre el que mucho no sé todavía, son todos textos breves;
los Evanescentes tal vez dan cuenta de lo que se escapa en palabras por entre
los dedos de la escritura; los Impropios aluden quizá a lo que no nos pertenece
(como si de verdad algo nos perteneciera); y lo Pequeño es acaso la mirada de
la poesía sobre lo ínfimo, lo que desechamos o no percibimos, como convencidos
de su irrelevancia, y sin embargo esas existencias o entidades nos dan algún
testimonio de la existencia nuestra, como si la reafirmaran, y hablan de
nosotros mucho más de lo que creemos.
6 – En algunas de tus respuestas
denotás cuánto gravita en vos el sentimiento de la amistad. Me llega, me
identifico. Y como resulta que anoche terminé de volver a leer –quinta vez- ese
extraordinario “Argentino hasta la muerte” de nuestro César Fernández Moreno
(la primera edición, la del ’63, por Sudamericana), arribo a la página que
antecede al índice: “Dedicatoria”; allí, antes de nombrar a los once varones
(Francisco Urondo, Miguel Brascó, Ramiro de Casasbellas…) a los que dedica cada
uno de los once poemas que conforman el poemario, señala: “Los amigos son
distintas versiones de uno mismo, piedras de toque de nuestro vivir, que en mi
caso es tal vez sólo escribir, ya que sólo en el escribir he podido tal vez
conquistar la plena libertad de mi vivir.” ¿Qué nos podrías agregar, Alberto?
AB – En alguna etapa de la vida
es probable que la amistad tenga más que ver con esa suerte de apareamiento de
los afectos con un otro, más por lo que se nos parece que por lo que difiere de
nosotros. Me parece razonable que así sea cuando el humano, en los primeros
años de su vida, busca reafirmar su identidad, siempre frágil, ante la evidente
superioridad, tanto de lo llamado real como de lo imaginario. Después,
es discutible si los amigos son o no son otras versiones de uno mismo, o cuan
bueno es que sea de ese modo. Tengo para mí que si algo me enriquece es lo
diferente y no lo semejante, y que si algo me hace crecer como persona es lo
que se me opone y no lo que me facilita las cosas o me mantiene en zonas de
comodidad. Ya que estamos con esto recuerdo una frase del Zaratustra de
Nietzsche que dice que el hombre del conocimiento tiene que aprender a amar al
enemigo y a odiar al amigo. Si la experiencia poética es, como sostengo,
una forma azarosa e inefable de acceder a espacios de conocimiento (y a lo
mejor por puertas no convencionales), además de una experiencia estética, de un
lenguaje para dar testimonio, y muchas otras cosas más, entonces esa frase se
comprende más fácilmente aunque no sea sencillo digerirla.
7 -¿A
qué cuestiones, iniciativas, vínculos…, estuviste abocado, y lo hayas o no
obtenido el objetivo, te promovió decepción?
AB – No sabría decirte. He tenido una vida simple, con
sueños y pesadillas a mi escala, creo. Decía, siendo un chico, que me gustaría
ser físico nuclear o piloto de aviones, pero nunca me lo propuse seriamente,
tal vez por pereza o falta de determinación; cosas de chicos. Y por otra parte
parece que he aprendido a manejarme bastante bien las decepciones como para
dejarlas atrás en el tiempo sin sobredimensionarlas o llevarlas a cuestas como
las famosas heridas abiertas…; también he tenido la fortuna hasta ahora de no
padecer grandes desgracias personales, y esto debe ayudar bastante.
8
- Parece que Juan Ramón Jiménez opinó que Pablo Neruda era un gran mal poeta.
¿Opinarías así de alguno?... Y si lo hacés, ¿por qué?
AB – Creo que hay poetas y también hay escritores que
escriben versos. Los poetas verdaderos han sido, son y serán pocos. La poesía
es un algo muy hondo, una especie de juego grave y a la vez uno de los más
serios que existen, y que se debe realizar a conciencia sin saber nunca del
todo si sirven las herramientas que tenemos, o ni siquiera cuáles son, y cuál
es el resultado. Especialmente, la gran obra me atrevería a decir, el gran
trabajo, es el de la preparación del poeta, la construcción de sí mismo como
poeta. Esta seriedad no quiere decir solemnidad, ni que uno de los recursos de
la poesía no pueda ser el humor; hay humoristas que hacen un trabajo poético, y
son poetas. Tampoco quiere decir que no nos riamos de nosotros mismos, y de
nosotros mismos, también, en nuestros intentos con la poesía. Se trata de un
hacer para ser, que debe ser tomado muy seriamente como para que cualquiera de
los que escribimos algunos versos andemos por ahí llamándonos poetas. Voy a
hablar por mí y de mí: escribo versos desde hace casi 40 años y si quienes los
lean creen que lo soy, estaría bueno que, para sí mismos, lo fundamenten, más
allá del halago que pueda significar para mí ser llamado poeta. Esta regla que
me aplico, la uso como norma.
Respecto de lo que dijo Jiménez, pienso que Neruda era un coloso de la imagen y
la palabra, sin embargo tan disímil de Vallejo, o de Montale, o de su
tradicional rival Vicente Huidobro, por hablar de naves del mismo calado y para
hacer corta la lista; habría que ver con qué comparaba en su interior y hacia
afuera Juan Ramón Jiménez cuando emitió esa opinión. No obstante me parece un
buen juego de palabras, una especie ingeniosa de oxímoron.
9
- ¿Las poéticas de qué autores dirías que han logrado –satisfactoriamente-
“descolocarte”?
AB – La primera gran descolocación tuvo que ver con mi
descubrimiento del lenguaje poético y sin duda fue Rilke. Fue para mí una
suerte de dislocación del mundo…; algo de límites y alcances antes
insospechados. Felizmente la capacidad de asombro y la mirada inocente sobre el
espacio poético (ojo, dije inocente, no ingenuo) sigue viva y me logro asombrar
siempre que aparece algo que me descoloca. No me engancho con la cosa
sentimental o el juego deliberadamente efectista; sí, lo hago, con esas
relaciones que permite el lenguaje que abren la mente a ver las cosas de otro
modo; ése es el gran trabajo poético, así se crea un mundo que amplía la mirada
sobre lo que nos rodea. Desde ese lugar nos sorprende Juan Gelman. Desde su
talento para estas cosas nos deslumbran Pound y su hijo Eliot, o Dylan Thomas,
y más aquí cerca Juanele Ortiz o Francisco “Coco” Madariaga, o el ingenioso y
meticuloso Borges.
No pierdo de vista que hay una muy interesante movida poética entre los
jóvenes, con resultados sorprendentes y procedimientos absolutamente
innovadores de ver el mundo.
10
- Ante la eventualidad de que te impongan la multi reencarnación en un
científico, en dos deportistas, en tres árboles, en cuatro aves, en cinco
directores cinematográficos: ¿A quiénes elegirías? Y si te es posible
dilucidarlo, ¿por qué?
AB – No creo en la reencarnación pero vamos a jugar un
poco. No tomaría ninguna de esas opciones, elegiría el innumerable aire
(con ese adjetivo que usó un poeta griego para denominar la brillantez de mar
picado en un mediodía de sol; dijo: “la innumerable risa del mar”. Hace
unos días, leyendo una novela que me prestó un amigo y que me tiene atrapado (“El
reino de los réprobos”, de Anthony Burgess), un personaje, de los múltiples
que pueblan la obra, piensa: “acaso las palabras no fueran sino formas del
aire”. Otro ejemplo de mirada poética de un escritor que escribe novelas y
que bien puede ser un poeta. Sí, elegiría el aire, sin duda, por ser metáfora
de la libertad, y por esa probabilidad que nos abre la frase.
11 - ¿Creés que fue modificándose en las últimas décadas la relación de la
poesía con el mercado editorial del libro? ¿Y el panorama de la creación
y difusión de la poesía en la actualidad?
AB – Sí, absolutamente. No sólo por la irrupción de la
web, los blogs, las redes sociales y todo lo basado en la tecnología, con su
sueño de instantaneidad y omnipresencia. Casualmente, hace una semana, escuché
a una poeta decir que una potencial alumna de sus talleres no podía enviarle
poemas, de los más recientes, porque le habían robado el celular: la chica
escribía sus poemas y los tenía guardados en la memoria del celular.
En otro orden, Amazon poniendo en jaque a la industria editorial, es una incógnita
en el sentido de no saber a dónde va a parar la producción y comercialización
de libros. Igual creo que es un tema que no desvela a los poetas, aunque sí,
creo, no debe ser visto con liviandad. No obstante, escritores y poetas van a
seguir habiendo. En el ámbito local, la irrupción de editoriales
independientes, pequeñas, muchas de ellas muy buenas, van ampliando el panorama
para la publicación de poesía.
12
- ¿De qué atributo, que tengas o hubieras podido tener, jamás te
jactarías? ¿Qué te saca de quicio? ¿En qué tipo de situaciones es más factible
que des tu brazo a torcer? ¿Te cuesta, en ocasiones –o te costaría-, explicar
–o explicarte- por qué te atrae determinada cosa o asunto? ¿Te tocó, en alguna
etapa de tu vida, sentirte “un bicho raro”, o sospechar que los demás pudieran
estar percibiéndote de ese modo?
AB – No lo sé, no me he puesto a pensar mucho en lo que
me preguntás. Sí, me saca de quicio la injusticia, una “cualidad” ampliamente
distribuida, socializada, en este pedazo de tierra y agua, con aire respirable,
que llamamos planeta. Han habido (hay y habrá) muchos momentos en mi vida en
que, por alguna causa, no siempre del todo clara, o absolutamente oscura,
me he sentido descolocado del mundo, como mirando los seres y las cosas desde
atrás de un cristal y aislado en un universo propio y ajeno a todo. Pero he
aprendido bastante a convivir con estas zonas opacas de uno mismo, donde
pasan cosas que uno nunca sabe porqué ni para qué ocurren pero están
allí, salen de allí, suceden, son parte nuestra y, eso sí, son nuestra
responsabilidad. No nos hagamos los pelotudos de decir “ay, no sé..., es que me
puse medio loquito y no sabía qué hacía o qué me pasaba”: …esa historieta de
irresponsables, no.
13
- ¿Dirías que sos intuitivo o que a veces actuás a base de corazonadas? Y
además encomillo un par de frases de una novela de Murakami: “No era un dolor
intenso”: ¿es prosa? “Era tan sólo el recuerdo de un dolor intenso”: ¿es
poesía?
AB – A esta altura de mi vida no sé bien lo que soy, me
resisto a ese verbo que te congela en un modo fijo “de ser”, prefiero el verbo
hacer, y ser lo que hago mientras el tiempo me de. Procuro alguna forma de
equilibrio entre esas dos supuestas oposiciones: lo intuitivo y lo racional. ¿Y
si lo intuitivo fuera una racionalidad no racionalizada todavía porque nadie lo
pensó de ese modo? Me gusta a veces hacerme estas preguntas aunque puedan
parecer absurdas. Recuerdo en algún poema, escrito hace mucho tiempo, haber puesto
algo así como que “el azar es, acaso, una certeza desconocida”. Y las palabras,
la palabra…con su feroz y hermosa cualidad: poder decir cualquier cosa; debemos
tener un enorme cuidado con la palabra y las palabras.
Hay un algo de poesía flotando en lo de Murakami. Hay novelistas que son poetas
(lo quieran o no). Si no mirá cómo Thomas Pynchon comienza su famoso libro “El arco
iris de gravedad”: “Llega un grito a través del cielo. Ya ha
ocurrido otras veces, pero ahora no hay nada con qué compararlo.”
Alberto Boco selecciona para acompañar esta
entrevista, en octubre de 2014, seis poemas de su autoría:
Árbol de oro
Es fácil ver metal en la copa
brillo de oro con el sol inclinado
primero la mirada con el sol de través
y no hay otra cosa más que simple fresno
una mañana tibia de mayo por la calle del triunvirato
entre el asfalto y las paredes los vidrios
devuelven la escena que pasa
y detrás la mirada rumbo a lo que viene
a cada metro en un día que crece
la calle del triunvirato
donde un árbol que no es de oro
no es más que la mirada
la carga de nuestra ilusión
en un punto de lo azaroso
como ha sido siempre
cuando miramos
detenidamente
algo
(del
libro inédito “Árbol de oro” – Escrito durante 2005 – 2006)
*
ciudad en su siglo
mirado de cierto modo
cualquier alejandría que se hunde
tiene agonistas y mercaderes
verseadores putas y cronistas del tiempo
cabalgan en el azar
pasiones breves e incestos de época
bares pobres y nurseries por si las moscas
levantan artefactos y cosas
para después del derrumbe
(del
libro inédito “Redes” – Escrito durante 2002 – 2003)
*
Los perros cueteros
“Mientras buscaba la estrella
vespertina en una fría ventana
y silbaba cuando Arturo derramaba su luz,
oí reñir a los lobos, y dije: Entonces esto
es el hombre”
Allen Tate
festejos tradicionales y ellos aparecen
un despertar cuando medra la noche y las explosiones
comienzan
andar solos por ahí hasta el ritual de lo que se pudre
y disimular en el ruido y el olor de la pólvora barata
efectos de la temporada…
sucios de arenas el gesto distraído
pelo encrespado como en un enojo
se van amontonando en el andar cansino hasta que lo avivan
donde se junta la presa casi nadie mira
tal vez algún chico que adivina y alguna mirada
otra porque intuye
gesto veloz de repente contra el estampido
fuego en la boca y otra vez hacia allá
lejos
qué canta en el fuego y el humo en el chasquido
como rama reseca que se quiebra cada vez
qué canta en la sangre y en la carrera de súbito despierta
y vos que los mirás como se mira el amor
esa química orgánica con ropa de ternura
mirar que no se nubla en el farolero simular de la época
quién sabe qué piensa –decís
detenido ahora en el alto de la mañana
como sombra contra el moverse del mar
ahí las nubes coloreando como si vos y yo no supiéramos
que nada de todo eso es intención mientras ellos están ahí
con esa cosa que raspa como espera debajo de la sangre
cada estallido que apure la caída
del que no mira duerme y se divierte mientras
ellos con la traza del viejo mapa y el ojo que parece apagado
pero detrás de la mirada esa sombra
que apenas campea
sabe y espera
desde lejos y a su modo
sabe y espera
siempre
desde bien allá
Para
Pugnax (*)
(*) Nombre de un perro que integra la tripulación de
un dirigible en la novela Contraluz, de Thomas Pynchon.
(del libro inédito “Perros cueteros y otros abandonos” – Escrito durante 2011)
*
Palomas en el cable de la luz
Caminamos junto al paredón del gran cementerio del
oeste
sin martingalas con el viejo trance.
Hay palomas en el cable de la luz.
Peripatéticos de hoy
nada parece falso ni verdadero al sonido de los
celulares
el contacto con la palabra todavía produce algunas
imágenes
y han evolucionado mucho los medios de transporte.
Los niños geniales gozaron su olimpo y su fidias,
los altos de lycavitto y el parnaso
ahí nomás
ideas de altura al alcance de la mano. Los
césares en Roma
obtuvieron sus mil años de humedad cristiana en los
huesos...
Las palomas volaron.
Hay cicatrices de caca todavía en las veredas.
Señales en el gran cementerio del oeste.
(del libro inédito “Palomas en el cable de la luz” – escrito
durante 2003 -2004)
*
Puente Saavedra
Llega un grito a través del
cielo. Ya ha ocurrido otras veces,
pero
ahora no hay nada con que compararlo.
Thomas Pynchon
conjurados con algún bulto que arrastrar
en la zona gris de los apeaderos y los transportes
la opacidad se respira en grandes y pequeños tráficos
al paso
se bebe y se come con la niebla de la desconfianza
los gestos no necesitan de nada más
desde un lado del canal Pirata Prentice(*) cultiva
bananas
y espera la parte que le toca en la ruleta rusa
del mundo
algo después dos paredes alambradas y una tierra de
nadie
ni la grandeza ni la grandilocuencia de la Gran
Muralla
en la escena un borracho y un predicador
alguna prostituta un policía y una nena
puede haber un río una cordillera y gente de armas
entre las placas del transformador late una diferencia
de potencial
como en todo pasaje también una forma de la
teatralidad
presentida en el aire la descarga eléctrica dibuja una
fotografía
es previsible por otra parte una solución así
una épica de los bordes
tecnología y redes en el gran carrusel
menos y más explícito que un circo romano
camino al “22” con menos y más peligro por la línea
divisoria
vamos y venimos atentos al efecto doppler
cambia el sonido de lo que se aleja
lo que se acerca.
(*) Uno de los personajes de la novela “El arco iris
de gravedad”, de Thomas Pynchon
(del libro inédito “Paisaje fronterizo” – Escrito durante 2007 – 2008)
*
Tardecitas
te digo que hay cosas que la mirada no sabe
las devela te digo como si las llamara de reojo
por un sendero del parque lo descubro
picotea el pasto el pájaro carpintero y también ahí
en otra parte deshecha contra la pala excavadora
un revoltijo de pluma gris y rojo la paloma
dirían algunos que los dioses la han dejado
sombra sin memoria en el orco dirían pero
yo que trabajé con celo la carne para no caer
en la clausura de allá y elegí lo abierto de aquí
esta cerrazón cerca de las cosas como para volar bajo
apenas veo la piel de la belleza en este reflujo de
todo
como cuando tus ojos en vos capturan el matiz
el cuerpo fugaz en los trazos y de golpe pareciera
que toda la pena del mundo le caben
como cuando ves pequeñas tragedias y no se te nota
entonces yo que soy un confidente que no sabe
traicionar
te miro hecho un animalito furtivo para llegar en vano
al tacto de lo que ya ni te pertenece de tan tuyo
no llegar nunca –esto es lo digno–
a lo inapresable de vos y lo desconocido de mí.
(del libro
“Estación de nosotros” – Editorial Buenos Aires Poetry – Buenos Aires – 2014)
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico:
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Alberto Boco y R. R., octubre de 2014.
*
http://www.revagliatti.com.ar/070620a.html
http://revagliatti.com.ar/030804_boco.html
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islanegra a las 15:29 · 2 Comentarios
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13 de Octubre, 2014
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Entrevista realizada por Rolando Revagliatti Alberto Luis Ponzo nació el 12 de junio de 1916 en el barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires y reside en la ciudad de Castelar (desde 1951), en la zona Oeste del Gran Buenos Aires, la Argentina. Dirigió y codirigió, entre otras revistas literarias, plaquetas y colecciones, “Vigilia” (con Fulvio Milano, 1961-1965), “Encuentro” (1966-1977), “Por la Poesía”, “Empresa Poética” (con Luis Iadarola y Simón Kargieman, 1984-1988), “Mano de Obra” (con Carlos Vitale), “Hojas del Caminador” (con Alba Correa Escandell, 1981-2005), “El Poema Ilustrado”, “Otros Cielos” (bilingüe). Su quehacer fui incluido, por ejemplo, en “Poesía Argentina Contemporánea” (Volumen Octavo, Fundación Argentina para la Poesía, 1981), “40 años de Poesía Argentina” (Tomo tercero (1950-1960), Editorial Aldaba, 1964),“Poesía Argentina - Hacia el 2000” (Ediciones Kir, 1997),“El ‘60” (selección de Alfredo Andrés, Editores 2, Serie Plural, 1969), “Poesía Hacia el Nuevo Milenio” (Tomo 1, La Luna Que, 1999), así como en innumerables publicaciones periódicas no sólo de su país, sino que, también, en “Hora de Poesía”, “Kurpil”, “El Indio del Jarama” de España; “Enlace”, “Románica” de Estados Unidos; “Norte” de México; “Zona Franca” de Venezuela; “Andrómeda” de Puerto Rico; “Alero” de Nicaragua, etc. Citamos algunos de sus poemarios: “Equivalencia de la tierra” (1960, el primero),“De ayeres y desmemorias”, “Ramos de invierno”, “Cuaderno Martín”, “Lugares / En otras palabras”, “Obra en construcción”, “Canto en la arena”, “Exploraciones (sobre la poesía y lo demás)”, “Anotaciones para mi nacimiento”, “La casa de Azara y otros poemas”, “A puertas abiertas”, “Uno en el mundo”, “Poemas para Antonio Porchia”, “Historias salvajes”, “Cuadro de situación”, “Diálogo de escrituras”, “Labio oscuro de nacer”, “De este mundo (instantáneas y miradas)”. Y algunos de sus volúmenes de ensayo: “Pasión de la soledad y el misterio de Juan L. Ortiz”, “Antonio Porchia: El poeta del sobresalto”, “Poéticas / Poetas de la experiencia a la escritura“, “César Vallejo: Verbo, destino y unidad”, “Poetas del vértigo y otros ensayos”, “Osvaldo Milano Arrieta, una forma sensible de indagación”, “Juan L. Ortiz / El aura de un lenguaje esencial”. Así como las siguientes antologías de su obra: “Ocupaciones y límites” (1960-1981, Fundación Argentina para la Poesía, 1982), “Poesía recobrada”(1972-1995, Libros del Empedrado, 1996), “Ochenta vueltas al mundo de todos los días” (1960-1996, Araucaria Editora, 1997), “Poemas olvidados” (1962-2004, Hojas del Caminador, 2004), “Antología breve” (incluye “Pulsos ocultos” de Alba Correa Escandell), Araucaria Editora, 2008. 1 – Quienes deseen saber más de vos, Alberto, tendrán posibilidades si te buscan en la Red. Encontrarán muestras de tu poesía, otros reportajes y videos. Y podrán advertirte en fotografías con tu esposa y compañera de más de seis décadas, Alba Correa Escandell (1918-2008), de nacionalidad uruguaya, que además de profesora universitaria era poeta y narradora. ¿Nos referimos a ella? ALP – Entre las actos que considero imprevisibles no puedo dejar de mencionar cómo conocí a Alba, como un hecho "milagroso" por medio de la Radio Sténtor, muy popular entonces en Buenos Aires. Ella había participado en un concurso de poesía desde su país, obteniendo una distinción, y yo traté de comunicarme a través de los datos logrados por la amistad que me unía a una locutora de la radio. Alba vivía en Nueva Palmira, pequeño pueblo frente al río Uruguay, y yo había iniciado mi carrera universitaria; además comenzaba a "imitar" a los poetas del ‘40. Mantuve con Alba una incesante correspondencia y la visitaba cuando lograba conjugar mi disponibilidad de tiempo y económica. Los dos escribíamos coplas y sonetos, y nos consubstanciábamos con los bardos de esa época: Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Almafuerte, parte de poesía española y francesa. Eran los años de "fórmulas neorrománticas" y acontecimientos históricos y socio-culturales que determinaron las expresiones de una "nueva poesía". Existían las tendencias modernistas y, sin mayor influencia, seguimos juntos cumpliendo "carreras" diferentes: ella era Profesora de Idioma Español e Historia y yo ejercía mi profesión de Odontología. Mientras Alba realizaba una labor de desarrollo en la vida cultural palmirense, aún derivada de la producción tradicional, yo me dedicada a atender mis pacientes, en Castelar, concurriendo en ocasiones a la Capital Federal, donde me fui relacionando con los poetas Roberto Juarroz, Raúl Gustavo Aguirre, Enrique Molina, Francisco Madariaga, Alejandra Pizarnik, Antonio Porchia y unos cuantos surrealistas. Alba en Nueva Palmira fue delineando una obra silenciosa y ligada a sus recuerdos de infancia y actualidad familiar. Sus libros fueron editados mucho después de los míos. 2 – Sobre tu poética se opinó que huía “del retoricismo y de los excesos sentimentales y que se caracteriza por el tono reflexivo”. Y sobre vos, el poeta Carlos María Romero Sosa destacó un rasgo: “Una de las pocas personas que conservan la sana costumbre de escribir extensas cartas manuscritas.” Ha existido el “Premio de Poesía Concurso Dr. Alberto Luis Ponzo de la Universidad de Morón”. Has ido obteniendo reconocimientos institucionales por tu trayectoria (Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (en 1992), Sociedad Argentina de Escritores Central y también de la Seccional Oeste, Socio Honorario de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (en 2011), Fondo Nacional de las Artes…). Yen la ciudad de Morón podríamos acceder a la “Biblioteca Popular y Centro Cultural Alberto Luis Ponzo”. Suspendo acá, para no abrumar, esta salpimentada intervención. ¿Cómo atinás a sobrevolar sobre todo esto? ALP – Hay una línea que separa lo que se escribe de las opiniones, resoluciones, prescripciones y otros elementos externos. Esa línea representa el lugar de la creación, la obra ya realizada y presentada, como hecho elaborado por el autor, independiente de nuestras ideas o condiciones en las diferentes formas de su existencia. Al otro lado de la línea imaginaria está el reconocimiento luego de la lectura, que puede resumirse diciendo que "vale" y tiene alguna importancia. Hay también un aspecto que no deja de influir en el trabajo escrito o del material que sea: la circunstancia de la ejecución, o sea lo que da vida y mayor actualización. Es cuando se estiman las razones para premiar, otorgar una mención, celebrar, elegir un plano para destacarlo entre otros. Yo creo, Rolando, que ha surgido en los últimos lustros una política excesiva y dudosa para otorgar los premios: se ha desvirtuado lo que entendemos como Arte. En cuanto a mi obra de poesía, ensayo o cosa realizada, sólo puede disculparse por los años de su realización, "sobrevolando", como decís, entre características de varias generaciones. No hago comentarios o afirmo si es merecido, pero no he interrumpido mis esfuerzos. 3 – Las diversas ocasiones en las que has participado en colaboración con el pintor y dibujante Salvador Galup, me brinda la posibilidad de preguntarte cuáles han sido, en qué han consistido, y que lo evoques como artista y como persona. ALP – Poco después de trasladarme a Castelar (yo viví en Buenos Aires, frente al Parque Chacabuco, desde que me casé en 1946 hasta 1951) y ya instalado con mi consultorio dental en la calle Italia 830, concurrió por un problema de prótesis Salvador Galup. Al realizar su ficha, aparte de los datos acostumbrados, me enteré que era pintor y dibujaba en el diario “La Razón”. Un día me invitó a conocer su taller, a pocas cuadras de mi casa. Me mostró varios cuadros que se exhibían en el comedor y numerosas obras –dibujos, óleos, estudios- ordenadas en su tallercito, en el piso superior. Yo admiraba esa producción y las colaboraciones en el diario, caricaturas en su mayor parte con hechos políticos o simplemente las pruebas de sus trabajos. Seguimos cerca, conversando de arte, la situación social, su familia (tenía esposa y tres hijos), sin dejar de incluir a la poesía, pues le había contado que escribía. No recuerdo todo lo que me ayudó a ilustrar y diagramar desde entonces. Lo cierto es que nos hicimos muy amigos y cuando le pedía la opinión acerca de mis poemas, a los pocos días me mostraba lo que él había sentido al leerlos. Así fue concibiendo tapas con ilustraciones de mi obra. Pero lo que deseo destacar, sobre todo, es su personalidad, la humildad y el desinterés sobre lo que hacía, obsequiándolo a quienes les complacía. Lo que más tengo presente es la publicación de "Hojas del Caminador", con la imagen de cada autor en la tapa y dibujos de los poemas elegidos. Durante tres años consecutivos y un número mensual, han aparecido las ilustraciones, con un breve ensayo, de más de treinta poetas. Escribió Galup en una Hoja que le dediqué: "El arte no se puede definir. Es algo que hace cambiar al ser humano, es la comunión de todos los seres humanos. El artista no puede ser individualista: tiene que dar cosas, tiene que decir lo que sucede. Es el mundo que lo hace pintar o escribir. Otra cosa no me interesa... Uno es como la realidad y después trabaja, se comunica con otro." En un reportaje afirmó: "Tengo un gran respeto por la pintura. No me siento con capacidad de mostrar mis cuadros. Cuando pinto no pienso en otra cosa que la pintura. Si alguien mira un cuadro y le gusta, ya estoy conforme. Si llega lo que hago, ya he cumplido con mi obra." Había nacido en el porteño barrio de Caballito el 2 de noviembre de 1907 y falleció en Castelar el 20 de marzo de 1991. 4 – Integraste el Centro Cultural Almafuerte, el Grupo Roberto Arlt, dirigiste “La Voz de Castelar”, fuiste jurado en certámenes, obtuviste primeros premios tanto en ensayo como en poesía, y es debido a tu iniciativa que diversas propuestas se fueron llevando a cabo en la esfera cultural. ¿Cuáles propuestas te satisficieron más y cuáles te decepcionaron por su deficiente ejecución? ¿Quiénes integraban el Grupo que cité y cuáles fueron los objetivos cumplidos? ¿Qué te dejó tu paso como director de un periódico? ALP – Cada caso conlleva una significación según las distintas épocas o situaciones. No se puede sentir lo mismo y responder al paso de los años. Cuando ingresé a la Sociedad Fomento de Castelar, mi trabajo consistió en integrar el equipo de odontólogos, en distintos horarios. Entonces no se cobraba, como Entidad de Bien Público. Poco después propuse la realización de actos culturales con artistas de Castelar y Morón, y así se fundó la Asociación Permanente de Artes Plásticas, donde intervine con Salvador Galup, Helios Gagliardi, Renée Pietrantonio, Rita Kafetzis y muchos más. Recientemente falleció Gagliardi, el principal organizador. Ese período fue uno de los más hermosos por las exposiciones, los debates, los certámenes (alguno, de poesía ilustrada). Surgió un grupo de escritores y se formó el Taller Literario, denominado Roberto Arlt en sus comienzos (en San Antonio de Padua). Participaron Juan Alberto Núñez, Antonio Aliberti, Elsa Fenoglio, Beatriz Pico… y como invitados, escritores de la Capital. No puedo negar inconvenientes o desacuerdos, pero la organización nunca fue discutida o negada por la Comisión Directiva de la Entidad. Integré esta Comisión varias veces, ocupé la Presidencia y lo que más me conmueve ha sido el desarrollo, los objetivos cumplidos de ampliación y modernización de la Sala de Auxilios, y desde luego las reuniones literarias, los diálogos con Raúl González Tuñón, Alejandro Schmidt, Roberto Santoro, Rafael Alberto Vásquez, César Fernández Moreno, Miguel Ángel Viola, Luis Ricardo Furlan, Héctor Miguel Ángeli... En otra instancia se me confió la dirección del periódico "La Voz de Castelar", donde ya venía colaborando en mi "Kiosco Literario" con biografías, poemas, críticas. A veces me refería a temas políticos y actualizaciones históricas, pero nunca me he sentido "periodista". Sólo escribía para comentar los sucesos destacados, las vicisitudes sociales y los dedicados a la literatura. Hasta hoy aparecen artículos de directa difusión cultural (desde 1962). Acoto que Alba participaba con notas que confluyen en su libro "El duende y otros cuentos". 5 – Más allá de profesores, licenciados y doctores en Letras, abundan abogados, periodistas, médicos y psicólogos que, además, son poetas. Hay, pero no abundan los poetas que además son meteorólogos, ingenieros, físicos, arqueólogos, veterinarios, administradores de empresas, antropólogos, químicos. En tu caso, Alberto, en 1943 te recibiste de doctor en Odontología (el otro poeta y odontólogo que se me viene a la mente, y que casualmente también reside en el oeste del conurbano bonaerense, es Norberto Alessio). ¿Coincidís con mi observación? Y, coincidas o no, ¿qué conexiones procurarías establecer entre el ejercicio de las profesiones universitarias y las producciones poéticas? ALP - Cuando tuve que decidir, al finalizar el Colegio Nacional, qué podía hacer -sin tener ninguna idea especial- le dije a mi hermano mayor: Filosofía y Letras. Ya sea porque me atraía escribir y tenía buenas notas, o porque no atisbaba otro camino, la elección fue la expresada. El se negó y me respondió que estudiando "eso" en la universidad "me iba a morir de hambre"! Fue entonces que surgió el propósito de ingresar a la Facultad de Medicina, donde en aquella época (1938) se estudiaba Odontología. Mi ambición de la otra carrera quedó archivada. Nada de filosofía, de lenguaje, de historia de las artes. Durante la carrera empecé a escribir, y concurría a conferencias, recitales y seminarios. No me perdía las lecturas y producciones generacionales, los movimientos existentes, las tendencias renovadoras, ni dejaba de consultar obras de autores extranjeros. Disfrutaba de Baldomero Fernández Moreno, Olga Orozco, Federico García Lorca, Macedonio Fernández, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, Antonio Machado, Luis Cernuda, los autores del grupo "Martinfierrista": Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges, Horacio Rega Molina, Evar Méndez, Francisco Luis Bernárdez, Ricardo Molinari, Eduardo González Lanuza, Carlos Mastronardi, Conrado Nalé Roxlo, Norah Lange, Jacobo Fijman. Todos los representantes del romanticismo, sin olvidar a nadie o recordando ahora a algunos con más afinidad u oscilaciones con el verso tradicional, el tono metafísico y las ideas sociales. Esto nos lleva a una pregunta: ¿Y la Odontología? Entre 1938 y 1943 cursé mi carrera universitaria. Ya había escrito sonetos, romances, versos rimados o libres... Éste ha sido mi caso, Rolando, pero conozco ingenieros, químicos, contadores, que escribían poesía. Hay siempre buenas explicaciones, si pensamos en una vocación o predisposición de carácter espiritual. Entramos así en la psicología, en la mente y las conexiones que escapan a mis conocimientos, modestamente. 6 – Has visto desarrollar durante más de seis décadas a tu ciudad de residencia. Permitime que antes de pedirte que te refieras a ella, informe sobre las circunstancias que determinaron lo que muy pocos argentinos saben: quién era el Castelar en cuestión. Resulta que a un político y novelista local (rosarino), Estanislao Zeballos, le aceptaron su proposición de instituir dicho apellido como homenaje al escritor y político Emilio Castelar y Ripoll (Cádiz, 1832 – San Pedro del Pinatar, Murcia, 1899), presidente del poder ejecutivo de la Primera República Española. ALP - En aquella "pampita", como la denominaba uno de mis vecinos, me interesaba trabajar y no me impedía abocarme a la literatura. Denominada en la segunda mitad del siglo XIX como "Kilómetro 22", sí, las autoridades de entonces decidieron cambiarle el nombre, y en homenaje al personaje que señalás, la estación ferroviaria fue llamada como hoy y la zona empezó a desarrollarse, debido -como siempre he oído decir- a su clima y naturaleza. Al llegar comprobé la gran cantidad de casas quintas, terrenos deshabitados y características que atraían a numerosas familias. Con Alba y mi primer hijo, Ariel (1947), me trasladé. Después nacieron nuestras hijas: Ada, en 1949, y Ariana, en 1960. Y ahora, aquel “Kilómetro 22” cuenta con cerca de 120.000 habitantes. 7 – Admitiendo que no debo haber conocido cada una de las revistas que has dirigido, Alberto, ¿coincidirías con mi impresión de que “Empresa Poética” debe haber sido la de mayor impronta, más abarcativa y elaborada?... ¿Nos darías un perfil de alguna de las publicaciones periódicas de poesía de las que has sido responsable? ALP – Si denominamos "perfil" al conjunto de publicaciones, los períodos de su elaboración y autores seleccionados en cada una de las revistas que he difundido, amigo Revagliatti, sería infinita la lista de nombres de autores, ensayos, comentarios, selecciones poéticas… Ocuparía centenares de páginas. No puedo asegurarte la importancia de "Empresa Poética", con la colaboración de Simón Kargieman, que ha fallecido hace varios años, y Luis Iadarola, con quien me he comunicado hace pocos días. Esta revista-libro ofrecía un panorama de la poesía argentina y latinoamericana, y en cada número elegíamos un autor para iniciarlo con un ensayo y dábamos a conocer la obra de consagrados y de jóvenes desconocidos. Fue para nosotros un período de gran interés y valorización si pensamos en un "perfil", como me proponés, de los autores que vemos actualmente en las más completas antologías. 8 – Has tratado mucho a los poetas Fulvio Milano y Simón Kargieman. ¿Nos harías una semblanza de cada uno de ellos? ALP – Has nombrado a dos de mis grandes amigos, los primeros que traté al comenzar la "vida poética", los pasos iniciales. A Simón lo conocí en uno de los actos de la época inaugural de mi experiencia, y luego de muchas charlas, frecuenté su casa y conocí también a su esposa, odontóloga, y a sus tres hijos. Hubo un día trágico, cuando por una razón que nunca comprenderé, su mujer se suicidó. Simón había publicado ya "Tiempo de lágrima cerrada", "Niño del asombro", "Antipoemas 1962". Después aparecieron "Ella y el amor" y "Acto de fe". Otras obras: "El círculo inmóvil " (1969) y "La palabra decisiva" (1977). Había nacido en marzo de 1926. Trabajó de visitador de médicos y en los últimos años había atendido una estantería de libros a la entrada de un Instituto de Psicología de Buenos Aires. Nuestra amistad ha sido conmovedora. Estuvo internado y falleció en un hospital, abandonado por su segunda mujer y lejos de sus hijos. Un auténtico creador: "El que nos habla en el idioma sensible afín a todas las estructuras humanas". Esto determinó Simón en "Encuentro", además de confesar que "los campos psíquico y social son lascircunstancias contingentes esenciales, que animadas coinciden en provocar la irrupción creadora". Me es imposible resumir aquí su posición estética, las condiciones personales, su orientación artística. A Fulvio Milano lo vi en uno de los actos tan frecuentes en las décadas del ‘50 y ’60. También residía en Castelar. Pasado un tiempo, vino a verme con su hijo a mi casa. Era maestro de escuela y tenía conocimientos de literatura, lingüística, temas generacionales, y una visión de su existencia campesina, regional, que se extendía en el barrio de La Boca y el sur del conurbano bonaerense. Colaboró con entusiasmo en las revistas que editábamos, con admirables ensayos y estudios sobre poetas argentinos, críticas de grupos de distintos lugares. Era callado -como suele decirse-, muy riguroso, alejado de los "falsos mitos y encasilladores de poesía" (como definió Simón). Había nacido en Buenos Aires en marzo de1929 y publicó "Nevado de silencio" (1959), "Intemperie"(1965) y "Días pintados en las ventanas del aula", poco después. En cierta época, pasaba largos meses en una villa marplatense, preparando la edición de su plaqueta periódica de poesía "Mar de Monte Hermoso"; y después del fallecimiento de su esposa fue a vivir a la ciudad que había conocido de chico: General Belgrano. Nos veíamos poco, y no tuve ninguna noticia hasta hace tres años, cuando me comunicaron desde allá, sin proporcionarme los detalles de las circunstancias, que había fallecido. 9 – Un escritor que te quiere y conoce mucho, sabiendo que estamos desde hace varias semanas, charlando a través del correo electrónico, me sugirió, Alberto, que te formule la siguiente inquietud: ¿Tiene una identidad definida la poesía del oeste bonaerense?... ALP - Si este amigo escritor pregunta sobre la poesía del oeste, recordará que la Dirección de Arte y Cultura del Municipio me encargó, para la colección "pluma 'e gallo", una antología de poetas de Morón. En agosto de 2007 fue editado el volumen que reúne a veintitrés autores. Dedicar la respuesta sobre la "identidad" a cada uno, o en un concepto que los incluya a todos, excedería tu pregunta, querido Rolando. En estos años de vivir aquí, los he tratado a todos, a unos más, a otros menos, y he leído sus poemas. En la introducción de la antología consigné: "No hay reglas absolutas, no entran rígidos moldes ni aparecen recetas ya consagradas. Si hay que identificar de algún modo, en su gestación y sus logros, a cada uno de los poetas de la Antología, nos sorprendería la validez de la creación que se despliega desde lo cotidiano y lo real al mundo más vasto del pensamiento, la actitud social, la descarnada visión del mundo actual y también el ejercicio misterioso de las mismas palabras, como instrumentos que se transforman y nunca alcanzan a mostrar todo lo que pensamos". La Dirección de Cultura del Oeste bonaerense la distribuye desde su presentación en la Biblioteca. Si hay que expresar "una identidad definida", es oportuno repetir lo afirmado por Raúl Gustavo Aguirre: "Ver, en pocas palabras, si los poemas tienen alguna relación con nuestra existencia, en qué medida apelan a ella y demandan nuestra contestación". 10 – Si inquiero por poetas que admires y en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, la ironía, el ingenio, la sorna, la causticidad, ¿qué me responderías? ALP - Dice muy bien Julio Cortázar que para definir y entender habría que estar fuera de lo definible y entendible. Lo cito porque estoy leyendo "Rayuela". En lo que me pedís tengo que recordar ensayos e innumerables historias de los poetas que más me han dado y puede ser "entendible", entre tantas experiencias y estilos de su lenguaje. Las condiciones que señalás se aplican o no tienen nada que ver, en los autores más leídos y admirados, por pertenecer a modalidades humanas. Me atrevería a sostener que ningún autor es ajeno a alguna de las características que has indicado. Y es así como respuesta ante la vida, de acuerdo a los hechos de mayor alcance. La poesía, como sabés muy bien, no tiene mejor definición que... ¡hacerla! 11 - ¿Has llegado a vacilar bastante o con fastidio durante lapsos más o menos extensos, a la hora de elegir títulos? ALP – En casi todas las librerías parece más importante un atractivo título que el contenido, siendo incalificable o un mejor método de venta, de programación, un "negocio" de tapas, aparte del interés que pueda despertar. En mi caso, como en tantos de nuestros fines de mayor modestia y sana intención, los títulos han obedecido a la experiencia, las ideas o circunstancias. He publicado mis obras y nunca he vacilado para elegir su título, ni me he roto la cabeza procurando el más adecuado. Los títulos han acompañado lo que he querido expresar, se correspondían con el material "de adentro". Han formado parte de mi propuesta. 12 - ¿La primera frase o párrafo o verso los trabajás mucho y después seguís, o te lanzás más bien a un borrador, y por ejemplo, al día siguiente o a la semana, pulís? ALP - Cuando escribía, hace muchos años, era muy raro que corrigiera o puliera la escritura. En los primeros libros, por ejemplo, "Equivalencia de la tierra"(1960) o "Canto en la arena" (1961), era espontáneo, directo, podría decirte "inspirado" por lo que sentía o pensaba. ¡Qué épocas, al pasar el tiempo y adquirir recursos más rigurosos! Como si cumpliera una misión , seguí escribiendo y publicando, mientras trabajaba para "vivir" y tenía una familia, una admirable esposa y tres hijos. Había que leer a los poetas más importantes, conocer las tendencias, los elementos artísticos, las viejas y nuevas formulaciones... Cuando siguieron los años, entendía lo que el lenguaje imponía, digamos, para hacer mejor la poesía, o lo que más nos conformaba o revelaba con una corrección oportuna o la eliminación de lo superfluo. En la actualidad hago borradores, dejo escritas palabras que más tarde borro o reemplazo. Busco y espero lo esencial, sin pretender nada perfecto, pero sí lo más honesto. Cuando le preguntaron a Roberto Juarroz por qué escribía, respondió: "Escribo porque amo la vida". De ahí surge nuestra responsabilidad y lo que, en la medida en que me es posible, intento. 13 - Releyendo –y despidiéndome del ejemplar- el nº 1, julio de 1989, de la revista “Poesía 2000”, doy con estas líneas de la poeta Raquel Jodorowsky (1927-2011): “Existe un ámbito místico, una comunión entre el lector y la poesía impresa. Entre el libro y el que lee se amarra un silencio que sólo la poesía desata en el alma. Así ella entra por los ojos. Por eso es tan difícil dar lecturas en recitales. Desde los escenarios hasta los oídos del público, la poesía no llega en su totalidad. Creo que se hace nube. Se diluye, se fuga. Sólo deja un poco de su sombra. Pero eso es algo.” ¿Qué te suscita este recorte que te facilito? ALP – Estamos ante conceptos que pueden aprobarse o no, ampliarse y analizarse en profundidad. No deseo ir más allá de lo que he realizado, calificarlo y hacer afirmativo su resultado. Pueden recordarse numerosas opiniones para apoyar todo lo que se ha sugerido en tu mensaje y descifrar otras cosas. Pero hay algo que es indiscutible: en la poesía debe darse el sentimiento, la naturalidad, la originalidad, el sentido espiritual y el misterio de la palabra. Como bien dice Raquel, si se tiene en cuenta la lectura, "un poco de su sombra", lo que "se hace nube" en los recitales. Es muy cierto que todo "se fuga", si no se comprende lo que decía Jacobo Fijman: "Hice conducta de poesía. Pagué por todo". ¡Éste es el gran secreto! ¡La conducta de los autores que poseen un lenguaje para todo lo humano! (Aprovecho para compartir con nuestros lectores algo para sonreír y sorprenderse. Hace unos días, ordenando mi biblioteca, encontré el libro de Raquel"Sin antes ni después", con la dedicatoria firmada en México el 11 de diciembre de 1985. En la solapa dice que nació dentro de una mina de cobre, en el norte de Chile. Y agrega: “He publicado quince libros. Tengo un hijo y un loro. Y tengo el mundo entero. Es todo." En la contratapa, con un breve comentario , su foto. ¡Una hermosa mujer!) 14 - ¿La idea romántica de que el conocimiento no se puede trasmitir, aplicada a cualquier disciplina, a cualquier arte, es sumamente retrógrada? ¿Podés disfrutar de la lectura de obras de escritores con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no? ALP - Son muy difíciles tus preguntas, Rolando, pero tienen gran interés al intentar respuestas adecuadas. En mi larga trayectoria tendría que recordar muchas lecturas, conocimientos, sucesos, aprendizajes. No es posible en escasos términos, en base a ideas poéticas aceptables, referirme a lo que he vivido y escrito a partir de mis primeras experiencias. Empezaré con una época en la que mi lenguaje, lejos de los recursos tradicionales, buscaba una forma despojada, sobre temas íntimos, emotivos, sin abandonar del todo otras disciplinas, como suele sospecharse a veces entre autores españoles y también de Francia en esos años de nuevas técnicas y fórmulas, en oposición decidida a las luchas sociales. En mis primeros libros, "Equivalencia de la tierra" (1960) y "Canto en la arena" (1961) , y después en ensayos, comentarios, biografías, estaba en esa línea romántica que me proporcionaba elementos para una escritura más profunda, más significativa, dejando atrás los movimientos propios de las palabras como "arte", sin un contenido vital. Lo que más necesitaba, sin tener todavía verdadera conciencia, era "saber" de cada autor su modalidad, su actitud, su estilo. No me importaban mucho las ideologías, como se las interpreta ahora. Por eso te aseguro que, desde luego, he disfrutado de creaciones diversas, de la belleza, de logros de índole amorosa, sentimental. "Hay aspectos -escribió Roberto Juarroz- que no comparto totalmente, pero esos casos que llamamos "vanguardia", están por encima de la esencialidad, delante en cuanto a experiencias del lenguaje". En mi caso, sigo siendo tolerante, a pesar de lo que no me convence. Continúo mi camino con las obras que he realizado. He vivido etapas que se integran con las revistas literarias, los estudios biográficos, las tendencias, las actividades que no pertenecen a "un tiempo", sino a una prolongada existencia. No puedo dejar de sentir todavía la gravitación de "escuelas" o grupos con sus características íntimas, sus diferencias, sus valores expresivos. La culminación sería el surrealismo, con Aldo Pellegrini y su historia, que conocerás. En otras épocas, por ejemplo, en mis libros "Uno en el mundo" (1965), "A puertas abiertas" (1969) y"Obra en construcción" (1974-1978), tenía una orientación más seria de "conducta", como diría Fijman. Este ejemplo me apartó del concepto señalado. Más tarde fui a lecturas de tipo más elocuente, pues la escritura es lo que me dio libertad en mi vida. Pude expresarme mejor en "Historias salvajes" (1976) y "Cuadro de situación" (1980). Opino que si una idea poética es aceptable y enriquecedora, si no se refiere a aspectos verbales como sería "un romanticismo dulzón y trasnochado" -como he leído en un buen artículo- no puede negarse su válida relación. * Alberto Luis Ponzo selecciona para acompañar esta entrevista, en octubre de 2014, siete poemas de su autoría: Me acostumbro a ser viento Desde las manos salgo. Mis palabras son uñas sobre la tierra, dedos torpes y fatigados. Desde ellas siento lo que sucede y me sostengo para mirar, cavar secretamente el horizonte, empezar a creer en lo que digo. Desde las manos hablo y alimento la piel, aprendo en su corteza, tomo el aire y me digo; con las palabras voy a la existencia, describo mi esperanza, grito o reniego del nombre que me imponen y lentamente desde este umbral cercano y movedizo me acostumbro a ser viento, ligera decisión de la memoria. (De "Uno en el mundo", 1965) * Como el amor Eres el cuerpo de la noche, el silencio del tiempo, el color de la voz que nunca he visto. Eres racimo y arco, parábola, constelación, círculo de diversos centros. Eres un punto del espacio donde el amor puede seguir latiendo sin consumir su llama. (De "Poemas comunes",1966) * El oficio Escribo con el tiempo con el fuego en los dedos sobre el muro del día Escribo cuando duermo y no me escuchan escribo para despertar escribo dando vueltas como un pájaro escribo en el aire y en la tierra Escribo porque no tengo otro lugar porque mis hijos me preguntan escribo para contestarles para mirarlos diariamente Escribo con los brazos que encuentro escribo para el mundo que no encuentro Escribo para no repetirme (De "A puertas abiertas", 1969) * El oprimido Qué puedo hacer aquí cuando nadie se reconoce en mis ropas cuando nadie habita mis gestos oprimidos? Qué puedo hacer yo que habito el idioma de todos para ser dueño de lo que todos dicen? Sólo en la máscara de mi plato el mundo se conmueve (De "Los dioses extinguidos", 1974) * Nombres El día se desliza sobre techados rotos las plantas olvidan su violencia natal Nombres que crecen Nombres devorados Estoy vivo en lo que nace en lo que hago fuera de mí dentro de todo en el rumor que escapa del origen (De "Ejercicios provisorios",1987) * Para el amor Basta la palabra? Huída de sí misma calla en la mano que espera desde su piel respira bordea los objetos interroga persigue el aire ensaya letras adheridas al hilo de la voz basta saber que busca arrojar el misterio que cubre su pasar? sólo hace lo que detiene la agotadora sombra sobre una línea inútil dispuesta a su nacer dará vida al ramaje de un revelador acto de amor (De "De estar aquí", 2011) * Cubiertos Entre los cubiertos usados desde mi niñez he puesto a reposar la noche En el lugar de los dedos hay un corte abierto del raspado cuchillo con la honda tibieza llevada a la boca El ardiente amenazador aguarda a su costado La infantil cucharita huele como el deseado postre Los vasos y platos silenciosos reviven el sabor en vos (A Alba) (De "De este mundo", 2014) * Entrevista realizada a través del correo electrónico: ciudades de Castelar y Buenos Aires, distantes entre sí unos 30 kilómetros, Alberto Luis Ponzo y R. R., octubre 2014.
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publicado por
islanegra a las 13:52 · 7 Comentarios
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22 de Septiembre, 2014
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Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando
Revagliatti
Flavio Crescenzi nació el 20 de julio de 1973 en la
ciudad de Córdoba, capital de la provincia homónima, la Argentina , y reside en
la ciudad de Buenos Aires. Es Instructor Superior de Lengua y Literatura,
habiendo además realizado posgrados en Perfeccionamiento en Corrección de
Textos y en Redacción Institucional y Corporativa. Durante más de tres años ha
sido Coordinador del Área de Comunicación Institucional del FyMTI (Festival y
Mercado de Televisión Internacional). Ha dictado cursos y seminarios de literatura
a nivel medio y universitario, y coordinado talleres de escritura creativa,
escritura académica y cursos de apreciación literaria en centros culturales de
su ciudad y del Gran Buenos Aires. En la actualidad se desempeña como corrector
de textos y como prologuista freelance para diversos sellos editoriales. Desde
2009 colabora en http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene con artículos de
crítica cultural y literaria. Fue incluido en la antología bilingüe
español-italiano, “Italiani D’Altrove” (traductor: Milton Fernández; Rayuela
Edizioni, Milano, Italia, 2010). De sus cuatro poemarios publicados, los tres
primeros, “Por todo sol, la sed” (2000), “La gratuidad de la amenaza” (2001), “Íngrimo e insular” (2005), lo han
sido por Ediciones El Tranvía, y el último, “La ciudad con Laura” (2012) por
Sediento Editores. En febrero del año en curso, a través de Editorial Quadrata
y la Biblioteca Nacional , apareció su ensayo “La poética surrealista. Panorama
de una experiencia inacabada”.
1 –—Arranquemos
esta charla, Flavio, con una breve descripción del entorno familiar en tu
provincia natal, si todos se trasladaron a Buenos Aires o si sólo vos te
viniste, y cuándo y cómo se fue sucediendo ese traslado.
FC —
Nada indicaba que mi nacimiento en la ciudad de Córdoba se iba a transformar en
un hecho aislado y casi fortuito, sin embargo, el destino así lo tenía
preparado. Mis padres estaban afincados ahí desde hacía varios años, pero al
poco tiempo de haber yo llegado al mundo decidieron separarse (al parecer, en
vez de traer un pan bajo el brazo, traje a sus vidas el cisma y la discordia).
Mi padre, italiano, se quedó en Córdoba algunos años más; mi madre,
ecuatoriana, viajó conmigo y con su madre (no se asuste, Rolando, me refiero a
la madre de mi madre, no a la suya) a Santa Cruz de la Sierra , Bolivia, donde
fui bautizado. Antes de volver a la Argentina pasé con ellas todavía una
temporada en Ecuador. Finalmente, aterrizamos en Buenos Aires. Si mal no
recuerdo, fue en 1977. Sí recuerdo bien el Mundial de Fútbol del año siguiente,
los festejos alrededor del Obelisco —con sus bocinazos y gritos y cantitos— y
el llanto inexplicable en el que prorrumpí al verme en medio de tan insensato
espectáculo, llanto que el tiempo y la historia después me aclararían.
2 —
Contemos que estuviste dedicado a la música. ¿Durante qué lapso, de qué modo?
¿Con qué tipos de música te has ido sintiendo más próximo desde tu infancia
hasta la actualidad?
FC —
Así es, estuve ligado a la música desde muy temprana edad. En primer lugar,
como oyente (confieso que sigo siendo un melómano irredento); en segundo lugar,
como compositor e intérprete. Toco algo la guitarra y canto, lo segundo —según
dicen— medianamente bien. Pasé por varios estilos musicales, trazando una
curiosa parábola que va del punk rock al jazz, y que pasa por el hard rock, el
soul y el funk. Desde luego, me quedo
con lo último que hice, ya que tengo una marcada inclinación por la música
negra. La música clásica por su parte, en especial Beethoven, siempre fue el
refugio al cual retornaba luego de una dura jornada. Fue un período de más de
quince años que me brindó muchas satisfacciones, incluso de aquellas que no me
convendría mencionar. Sin embargo, me distrajo de mi actividad literaria e
intelectual, que es lo que realmente me define y me completa.
Considero, Rolando, que la música es la más completa y sublime de las artes y, por tanto, que las demás
deberían imitarla. En mi caso, cuando escribo, intento que mis textos estén de
alguna forma atravesados por la música, ya sea sometiendo la eficacia del verso
o el período elegido a una natural y universal eufonía, ya sea simplemente
haciéndola aparecer como asunto. “Ama tu ritmo y ritma tus acciones”, decía el
pitagórico Darío, pues bien, a mí no me quedó más que obedecerlo. Aunque no
siempre lo logro en los ensayos; los datos duros que recopilo usualmente
carecen de melodía, y admito encontrar muchas veces cierta desafinación en mis
conceptos.
3 — Durante
un período del “legendario” ciclo de poesía “Maldita Ginebra” acompañaste a su
fundador, Héctor Urruspuru, en la conducción. Un ciclo que tuvo muchos tramos,
varios coconductores y una sostenida singularidad. Es bastante probable que
allí nos hayamos saludado por primera vez, en los últimos años de nuestros tan
argentinos y descalabrantes noventas. Ese “ciclejo” —al decir del propio
fundador— merecería no sólo lo que
módicamente te voy ahora a pedir —una
semblanza, tus recuerdos como asistente y como coconductor—, sino un verdadero
ensayo (y vos serías, considero, el más idóneo para producirlo).
FC —
Sin dudas, Rolando, y es una asignatura pendiente, aunque desconfío de mi
capacidad (no así de mi desfachatez) para llevar adelante tamaño proyecto.
“Maldita Ginebra” fue un ciclo excepcional. A fines de los años 90 supo
ser un nicho de resistencia cultural que le daba a la poesía de los márgenes un
lugar de preeminencia. Esto, claro está, en un contexto socioeconómico complejo
que permitía que muchos jóvenes (y no
tan jóvenes) vieran en la poesía una alternativa a la realidad asfixiante que
los relegaba día a día. Conjeturo que ése fue el sello distintivo del ciclo,
pero también el del gran poeta Héctor Urruspuru, amén del resto de
particularidades que hicieron de esa propuesta una leyenda.
Guardo
muy gratos recuerdos de esos años. Conocí ahí mucha gente valiosa (amigos que
aun hoy conservo, como vos, como también gente entrañable que se ha ido). Cada
vez que pienso en “Maldita Ginebra” me sobreviene una inenarrable sensación de
camaradería. Por razones que no vienen al caso señalar tuve que alejarme de la
coconducción, pero seguí yendo en calidad de espectador en sucesivas
oportunidades. Entiendo que el ciclo continúa, y de seguro continuará mientras
que Héctor esté con vida.
4 — La
vez que me invitaron a leer al ciclo “El Zoológico de Poetas” me parece que no
estabas en la conducción. Como sea, coordinaste allí junto a Coni Banus e
Ignacio Osorio. ¿Cómo evaluás ese paso tuyo? ¿Y cuándo integraste la
“Contraferia del Libro”? ¿En qué consistió, en qué año, cómo fue planificado
ese ámbito de “resistencia”, por quienes? Y enlazando con la pregunta anterior,
¿no has fantaseado con la concepción de un trabajo reflexivo sobre los alcances
de los cafés literarios, ciclos de narrativa, festivales de poesía?
FC —
Mi participación en “El Zoológico de Poetas” fue en principio tangencial. De
hecho, recién estuve de manera regular en el último tramo del ciclo.
Posiblemente por eso no nos hayamos visto cuando fuiste invitado a leer. No
obstante, estuve. Hay fotos que pueden probarlo.
Pese a
su nombre, el Zoo en algún punto quiso brindar una propuesta un poco menos
“salvaje” que la que ofrecía “Maldita Ginebra”, pero para nada acartonada, como
pueden serlo otros ciclos del ambiente. Coni e Ignacio son excelentes
conductores, dueños de una dinámica interpersonal envidiable. Ellos le
aportaban una cuota extra a todo lo que ahí ocurría. Creo que mi modesta
contribución estribaba en darle un “toque intelectual” al negocio, algo que,
por supuesto, ninguno de nosotros tomaba demasiado en serio. Los chicos
continúan con el Zoo en otro lugar, ya que “El Empujón del Diablo”, que era
donde se realizaba el ciclo inicialmente, cerró por razones asimismo
“diabólicas”. Recuerdo que el poeta Gerardo Lewin también colaboró con nosotros
en algún momento.
La
Contraferia del Libro fue otra cosa, algo que quizás empezó como una
bravuconada de borrachos, pero que paulatinamente fue convirtiéndose en una
causa con muchos seguidores, tal como ocurre, sin ir más lejos, con la mayoría
de las gestas. Pues bien, la idea de la Contraferia del Libro surgió también a
fines de los 90, y fue llevada a cabo, por más de dos años, por un grupo
conformado por poetas, docentes y estudiantes (dentro del cual estábamos, entre
otros, Esteban Charpentier, Héctor Urruspuru, Daniel Perrota, Esther Pagano,
Horacio Pérez del Cerro, Ignacio Osorio y un servidor). El reclamo que le
hacíamos a los responsables de la Fundación El Libro se basaba en lo siguiente:
entrada libre y gratuita, posibilidades concretas de difusión para los autores
jóvenes y para las pequeñas editoriales, y un programa inclusivo de
actividades, sin costo adicional, para cualquiera de los posibles visitantes a
su evento central. De más está decir que la Fundación intentó acercar
posiciones ofreciéndonos un puesto dentro de la Feria. Ofrecimiento que fue instantáneamente
rechazado. Un libro de adhesiones, donde constan, entre otras, las firmas de
Olga Orozco y Federico Andahazi —gente que en principio integra el gran mercado
del libro, pero que supo solidarizarse con nosotros— es lo que queda como
legado de esa fantástica ocurrencia.
Ahora
bien, más allá de la experiencia de la Contraferia , está claro que la Feria del Libro de Buenos Aires opera como
un agente difusor del concepto hegemónico de cultura. Es por eso que, aún hoy,
me parece válido revisar críticamente lo que ese gran símbolo de la industria
cultural representa. Digo, si en verdad queremos darle un definitivo sentido de
emancipación a la cultura y liberarla así de su condición histórica de fetiche.
En
fin, tarde o temprano voy a tener que escribir acerca de todo esto, y por qué
no también acerca de los ciclos literarios, como bien me sugerís. Intuyo que son
temas que de una u otra manera están relacionados.
5 — En
2006, además de participar como conferenciante en las Jornadas de Poesía para
Docentes, organizadas por la Asociación de Poetas Argentinos, realizadas en la
Legislatura Porteña , viajaste a Cuba invitado por la Revista “Casa de las
Américas”, representando a la publicación uruguaya “Diégesis”, donde
colaborabas como columnista. Por un lado, Flavio, me gustaría saber cómo han
repercutido en vos estas experiencias, y por otro, cómo aquella otra en 2009,
cuando convocado por el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO),
participaste en las mesas redondas acerca de Literatura de Vanguardia en
Latinoamérica.
FC —
Sí, tuve la suerte de participar en diversas actividades de debate y reflexión,
cosa que agradezco enormemente, ya que no concibo el trabajo poético sin la
posibilidad de pensar y desarrollar una teoría que lo justifique, y que ésta, a
su vez, pueda exponerse ante un público
más o menos receptivo.
La jornada
organizada por APOA, por ejemplo, fue muy interesante en ese sentido, ya que me
permitió evaluar en tiempo real el alcance de mi exposición. Recuerdo haber
preparado un material escrito sobre el papel de la imagen y la metáfora en los
textos poéticos que se distribuyó entre los casi doscientos asistentes (dignas
maestras argentinas en su mayoría). Creo que el resultado fue positivo, al
menos no recibí ningún insulto.
Mi
viaje a Cuba se llevó a cabo en el marco de la gira presentación de la revista
“Diégesis”. Gracias a esto, no sólo conocí la isla, sino también a Roberto
Fernández Retamar, quien me felicitó por mi libro “Íngrimo e insular”, aunque
cuestionó, no sin ironía, el epígrafe de Guillermo Cabrera Infante que elegí.
Afortunadamente, para tranquilidad de CNN, no sufrí ningún apremio ilegal por
parte de los temibles cubanos.
En
Oaxaca fui panelista en una mesa dedicada a vanguardias latinoamericanas, que
proponía abordar temas tales como el sentido de la poiesis continental, la interrelación
americana entre mito y relato histórico, la actividad del escritor como
actividad filosófica, el valor del juego como actividad reveladora de otras
realidades, la reivindicación de una estética latinoamericana y el desarrollo
de una teoría crítica integradora que pueda dar cuenta de ella. Pero como te
imaginarás, Rolando, mi intervención se limitó a hablar de mí, puesto que soy
el único tema que domino con mediana idoneidad.
Dejando las bromas de lado, y tal como creo haberlo expresado más
arriba, considero que este tipo de actividades son el correlato necesario para
quien se dedica tanto a la crítica como a la creación literaria. Resta decir
que espero que instancias como las que describí se sigan realizando a lo largo
y a lo ancho de nuestro continente, fundamentalmente en tiempos convulsivos
como los que corren.
6 — En
el prólogo de tu primer libro, el poeta Daniel Barroso afirma: “Los temas
recorren la impronta metafísica; la vulnerabilidad de las cosas, el imaginario
personal y una cosmogonía entre solemne e irrespetuosa. La sorna y el sarcasmo,
prodigan un equilibrio inestable…”, y en el prólogo del segundo, advierte el
poeta Horacio Pérez del Cerro: “El mundo debería tener la prudencia de no
molestarle las espaldas a Crescenzi […], incomodarle con sonseras como la
esquirla cotidiana, el estampido de su propio silencio”. ¿Cómo considerás que
prosiguió tu poética en los siguientes dos libros publicados, y en lo que
tengas inédito? Y, claro, si tenés ya algún poemario listo, ¿cuál es su título?
FC —
Bueno, a decir verdad, creo que los primeros dos libros fueron intentos,
búsquedas de una voz, digamos, personal. El resultado es apenas anecdótico.
Mi
primer libro me parece hoy por hoy completamente extraño, escrito por alguien
que no tiene nada ya que ver conmigo. Creo que el germen de lo que sería una
estética propia sólo puede verse en uno o dos poemas. Coincido, no obstante,
con las palabras de Daniel, quien quizás por generosidad, quizás por los vinos
prometidos, supo definir aspectos que aún hoy persisten en mi escritura (y
quizás incluso en mi vida), sólo que en aquel entonces no sabía bien cómo
plasmarlos.
“La
gratuidad de la amenaza” fue algo diferente. En ese libro intenté abandonar la
retórica que predominaba en el primero en beneficio de una poética más
agresiva, donde los elementos surrealistas que supuestamente me caracterizan
comenzaban a ordenarse y a mostrarse. Fue un libro profético en algún punto. Su
aparición coincidió con el fatídico 2001 y creo que en cierta forma sus páginas
están impregnadas del espíritu insurrecto de la época.
“Íngrimo e insular” fue un libro meditado, un libro que podríamos tildar
de conceptual. Es con el que llegué a encontrar mi propio lenguaje poético, la
gramática personal tan arduamente perseguida. De hecho, lo concibo como mi
primer libro verdadero, aunque sé muy bien que fue la síntesis de un proceso
dialéctico constituido por “Por todo sol, la sed” (la tesis) y “La gratuidad de
la amenaza” (la antítesis). A partir de ahí, tomé plena consciencia de lo que
quería hacer con mi escritura, escritura barroca, surrealista,
latinoamericanista, a contrapelo de las modas imperantes, si se quiere, pero
mía.
“La
ciudad con Laura” sólo se publicó en México y, por lo que tengo entendido, tuvo
bastante aceptación. Estuvo en la Feria del Libro de Guadalajara el mismo año
de su aparición e incluso estuve invitado por el editor para hacer una
presentación, aprovechando el auspicioso contexto. Mis compromisos laborales me
impidieron asistir. Con respecto al contenido, sólo puedo decirte que sigue la
estética del poemario anterior, con la diferencia que en el último incluyo
prosas poéticas (de largo y corto aliento). El título alude, como podrás
apreciar, al libro [“La ciudad sin Laura”] de Francisco Luis Bernárdez; sin
embargo, la pequeña diferencia que se advierte marca una distancia no sólo
vivencial, sino también estilística. Mi ciudad cuenta con una Laura (mi mujer),
y mi estilo difiere ostensiblemente del de Bernárdez. En definitiva, se trata
de un libro intimista y metapoético, y quizás también un intento de polemizar
con un difunto.
Un
quinto libro está en preparación.
Probablemente lo titule “Jazz mood”, y constará de breves textos en
prosa que, por un lado, le rindan homenaje a las grandes figuras y temas de
este género que me apasiona, y por el otro, den cuenta de lo que el jazz me
produce como escritor y como ser humano. Un trabajo que remite a mi pasado y a
mis gustos musicales.
7 —
¿Qué se siente —más allá de la obvia satisfacción—, que unos meses después de su
edición (y con el respaldo de la Biblioteca Nacional de la República Argentina
) ande socializándose tu primer volumen ensayístico? ¿Prevés la reunión en otro
de tus artículos publicados en la Red ? ¿Cómo podría titularse ese volumen?
FC
—Honestamente, Rolando, siento que un círculo por fin se cierra para que otros,
inimaginables, comiencen a abrirse. “La poética surrealista. Panorama de una
experiencia inacabada” fue el resultado de una serie de cursos que dicté sobre
el tema durante 2012 y 2013. Desde luego, ante la propuesta por parte de
Editorial Quadrata de hacer un libro, me esmeré para darle un poco más de
enjundia a los apuntes que oportunamente le había preparado a mis alumnos. El
producto final es bastante atractivo, sobre todo porque le ofrece al lector la
posibilidad de tener un muestreo bastante amplio del movimiento surrealista;
pensá que es el único libro publicado en la Argentina que se ocupa del
surrealismo desde su protohistoria, auge y caída en Francia, hasta su paso por
España, Latinoamérica y Argentina. No es
la primera vez que la editorial trabaja con la Biblioteca Nacional , sin ir más
lejos, ahí tenemos la conocida colección Pensamientos Locales. Pues bien, mi
libro integra una colección similar, llamada Claves de Lectura.
Con
respecto a mis artículos publicados en la Red , confieso que sí me interesaría
reunirlos en un libro alguna vez. Podría llamarse “Elogio del buen lector”, o
algo así. Creo que hay material de sobra. No sólo están los artículos que
escribo para la Tecl @ Eñe, por ejemplo, sino también algunos prólogos sueltos
que me parecen rescatables. Pensar que a la Tecl @ la conocí por vos, Rolando,
por tu intermedio, por tu desinteresada gestión.
8 — En
una entrevista “sin desperdicio” que Federico Zambrano realizara a Daniel
Freidenberg, éste declara: “Una de las cosas de las que más me alegra haberme
desprendido es lo que llamo “la política de la poesía”. Y después explica lo
que para él sería ese concepto. ¿Qué sería para vos, Flavio, a qué te remite
“la política de la poesía”?
FC —
Qué interesante. Estoy familiarizado con el concepto de “poesía política”
(aunque quizás toda lo sea), pero no con el de “política de la poesía”. Supongo
que tiene que ver con el lobby que hacen ciertos poetas con los grupos de
poder, con las camarillas que supuestamente otorgan consagración y prestigio.
Aunque parezca mentira, este tipo de prácticas existen en el mundillo literario
y a veces alcanzan ribetes de profundísimo descaro. En los ochenta y noventa
esto era moneda común. Hoy en día quizás haya adoptado formas más estilizadas.
9 –
Muchos escritores han sido alguna vez “libreros”, vendedores de libros,
propietarios de alguna librería o han tenido a su cargo un puesto de compra, venta
y canje de libros y revistas en Ferias Artesanales o conjunto de puestos
totalmente del rubro (una: en nuestra porteña Plazoleta Primera Junta). Vos lo
has sido. Y con diversidad de tareas. Te pido que compartas con nosotros dónde
lo has sido, cómo te fue, qué te pasaba cuando facturabas literatura basura o
autoayuda.
FC
– Fui librero por un período de
aproximadamente doce años. Los primeros diez como empleado; los últimos dos
como dueño de una pequeña librería que no obstante tenía elevadas pretensiones. Cometí desde un
principio el error de creer que una librería era un templo del saber y de la
cultura, cuando, en el mejor de los casos, es un lugar donde se venden libros.
Desde
luego, los libros que más se venden no son los que uno recomendaría. Esto es un
hecho sin lugar a dudas frustrante, hecho que no supe afrontar siquiera cuando
tuve mi propio local. Supongo que tiene que ver con lo que hablábamos antes,
digo, con la industria cultural y con la
dinámica que exhiben sus múltiples manifestaciones.
Por
otra parte, saber que mucha gente está dispuesta a pagar una cifra descomunal
por un libro de autoayuda o por una novela de suspenso mal traducida, pudiendo
adquirir por menos de la mitad de ese precio alguna buena obra literaria o
filosófica me llena de indignación. Ni hablar de la venta de poesía. Cuando
decimos que “la poesía no se vende”, no sólo estamos haciendo alusión a las
virtudes éticas del género, sino también a una incontrovertible estadística de
mercado.
10 –
¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el
escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera
y un amaneramiento”.
FC
– Considero que todo autor,
independientemente de las influencias que haya recibido, debe procurarse un
estilo. Ahora bien, no debemos confundir “búsqueda de estilo” con
“esteticismo”. Lo segundo, en efecto, paraliza, y hasta conspira en contra del
lector.
Creo
que lo que a veces sucede es que las “maneras” se vuelven “amaneramiento”, y
esto hace que el autor se vea poco creíble, poco genuino. Ocurre con frecuencia
también algo distinto: que el lector, acostumbrado a formas más bien simples,
ve cualquier intento de superación discursiva como un exceso, como un
innecesario barroquismo. Resabios, pienso yo, de la lógica utilitarista en la
lectura poética que, por el contrario, debería ser plenamente desinteresada.
*
Flavio
Crescenzi selecciona para esta entrevista, en 2014, seis poemas de su “La
ciudad con Laura”:
Arte poética
Escribir, pintar, hacer arte es sorprender la cosa en su momento
metafórico.
Francisco Umbral
este puño de óleos y tijeras
esta tinta de hambrunas transformada
el gozo estrellándose en el lienzo como una gran
prudencia
se agitan frente al aire y aire azul son en su idioma
porque la lengua es ya palabra que mancha sus raíces
de ser cierto el ojo y su arrebato
el mundo sería un
mantel de furias o dinteles
piedra inacabada que habremos de esculpir en los
follajes
con una ausencia de aves provisoria
hasta que nos llueva un puente de azúcar o silencio
es en lo blanco en donde el papel se abriga
se asoma mercenario del alba con sus frases
como un dilema de astucias entrando en su coherencia
y una música de ámbar o cuchillos
a punto de confesarnos en ciernes su bravura
mirar la tarde de la letra en su apogeo
tardes de niños pecosos y en polainas
dándome ya un bullicio pueril de arroyo intacto
miel que se me antoja un suave aroma
para que el color adquiera su forma verbal definitiva
*
Paisaje de lluvia y flânerie
La lluvia registra
los días hasta el fondo de los ojos
que viajan a la velocidad de los ritmos conocidos
Juan
Larrea
fluye una saliva vertical un tiempo roto
tiempo o quejido quebrándose en dos ya por el aire
temblor seguro o mancha o pliego yerto
ojos rapaces en marcada actitud mesopotámica
sutiles ojos anteriores a la invención de la imprenta
la lluvia es una maltrecha realidad de bronce y humo
el día es un sopor ardiendo incluso más por sus
costados
un giro gris un improbable y último drenaje
luctuoso rostro que le lame los labios al hastío
porque el hastío es ahora un saco de azúcar y
hemorragias
no alcanza ya la música ni el labio demorado
el día irrumpe livianísimo con sus frailes y sirenas
las calles insisten en huir al sur por otras calles
como serpientes únicamente hambrientas de su espejo
ya que no hay más ventanas dispuestas al sólido beso
de un ladrillo
fluye una saliva vertical un tiempo roto
una flauta dibuja la lluvia que las palomas inventan
*
Oda a Enrique Molina
y justo al decir amor hermano mío
el mediodía se nos cagó de risa en pleno rostro
abrió sus venas como exclusas o calandrias
porque sabía que un barco se llevó nuestros nombres en
su huida
y porque no hay incesto mayor que el del viento y el
oleaje
la memoria danza todavía sobre sus pájaros largos
como en una serie tropical de goce indefinida
y es tan vegetal el cuello amado su piel su cabellera
tan beduina su ansia cuando se nos escapa el mundo
que es imposible no fundirse esperanzado a los
caprichos del verbo
yo comparto tu sed tu mar tu laberinto
me inmolo en los papeles tardíos de mi hartazgo
surco las normas con un espanto dulcísimo
hasta que podamos pintarle en los párpados al planeta
sus temblores
ni bien un volcán se haga riesgo o beso en mis heridas
tu nombre guarda en sus tres sílabas una amistad y un
guante
es menos una mano que un racimo de dedos señalando
señala puertos cuando son tímidos adioses o pañuelos
la materia vuelta espejo o agua o sueño esquivo
el breve salto a lo profundo del que hablaban las
sirenas
*
Nocturno de fuego y de caballos
Un caballo que relincha es un alma en pena, y es también un metal noble.
Eduardo
Chicharro
qué clase de sombra piafa ahora por los callejones
nocturnos
qué asordado tropel de amianto o de topacio
si hay crines azules clavadas a lo ancho de mi sangre
metálicos cascos por mis venas de azufre cabalgando
como si fuera yo también un hipódromo de cobre que no
duerme
ya he dicho que galopan millones de equinos por mi
sangre
que un triunvirato de furias se escapa azul por mis
rodeos
que no tengo más audacias en mi lengua que un quebranto
durísimo quebranto que en su sed de tropa se apresura
arrasando a su paso con el frío mineral y la prudencia
a veces el destino de mis lágrimas asciende
al nivel del éter del mar del plenilunio
corrompe con su asfixia las ventanas
y unos párpados se cierran ya dolidos
al tiempo en que el metal se funde con un nombre
qué clase de sombra piafa ahora por los callejones
nocturnos
una que ampara en su espuma sus relinchos
*
Retorno
entre temblores entre dulces espesuras
urgida de vaivenes y mareos
de hilos que atan lo inefable
volviendo al filo de tu voz que se proyecta
hilo a filo de seda o alfil triste
fijando un punto de mármol en el cielo
moviendo el tiempo de tus besos a mi carne
así volviste
mirando el negrísimo mar que ya se enarca
con un desdén de luna forajida
con un relieve de arena en cada mano
jinete o montura de tu cuello
público templo que en soledad se arriesga
a la faena de ser alma en voz que trina
a recuperar sus propias odiseas
así volviste
siendo rumor de lo que fuiste entre mis brazos
sabor de almíbar en mi lengua
página erguida que busca su palabra
y es más palabra azul que tanta búsqueda
con ojos entregados al asombro
con esos ojos que hablan cuando besan
pan para mi hambre remotísima
así volviste
y volviste sin nunca haberte ido
con eso de fragancia o de postales que tienen los
regresos
con tímidos anhelos de gloria en los bolsillos
un sol en cada dedo y un milagro
cuerpo que pasa silbando mi nombre más secreto
tren que hace escala en todas mis certezas
y en cada una suben más con su gran carga
llena de mí para llenarme
así volviste
*
Tríptico de éxodos
I
Las piernas
te pesan como mares, tu espalda carga con cientos de molinos (molinos de fuego
como aspas, molinos de prisa o de silencio), un toro impenitente suplica por
más campo, y el campo es un oleaje de truenos que te nombra. Las madres que te
niegan se esfuman como humo, tu mano es un pájaro que aferra ya tu cuerpo, este
níveo cuerpo que devoro, hoy te duelen de furia tus ojos de metralla.
II
Ya nada se
asemeja al claustro o las plegarias, esos ritos de insomnio y de temblores que
seguías, te han visto las lunas llorando un gran desierto, de fósiles y lava,
de aire o pesadilla (ay, corcel de mármol que cabalgo, lienzo o herida), como
si alguien mereciera inmolaciones de suelo y de derrumbes. La palabra esconde
otras palabras que detonan más palabras sin atajos, familia esconde fámulo o
siervo o mayordomo, la huida es un verso pintando sus urgencias con saliva.
III
Los días
pasan díscolos como un arroyo afilado, le cantan loas a tu carne, se estilizan,
como si ya hubiese un punto de quiebre en cada astro o astros azules se
entregaran al asombro. Bisagra de tu historia es esta historia, sopor de alba o
luz que llega, marea anclada a un horizonte de melindres. Mi brazo se adhiere a
tus reservas, a tu dolor se suma, nada como un perro al punto abierto en que te
beso, y hay más beso en el mañana que se abre, coros que ensayaron su
entonación en un crepúsculo.
*
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Flavio Crescenzi y R. R., 2014.
http://www.revagliatti.com.ar/030922.html www.about.me/rrevagliatti
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islanegra a las 08:35 · 3 Comentarios
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no se vende ni se compra ni se alquila, es publicación de poesía y literaturas. Isla Negra es territorio de amantes, porque el amor es poesía. Isla Negra también es arma cargada de futuro, herramienta de auroras repartidas. Breviario periódico de la cultura universal. Estante virtual de biblioteca en Casa de Poesía. |
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poeta argentino residente en Italia director revista internacional de poesía Isla Negra fundada el 1 de abril de 2004
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